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Rock al Parque: Las bandas internacionales de linea media barriendo el piso con el inexistente rock colombiano. Análisis.

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“El hombre que tiene una idea fija, siempre es peligroso, porque la fijeza de su idea lo hace ciego a toda evidencia que pueda demostrar que está equivocado.”
— Voltaire

¿Ustedes se han preguntado alguna vez por qué el rock colombiano no tiene mercado, no suena en el exterior, ni siquiera en el interior o por qué no existen al menos 10 bandas autosuficientes? Es un ejercicio que hay que hacer.

Un frontman de una banda no puede comenzar a soltar una diarrea verbal como las que hemos escuchado en el segundo día de Rock al Parque y menos delante de un pueblo poco educado y poco crítico como el colombiano, es un acto de irresponsabilidad, un acto de suprema tontería y una afrenta a lo que dicen representar.

Lo del segundo día de Rock al Parque es una lección que debemos de aprender, porque a excepción de un grupo pseudo-tropical mexicano que vino pensando que venía al carnaval de Barranquilla, las bandas que nos visitan del exterior nos han recordado lo que es el rock, lo que se necesita para serlo. Bandas como Stuck in Sound con sonidos limpios y alternativos que recuerdan a The Pixies, The Travellers con su Ska y sus fusiones sencillas, voces maravillosas, los españoles de Ostia Puta con su punk sucio y frentero, Doro, la reina del Metal clásico que sigue retumbando sin destruir su esencia, entre otros, nos recordaron lo que acá se nos perdió: La dignidad y el profesionalismo, el mensaje y la sencillez y contundencia de un género al que alguna vez llamamos “rock”, tal vez una banda fresca que soltó música de buena calidad nacional fue Pez Errante, de resto… hmmm.

En ese sentido seguimos repitiendo acá que la curaduría de este año ha sido mucho mejor pero porque Héctor Mora es un hombre que ha conocido el festival desde sus raíces pero festivales como Cordillera y Estéreo Picnic sumados a la gran demanda por artistas para conciertos privados le han quitado a Rock al Parque muchos artistas que podrían venir a enriquecer este árido desierto musical y honestamente parece que no tenemos en el país bandas de rock para suplir este espacio.

Cansa ver a tanto pendejo gritando “Viva Palestina libre”, ¿Para qué? Mi familia es Palestina y les aseguro que a todos los palestinos les vale una mierda que esto suceda. ¿Quieren ayudar? Vayan a pelear en Palestina o envíen ayudas, el rock colombiano no está para eso. Animalistas, veganos, etc. Dando cátedras no solicitadas que actúan como testigos de Jehová en un festival de supuesto rock y tocando una música que no es buena. Esto está aburrido, los de afuera son los que salvaron un festival que no solo está lleno de lluvia (que al final no debe ser un impedimento) sino que ha perdido la moral y el objetivo de impulsar bandas locales. ¿Sucede? No, para nada, los músicos y artistas colombianos se convirtieron en un desfile aburrido de doctrinas forzadas y sonidos repetitivos, copiados, reforzados, bastante flojos, sin recordación, sin esfuerzo.

El problema de los rockeros colombianos es que se creen algo que no son, a diferencia del Metal el rock colombiano está en un estado patético. Mientras el Metal del país crece y se consolida en el mundo, el rock ha sido vapuleado, convertido es una amalgama asquerosa de mentiras, engaños, doctrinas ideológicas y debilidad musical y cultural.

Las bandas de segunda linea que han venido este año, demuestran que con la sencillez del rock, el punk y el ska es suficiente para hacer pasar bien al público y no aburrirlo con ese sonido gastado y sin identidad del rock colombiano en la actualidad. Si algún día tuvimos un sonido propio, esto quedó en el pasado.

El festival ha carecido de grandes headliners, no sabemos la razón, pero preocupa aun más las declaraciones de los directivos de Idartes en anunciar que en lugar de innovar, de llamar gente nueva y capaz de arreglar las cosas, ahora van a convocar una mesa para planear el festival del otro año ¿Con quién? Con los eternos de Idartes, con los mismos que destruyeron el rock bajo la tutela del secretario de cultura que claramente tiene poca idea de lo que la palabra “rock” significa.

