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Colombia

Recordando los noventa en Bogotá, a los Rolling Ruanas o a Chob Quib Town los hubieran linchado.

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Atentos: No tengo nada en contra de Los Rolling Ruanas, Chob Quib Town o alguna otra banda. El nombre del título es aleatorio, hubiera podido utilizar a cualquier banda que no pertenezca al rock para hacerlo. De hecho, los Rolling Ruanas me parecen una excelente agrupación y su propuesta bastante consistente y divertida. La foto de portada es de la banda Aterciopelados en los noventa, antes de convertirse en una banda de música más tropical. Sabiendo esto podemos continuar.

Tal vez porque el colombiano es corto de mente se olvida fácil de su historia, o no, tal vez porque en Colombia es mejor olvidar, la historia del país ha sido tan violenta y tan absurda que es mejor mirar hacia otro lado… bombas explotando los centros comerciales, tres mil muertos cuyos pedazos estaban esparcidos por casi toda la ciudad después de un una dinamitada, tocaba salir del cine corriendo cuando colocaban la bolsa de basura al lado de uno porque tal vez esa bolsa se convertía en una sala llena de muertos, así fue mi niñez y mi juventud, casi como hoy, en donde toca ir a un restaurante con chaleco antibalas, en donde toca salir armado a la tienda, pero en esa época no había internet, entonces las noticias corrían solo por la televisión y los periódicos al otro día. No sé, había una sensación de que a pesar de que el infierno sucedía en la misma ciudad, uno no estaba al alcance.

Hmmm, lo mismo con el Rock, Bogotá era absolutamente rockera, escuchar vallenatos y ser tropicaloide era muy mal visto por muchísima gente, no pegaba, en aquellos días se decía que “era una ceba”, ¡que ceba! Se le decía a lo rancio, a lo feo. Rumbeábamos en uno de los cien bares de rock que existan: vértigo Campoelias, La Flor-isteria, Rotten Ratts, Rocket, Heaven, Púrpura, etc. Para los más gomelines estaban los del norte, Jeremías, La Galería del Diseño entre muchos más. Yo tuve uno llamado d´Club, quedaba a una cuadra de Stage y de Horus en la 140 en Cedritos. Bogotá era rockera y sabía qué era el rock, aunque no el rock de verdad, pero al menos se alineaba con el comercial y el movimiento del rock en español.

Hubo momentos duros para bandas de otros géneros que trataron de meter en conciertos, por ejemplo, recuerdo el segundo concierto de conciertos, ahí ya se notaba que Bogotá no era de rock sino más de Pop cuando R.E.O Speedwagon tocó para un estadio vacío a las 4AM después de que Soda estéreo reventara el lugar, todo el mundo se fue, sucedió lo mismo con Santana, muchos se fueron después de Soda en el Campín, solo quedaron mayores y melómanos fumando bareta.

Zapato 3, una super banda venezolana casi fue linchada en Rock al Parque porque no era lo suficientemente “rockera para el lugar”, lo mismo le pasó a La Mosca Tse Tse, les tocó bajarse, sacando el dedo medio, insultando al público, porque Bogotá era Rockera. Por que Radioctiva era rockera, porque 88.9 era rockera, porque los teníamos MTV que era rockero y Headbangers Ball los miércoles en la noche, aun no existían los Chukis que vendían la cumbia como rock y al gobierno le valía guevo como tenía que ser el rock, no lo insultaban a uno desde los medios oficiales por ser contracultura y rebelde como lo hacen los mierdas de hoy en día.

Pero ya no, el lavado de cerebro les funcionó, Carlos Vives caló en la gente y se creyeron que ese man era el rock de mi pueblo, pero no. Cantaba covers de Charly García por todas partes hasta que tuvo la suerte de protagonizar la novela de Escalona, ese man jamás, nunca en la vida fue folclorista. Después vino Richard Blair con ese discurso de que no podíamos los aborígenes competir con AC/DC o Metallica, que teníamos que ser nosotros y entonces las bandas como Bloque de Búsqueda o Sidestepper fueron coronadas como los “rockeros tropicales” y coincidió con el asesinato del rock en el mundo por parte de la industria. En Colombia al rock lo mató la mafia, porque la mafia está compuesta por gente ordinaria a la que le daba miedo y asco los mechudos. La mafia fue la culpable de que el vallenato se popularizara en Colombia, porque en la bonanza marimbera los traquetos llegaban en sus jeeps último modelo escuchando vallenato y la misma mafia fue la que sacó a bala de Cali a David Gilmour y Roger Daltrey, es que es duro hablar de algo si no se ha vivido, por eso ahora los niños con hocico enorme despotrica y hablan popó de casi todo. Y la mafia también se tomó Sayco, esa mafia costeña puerca y la mafia también se tomó Rock al Parque, esa que ustedes ya saben quiénes son pero que nadie castiga porque la DNDA, la contraloría y todos esos cerdos están alineados para recibir dineros de ellos. Entonces vendieron ese discurso de “las nuevas músicas colombianas” que todos se tragaron enterito y ahí nos zamparon la tropidelia como comidilla diaria.

