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Latinoamérica

Trauma se consolida como la banda más importante del metal en Maracaibo con “Donde Arrecia El Sol”.

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Prensa Artemisa Producciones/Cresta Metalica

De la mano de Artemisa Producciones, la banda con 29 años de trayectoria y más emblemática de Maracaibo de Grindcore/Hardcore, Trauma, ofrecieron el pasado sábado 25 de marzo de 2023 una descarga con lo mejor de su repertorio en el showcase del single “Donde Arrecia El Sol”, en los espacios de Rock And Burger, Maracaibo, Venezuela.

Un show que dejó a los más de los 160 asistentes maravillados con el impresionante poderío en vivo de la banda, quienes prepararon la locación junto a su representante Artemisa Producciones, que por primera vez presentaban a una banda de metal en los espacios de Rock And Burger y que no escatimaron en invertir en producir un show de calidad en conjunto con el experimentado ingeniero de sonido Ramiro Parra con más de 30 años de experiencia trabajando en propuestas musicales de la región, incluyendo a Trauma; acompañado de un majestuoso trabajo de luces, efectos y máquina de humo a cargo de Abaco Producciones; todo esto quedó plasmado en el recuerdo del público asistente y en las grabaciones a través de dispositivos móviles y profesionales.

Trauma con su propuesta de Rock/Metal en los géneros del Grindcore, Hardcore, Punk, Noise y Death Metal, se formó en el año 1994 en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia, conformada actualmente por Henry Rodríguez (Batería), Hueso Hardcore (Voz), Romny Gutiérrez (Bajo/Guitarra); estuvieron presentando su nuevo integrante el guitarrista Edgar González. El setlist de la noche estuvo divido en dos partes, donde interpretaron los mejores temas de sus producciones discográficas.

Durante el intermedio se procedió a hacer entrega de obsequios a través de concursos, destacando la presencia de una personalidad oriunda del estado Zulia, y que hace vida desde hace más de 45 años en la ciudad de Caracas, como lo es el periodista cultural, escritor y locutor, Gregorio Montiel Cupello, quien obsequió su último libro “El Blues Del Perdedor” junto al disco “DeZterrados” de UltraZonido, donde abordan la historia del rock venezolano de protesta. También hubo torta cumpleañera, celebrando otra vuelta al sol de Romny Gutiérrez (Trauma) y Alejandro Adrián (Cresta Metalica).

A su vez, el motivo principal del show fue la proyección en primicia para el público de Maracaibo del vídeo lyric del tema “Donde Arrecia El Sol”, que está disponible en el canal de YouTube de Trauma y las plataformas digitales.

Por su parte, Andrea Cobo Raffalli directora general de Artemisa Producciones y productora del evento resaltó su agradecimiento a Rock And Burger por brindarle la oportunidad, el apoyo y por creer en ella y la propuesta musical de Trauma.

También agradeció a su principal aliado Cresta Metalica Producciones (Caracas), quienes a través de su director general Alejandro Adrián, desde el día uno han sido un importante agente de soporte que siempre ha creído plenamente en su trabajo.

A su vez, durante la gran noche se sumaron importantes aliados de la escena musical y cultural venezolana tale como; Rodolfo Salmeron de Digital Rock desde Punto Fijo, quien realizó un trabajo magistral en la animación del evento, las actividades de concursos y presentaciones

El medio de comunicación zuliano, Alternativa Radical quienes estuvieron completamente comprometidos con el evento y además promocionaron de manera increíble los premios que obsequiaron (Dos (2) baldes de cervezas a través de concursos en Instagram junto Artemisa Producciones) y realizaron entrevistas en vídeo a la agrupación Trauma durante la noche de la presentación.

También a los grandes amigos del programa radial de Maracaibo, En La Hora Del Rock, quienes dieron difusión y ese día entregaron obsequios (Cerveza Maiden, pulsera nórdica) junto a Valknut Store para el público asistente. A su vez a los amigos de Metal Bestial de Acarigua, estos últimos estuvieron realizando entrevistas a la banda Trauma e invitados especiales y obsequiaron dos CD compilado “30 Años de Metal Bestial”. Y agradecimiento especial a todos los medios de comunicación, canales de difusión y programas de radios venezolanos que dieron promoción al evento.

Por último y los más importantes EL PÚBLICO asistente, para ustedes mil gracias, son 160 personas que forman parte de “La Legión Trauma”, fieles siempre a la banda, y sin ustedes esto no hubiera sido posible.

