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La mirada Subterránica

Si después de todas las señales y advertencias aún tiene ganas de gestionar y apoyar el rock colombiano, acá le presentamos las reglas de oro.

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Lo primero sería decirle que no lo haga, ¡no lo haga! piénselo bien, ser gestor o promotor de la escena del rock colombiano es un camino tortuoso que deja muy pocas satisfacciones y muchos gastos, deudas y enemigos. Si no nos cree puede preguntar a las decenas de agentes importantes que se retiraron del rock para irse a gestionar y trabajar en otros géneros como el urbano, lo popular o lo folclórico porque allá la industria es diferente, tal vez no más amable, pero si mucho más rentable, así que nuestro primer consejo después de 15 años de producir y crear espacios para la circulación, reconocimiento, estudio y difusión de la escena local Colombiana y 20 en el continente es “piénselo de nuevo y si puede escape”.

Pero si usted es como nosotros, terco, imparable, testarudo, que ama el género más que a nada, que le da felicidad hacer cosas por los demás así los demás sean en muchas ocasiones desagradecidos y muchos de ellos bastante cuestionables en su práctica artística y como seres humanos, y disfruta los conciertos y las canciones, entonces adelante. Ponga todo el empeño y arriésguese a la aventura de crear y producir espacios y medios para el rock nacional, pero siga estas reglas para evitarse muchos problemas y para que después no esté catalogado en la lista negra de los genios musicales colombianos y de los grandes agentes culturales del Rock y Metal mundial que nacen en este Olimpo llamado Encanto.

Antes de las reglas lo primero que debe aprender a reconocer es que diferencia una banda emergente de una ya consolidada y esto nada tiene que ver con el tiempo de formación. Hay bandas que llevan 30 años tocando y siguen siendo unos pendejos (De hecho, con los años se vuelven más pendejos, algunos ya son PHd en pendejadas) y algunos ni siquiera han grabado un álbum, siguen tocando la única canción que les pegó en Rock al Parque del 96 o en Kalimán.

La diferencia entre lo emergente y lo consolidado es el poder de convocatoria y negocio efectivo que tienen dentro de un circuito o de algo que en otros lugares sería llamado “music business” y que acá a duras penas nos alcanza para llamar “la escena”.

Explicamos… una banda consolidada tiene un modelo de negocio muy fácil y efectivo, mi show vale tanto y punto. Nuestras exigencias son tales y punto. El promotor, empresario o gestor acepta estas condiciones y firma un contrato porque sabe que al pagar ese dinero y cumplir esas exigencias, él puede hacer un concierto y cobrar una entrada con la cuál ganará al menos el doble de lo invertido. ¡¡¡PUNTO!!!

La banda emergente es esa que está en el punto en que no genera sino gastos, que poca gente los va a ver y que están en proceso de construcción de público. Y no crean, CADA BANDA SABE EN QUE LUGAR ESTÁ. No se dejen alucinar por bandas a las que aplauden en rock al parque, porque cuando usted las lleva a otro escenario muchas no llevan ni 10 personas, no se dejen confundir por las famitas de los nombres, hay nombres muy famosos en la escena que son quiebras seguras, de hecho, existe una lista negra para estas bandas entre promotores quienes ahora prefieren contratar tributos que a estos rockstars. La banda emergente es la que está tratando de conseguir lo que explicamos arriba, si la banda no produce al menos el doble de lo que usted invierte en ellos, entonces es considerada en esta línea.

Esa es la diferencia…

Lo otro que usted debe saber es que a la mayoría de músicos de rock o metal al igual que la mayoría de colombianos, muy poco les importa la música como fin último, y lo que está por delante de todo es el dinero, por eso debe saber que los músicos en su gran mayoría lo que persiguen es el dinero y jamás, nunca en la vida, sabrán reconocer los esfuerzos de los agentes como usted para con ellos. Es por eso que debe saber que el Dios de los músicos de rock colombiano son las entidades deshonestas como Idartes, Sayco y todos sus aliados, esos que viven haciendo conciertos, conferencias y encuentros en donde solo ellos y sus amigos ganan y en donde saquean los erarios públicos. No importa que tan corruptos y tan expuestos sean, ellos son ante todo el Dios de los rockeros colombianos, es decir usted debe saber que se encontrará con punketos contratistas del gobierno, con grupos anarquistas contratistas del gobierno y para no alargar el cuento si los Sex Pistols fueran colombianos serían contratistas del gobierno, por más espacios y oportunidades que usted produzca, jamás podrá reemplazar a papi estado o a mami corrupción.

