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Colombia

¿Qué es la Tropidelia y porqué puede ser lo mejor y lo peor que le sucedió a la música colombiana?

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¿Qué es la Tropidelia y porqué puede ser lo mejor y lo peor que le sucedió a la música colombiana?

La tropidelia es un género musical que combina algunos instrumentos modernos con música tropical y la cultura latinoamericana pero manteniendo su jerarquía en el folclor, se originó en Colombia a finales de los años 90 y principios de los 2000, como una forma de expresar la identidad y la diversidad de la región, algunas de las bandas más representativas de la tropidelia son Sidestepper, Bomba Estéreo, Frente Cumbiero y Meridian Brothers, es un género independiente que hubiera podido llegar mucho más lejos de no haber sido porque se empecinaron en tratarlo como “rock” y no de desarrollarlo como una práctica independiente, logrando que el público se confundiera y lo dejara como una curiosidad y en algunos casos logrando que algunas personas reemplazaran el rock por la tropidelia en su imaginario.

En resumen, la tropidelia es una victima de la ignorancia musical y la dictadura cultural de Colombia que se ha forjado un nicho underground en algunos países y en Rock al Parque.

La tropidelia se caracteriza por el uso de instrumentos tradicionales como la gaita, el acordeón, la marimba y las percusiones afrocolombianas; la incorporación de ritmos como la cumbia, el vallenato, el porro, el currulao y la champeta; la experimentación con sonidos electrónicos, samplers y sintetizadores; y la exploración de temas sociales, políticos y culturales propios de Colombia y América Latina. La tropidelia es una manifestación artística que busca crear una fusión entre lo moderno y lo ancestral, lo local y lo global, lo urbano y lo rural.

Es un género musical que tiene sus propias características y que no se puede confundir con el rock, es importante respetar la diversidad y la originalidad de cada expresión artística, y no encasillarlas en categorías que no les corresponden, así se evitan malentendidos y conflictos entre los diferentes públicos y movimientos musicales.

El término tropidelia fue acuñado por el músico y productor Richard Blair, líder de la banda Sidestepper. Blair se inspiró en el concepto de psicodelia tropical, que fue propuesto por el escritor y periodista musical Mario Galeano Toro en un artículo publicado en 1999. En ese artículo, Galeano Toro describió la psicodelia tropical como una corriente musical que fusionaba el rock con ritmos afrocolombianos y caribeños, creando una nueva sonoridad que reflejaba la realidad social y cultural de Colombia, paradójicamente Blair es uno de los agentes que se encargó del hundimiento del rock colombiano para sacar a flote a la tropidelia, adoptó el término para definir su propio estilo musical, que también incorporaba elementos electrónicos y experimentales. Blair consideraba que la tropidelia era una forma de reivindicar la riqueza y la diversidad de la música colombiana, así como de crear una conexión entre lo moderno y lo tradicional. Blair ha sido reconocido como uno de los pioneros y principales exponentes de la tropidelia en Colombia y el mundo, pero lo que pocos saben es que ese concepto nació desde la idea que “los colombianos no pueden competir con el rock mundial así que tienen que tener el suyo propio” y así comenzó este movimiento.

Por un lado, se podría argumentar que Blair no tuvo la intención de destruir el rock colombiano, sino de enriquecerlo con una propuesta musical innovadora y original, que fusionaba el rock con la música tropical y la cultura latinoamericana, una forma de expresar la identidad y la diversidad de la región, así como de crear una conexión entre lo moderno y lo ancestral, lo local y lo global, lo urbano y lo rural. Algunas de las bandas más representativas de la tropidelia son Sidestepper, Bomba Estéreo, Choc Quib Town y Frente Cumbiero entre otros.