En palabras finales, Andrea Cobo Raffalli, agregó, “Como empresa que impulsa el talento venezolano especialmente el zuliano, tenemos el compromiso de ser constructores junto con todos los factores que hacen vida en la escena del Rock y Metal en Venezuela, siendo cultores, maestros y aprendices; y proporcionando herramientas; y elementos para seguir en el camino.

También como productores de este evento único en la región podemos decir, que simplemente quisimos realizar un tributo a la banda más emblemática del estado Zulia, TRAUMA y celebrar junto con ellos el estreno de su primer vídeo lyric “Donde Arrecia El Sol” y por supuesto como regalo también para nuestro fiel, ferviente y maravilloso público (Legión Trauma) que sin ellos nada de esto hubiese sido posible, nos sentimos complacidos y sin querer sonar presuntuosos podemos expresar que este ha sido uno de los show de Metal más exitosos que se han realizado en los últimos tiempos en el país, esto nos compromete aún más en seguir en pie de lucha en pro de nuestros talentos venezolanos y nuestro movimiento”.

Este concierto lo catalogan según publicaciones en las redes sociales, comentarios del público y los representantes de los medios de comunicación asistentes esa noche, como un evento importante que quedará por mucho tiempo registrado en la memoria de todos los marabinos.l single es letra de Hueso Hardcore vocalista de la banda, la música es de Edgar González guitarrista y los arreglos estuvieron a cargo de la banda Trauma. La grabación, mezcla y masterización estuvo a cargo de Edgar González.

En relación al vídeo lyric “Donde Arrecia El Sol” es una producción ejecutiva de Artemisa Producciones junto a la producción general y edición de Shut Up Loser Film. Lo pueden disfrutar a través de este enlace: https://youtu.be/qPv7bS90Z5Q

Colombia

La iglesia que viola niños quiere seguir censurando conciertos de Rock

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Por Subterránica

En este mundo de hipócritas que ondea falsamente la bandera de la libertad de expresión, la secularidad de los Estados y la autonomía del arte, todavía hay espacios donde las voces más rancias y criminales del pasado insisten en dictar la agenda cultural. Hoy, nos enfrentamos a una de esas ironías brutales y grotescas que solo puede producir la historia: la Iglesia Católica —con una trayectoria documentada de abusos sexuales, encubrimientos sistemáticos y crímenes contra menores— exige, desde su pedestal de falsa moralidad, la cancelación de artistas como Marilyn Manson en San Luis Potosí, México, o la banda de black metal Marduk en Colombia y otros países.

Según ellos, son “satánicos”, “incitan al mal” y “corrompen la juventud”. Como si lo anterior no fuera exactamente lo que hicieron cientos de sus propios sacerdotes durante décadas. Como si no hubiera condenas penales firmes por parte del sistema judicial en Colombia, México y otros países contra miembros de su institución por delitos gravísimos.

La realidad documentada de la Iglesia Católica es un prontuario criminal impresionante… condenas reales, no canciones.

Hablemos con datos, porque parece que muchos tienen la memoria corta y la hipocresía larga.

En Colombia, según el trabajo de investigación de los periodistas Juan Pablo Barrientos y Miguel Ángel Estupiñán (autores de El archivo secreto), se han documentado más de 600 sacerdotes acusados de abuso sexual, de los cuales al menos 51 han sido condenados judicialmente por delitos como violación, acceso carnal violento y actos sexuales con menores. Entre ellos están nombres como:

William de Jesús Mazo Pérez, condenado a 33 años de prisión. https://www.elespectador.com/judicial/en-firme-condena-contra-sacerdote-por-pederastia-article-603103/

Luis Enrique Duque Valencia, sentenciado a más de 18 años por abuso a niños de 7 y 9 años. https://www.elcolombiano.com/colombia/por-pederastia-iglesia-debera-pagar-1-300-millones-BL2850407

Fabio Isaza Isaza, 5 años y 4 meses por abuso sexual de un menor incapacitado. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12743283

En San Luis Potosí (México), donde ahora la iglesia local pide cancelar la presentación de Marilyn Manson, el sacerdote Noé Trujillo fue condenado por estupro a un menor. Y Eduardo Córdova Bautista, antiguo representante legal de la arquidiócesis, tiene más de 100 denuncias por abuso sexual de menores. Está prófugo de la justicia.