Y así mismo sucede con los bookers, agentes, managers, etc. Debe saber que casi ninguno de ellos tiene una formación académica, pero posiblemente usted tampoco (Así que tranquilo) y que son despiadados y no dudarán en tratar de vetarlo, sacarlo y destruir su reputación con tal de que usted no se convierta en una amenaza para sus “actividades culturales”, es decir, no les vaya a quitar una rebanada de torta, recuerde una y otra vez, el mantra: Lo que importa no es la música, es el dinero. Repitamos para continuar: Lo que importa no es la música es el dinero.

LAS REGLAS DE ORO PARA GESTORES CULTURALES DEL ROCK Y AGENTES QUE ORGANIZAN EVENTOS CON MÚSICOS.

1. La más importante, olvide el altruismo, nadie le va a agradecer lo que hace, al contrario, es posible que la gente se ofenda o se moleste por su “altruismo”, usted debe pensar en su beneficio además del beneficio hacia los músicos, muchas veces uno sabe que va a perder y, aun así, sigue adelante con el proyecto. No lo haga, olvídese de ser buena persona porque cuando usted necesite nadie va a ser buena persona con usted, no existen los amigos en este cuento, no existe la lealtad en este cuento, así usted crea que esto no es real, no espere a que sean las lágrimas los que le demuestren lo contrario, lo cual lleva a la segunda regla.

2. No trabaje jamás o incluya en sus actividades a músicos o agentes que no lo han pedido. Esto tardamos años en aprenderlo, por darles un ejemplo, lo que nos sucedió en Subterránica en 2022 con el guitarrista que armó todo un intento de saboteo a los Premios Subterránica y ¿cuál fue el pecado de nosotros? Nominarlo como mejor guitarrista. Nunca, escuche bien, jamás reconozca el trabajo de los demás sin que ellos se lo pidan. Si va a realizar un concurso, trabaje solo con quienes se inscriban, si va a realizar una entrega de premios, trabaje solo con quienes se inscriban, lo mismo un encuentro, un taller, un festival, siempre abra una convocatoria, jamás, jamás, jamás trate de trabajar con uno de los genios levitantes y sublimados de la escena colombiana que no se lo haya pedido. Deje que ellos solos son geniales y si no lo han llamado es sencillamente porque no lo necesitan.

3. NO HAGA NADA GRATIS, jamás, si un músico emergente no paga entonces no le importará. Si la inscripción al concurso no es paga es muy posible que lo dejen tirado, si la entrada a la rueda de negocios es gratis, tal vez nadie llegue, y no solo eso, nos costó mucho entender que ESTO TAMBIÉN ES TRABAJO y usted tiene derecho a ganar con su trabajo, cuando una banda ya es consolidada no necesita de estos eventos, a ellos los invitan o los contratan, pero cobre, cobre todo, cobre una asesoría, cobre por su tiempo, cobre por respirar porque al menos tendrá dinero a cambio de los insultos y el desagradecimiento.

4. Firme todo, así sea con su mejor amigo, con el que ya ha hecho mil otros negocios, firme todo en un acuerdo o contrato en donde todo quede claro. Hemos perdido muchas cosas por no firmar, muchas veces los patrocinadores no cumplen y les vale cinco, las empresas acá no son serias cuando se trata de rock, como no hay contrato uno no puede hacer nada, no crea en la palabra de nadie en esta patria, no son todos, pero la mayoría no la respeta. Firme, firme cada acuerdo, cada compromiso, cada palabra y póngale la huella digital de los dos que firman.

5. No se deje utilizar, pida siempre algo a cambio: Ok, no hay dinero, pida algo a cambio, pida lo que sea, camisetas, cursos, pasajes, besos, trago, no importa cobre todo así sea con canjes porque la primera vez que usted entrega o hace algo gratis ya no hay vuelta atrás, la gente entenderá que usted es el que hace todo de favor y el día que pida algo el desgraciado será usted. NO ENTREGE, NO HAGA, NO PRODUZCA nada sin algo a cambio, todos tienen algo que ofrecer. Un ejemplo claro, a Subterránica le piden muchas bandas tocar en nuestros eventos y generalmente decimos que sí, pero cuando llamamos por un espacio en los eventos de ellos, ya saben la respuesta. La reciprocidad acá no existe de buena voluntad. Firme también este tipo de canjes.

6. Si el evento es de inscripción o participación gratuita asegúrese de tener los recursos antes. Por ejemplo, nuestros premios, todo es gratis, nadie recibe un peso, pero eso no quiere decir que los contratistas lo entiendan, si uste dva a realizar un evento que es gratuito asegúrese de tener todo el dinero de los patrocinadores disponible antes de realizarlo porque muchos patrocinadores le dicen que sí, que le darán los recursos después y sencillamente no lo hacen. TIP: Firme una clausula con sus patrocinadores que bajo ningún parámetro o situación pueden echarse para atrás una vez firmado y que si lo hacen por algún problema o situación deben indemnizarlo.