No se han dado cuenta que tener esa palabra en el título del evento acarrea la responsabilidad de hacerle honor a la misma, lo toman a la ligera y en lugar de ayudar a la escena lo que han hecho es acabarla. Hasta las bandas extranjeras de hace 40 años vienen a limpiarse con las bandas locales las cuales dejan mucho que desear, pero que es su mente son más grandes que Elvis.

Basta con que vayan a los conciertos en bares de las pocas bandas que fuera de Rock al Parque se atreven a hacer eventos y vean la falta de público y el poco interés por sus actos. Los músicos pasan el año llorando y sufriendo por dinero, porque no entendieron que la música es un negocio también y se acostumbraron a que solamente el gobierno es quien les puede pagar por existir. Ellos no lo entienden, ellos viven en un micro mundo muy enfermo.

Y duele, porque mientras los reguetoneros sacan bodrios vomitivos como el tal “+5″7 en donde hablan de prácticamente violar con crema de chocolate a una niña de 14 años y acumulan millones de escuchas, los músicos de rock colombiano que deben ser la contraparte de eso, han sido debilitados, sometidos y ahora producen un sonido cursi, sin pasión y con mensajes que confunden, no son bandas divertidas. Y siguen sublimando viejas glorias que en realidad no nos representan, bandas que solo por ser amigas de la organización se sienten de relleno. No son bandas que hagan ningún daño.

Por poner un ejemplo, Ostia Puta, una banda de décadas aun puede venir y dar una clase magistral sobre como a través de tres acordes se puede armar una fiesta mientras sus letras hablan en contra de la violencia de la mujer, no siendo cursis, progresistas ni pendejos, sino de frente, con mensajes directos. Esto no lo puede hacer una banda de rock colombiano porque tienen miedo, les da pánico ser vetados. Por eso los punks de Bogotá se abrieron y organizaron su propio Punk al Parque colocando de a 50 mil pesos por banda para poder tener un espacio libre en donde su cultura pueda existir sin sen mancillada.

Otro de los espacios cuestionados además de los eventos e invitados fantasmas que se nombraban en el primer artículo de esta cubrimiento es lo que llamaron “agenda académica”, sobretodo cuando uno de los miembros de Kraken rehusó asistir a un congreso realmente académico porque no quería decir que “la cumbia no es rock” pero no le ve problema a llamar “evento académico” a ir a hablar sobre el nuevo disco. Estamos jodidos en Colombia con la falta de espacios educativos para el rock, y aunque charlas como las de Alfonso Espriella fueron entretenidas y valiosas, de académico no tiene nada. Colombia siempre le ha huido a estudiar y esto señores en el rock ya se nota demasiado.

El festival es un espacio enorme y se desperdicia por que seguimos aguantando la ideología tercermundista, progresista y estúpida de una cantidad de funcionarios instalados en un país hecho una mierda en donde el rock se convirtió en un chiste. Culpa de ustedes, culpa del público, culpa de la gente, culpa del dócil perro colombiano al que le tiran un hueso y baja la cabeza y esconde la cola. No tenemos rock en Colombia, no existe más que un grupo de niñatos, tanto viejos y jóvenes decididos a vender su ideal por un puñado de billetes. Y esa realidad es muy triste ya que los músicos que son quienes lloran todo el año por la falta de espacios y dinero, sencillamente callan, como borregos suplicando por una oportunidad que generalmente se da después de meses de papeleos y audiciones para ser puestos a las tres de la tarde cuando nadie ha llegado. Es en la noche cuando llega el grueso del público y sobre todo aparecen miles de “periodistas” e invitados “VIP”.

Pero es más triste saber que el micro mundo más grande lo tenemos en las mentes de estos dictadores musicales que sin conocer el tema, sin tener las credenciales necesarias, están enfrascados en seguir manejando Rock al Parque a su antojo y colocando como prioridad otras cosas por encima que el desarrollo del rock colombiano… el cual ya han matado.

Rock al Parque debe recuperarse para lo que fue hecho… para el rock nacional, el de verdad.

@felipeszarruk

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SAYCO sancionada nuevamente, Subterránica reivindicada otra vez: La corrupción que los músicos prefieren callar y aplaudir por un almuerzo.

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Otra vez, después de décadas, los titulares anuncian lo que llevamos años diciendo, SAYCO de nuevo ha sido sancionada, sus directivos multados, el país “sorprendido” porque una entidad que se dice defensora de los autores en realidad los usa como excusa para seguir cobrando y enriqueciéndose. Y claro, ahí salen los comunicados, las frases de indignación, las promesas de cambio. Pero los músicos siguen callados, siguen firmando, siguen creyendo que “esta vez sí”, el músico colombiano es en su mayoría un muerto de hambre que calla la corrupción porque no tiene como más comer.