Entonces, ¿en serio tenemos que soportar que esta institución —cuya historia en muchos países latinoamericanos está manchada de impunidad, dolor y abusos comprobados— se atreva a censurar a artistas que jamás han cometido delitos equivalentes? ¿Qué clase de estupidez es esta? Y no dejemos atrás a los políticos que los respaldan, es su mayoría ignorantes sin estudios, adoctrinados y pertenecientes a los partidos más radicales, violentos y asesinos.

Para el dolor de los santos, Marilyn Manson, con toda su teatralidad y controversia, ha tenido apenas una condena menor por una falta administrativa (sonarse la nariz sobre una camarógrafa). No ha sido condenado por ningún delito sexual ni violento. Las demás acusaciones han sido desestimadas o resueltas civilmente y dejemos en que sonarse sobre una camarógrafa es algo mínimo comparado con lo que los periodistas sufrimos en esta cagadero de país, como cuando el Estado atacó de frente a Subterránica desde sus redes sociales, se robo medio presupuesto de los festivales, sacaron burlas en un portal de noticias falsas que eran sus contratistas y ¿Qué pasó? Nada… porque Colombia, México y otras fincas latinoamericanas están diseñadas para que los torcidos sean sus dueños y la falsa moral su biblia.

Marduk que ya fue censurado por las acciones de un personaje nefasto , no registra condenas penales ni antecedentes judiciales por ninguna parte. Pero en Colombia han sido vetados y cancelados por presiones morales, muchas veces sin ninguna base legal, solo por su estética y lírica anticristiana.

Entonces, ¿quiénes son los verdaderos criminales? ¿El músico que crea desde la provocación simbólica o la institución que ha protegido violadores en sus filas por décadas?

Señores, lo que pasa es que el homínido promedio no ha entendido que la libertad de expresión no es negociable, se supone que vivimos en Estados laicos, donde la Iglesia no debería tener poder político, ni control sobre lo que una sociedad libre escucha, ve o dice. Sin embargo, la censura clerical continúa activa en muchos niveles, disfrazada de moral, pero actuando como un mecanismo de represión ideológica.

La cancelación de conciertos de metal extremo no es un debate sobre cultura. Es un síntoma de algo mucho más grave: el intento constante de los sectores más oscuros de controlar el discurso público, de silenciar lo incómodo, de imponer una única visión del mundo basada en dogmas… y de tapar sus propios crímenes con una sotana manchada de sangre y que cansancio de verdad tener que vivir en estos países en donde cada día vemos asesinatos a sangre fría, cuerpos en las calles, injusticias, etc y que declaren el rock como enemigo público, pobres pendejos. Solo recuerdo cuando a Subterránica lo sacaron de SOFA porque unos vecinos de Corferias decidieron que era inmoral… “Apaguen el Rock” fue la frase y los cobardes de los organizadores en lugar de luchar se callaron, se escondieron en su oficina y guardaron silencio, como todo en estos países. Si al perro le van a quitar el hueso el perro se agacha.

Casos como el de Marduk ha son blanco de campañas de censura por parte de grupos religiosos que sin ninguna prueba judicial ni delitos cometidos por los integrantes, han logrado bloquear conciertos en ciudades como Bogotá y Medellín. Las justificaciones son siempre las mismas: “atentan contra la moral”, “promueven el satanismo”, “son una amenaza para los jóvenes”. Los medios, timoratos y muchas veces aliados de las élites clericales, replican el discurso sin contrastarlo. Y los gobiernos locales, más preocupados por el escándalo que por la libertad, ceden ante las presiones y cancelan eventos legítimos.

En 2018, por ejemplo, el concierto en Bogotá fue cancelado por presión de organizaciones cristianas. No hubo ningún análisis jurídico, ni se consultó a la comunidad cultural. Simplemente se obedeció al dogma. Más grave aún, lo mismo ha ocurrido con otras bandas como Watain en Ciudad de México o Mayhem en varios países de América Latina ¿La evidencia de delito? Ninguna. Pero cuando la Iglesia levanta el dedo, los gobiernos se bajan los pantalones.

Es aquí donde la hipocresía alcanza su punto más nauseabundo. Mientras los curas pederastas siguen oficiando misas o se esconden en casas de retiro bajo protección institucional, mientras las víctimas siguen esperando justicia que nunca llega, mientras los archivos se mantienen cerrados y el Vaticano guarda silencio, son los músicos —los artistas— los que son vetados públicamente. No por dañar a nadie, sino por expresar ideas incómodas, por criticar a la religión, por utilizar símbolos que alteran la sensibilidad de los herederos del poder inquisitorial. Es decir, por ejercer su libertad de creación lo vimos hace poco con Behemoth en Polonia en donde casi son apresados por “insultar” una figura religiosa.