7. No confíe en nadie, nadie es su amigo, no invite a bandas que no sean realmente cercanos, lamentablemente muchos músicos son desagradecidos, no tienen público, no tienen dinero, no tienen conciencia del valor del venue, del backline, de nada, el músico solo quiero brillar y tocar, nadie es amigo suyo, ningún músico, ningún agente, ningún periodista, ninguna persona, desconfíe de usted mismo, desconfíe de su sombra. No confíe en absolutamente nadie. Que su equipo de trabajo sean personas profesionales y cercanas y, aun así, sepa que lo pueden traicionar. Vigile más a quienes dicen ser sus amigos que a sus enemigos declarados.

8. Para los medios independientes consolide una línea editorial y contrate un grupo o agente de ventas. El pecado de los medios independientes es que no tienen vendedores de publicidad y por eso quiebran o cierran, más importante que tener 10 buenos periodistas es tener 10 buenos vendedores de publicidad o patrocinios, si no, sencillamente se hace por hobby y siempre se estará necesitado. Es por esto que muchos de los medios de Colombia (Obvio no todos) son mediocres y arrodillados, porque al no tener poder económico viven rogando por entrar a conciertos, por escarapelas, por invitaciones y esto mata la neutralidad, los medios se convierten en centros de halagos en lugar de medios críticos y analíticos, son oficinas de relaciones públicas que dejan bastante que desear y si usted tiene un medio, por favor fórmese como periodista.

9. Los músicos no son sus amigos, los músicos no son sus amigos, de hecho, los músicos no son amigos ni siquiera de sus compañeros de bandas, muchos son ególatras, muchos lo quieren todo pero no entregan nada, los músicos necesitan el aplauso fácil, el bazuco de los músicos de rock colombiano se llama “convocatorias”, los músicos no aceptan críticas, los músicos no entienden lo que es gestionar, lo que es producir, los músicos no necesitan saber absolutamente nada más allá de sus canciones o de las que se aprenden para el tributo. Un músico que no gestiona o produce no tiene ni idea del trabajo que esto conlleva y puede muchas veces actuar como un desagradecido, los músicos no son sus amigos, en esta escena los músicos son su insumo y usted el de ellos, debe ser una relación simbiótica, uno le sirve al otro para crecer juntos, nunca confunda las relaciones con los músicos con una amistad. Trabaje más por la música que por los músicos, la música es lo importante, la música es la obra, el músico es un complique. Lo sabemos, también somos músicos.

10. Mantenga su independencia, no se arrodille, no se venda por dinero, no sea mercenario. No se arrodille por perder algo que considera importante: Una anécdota… cuando nos llamaron para ser gestores de contenidos en SOFA (Salón del Ocio y la Fantasía) en el cual hicimos cosas enormes durante seis años, el productor general y fundador nos dijo que él era Frodo y nosotros seríamos el rey que cuidaba el anillo y que el anillo era el rock, que jamás íbamos a parar hasta que el rock tuviera de nuevo su lugar. En 2018, la policía entró a Corferias y con su frase “apaguen el rock” acabaron con las tarimas en SOFA. Nos ofrecieron seguir haciendo otro tipo de contenidos, pero ¿Qué es el rock sin tarimas? Lo mismo que el futbol sin cancha, por más que SOFA fuera una genialidad, ya no nos interesaba, siempre manténganse firme en sus principios y defiéndalos fieramente aun si tiene que pelear, si tiene que ser agresivo, porque si no lo hace así, estos colombianos se lo devoran. Acá no hay medias tintas, en este país siempre van a tratar de quebrarlo, si usted se quiebra, ya es tarde. Sea honesto, SEA HONESTO, si sabe de actos de corrupción denúncielos y hable, no se calle por una credencial, no sea deshonesto, es preferible que hablen de usted por ser un salvaje y un grosero, o que es agresivo a que digan que es corrupto y ladrón, recuerde que cuando usted tiene la razón la única defensa que los demás tiene son los memes. Sea honesto con usted mismo, sea integro y si recibe un ataque defiéndase y si lo quieren dañar, demande. Pero no se arrodille jamás.

TIPS extra

Haga sus propias bases de datos y use Mailchimp para enviar noticias y convocatorias, publique solo artículos que le envíen o que usted realice. No plagie y si usted quiere hablar mal de un disco o una banda hágalo, eso es el periodismo, esa es la gestión, recuerde siempre que la mayoría de personas en las redes solo tiene la capacidad para desprestigiar o alagar para caer bien, nada más.