Por otro lado, se podría afirmar que Blair sí contribuyó a la destrucción del rock colombiano, al imponer su estilo musical como el único válido y representativo del país, marginando y desplazando a las bandas de otros géneros de rock, como el punk, el metal o el rock clásico. Blair habría aprovechado su influencia y su poder en la industria musical para promover la tropidelia como el nuevo sonido nacional, generando una confusión y una homogeneización en el público y en los medios. Blair habría ignorado o despreciado la historia y la diversidad del rock colombiano, que se remonta a los años 60 y que ha abarcado diferentes manifestaciones y tendencias musicales representadas por grupos como Los Speakers, Los Yetis, Los Flippers, Génesis, Kraken, La Pestilencia, I.R.A., Bajo Tierra, Las 1280 Almas, Aterciopelados, Doctor Krápula y muchos más y este discurso fue comprado por las instituciones públicas que administran los recursos para el rock y otros géneros y lo instauraron como lo “oficial”.

La tropidelia llegó como anillo al dedo al principio de una década en donde los gobiernos de izquierda llegaban a Bogotá y que Rock al Parque quería ser eliminado, este movimiento aprovechó para instalarse como “las nuevas músicas colombianas” y fue aprovechado por varios personajes que hasta hoy en día lo han usado para ganar dinero y desconfigurar los espacios para el rock. Sin embargo, es uno de los grandes aportes musicales al mundo y es una lástima que en lugar de darle su espacio propio haya sucedido todo lo que se contó en este artículo.

Ni fu ni fa, ni lo uno no lo otro al final nos quedamos sin el ratón y sin el queso, la tropidelia se instaló en Rock al Parque y en todos los espacios oficiales y el rock regresó al underground. Pero eso no es extraño porque es la manera colombiana de hacer las cosas, por ver el peso no vemos el millón.

@felipeszarruk

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La música hoy es un puto producto industrial vendiendo humo para una máquina insaciable que se llama algoritmo. 

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La industria musical atraviesa una crisis brutal… tiene hambre, hambre insaciable, hoy todo se ha convertido en un asunto de algoritmos y modelos de distribución masiva que solo buscan hacer dinero sin importar si la música vale algo o no.

En una charla de Symphonic Distribution en el Bomm de Bogotá, una chica —aún en sus veintes— lanzó la idea “sofisticada” de que los músicos deben sacar música todos los días para alimentar estos algoritmos. Eso no es arte, es pura explotación y pérdida de la esencia creativa, lo que importa hoy no es lo que hagas, sino cuánto ruido generes para que la máquina te mantenga arriba.

Históricamente la música es un proceso lento, un trabajo artístico donde la paciencia, la reflexión y el detalle hacen que una canción conecte de verdad con quien la escucha. Pintores, escritores, músicos… todos se toman el tiempo porque saben que la magia no sale en cinco minutos ni en una ida al baño, pero ahora los artistas están atrapados en un ritmo frenético diseñado por plataformas, donde producen en masa para engordar estadísticas y mantenerse visibles, esa propuesta horrible de sacar música diariamente refleja un sistema que mata la creatividad y la reemplaza con pura producción en serie, como mulas de carga que deben alimentar el nuevo negocio de la música que solo le sirve a las distribuidoras y plataformas.
Y no es sorpresa que esto se manifieste en géneros como el reguetón, donde el éxito no depende ni de la complejidad musical ni de letras que tengan algo que decir, sino de beats repetitivos y letras vacías que cualquier programa barato como Fruity Loops puede generar a chorro, esa facilidad para tirar decenas de canciones al día ha forzado al resto de géneros a entrar en un juego de repetición y banalidad para competir en visibilidad, dejando un montón de música que parece más ruido vacío que arte, lo vemos en cientos de músicos desesperados por sacar 50 sencillos al año que quedan en el olvido.