La censura clerical no solo es una amenaza a la libertad de expresión. Es una forma brutal de reescribir la historia, de manipular al público, de distraer a la sociedad con espectáculos morales mientras se ocultan los crímenes reales. Cancelar un concierto de Marilyn Manson no salva a ningún niño, no impide ningún abuso, no mejora ninguna vida. Solo perpetúa el control de una institución que ha demostrado no merecer autoridad moral.

Y sí, este es un país laico. Al menos en el papel. Porque en la práctica, seguimos viendo cómo obispos, sacerdotes y feligreses organizan cruzadas contra lo que no entienden o no quieren aceptar. Pero no los vemos organizando cruzadas contra los abusadores de su propia casa. No los vemos pidiendo perdón por los crímenes del clero. No los vemos renunciar a sus privilegios fiscales ni entregar a la justicia a sus violadores.

La ironía es insoportable. Los mismos que predican amor, tolerancia y piedad, son los que linchan mediáticamente a artistas cuya única “falta” ha sido hacer música que no se arrodilla. Los mismos que protegieron a Córdova Bautista en San Luis Potosí, a Mazo y Duque en Colombia, a decenas de sacerdotes acusados y condenados, son los que hoy se escandalizan por una puesta en escena teatral, por un maquillaje, por una metáfora.

Tal vez lo que más le tienen miedo es que el arte hable en voz alta, porque el arte, cuando no es domesticado como la mayoría del rock colombiano que ya es un perro sometido al estado, recuerda cosas que quieren que olvidemos. Recuerda que la iglesia no es sinónimo de moral, que el dogma no es ley y que el verdadero peligro no está en un escenario oscuro, sino en las sotanas que se pasean impunes por los altares.

¿Quieren censura? Aquí tienen memoria. ¿Quieren callarnos? Aquí tienen sus gritos con la verdad, la iglesia católica tiene más criminales que muchas mafias. Seguiremos escribiendo, tocando, cantando porque la libertad no se negocia con quienes protegieron violadores y ahora se visten de santos.

En Colombia, el artículo 19 de la Constitución Política garantiza expresamente la libertad de cultos, pero también la libertad de conciencia, de expresión y de creación. El artículo 20 establece que “se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios de comunicación masiva. Son libres la expresión artística, cultural y científica.” Y si eso no basta, el artículo 1 declara al país como un Estado social de derecho, democrático y pluralista, no confesional. Cualquier autoridad civil que cancele un evento artístico solo porque molesta a un grupo religioso está violando directamente la Constitución.

Y aún más claro es el precedente establecido por la Sentencia T-391 de 2007 de la Corte Constitucional, donde se afirmó que la libertad de expresión incluye manifestaciones que puedan ser impopulares, provocadoras, polémicas o contrarias a la moral tradicional. La Corte ha sido enfática en que el arte no debe someterse a criterios religiosos o morales arbitrarios, y que “la protección de la libertad de expresión es más fuerte precisamente cuando lo expresado no gusta o incomoda”.

En México, la situación es igual de clara. El artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos protege la libertad de expresión, y el artículo 7º garantiza la libertad de difusión sin censura previa. Además, el artículo 130 declara de forma explícita la separación del Estado y las iglesias, y prohíbe que las asociaciones religiosas interfieran en asuntos políticos o civiles. Es decir: la Iglesia Católica no tiene ningún derecho legal a incidir en decisiones gubernamentales sobre espectáculos públicos.

Pero lo hace. Lo hace a través de presión social, de discursos incendiarios, de manipulación mediática. Y cuando los funcionarios públicos ceden ante esas presiones —como ha ocurrido con las cancelaciones de conciertos de Marduk, Manson, Watain y otros—, están violando la ley, incurriendo en actos de discriminación ideológica, y en algunos casos, cometiendo abuso de autoridad.

No se trata solo de una batalla cultural. Esto ya es una batalla jurídica. Porque si el Estado laico permite que la moral religiosa imponga sus dogmas sobre la programación artística, entonces deja de ser laico. Si el Estado cede ante el chantaje clerical, entonces ya no es un Estado de derecho, sino un Estado confesional por la puerta de atrás. Y eso, en México, en Colombia, y en cualquier democracia moderna, es inaceptable.