Prepárese para enfrentarse a lo que sea, la escena de rock y metal del país es una selva, y a pesar de que existen algunas bandas increíbles, profesionales y que cumplen con su papel, la mayoría no lo es. Usted párese fuerte y sobre todo convierta todo en algo que disfrute, disfrute los conciertos, disfrute las peleas, disfrute todo, pero no olvide, no deje pasar y trabaje solo con la gente que tenga que trabajar con usted, recuerde que tan difícil es trabajar rodeado de seres perfectos y super honestos.

Tal vez así, pueda soportar 20 años de aventuras y desventuras en este manicomio llamado Rock Colombiano en donde parece que hay más ganas que talento.

¡¡¡Ahora ya puede arrancar a gestionar… buena suerte!!!

Saludos

@Subterranica
Foto de Wendy Wei

Europa

Vhill: La tormenta venezolana que sacudió el arranque de Wacken, el festival más Grande del Metal

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Dariel Conway para Subterránica.

El mundo del metal amanece empapado literalmente en los campos de Wacken donde el festival más legendario del planeta, pero no solo de barro, sino también de espíritu, la edición 2025 arrancó bajo una lluvia incesante, lodos memorables y las emociones a flor de piel. No es cualquier año, ni cualquier Metal Battle, 2025 marca la segunda vez que Metal Battle South America llega a estas tierras, impulsado por la visión incansable de Felipe Szarruk y una red de colaboradores de todo el continente, con una novedad imposible de pasar por alto: por primera vez, una banda venezolana pisa el escenario de Wacken para disputarse la final global de la batalla de bandas más grande del metal.

El ambiente es el de siempre, pero multiplicado… Wacken, fiel a su promesa de “Rain or Shine” abrazó el diluvio de las últimas horas como se abrazan los grandes momentos, sin miedo y de frente. Los caminos de acceso y el campo central resbalan entre lodazales y botas, pero nadie se mueve un centímetro de la línea del frente porque lo que está en juego es más que un espectáculo. Es historia. El primer día de Metal Battle unió sangre nueva de todos los rincones del globo. Proyectos que atraviesan desde Europa del Este hasta Japón, del Norte de África hasta Suramérica, mostrando el metal como un idioma sin acento.

Y fue en esos escenarios, precisamente en el W.E.T Stage a las 11:50 AM que sonaron los acordes de Vhill, banda de Venezuela ganadora de la edición en el continente, en una presentación cargada de energía, fuerza y sentimiento que dejó claro de qué está hecho el Metal de nuestros países. Su debut en el festival fue poderosísimo, no solo por la técnica, que fue impecable, sino por la intensidad con la que defendieron su lugar. Aunque los resultados oficiales se sabrán el viernes tres de agosto, el veredicto emocional ya está dado, Vhill demostró por qué Suramérica está más vigente que nunca y cómo la unión y la independencia pueden llevar talentos hasta estas arenas sagradas incluso en los años más complicados.

El público que resistió a la tormenta premió cada nota, Wacken se llenó de banderas venezolanas y sudamericanas, celebrando ese instante en que el metal se siente más grande que la suma de sus partes, más allá de la competencia, fue una jornada en donde ganar o perder es lo de menos; la victoria consiste en representar y dejar huella, la iniciativa de Metal Battle South America logró el objetivo, poner de pie a toda una comunidad, a pulso y que el mundo escuche a las propuestas más auténticas y combativas de la región.

Tras la descarga, el primer día se fue entre charcos, abrazos y cánticos devotos, mientras miles se prepara para la segunda noche, donde grandes nombres como Ministry o Guns N’ Roses prometen tomar el testigo del poder y la diversidad vista en Wacken, pero ninguna estrella podrá apagar lo que ya se encendió; el 30 de agosto de 2025 Venezuela quedó en la historia de Wacken, y América Latina reafirmó que sigue siendo semillero de bandas con garra.

Mañana se conocerán los ganadores, pero ese momento es solo un capítulo más del cuento, Wacken sigue vivo, mojado, brillante en la oscuridad, y el mensaje ya se oyó en todos los confines. Metal es eso, esencia, resistencia y, sobre todo, comunidad mundial, sigue transformándose bajo el ritual de la comunidad musical más resilente y poderosa del mundo.

Las alianzas regionales detrás de Metal Battle South America muestran su fruto, lo que comenzó como un sueño arriesgado terminado extendiéndose hacia todo el continente, uniendo colectivos y productores en un esfuerzo que ya deja huella. La presencia de Felipe Szarruk y sus aliados no solo ha abierto puertas, ha demostrado que los espacios se ganan luchando, que el trabajo bien hecho puede llevar a la música independiente hasta el escenario más mítico de todos.