Esto no solo pasa en la música; el cine también está en caída libre, ahora la calidad se mide en taquilla, prefieren llenar salas con fórmulas recicladas que arriesgar con historias que hagan pensar o sientan de verdad, el arte se ha convertido en mercancía, y la diversidad y la innovación han quedado aplastadas bajo la lógica del negocio, los creadores o se amoldan o desaparecen y el resultado es un empobrecimiento cultural que apaga la chispa creativa.
Los músicos están en medio de un gran problema… O se venden y se adaptan a estas reglas que los despersonalizan o defienden lo que para muchos es lo más importante: el valor del arte, aunque eso implique arriesgar su sustento económico y en países como los nuestros el hambre es más fuerte que cualquier cosa, hay que ser honestos y aceptar que los artistas de hoy están desesperados por comer y por eso son sometidos como escalvos a los caprichos de estos modelos que pareciera que son lo único que existe. Lamentablemente, casi todos eligen jugar el juego para sobrevivir. Y esa misma necesidad alimenta un círculo vicioso que termina en una escena musical fragmentada, saturada de contenido efímero y vacío.

El impacto es doble, culturalmente la música pierde lo que la hacía única, su identidad, fuerza rebelde y memoria emocional y económicamente, los mejores artistas no reciben reconocimiento ni la compensación que merecen, triunfa el que más vomita lo que ahora llaman “contenido” mientras plataformas y empresas acumulan fortunas. La creación artística se ha convertido en una mercancía más y el músico en un mercenario pasivo peón de un tablero dominado por algoritmos y resultados financieros.

Pero la historia nos ha enseñado que la esencia creativa nunca se puede silenciar del todo y aunque el ruido ensordecedor y la presión mercantil parezcan dominar, siempre aparecerán voces auténticas que romperán con las fórmulas y rescatarán la dignidad del arte, esa resistencia es lo que mantiene viva la magia de la música y su capacidad de conmover, incluso cuando todo está diseñado para lo contrario.

Está clarísimo, la industria debe dejar de verse como una cadena de producción y músicos y el público tienen que volver a valorar la calidad y autenticidad por sobre la cantidad y el consumo rápido. No se trata de rechazar a la tecnología o a las plataformas, sino de recuperar la autonomía creativa y establecer un equilibrio donde la música sea para el arte y las emociones, no para contar streams o obedecer a un puto algoritmo frío.

En pocas palabras, la idea de hacer música a diario para complacer a un algoritmo no solo es ridícula, sino que desnuda una crisis general que afecta toda la cultura contemporánea y lo preocupante es que eso es lo que están enseñando como “lo lógico” y el “camino a seguir” en los encuentros musicales. Es la señal de que el verdadero arte está siendo reemplazado por una versión falsa diseñada solo para hacer dinero rápido… que el hambre no impida abrir los ojos a esta realidad y actuar con fuerza para cambiarla, de lo contrario el mejor camino para hacer dinero es vender empanadas o traer cosas de china, no maten la música por culpa de un almuerzo.

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Grita 2025 presenta un cartel explosivo para su próxima edición.

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El Festival Grita 2025 se prepara para vivir una edición memorable celebrando sus 18 años como uno de los encuentros más importantes para la música alternativa en Colombia. Este año el festival se realizará los días 10, 11 y 12 de octubre en el Centro de Eventos y Exposiciones de Manizales, Expoferias, y llegará cargado de propuestas sonoras que confirman la diversidad y vitalidad de la escena independiente. El anuncio de sus primeras bandas seleccionadas revela una apuesta consciente por el trabajo de convocatoria, audiciones y curaduría, integrando artistas emergentes y consagrados en géneros que van desde el rock y el metal hasta el rap, reggae, hardcore, ska y punk, sin dejar de lado la experimentación y la fusión.

La edición 2025 destaca por una programación que reúne lo mejor del talento local, nacional e internacional. Bandas como Besana, Peloegato, Oblitus, Bajado con Espejo, Repudio, No Absolution y Sick Morgan son ejemplos del pulso creativo de Manizales, junto a ellas nombres representativos de la movida de Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades del país harán parte de este festival, acompañados además por las propuestas singulares de Lion Reggae, Acusbeats, Moth, Stayway, Pániko Satániko, Danger, Rex Marte, Mortis y los Desalmados y Okinawa Bullets. Cada agrupación aporta su propio enfoque y energía, reflejando tanto las historias de los barrios y las montañas como las búsquedas personales y colectivas que marcan el presente de la música alternativa nacional.