Censurar conciertos por “ofender la religión” es como prohibir libros por hacer pensar. Es como quemar discos por sonar distinto. Es un acto de ignorancia institucionalizada. Pero también es una violación a los derechos humanos, a las normas internacionales de libertad artística, y a los principios más básicos del pluralismo. Por eso no es solo estúpido. Es ilegal.

Quizá lo más doloroso de todo esto no es que la Iglesia intente censurar, sino que lo logre. Que en pleno siglo XXI, con todas las herramientas legales, democráticas y tecnológicas disponibles, todavía tengamos que ver cómo se apagan conciertos, se silencian artistas y se castiga la disidencia creativa por culpa de instituciones que deberían estar rindiendo cuentas, no dando sermones.

La escena del rock, del metal, del arte independiente en México y Colombia lleva años desangrándose. No solo por la corrupción de las entidades culturales, que siguen entregando presupuestos públicos a las mismas redes clientelistas, a los mismos eventos tibios y domesticados, sino por la ignorancia de sectores que nunca entendieron que el arte no existe para adorar al poder, sino para cuestionarlo. Por eso les duele. Por eso lo persiguen. Porque el rock aún representa una amenaza, aunque lo hayan intentado desactivar desde dentro.

Pero si hay algo que deberíamos estar cuestionando, si hay algo que verdaderamente merece censura —una censura social, ética y política— es la historia criminal de una institución que ha quemado mujeres en hogueras por pensar diferente, que ha saqueado civilizaciones enteras en nombre de su dios, que ha condenado libros, perseguido científicos, impuesto dictaduras morales y callado generaciones de voces.

¿Vamos a seguir permitiendo que esa misma institución decida qué podemos oír, qué podemos ver, a quién podemos aplaudir? ¿Vamos a permitir que los que torturaron a Galileo, colonizaron América, asesinaron a miles en las cruzadas y la inquisición, manipularon la verdad, quemaron brujas y libros, escondieron pederastas y callaron víctimas vengan ahora a darnos clases de moral y a cancelar festivales de metal?

Si algo necesita una revisión profunda y una sanción real, no son los artistas, no son los músicos, no son los conciertos. Es esa Iglesia que durante siglos ha sido juez y verdugo, y que ahora pretende jugar a la víctima para seguir dictando normas en sociedades que se pretenden libres. Tal vez, después de todo, el verdadero peligro para la juventud no son las letras oscuras ni las guitarras distorsionadas, sino las sotanas que aún pretenden controlar el pensamiento.

Y eso sí debería darnos miedo…

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Festivales e Industria

Metal Battle Suramérica consolida su prestigio internacional ganando nuevos reconocimientos

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La iniciativa Metal Battle Suramérica continúa su ascenso como una de las plataformas más importantes para el desarrollo y la proyección del metal latinoamericano. En un nuevo hito para la región, la final nacional del Metal Battle Venezuela ha sido galardonada como Evento del Año en los Premios Melomaniac en Venezuela, un reconocimiento que confirma la calidad de producción, convocatoria y relevancia cultural del certamen, el premio fue recibido por Raúl Colmenares, músico y promotor de Metal Battle para su país por el impecable trabajo en los procesos.

Este logro se suma al premio obtenido en 2024 por la final de Metal Battle Ecuador, que fue reconocida en la misma categoría por los Premios Maniac TV en el país suramericano. A estos reconocimientos se agrega el homenaje recibido por los promotores del circuito en los Premios Subterránica Colombia 2025, donde fueron distinguidos por su labor en el fortalecimiento de la escena independiente y su aporte a la circulación artística de las bandas de metal de todo el continente, en apenas dos años, el evento ha sido reconocido varias veces como una de las plataformas de más impacto en el continente.

Desde su inicio, Metal Battle Suramérica se ha caracterizado por su visión descentralizada, su integración territorial y su ética independiente. Lejos de reproducir las lógicas elitistas de otros circuitos musicales, Metal Battle Suramérica ha desarrollado un modelo colaborativo que involucra promotores, gestores, colectivos y medios alternativos de cinco países de la región. El objetivo: crear una ruta sólida que permita a las bandas competir por un cupo en el prestigioso festival Wacken Open Air en Alemania, el escenario más importante del metal a nivel mundial y crear el circuito de circulación de Metal más importante de la región, lo cuál se ha logrado de manera contundente con la participación de más de 300 bandas en cada una de sus dos ediciones.