La presentación de Vhill culminó de manera épica, cuando la banda levantó con orgullo las banderas de toda la región, un gesto cargado de simbolismo y fuerza que resonó con cada persona presente. Fue un momento demasiado poderoso e icónico, una imagen que habla de identidad, resistencia y unidad. El metal, a través de iniciativas como Metal Battle, Subterránica, Felipe Szarruk y los múltiples aliados que han trabajado incansablemente, está logrando lo que parecía imposible, unir a nuestros países, muchas veces marcados por la división y la destrucción, bajo un mismo lenguaje de fuerza y pasión. Llevar este metal auténtico, nacido del esfuerzo independiente, al escenario del mundo entero es, quizás, el éxito más grande y profundo de esta generación; un triunfo que trasciende cualquier competencia y que celebra la cultura, la comunidad y la esperanza.

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La mirada Subterránica

Ozzy regresa a casa y el mundo del rock queda más solo, pero más eterno

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Hoy el mundo del rock y del metal perdió a una de sus figuras más icónicas: Ozzy Osbourne, quien falleció a los 76 años rodeado de su familia. Con su partida se cierra uno de los capítulos más importantes y definitivos en la historia de la música. Cantante, compositor, provocador, símbolo cultural y sobreviviente de excesos, Osbourne fue más que una estrella, fue el rostro visible del heavy metal durante más de cinco décadas.

Nacido como John Michael Osbourne el 3 de diciembre de 1948 en Aston, Birmingham (Reino Unido), Ozzy creció en un entorno obrero y difícil. Desde joven mostró inclinaciones artísticas, influenciado por los Beatles, pero también fue un niño marcado por el bullying, la pobreza y una serie de trabajos que no lograban retener su atención. Fue en la música donde encontró su refugio y, más tarde, su camino.

En 1968, junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, formó Black Sabbath, banda que redefiniría no solo su vida, sino el curso completo del rock. Su álbum debut, Black Sabbath (1970), dio inicio a un género que aún no tenía nombre, pero que más tarde sería conocido como heavy metal.

La trilogía inicial de Sabbath —Black Sabbath, Paranoid y Master of Reality— se convirtió en la piedra angular de todo un movimiento musical. El tono oscuro, las letras densas, los riffs pesados y, sobre todo, la voz inconfundible de Ozzy, crearon una atmósfera que capturó la angustia y el desencanto de la juventud de los años 70.

Canciones como “War Pigs”, “Iron Man” y “Paranoid” no solo se volvieron himnos generacionales, sino que marcaron el inicio de un nuevo lenguaje musical. Y aunque Sabbath fue una creación colectiva, era Ozzy quien le daba el rostro, la personalidad excéntrica y el aura mística que la industria musical nunca había visto.

Durante su primera etapa con Black Sabbath, Ozzy grabó ocho discos, incluyendo joyas como Sabbath Bloody Sabbath y Vol. 4. Sin embargo, su dependencia a las drogas y al alcohol llevó a su salida del grupo en 1979, lo que marcaría el inicio de una carrera en solitario igual de legendaria.

En 1980, pocos apostaban por el éxito de Ozzy fuera de Sabbath. Sin embargo, Blizzard of Ozz, su primer disco como solista, fue una revelación. Con temas como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”, y la impresionante guitarra de Randy Rhoads, el álbum lo catapultó a una nueva generación de fans.

Lo que siguió fue una carrera plagada de éxitos, tragedias y renacimientos. Tras la trágica muerte de Rhoads en 1982, Ozzy continuó adelante con discos como Diary of a Madman, Bark at the Moon, No Rest for the Wicked, y No More Tears. Este último, publicado en 1991, incluía el tema “Mama, I’m Coming Home”, una balada escrita junto a Lemmy Kilmister de Motörhead, que se convirtió en un clásico y mostró una faceta más emotiva de Osbourne.

Su carrera solista consolidó a Ozzy como un ícono multigeneracional. En vivo, su energía era legendaria, y su imagen se volvió reconocible en todo el mundo: el murciélago, la cruz, el maquillaje, la locura escénica. Fue también uno de los pocos músicos en mantenerse relevante durante más de cinco décadas sin perder el núcleo de su propuesta.

Ozzy no fue solo un músico. Fue también una figura de la cultura pop, muchas veces polémica, pero siempre auténtica. Desde el incidente del murciélago en 1982 hasta su show familiar The Osbournes en MTV a comienzos de los 2000, su figura traspasó los límites de la industria musical.

El reality mostró a un Ozzy diferente, doméstico y confundido, pero entrañable, ganando nuevas audiencias. Fue una jugada que redefinió la relación entre estrellas del rock y medios de entretenimiento.