Y está bien, esa tropidelia es un producto nacional, como la insípida arepa paisa que no sabe a nada, pero está en todas partes, como la Changua de Bogotá o el Cuy de Pasto, esa música agropecuaria y tropical está bien ¿Pero por qué matar al rock nacional para cambiarla por esos platos típicos? ¿A quién le conviene esto? ¿A quién le conviene por ejemplo que Rock al Parque tenga patrocinadores privados? Aaaah, ahí ya van viendo el panorama, entre menos gasto más puedo robar. ¿Verdad? Usen ese cerebro que mi Dios les dio un poquito más, esfuércenlo y verán que encuentran las respuestas. ¿Por qué una política cultural necesita de Red Bull? Ah

Hubo una época en que a los Rolling Ruanas los hubieran linchado, los hubieran bajado a botella de esa tarima, porque las tarimas eran sagradas, porque ahí sonaba lo que nuestra rebeldía necesitaba, el rock era de respeto, la gente en la calle se cambiaba de acera.
Ahora es una música ahí… inofensiva, de colores pastel, rosadita, con pianitos al fondo, para bailar tranquilos. ¡¡¡Lo lograron!!! Tenemos punketos de estado, que cantan todavía disfrazados de anarquistas, pero cobrando el cheque de la alcaldía. Todo se fue a la mierda, da vergüenza.

Pero gracias al cielo o al infierno, los niños se han dado cuenta de que existen las guitarras con distorsión y toda una nueva generación está tocando, niños de 8 y 9 años, descubriendo a Guns and Roses, a Helmet, a Carcass, miren TikTok, el rock está de vuelta y en cinco años será de nuevo un trueno. Así como en la política en donde ser de derecha ahora es la nueva rebeldía, el rock está retomando su lugar dos generaciones después y eso es bueno.

Siempre fue la música que emputó a nuestros padres y hoy los padres somos nosotros y nos emputa el reguetón que es el de los hijos. Así que los nietos son los que van a volver a bajar a botella de los escenarios todo lo que no sepa a rebeldía y así esas mafias puercas tendrán que enseñarles a sus hijos a ser lo que ellos nunca pudieron: honestos.

Salud!!!
@felipeszarruk

Colombia

Rock al Parque: El balance final, los 10 mejores actos, las decepciones y los mensajes que quedan.

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Como siempre estuvimos cubriendo el festival los tres días, esta vez con objetivos un poco diferentes al mero cubrimiento periodístico pues estamos en la mitad de la elaboración de la tesis que trata precisamente sobre todo este maremagnun llamado “rock colombiano” y sus instituciones. Les recomendamos leer los dos primeros artículos ya publicados antes de leer este, pero bueno comencemos.

Fue un festival dificil para la producción por tanta lluvia, recordemos que la elección de noviembre siempre fue una mala decisión y por eso el festival había cambiado de fechas, pero al ser este un mes un poco más tranquilo para los artistas volvimos a los festivales bajo la lluvia. Igual, al ser gratuito así caiga plomo fundido del cielo la gente aparecerá para ver a las bandas del cierre. El patrón de hace décadas se sigue repitiendo, escenarios vacíos antes de las 6 de la tarde, no sirvió comenzar un poco más tarde. Pero el balance general es bueno, creo que ha sido una de las mejores ediciones desde hace mucho tiempo y eso se notó también por el cambio de curaduría, la del año pasado fue terrible con su vocera “tropical” vendiendo la idea de que la cumbia era lo mismo que el rock en un video público y las anteriores bajo la dictadura cultural de una personaje nefasto casi acaban por completo este espacio que es patrimonio cultural de Bogotá.