En palabras de su equipo de coordinación, estos reconocimientos no son solo una celebración del evento en sí, sino un reflejo del trabajo sostenido que se ha venido realizando desde las bases culturales del movimiento metalero. “No se trata solo de competir, sino de construir escena, generar redes, fortalecer el sentido de comunidad y proyectar talento de alto nivel artístico y conceptual”, afirma Felipe Szarruk, promotor para Latinoamérica de Metal Battle.

Un circuito que trasciende fronteras

Lo que distingue al Metal Battle Suramérica es su compromiso con la diversidad geográfica y musical. Lejos de concentrarse únicamente en las grandes capitales, las finales y eliminatorias han recorrido ciudades secundarias y zonas periféricas, llevando el metal a espacios históricamente marginados del circuito internacional.

En este sentido, el reconocimiento a la final venezolana cobra aún más valor: se realizó en medio de condiciones complejas, en un país con profundas dificultades logísticas y estructurales, pero con una escena poderosa que ha sabido reinventarse a través del trabajo autogestionado. La premiación de los Melomaniac 2025 no solo reconoce la calidad del evento en sí, sino también la resiliencia y profesionalismo de sus organizadores.

El proceso de selección de las bandas que llegan a la final suramericana también refleja un rigor creciente. Cada país participante desarrolla su propia ruta nacional, con jurados locales y seguimiento artístico, hasta llegar a una final continental que ha ganado peso simbólico y mediático.

El impacto de una plataforma necesaria

Más allá del prestigio del Wacken Open Air, Metal Battle Suramérica ha generado un efecto de largo alcance en las escenas nacionales. Ha propiciado el surgimiento de nuevas bandas, la profesionalización de promotores y ha reactivado redes regionales de colaboración entre colectivos de países como Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Perú y Bolivia.
La visibilidad que ofrece el circuito ha permitido a las bandas acceder a festivales, sellos y medios especializados a nivel continental. Asimismo, el evento ha motivado a periodistas culturales, investigadores y medios independientes a registrar y analizar con mayor profundidad los procesos del metal latinoamericano.

Vhill: reconocimiento y representación

Como parte de los resultados de este proceso, la banda venezolana Vhill fue seleccionada como representante de Suramérica en la edición 2025 del Wacken Open Air. La agrupación, oriunda de Ciudad Guayana, también fue reconocida con tres galardones Melomaniac: Artista Revelación, Mejor Banda en Vivo y Mejor Banda de Metal Extremo.

Vhill acaba de lanzar su primer álbum de estudio, acompañado por el videoclip del sencillo Extinción, y se prepara para representar a la región con una propuesta sólida de death metal moderno, que combina técnica, lírica crítica y una potente puesta en escena

Metal Battle Suramérica no solo exporta talento, exporta narrativa, cultura y resistencia. Lo hace desde las raíces profundas del metal latinoamericano, con una visión de largo plazo y una red de actores comprometidos que hoy, por fin, reciben el reconocimiento merecido

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Latinoamérica

“Colmillos”: Danilo Pira lanza un himno de rebeldía que fusiona rock y poesía

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¿Qué nos queda cuando el mundo nos arrincona? ¿Cómo resistir cuando el entorno exige sumisión? El músico y poeta bogotano Danilo Pira responde con “Colmillos”, su más reciente sencillo, un grito visceral, afilado y explosivo que fusiona el rock alternativo con una lírica punzante y una instrumentación enérgica.

“Colmillos” reafirma a Danilo Pira como una de las voces más auténticas y valientes de la escena alternativa latinoamericana. Bajo la producción de David Guns, la canción se construye sobre guitarras distorsionadas que rugen, un bajo sólido que sostiene la tensión, una batería implacable y un saxofón que irrumpe como un aullido en la noche.

El resultado es un sonido que evoca la crudeza de Nick Cave, la narrativa intensa de Bunbury y la emocionalidad de Charly García, pero sobre todo es una declaración de independencia: “Vivimos en un mundo donde las opiniones ajenas pesan demasiado, donde nos censuramos por miedo al juicio. Colmillos es un grito de independencia, una invitación a hablar sin miedo, a existir sin pedir permiso” afirma el artista.

Versos como:

"Ya no me disculpo,
pues la envidia advierte
que debes morder más fuerte
o te comerá vivo el mundo."

No son solo líneas, son un manifiesto contra la sumisión y una bandera para quienes eligen caminar su propio camino. Colmillos es más que una canción, es un himno de resistencia para quienes se atreven a mostrar los dientes y a vivir sin miedo al juicio ajeno.

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