A lo largo de su vida, fue protagonista de múltiples escándalos, giras interrumpidas por problemas de salud, rehabilitaciones, controversias religiosas y hasta demandas legales. Pero, pese a todo, nunca dejó de ser visto como una figura fundamental en la historia del rock pesado.

A pesar de haber sido diagnosticado con Parkinson en 2003 (y hacerlo público en 2020), múltiples infecciones, caídas, y cirugías, Ozzy Osbourne continuó grabando y presentándose en vivo hasta donde su cuerpo se lo permitió. Su gira de despedida, titulada No More Tours II, fue interrumpida varias veces, pero aún así alcanzó a completar varios shows con la misma entrega visceral de siempre.

En sus últimos años de actividad lanzó discos notables como Ordinary Man (2020) y Patient Number 9 (2022), colaborando con músicos como Elton John, Eric Clapton, Jeff Beck y Tony Iommi. Contra todo pronóstico, no solo seguía produciendo, sino que lo hacía con calidad, frescura y una honestidad creativa envidiable. Su voz, aunque marcada por el paso del tiempo, aún tenía ese tono nostálgico, fantasmal, único.

Su última aparición en vivo fue en Birmingham, su ciudad natal, durante un breve reencuentro con Black Sabbath en el escenario del Commonwealth Games en 2022. Fue breve, emotivo, poderoso. Fue cerrar el círculo, organizó su propio funeral, aguantó hasta ese momento.

Finalmente, el 22 de julio de 2025, Ozzy falleció rodeado de su familia. Su esposa Sharon, sus hijos Jack y Kelly, y su legado entero estaban con él. La noticia generó una oleada de homenajes alrededor del mundo: velas, murales, conciertos, discursos y lágrimas. Porque no solo se fue un músico. Se fue un símbolo de todo lo que el rock representa: resistencia, locura, libertad, honestidad, caos, arte.

Hablar del legado de Ozzy Osbourne no es solo hablar de discos o conciertos. Es hablar de una filosofía de vida. De un tipo que, con todos sus errores, excesos y contradicciones, nunca dejó de ser fiel a sí mismo. Ozzy no fingía. Ozzy era, fue un pionero, uno de los padres fundadores del metal. Un vocalista que no necesitó rangos operáticos para emocionar. Su tono nasal, melancólico y urgente, era reconocible al instante. Fue también un puente entre generaciones, que sobrevivió a los años 70, 80, 90, 2000, y que se volvió meme sin dejar de ser leyenda.

En su historia está también la historia de todos los que alguna vez encontramos refugio en la música, para quienes el rock fue hogar, Ozzy fue padre, hermano, amigo, monstruo, guía. Lo vimos caer mil veces, y levantarse otras mil. Siempre con humor. Siempre con ganas. Siempre con música.

Deja tras de sí más de 20 álbumes de estudio, decenas de giras mundiales, miles de conciertos, incontables historias y millones de fans. Su lugar en la historia de la música es inamovible.

No se trata de idolatría. Se trata de entender que hay figuras que marcan épocas. Que definen géneros. Que dan voz a generaciones que no la tenían. Ozzy fue una de esas figuras y aunque físicamente ya no esté, su voz seguirá en los parlantes, en los vinilos, en los oídos de quienes necesitan gritar, llorar, celebrar o resistir. Porque al final, eso era Ozzy, una forma de decirle al mundo que aquí estamos, y que no vamos a callar.

Epílogo
“Mama, I’m coming home”, cantó alguna vez. Y tal vez sí. Tal vez por fin ha vuelto a casa. A la eternidad que solo alcanzan quienes se convierten en leyenda.

Ozzy Osbourne (1948–2025)
Gracias por todo.
Nos vemos en el escenario eterno.

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Colombia

BOMM, Idartes y el Ministerio de Cultura: ¿Un circuito cerrado que excluye por retaliación?

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En los últimos años se ha consolidado en Colombia una preocupante forma de captura del campo cultural por parte de un grupo de gestores, programadores y empresarios que concentran recursos públicos, visibilidad y toma de decisiones en torno a la música.

Espacios que se presentan como públicos o de interés general —como Rock al Parque, Hip Hop al Parque, los estímulos de Idartes, las convocatorias del Ministerio de Cultura y el Bogotá Music Market (BOMM)— han terminado convertidos en cotos cerrados donde se distribuyen oportunidades entre los mismos actores, excluyendo voces críticas o incómodas.

Esta no es solo una denuncia es un patrón verificable con nombres, trayectorias y contratos.

Por ejemplo, el Bogotá Music Market (BOMM) es un programa de la Cámara de Comercio de Bogotá que cuenta con apoyo público, se presenta como vitrina para “toda la música colombiana” y promete criterios transparentes de selección.