La sanción a SAYCO, una multa por aproximadamente $5.300 millones de pesos impuesta por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), confirma lo que desde hace años denunciamos, impedir que autores gestionen individualmente sus derechos, clasificar a los afiliados como “titulares administrativos”, cobrarles un 10 % adicional y obligarlos a ceder todas las vías de comunicación pública para estar representados por el monopolio colectivo.

Pero no es la primera vez que pasa, son años de corrupción y deshonestidad, en 2018 la SIC la multó por $1.378 millones por abuso de posición dominante y violación de la libre competencia. En 2012 la Dirección Nacional de Derechos de Autor suspendió su personería jurídica y le impuso la multa máxima de 50 salarios mínimos legales vigentes (equivalente entonces a unos 28 millones de pesos) por «inoperancia de sus órganos de dirección, falta de transparencia, incumplimiento de deberes estatutarios». Y a los colombianos y sobretodo a los músicos les vale cinco… para ellos está el “cállese” porque nos vetan.

La historia de SAYCO es la historia de un monopolio consentido por el Estado y sostenido por el silencio de los músicos. Desde los años noventa hasta hoy ha sido denunciada por prácticas anticompetitivas, por retener dineros, por excluir a autores que no se someten al régimen interno. A lo largo de los años, las mismas familias, los mismos apellidos y los mismos métodos se repiten: estatutos que se reforman para perpetuar a los directivos, asambleas cerradas, informes maquillados. SAYCO se ha convertido en un modelo perfecto de lo que es la “gestión colectiva” en Colombia, un castillo de papel donde la ley sirve solo para proteger a los que ya están dentro, la justicia tambien es cómplice, así como es cómplice de los malos manejos de las EPS, de los abusos de los bancos y de todo lo que represente ganar dinero deshonesto sobre los derechos de los ciudadanos.

Cada vez que una sanción sale a la luz, los titulares hablan de “nuevo escándalo” como si fuera sorpresa. No lo es. Subterránica lo gritó una y otra vez, las sanciones son solo parches, ¿De dónde creen que sale el dinero para las sanciones? Usen la cabeza, las multas se pagan con la misma plata que recaudan de los artistas. Ninguna de estas sanciones ha significado una verdadera intervención ni un cambio estructural. Los millones que les quita la SIC los recuperan en cuestión de meses, porque el Estado nunca crea una alternativa real para los autores independientes. Y mientras tanto, la prensa cultural finge objetividad, los artistas institucionales se callan para no perder contratos y el público ni siquiera sabe cómo funciona el sistema que paga cada vez que suena una canción en un bar.

SAYCO, IDARTES y todo el aparato cultural estatal son piezas de la misma maquinaria burocrática que sofoca el arte en Colombia. La corrupción en el sector musical no se esconde, se exhibe con descaro, los mismos nombres en todas las convocatorias, los mismos jurados que se evalúan entre sí, los mismos gestores que se autodenominan “cultura”. Y cuando alguien levanta la voz, lo llaman a uno conflictivo. Pero no es conflicto, es dignidad. Y aunque el país entero parezca tolerar el robo sistemático de la cultura, Subterránica sigue en pie, con los mismos argumentos y la misma convicción, la de denunciar aunque nadie escuche, escribir aunque no cambie nada, sostener el espejo frente al monstruo hasta que al menos por un instante, se vea reflejado.

Subterránica lleva más de veinte años repitiendo lo mismo. Denunciando, investigando, poniendo nombres, mostrando documentos. Cuando dijimos que SAYCO actuaba como una mafia organizada, que el IDARTES protege burócratas y no artistas, que las entidades culturales son feudos de amigotes, nos llamaron resentidos, locos, conflictivos. Y sin embargo, aquí está otra vez la prueba, una multa millonaria por impedir a los autores gestionar sus propias obras, por condicionar sus contratos, por cobrar tarifas indebidas. No lo dice Subterránica; lo dice la Superintendencia de Industria y Comercio.