Lo del tercer día fue una fiesta para el público bogotano, mucho ska, muchos ritmos caribeños y sí, salsita, merengue, etc. Al parecer esto no va a cambiar, sobretodo porque hay muchos músicos que ignoran los géneros musicales, mucho músico en Colombia que cree ser “extravagante y sofisticado” y que para sacarle eso de la cabeza es como enseñar a sumar a una mula esperando que la mula aprenda primero.

Pero a pesar de esto y de los pseudo periodistas que no quieren dejar de repetir este discurso hasta el cansancio, Rock al Parque 2024 contó con buena asistencia, buenos actos y algunas enseñanzas que podemos aprender.

Comencemos con los que para nosotros fueron los 10 mejores actos de esta edición:

Mortis y los Desalmados: Aunque eso de putear al estado desde la tarima que paga el estado es una de las grandes absurdeces del rock colombiano, esta banda es bestial. Muy buenos, combinando elementos del Rockabilly, el rock, el blues y el country con mensajes sobre la realidad de un país acabado por la corrupción y la violencia, sumado a un excelente show, demostraron porque fueron el puntaje más alto de este año. La novedad de tener una banda así toca aprovecharla, son buenos músicos y sin duda una banda que comienza a notarse y esperemos que el festival les sirva como vitrina.

Pez errante: Una de las pocas buenas bandas de Rock, el rock colombiano está mal, muy mal, esta banda, sin pretensiones ni ambiciones sonoras extrañas, tiene un sonido clásico, divertido y bien armado, ese es el rock que no escuchamos desde hace tiempo, sin que se ahogue en tamboras, guacharacas y papagayos, sencillamente rock, buen rock.

Stuck in the sound: Una de las mejores bandas de todo el festival, con un sonido clásico que evoca el rock post alternativo, limpios e impecables en la ejecución con una voz notable. Una banda para seguir de ahora en adelante

Loathsome Faith: La banda de larga trayectoria demuestra una vez más porque están tan presentes en la escena local, Angel Niño y su combo tienen la facilidad de comerse los escenarios, aun bajo la lluvia, aun con poco público, una maquina sonora, intercambiando entre lenguajes, entre distorsiones, Loathsome Faith sencillamente es de lo mejor que tenemos en el Metal colombiano. Agreguenle crédito al ingeniero de audio que los hizo sonar muy bien.

Afsky: Ole Luk creó este proyecto en solitario y a los que nos gusta el género creo que estaremos de acuerdo en que fue un show a la altura. La banda ensimismada en su sonido y acompañada por el telón del cielo de tormenta con los rayos le ayudó mucho, el Black Metal sigue creciendo en el mundo con las nuevas generaciones y este fue un acto para el disfrute de los seguidores.

Inspector: Comencemos por la presencia escénica y la voz de este hombre, una banda que no tiene que esforzarse para conectar con el público, se los ganó en dos minutos. Sus covers bien hechos sin distorsionar el género que tocan, una fiesta, de lo mejor de la jornada.

Doro: La reina del Metal, Europa en su máxima expresión, al igual que Inspector, no busca nada más que serle fiel al género que toca y no necesita mucha parafernalia para entregar un espectáculo inolvidable, se le nota la cancha, se le nota el mundo, se le nota el Metal. Un acto que tuvo que estar en Rock al Parque hace años.

Dr Krapula: Esta es una banda que Bogotá siente como propia y el festival aun más, son demasiadas veces las que han tocado en Rock al Parque y con el distrito, de hecho no recuerdo muchos conciertos que no sean del estado, pero lo que no se puede negar es que siempre, siempre logran que el parque los apoye, coreé las canciones, las saltan, las bailan y además sumemos el mensaje en contra de esa ñeramenta reguetonera que fue un detalle de fina coquetería.

Ostia Puta: Tres acordes y una actitud realmente punk le bastaron a la banda española para pasarse por el piso a todas las bandas que dicen ser anarquistas y contraculturales, demostrando que para ir en contra de la corriente no se necesita nada más que convicción, actitud y un buen pedal de distorsión. Así de sencillo.

Testament: Por supuesto no podemos dejar de nombrar a una de las bandas con mejores músicos y más técnica de la edición, muy poco valorados para lo que realmente son, una agrupación que debería estar dentro del podio en el que han puesto a otras del mismo género pero que por alguna razón se sigue sintiendo como de segunda linea. Indiscutiblemente de lo mejor que nos trajo esta edición.