Para celebrar por todo lo alto, Grita 2025 también contará con la presencia de invitados internacionales que garantizan una experiencia única, el cartel incluye leyendas como los españoles Envidia Kotxina, los brasileños Krisiun y la fuerza multicultural de La Chiva Gantiva, junto a la contundencia neoyorquina de Cro-Mags, la fiesta de ska argentino con Los Calzones y la mitología oscura de Triptykon, encabezada por Tom G. Warrior. La confluencia de estos artistas con los sonidos locales confirma el festival como un punto de encuentro imprescindible para el público y los músicos.

Grita se ha ganado a pulso su lugar como un espacio de circulación, encuentro, resistencia y fiesta para quienes creen en la música que se arriesga y no hace concesiones. El festival consolida así su rol como motor de la cultura alternativa, brindando una tarima plural donde conviven generaciones, estilos e ideas diversas. La invitación está abierta para disfrutar tres días de celebración y energía colectiva, con Manizales como epicentro de la sonoridad rebelde, el talento y la autogestión.

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Adelqui Rubio presenta Resistencia, un manifiesto de rock y metal con la mirada puesta en el futuro

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El músico y productor chileno Adelqui Rubio debuta con Resistencia, un álbum que se erige como una declaración artística y que combina la potencia del rock y el metal con el pulso de la tecnología más actual, un trabajo que no se limita a ser una colección de canciones sino que se propone como un viaje sonoro y emocional, construido sobre géneros como el nu metal, el hard rock, el heavy y el power metal, con guiños al thrash y al rock alternativo, en donde cada corte posee identidad propia pero al mismo tiempo se sostiene en un hilo conductor que mezcla riffs explosivos, conciencia social y una búsqueda permanente por la experimentación.

Desde sus primeras notas, Resistencia se muestra como un disco versátil, capaz de unir crudeza y sensibilidad, crítica y emoción, fuerza y detalle. Rubio explica que la música lo acompaña desde siempre y que la tecnología ha sido una herramienta clave para impulsar su creatividad, y en este álbum esa visión se hace tangible en la manera en que los recursos digitales se funden con la grabación real de instrumentos, logrando un equilibrio en el que la esencia humana permanece intacta mientras el sonido se proyecta hacia lo que podría ser el porvenir del rock.

El proyecto fue grabado, mezclado y masterizado en su totalidad por el propio Adelqui Rubio, lo que refuerza su perfil de artista independiente y multifacético, alguien que no solo compone e interpreta, sino que también construye un universo desde la producción, eligiendo cada detalle con un cuidado que se percibe en la solidez del resultado. En ese marco aparecen canciones que golpean con fuerza como Ya no se puede respirar, una crítica directa a la hipocresía social y política de la guerra, o piezas que apelan a la vulnerabilidad como Quédate un poco más, con letras que transitan entre el inglés y el español y que exploran la fragilidad de los vínculos humanos.

Con este trabajo, Adelqui Rubio da un paso definitivo en una trayectoria que ya lo había visto colaborar con proyectos diversos como Shamanes Crew, La Rabona Funk, Perla Negra, Zoberanos, Punto G o Sergio Jarlaz, pero que ahora encuentra un punto de consolidación en un álbum que lo presenta no solo como músico, compositor e intérprete, sino también como un productor capaz de unir lo visceral del rock con la sofisticación de las herramientas digitales.

Resistencia es, en esencia, un disco que propone mirar hacia adelante sin abandonar las raíces, un manifiesto que invita a escuchar con atención y a sentir con intensidad, porque cada tema funciona como un grito de independencia y también como una exploración personal que convierte a Adelqui Rubio en una voz propia dentro de la escena chilena y latinoamericana.

Puedes escuchar la producción en todas las plataformas digitales.

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