Pero la composición de su equipo curatorial revela conexiones muy estrechas con el ecosistema de Idartes y con proveedores recurrentes de recursos públicos que vetan y segregan a los críticos de sus gestiones y lanzan ataques personales contra ellos. Siempre los mismos personajes terminan en todos los espacios auspiciados de alguna manera por el Estado y eso se ha perpetuado, llevan años cómodamente instalados haciendo lo que quieren:

Gustavo “Chucky” García: ex-programador de Rock al Parque para Idartes, figura polémica por su estilo confrontativo y su historial de insultos y descalificaciones a músicos y gestores que critican la opacidad del sistema.

María Camila Rivas: también exintegrante del comité de Rock al Parque, festival financiado 100% con impuestos de los bogotanos.

Geovanny Escobar Rubio: productor del Festival Hip Hop al Parque, otro programa distrital de Idartes.

Francisco Mendoza (Páramo Presenta): gerente de una empresa privada que ha ganado contratos de producción para escenarios de Rock al Parque, al tiempo que programa su propio festival Estéreo Picnic.

Jorge Jiménez (Árbol Naranja): empresario cuyo colectivo ha sido contratista frecuente de Idartes, ofreciendo producción técnica para Rock al Parque y otros festivales.

Todos con relaciones con el gobierno ¿Para qué? ¿Por qué? ¿No existen otros profesionales diferentes? ¿Qué transparencia puede haber si algunos de ellos que pelean de frente con los independientes y han lanzado ataques públicos documentados, son parte de una curaduría que debe ser transparente pero a la que le ganan las rencillas personales y la falta de profesionalismo. Estas relaciones no son meramente “colaboraciones sectoriales”, son relaciones contractuales directas con recursos públicos. Personas que han definido quién toca en los festivales del Distrito ahora deciden también quién puede vender su música en la principal rueda de negocios del país.

El problema es que convierten las rencillas personales en vetos institucionales, no basta con el conflicto de interés estructural. Existe evidencia anecdótica y testimonial (cómo lo que ha sucedido con Subterránica, uno de los agentes más importantes para el ecosistema musical de Latinoamérica) de que estos curadores usan su poder para excluir a músicos y gestores que los han criticado.

Denunciar la falta de transparencia, los contratos repetidos y la concentración de oportunidades no debería convertir a nadie en enemigo público, pero en la práctica quienes levantamos la voz somos vetados sistemáticamente.

Se trata de una forma de retaliación política blanda: no te censuran directamente, pero te cierran las puertas en todas las instancias donde tienen poder.

Así, lo que debería ser una plataforma de toda la música colombiana se convierte en un club de amigos donde las críticas se castigan y la diversidad estética o ideológica se sofoca, es un patrón que se repite también en Idartes y el Ministerio de Cultura, no es exclusiva del BOMM porque como ya dijimos, son los mismos en las mismas en todas partes, en todos los espacios, como si en el país en realidad no más gente verdaderamente capacitada para estos cargos.

En Idartes las convocatorias, festivales y estímulos se resuelven muchas veces entre los mismos actores que programan, producen o evalúan, empresas proveedoras ganan contratos de producción y luego tienen representantes como jurados o curadores en otros espacios, en el Ministerio de Cultura, algo similar ocurre con la designación de jurados y la circulación de recursos de concertación.

El resultado es nepotismo cultural, no el de los apellidos de sangre, sino el de las redes cerradas de recomendación mutua y blindaje contra la crítica.

¿Es delito o falta ética y administrativa? Algunos se burlan diciendo: “Eso no es delito, es el negocio de la cultura”. Pero veamos: La ley colombiana prohíbe el favoritismo indebido en la asignación de recursos públicos, el Código Disciplinario sanciona a funcionarios que usen el cargo para favorecer o excluir a terceros arbitrariamente, las entidades que distribuyen recursos públicos están obligadas a garantizar igualdad y transparencia, la Cámara de Comercio recibe recursos públicos y tiene un deber de rendición de cuentas en sus programas.

Entonces excluir a alguien por enemistad personal o retaliación política es arbitrario y contrario a los principios del Estado Social de Derecho. Aunque no sea un delito penal típico (no van a la cárcel por eso) puede ser investigable como falta administrativa o disciplinaria, el problema es que como ya sucedió con Rock al Parque en donde la contraloría encontró infinidad de estas faltas, no pasa nada porque en el país la ley es blanda y la verdad el arte le importa muy poco.

Quienes creemos en la música como un bien público no podemos aceptar que se repartan recursos y espacios con criterios de venganza personal, no se trata de pedir caridad ni favoritismo, se trata de exigir transparencia, pluralidad y profesionalismo en la gestión cultural financiada con los impuestos de todos.