Pero nada cambia. Nada cambia porque en Colombia la corrupción no se castiga, se normaliza. Se vuelve parte del paisaje. Los músicos lo saben y callan, y al callar se vuelven cómplices. Ese es el círculo perfecto: los corruptos actúan, los jueces absuelven, los artistas callan, el público olvida. ¿Cuántas veces esta entidad corrupta ha sido multada y sancionada? ¿Cuántas veces la procuraduría tiene que demostrar la corrupción en otras instituciones que gestionan las artes en el Estado? Lo que se puede llegar a concluir es que tal vez o los colombianos somos estúpidos o que sencillamente no importa.

No hay inocentes en esta cadena… el que firma sin leer, el que paga sin preguntar, el que asiste a los mismos eventos estatales sabiendo que son vitrinas de favores políticos, todos son parte del engranaje. Aquí nadie quiere hacerse enemigo de nadie, y por eso todos terminan siendo socios de la impunidad.

Y los que insistimos en hablar nos volvemos los parias, pero preferimos eso antes que vivir arrodillados ante un sistema que prostituyó el arte. El Estado sigue alimentando las mismas vacas sagradas; las secretarías de cultura, IDARTES, las convocatorias amañadas, los jurados repetidos, los artistas institucionalizados que se reparten el presupuesto público como si fuera botín de guerra. Y cada tanto, cuando alguna sanción se hace pública, los medios anuncian que “ahora sí se hará justicia”. No, no se hará. No mientras sigamos creyendo que un comunicado es justicia. Y es que hay que repetirlo cien veces porque pareciera que no entendieran, el problema no es Sayco, no es Idartes, no son sus alidos sino los corruptos que trabajan ahí. La verdad no es difícil de entender, hasta un niño lo comprende.

La multa a SAYCO no es una victoria para nadie; es otra migaja, un teatro más en este país que premia al corrupto y castiga al que incomoda. Los músicos seguirán cobrando regalías miserables mientras los directivos se reparten millones. Seguirán viendo cómo sus obras son administradas por gente que no compone ni canta, pero cobra como si lo hiciera. Y seguirán tragando entero, porque aquí el que denuncia se queda sin contratos, sin toques, sin apoyo, sin “redes”.

Subterránica lo advirtió mil veces, el problema no es solo SAYCO, es la estructura cultural completa. Un país que tolera la corrupción en la música es el mismo que la tolera en la política, en la justicia, en la educación. Lo mismo disfrazado de gestión cultural.

Y sí, hemos tenido razón desde el principio y siempre la vamos a tener así a los mercenarios de las artes que le dan regalos de Navidad a sus hijos con dinero robado se ofendan. Pero tener razón en Colombia no sirve de nada. Aquí la verdad no cambia las cosas, solo las confirma.

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Cheyne Stokes Experience se sumerge en la introspección con Perfect Days, el nuevo capítulo de The Empress

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El universo de Cheyne Stokes Experience vuelve a expandirse con Perfect Days, una pieza instrumental e introspectiva que abre las puertas de The Empress, su segundo larga duración, ya disponible en Bandcamp. La banda bogotana, conocida por su enfoque conceptual y su capacidad para unir lo etéreo con lo brutal, presenta esta composición como un preludio emocional a un disco que se adentra en las profundidades de la existencia, los duelos y la energía femenina que habita en cada ser.

Grabado en El Bunker Studios durante agosto y septiembre de 2024, el álbum contó con la producción y arreglos de Nicolás Sadovnik (Tras las Púas, Los Carrangomelos), quien acompañó a la banda en un proceso de creación meticuloso, extendido entre jornadas de pre y postproducción que dieron forma a una obra cargada de fuerza, sensibilidad y ambición. Las influencias son claras —Alcest, Opeth, Soen, Mastodon, Gojira o The Ocean Collective—, pero lo que emerge de The Empress es una identidad absolutamente propia, un sonido que se construye desde la emoción y el pensamiento, más que desde la simple técnica.

En esta nueva entrega, la emperadora —esa figura enigmática que ya había aparecido en The Labyrinth of E²— revela su rostro como una encarnación simbólica de la muerte, la transformación y el cuestionamiento interior. Cada video y cada tema se articulan como capítulos de un relato introspectivo donde los protagonistas enfrentan su propia finitud, sus vacíos y la búsqueda de significado en un mundo hostil. Perfect Days es el sexto episodio de esta historia audiovisual, y también su punto de inflexión: un tema sin palabras, donde la música es la única voz posible ante la reflexión más profunda de todas —¿qué es realmente un día perfecto y vale la pena seguir viviendo por él?—.