Las decepciones…

Lo de Todos tus muertos y el acto en solitario de Nadal no convence, no conecta, y de hecho hace muchos Rock al Parque sucedió lo mismo, la banda en escena es lenta, un poco aburrida, contrastando con sus discos, no convence, pareciera que lo hace obligado.

Algunas repeticiones en el cartel nacional aburridísimas y bandas como Erica Sativa que ya no causan la impresión de otras veces, se van cansando y parece que no tienen ganas de innovar.

A título personal bandas como La Santísima Voladora al igual que otras propuestas que son tropicales más que rockeras me parecen buenas y divertidas para ir a verlas o para fiesta, pero no son parte del espectro del rock por más que lo quieran pensar, esa “identidad” de género que le han querido dar a estos géneros musicales “transgénero” no funcionan, sabemos que este es un pueblo tropical y bailaor pero pues hagan otro tipo de espacios para esto, tenemos más de cuatro mil bandas de rock y Metal activas en la ciudad como para continuar con la terquedad ignorante, desgastante y palurda de la tal “inclusión”, inclúyanlos en otras partes. Necesitamos personas con conocimiento musical y menos soberbia en esta parte, porque lejos de quedar como intelectuales quedan es como ignorantes. Es algo así como crear el Ministerio Afro y colocar a Brad Pitt o cualquier rubio de ministro solo ¡por que sí” porque somos “muy locos y extrovertidos”, es una pendejada enorme y aun más para los “músicos” o “periodistas” que lo defienden. Entendiendo claro está que de los 5 millones de periodistas que asisten habrá dos que han estudiado. Tambien las bandas nacionales invitadas en su mayoría se notó que fueron invitadas o por amistad o por negocio, muchas no tenían el bagaje para estar en una tarima de estas, bandas amateurs, Rock al parque no está para esto, para ensayos, se supone que las bandas nacionales invitadas deben ser de categoría.

Los Toreros Muertos fueron una gran decepción, su música de por sí no es elaborada pero es divertida, uno entiende que lleven tres siglos tocando lo mismo pero lo que hicieron en Rock al Parque fue degradarse ellos mismos. Destruyeron cualquier intento de disfrute.

Una lástima por bandas como Hipocrisy o Haggard a quienes robaron, nosotros los colombianos de nuevo haciendo gala de nuestra cultura ladrona. Hipocrisy lo sintió, y se les sintió, el sonido no les jugo una buena pasada.

El acceso para hablar de realidades incómodas con algunos funcionarios de Idartes sigue siendo dificil, parece que solo se puede hablar de felicitaciones y de buenas cosas, siguen siendo esquivos, tratando de lavarse la mente con cualquier cosa para tapar lo que aun está mal. No reciben ninguna opinión o consejos, sencillamente se blindan ante lo malo y creen que con no aceptarlo la realidad cambia.

La carpa de prensa es terrible, sencillamente terrible, nada que hacer, los artistas son sentados al fondo de un lugar de 5 por 8 metros, atestado de gente que más que todo van a “lamer botas” que a preguntar cosas interesantes, no hay tomas para cargar las cámaras, los celulares o computadores, no hay internet en el parque para transmisiones, nisiquiera hay agua. Fracaso absoluto, pero pues… volvemos a lo mismo ¿Importa?

Y hay mucho que decir, pero en general el balance no es malo, la gente se divirtió y eso más que todo es importante porque el festival es para la gente. En un fin de semana que estuvo cargado de eventos en Bogotá como el Colombian Metal Fest o Linkin Park, el parque estalló de ciudadanos que encuentran año tras año la excusa de la fiesta yu así sea con falencia el rock toma protagonismo.

El discurso de “otra vez rompimos récords”, esa sublimación en Canal Capital, ese egocentrismo exacerbado cuando Rock al Parque habla de Rock al Parque, bebes, muchos somos productores de eventos y conocemos las realidades, esas manipulaciones ególatras no son buenas para la salud de ninguna industria. La transmisión de Canal Capital nuevamente con personajes que no conocen la escena, el rock, la industria pero sobre todo con el sonido de consola directo a la transmisión. Neeeeh, ya demasiados años en lo mismo.

Veremos que depara el otro año, esperemos que se amplie el número de bandas que pasan por convocatoria, este año fueron muy pocas y que eliminen los conciertos fantasma que comienzan a inventar después, que las ruedas académicas sean realmente académicas y que predomine el rock nacional, o que al menos haya rock nacional, porque no puede seguir siendo solo Metal, cumbia y Ska.