Si el BOMM quiere ser la “gran vitrina de la música colombiana” no puede comportarse como un club exclusivo que castiga a quien denuncia su falta de diversidad pero los artistas callan por miedo al veto, los medios callan por miedo al veto y los que callan porque son cómplices están disfrutando de sus beneficios. La verdad cansa llenar tantas convocatorias para ver siempre a los mismos embolsillándose millones y millones, o ver jurados excontratistas premiando a concursantes excontratistas, eso es ridículo.

Hablemos claro: el rock colombiano fue capturado.

Lo que alguna vez fue un movimiento rebelde, plural, contestatario, se transformó en un espacio cooptado por gestores y programadores que usan el poder estatal para decidir quién existe y quién no.

Otro ejemplo: Rock al Parque, que nació para dar cabida a todas las voces, se volvió el feudo de curadores con agenda propia, contratistas de Idartes que se eligen entre ellos como jurados y programadores, músicos y empresarios que deciden quién toca y quién queda por fuera, convocatorias con criterios opacos, resultados predecibles y favoritismos evidentes.

Quien se atreve a cuestionarlo —como nosotros en Subterránica— queda marcado. Excluido de festivales, ruedas de negocios y de cualquier espacio público y no solo eso, Idartes permite los insultos y la denigración pública lavándose las manos diciendo que solo son “contratistas” como si la ley no exigiera que el instituto es quien debe responder por estos actos. Pero en Colombia la ley es de plástico y corrupta.

No se trata solo de festivales públicos. También la radio se contaminó con estos vetos. Ahora Radiónica como lo han denunciado varios de los que ya salieron de ahí por la nueva administración o figuras como Alejandro Marín se han erigido también como “curadores” de la música colombiana mientras ignoran sistemáticamente el rock local, lo caricaturizan o simplemente lo excluyen de su parrilla. Mientras predican la apertura a la música global y la sofisticación pop, se olvidan de las escenas de base, de los músicos independientes, del rock crítico y hablan mal de los agentes de la industria.

Y no es casualidad. Muchos de ellos están en la misma red: Curadores del BOMM, jurados de convocatorias públicas, “conferencistas” (Muchas veces sin la educación necesaria), invitados a viajes y ruedas de negocio, amigos de festivales privados que se lucran del Estado y así consolidaron una narrativa única: el rock es cosa del pasado, o se resume en cinco bandas amigas. ¡Delicioso! Que envidia.

Pero el resultado de esto ha sido devastador: Bandas que no tienen cómo circular ni grabar porque no pasan por la rosca, escenas locales moribundas, músicos que ya no denuncian nada para no ser vetados, productores independientes arruinados, público aburrido, sin oferta nueva ni riesgosa y dejando vacíos festivales como Rock al Parque al cual le inflan los números los medios amigos para no reflejar el fracaso y mientras tanto, los “curadores” viajan a ferias internacionales diciendo que representan “la música colombiana”.

Es necesaria una guerra cultural. Una guerra contra el amiguismo disfrazado de gestión cultural, el reparto de recursos públicos como botín de un clan. la retaliación contra quien critica, el bloqueo de sonidos incómodos o disidentes, la captura del discurso sobre “lo que es válido” en la música, la dictadura estética y política que han impuesto sobre el rock.

El Estado debe salir de la música (o reformarse radicalmente) y digámoslo sin miedo: el Estado colombiano fracasó como mecenas cultural, en vez de garantizar diversidad y acceso, financió roscas, compró silencios y generó dependencia clientelista. Su dinero, que es nuestro dinero, terminó consolidando un circuito cerrado de curadores, empresas contratistas privilegiadas artistas obedientes y dóciles como corderos, vetos y listas negras extraoficiales. El Estado debe salir de la música si no es capaz de apoyarla sin corromperla o al menos debe refundar sus políticas culturales con veeduría ciudadana real, con una selección transparente de jurados y curadores, prohibir de conflictos de interés y exigir profesionalismo y requisitos académicos a estos personajes como manda la ley, rotación obligatoria en comités y puestos, auditoría independiente de contratos y resultados y esto es solo el comienzo

Subterránica no va a callar, no vamos a aceptar más vetos invisibles, más retaliación disfrazada de criterio curatorial, más contratos a dedo con dineros públicos, vamos a nombrar a los responsables, vamos a exigir las pruebas, vamos a mostrar los contratos, vamos a pedir las explicaciones y vamos a invitar a todos los músicos, periodistas, gestores y públicos cansados de la dictadura cultural a sumarse.

Porque el rock nació para denunciar y la música es demasiado importante para dejarla en manos de burócratas corruptos o gestores vengativos.

La música debe ser libre.
La cultura debe ser de todos.
El Estado debe ser para todos, o no ser.

@darielconway

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