The Empress amplía además el espectro emocional del grupo incluyendo reinterpretaciones de Pagan Poetry de Björk y Artemis de Aurora, piezas que en manos de Cheyne Stokes Experience se convierten en un manifiesto sonoro sobre la vulnerabilidad y la ferocidad de lo femenino. Este enfoque artístico se complementa con la visión visual del ilustrador Void Espíritu (Daniel Esteban Gómez), quien una vez más plasma en la portada del disco su estilo críptico y espiritual, explorando la brutalidad y la belleza que coexisten en la muerte y el duelo.

El álbum completo está disponible de manera exclusiva en Bandcamp, mientras que su lanzamiento físico y digital oficial se celebrará el próximo 29 de noviembre en B Bar, Bogotá, junto a Ashes, Mauna y el DJ Alcapone, en una noche dedicada al metal progresivo, la melancolía y el poder creativo.

Con Perfect Days, Cheyne Stokes Experience reafirma su lugar dentro del metal alternativo colombiano como una de las propuestas más profundas, conceptuales y arriesgadas de la escena. En un panorama donde el ruido suele imponerse sobre el sentido, la banda invita a detenerse, mirar hacia adentro y, aunque duela, descubrir la luz que habita en nuestras sombras.

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IN NOMINE OBSCURITATIS: El Retorno Triunfal de HEREJÍA la Leyenda Colombia del Death Metal Sinfónico

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La oscuridad tiene nombre en Colombia y se representa en algunas bandas que se han hecho mito. El próximo 31 de octubre, justo bajo el manto de Samhain, la legendaria agrupación bogotana HEREJÍA lanza “IN NOMINE OBSCURITATIS”, una obra sinfónica que promete redefinir los límites del Death Metal en Latinoamérica y retumbar más allá de fronteras.

Fundada en Bogotá en 1988 por el guitarrista y compositor Ricardo Chica Roa (Q.E.P.D), HEREJÍA es pionera del death metal sinfónico en Colombia. Su trayectoria de más de tres décadas los ha convertido en estandartes de la escena metal local, llevando el sonido colombiano a festivales y públicos que celebran su potencia, identidad y profundidad conceptual.​

Hoy, liderados por Andrés Triana (teclados) y fieles a su impulso creativo, HEREJÍA presenta un álbum que es mucho más que música pesada “IN NOMINE OBSCURITATIS” fusiona la fiereza del death metal con arreglos orquestales impecables, logrando un universo sonoro que es tan oscuro como sofisticado, un viaje donde cada composición revela capas emocionales y complejidad instrumental.​​

El álbum, integrado por diez obras, expone la madurez compositiva de una banda que ha sabido sobrevivir a las transformaciones de la industria y del propio metal. Temas como “Abandonado Por La Luz” y “Eterna Oscuridad” son evidencia de que HEREJÍA no solo honra la tradición, sino que la reinventa a través de arreglos neoclásicos, letras profundas y una presencia escénica demoledora.​

La historia de HEREJÍA está marcada por episodios duros y renacimientos. Tras la dolorosa partida de Ricardo Chica en 2021, la banda supo reinventarse sin perder identidad, apostando por alineaciones y colaboraciones que han sumado riqueza a su propuesta. Este cuarto de siglo en activo los acredita como leyendas: nunca han dejado los escenarios, siempre están presentes en festivales emblemáticos, escenarios internacionales y se mantienen vigentes en el contexto digital y físico del metal colombiano.

Como anticipo especial para la comunidad más cercana de HEREJÍA, “IN NOMINE OBSCURITATIS” está disponible para escucha limitada en Bandcamp. Pronto llegará a todas las plataformas de streaming y se anunciará la edición física, que los coleccionistas y fieles seguidores aguardan con expectativa.​

Con “IN NOMINE OBSCURITATIS”, la banda reafirma que el metal colombiano tiene voz, fuerza y espíritu propio. Su propuesta artística es el reflejo de miles de seguidores que se han identificado con letras densas, melodías poderosas y una puesta en escena que transforma el dolor, la rabia y la oscuridad en arte.

El nuevo lanzamiento de la banda es un llamado a las nuevas generaciones de músicos metaleros colombianos a seguir explorando la sinergia entre lo extremo y lo sublime, lo oscuro y lo luminoso. HEREJÍA desafía con su legado y sigue construyendo el camino para el metal sinfónico en el continente.

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