Hay muchas ideas, muchas cosas por hacer, uno pensaría que casi 30 años después el festival funciona como un relojito, pero no, no se le da continuidad a los procesos y cada año es algo diferente en cuanto a ideas de producción que mucha gente no entiende y es lo que lo hace tambalear.

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Colombia

Rock al Parque: Las bandas internacionales de linea media barriendo el piso con el inexistente rock colombiano. Análisis.

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“El hombre que tiene una idea fija, siempre es peligroso, porque la fijeza de su idea lo hace ciego a toda evidencia que pueda demostrar que está equivocado.”
— Voltaire

¿Ustedes se han preguntado alguna vez por qué el rock colombiano no tiene mercado, no suena en el exterior, ni siquiera en el interior o por qué no existen al menos 10 bandas autosuficientes? Es un ejercicio que hay que hacer.

Un frontman de una banda no puede comenzar a soltar una diarrea verbal como las que hemos escuchado en el segundo día de Rock al Parque y menos delante de un pueblo poco educado y poco crítico como el colombiano, es un acto de irresponsabilidad, un acto de suprema tontería y una afrenta a lo que dicen representar.

Lo del segundo día de Rock al Parque es una lección que debemos de aprender, porque a excepción de un grupo pseudo-tropical mexicano que vino pensando que venía al carnaval de Barranquilla, las bandas que nos visitan del exterior nos han recordado lo que es el rock, lo que se necesita para serlo. Bandas como Stuck in Sound con sonidos limpios y alternativos que recuerdan a The Pixies, The Travellers con su Ska y sus fusiones sencillas, voces maravillosas, los españoles de Ostia Puta con su punk sucio y frentero, Doro, la reina del Metal clásico que sigue retumbando sin destruir su esencia, entre otros, nos recordaron lo que acá se nos perdió: La dignidad y el profesionalismo, el mensaje y la sencillez y contundencia de un género al que alguna vez llamamos “rock”, tal vez una banda fresca que soltó música de buena calidad nacional fue Pez Errante, de resto… hmmm.

En ese sentido seguimos repitiendo acá que la curaduría de este año ha sido mucho mejor pero porque Héctor Mora es un hombre que ha conocido el festival desde sus raíces pero festivales como Cordillera y Estéreo Picnic sumados a la gran demanda por artistas para conciertos privados le han quitado a Rock al Parque muchos artistas que podrían venir a enriquecer este árido desierto musical y honestamente parece que no tenemos en el país bandas de rock para suplir este espacio.

Cansa ver a tanto pendejo gritando “Viva Palestina libre”, ¿Para qué? Mi familia es Palestina y les aseguro que a todos los palestinos les vale una mierda que esto suceda. ¿Quieren ayudar? Vayan a pelear en Palestina o envíen ayudas, el rock colombiano no está para eso. Animalistas, veganos, etc. Dando cátedras no solicitadas que actúan como testigos de Jehová en un festival de supuesto rock y tocando una música que no es buena. Esto está aburrido, los de afuera son los que salvaron un festival que no solo está lleno de lluvia (que al final no debe ser un impedimento) sino que ha perdido la moral y el objetivo de impulsar bandas locales. ¿Sucede? No, para nada, los músicos y artistas colombianos se convirtieron en un desfile aburrido de doctrinas forzadas y sonidos repetitivos, copiados, reforzados, bastante flojos, sin recordación, sin esfuerzo.

El problema de los rockeros colombianos es que se creen algo que no son, a diferencia del Metal el rock colombiano está en un estado patético. Mientras el Metal del país crece y se consolida en el mundo, el rock ha sido vapuleado, convertido es una amalgama asquerosa de mentiras, engaños, doctrinas ideológicas y debilidad musical y cultural.

Las bandas de segunda linea que han venido este año, demuestran que con la sencillez del rock, el punk y el ska es suficiente para hacer pasar bien al público y no aburrirlo con ese sonido gastado y sin identidad del rock colombiano en la actualidad. Si algún día tuvimos un sonido propio, esto quedó en el pasado.

El festival ha carecido de grandes headliners, no sabemos la razón, pero preocupa aun más las declaraciones de los directivos de Idartes en anunciar que en lugar de innovar, de llamar gente nueva y capaz de arreglar las cosas, ahora van a convocar una mesa para planear el festival del otro año ¿Con quién? Con los eternos de Idartes, con los mismos que destruyeron el rock bajo la tutela del secretario de cultura que claramente tiene poca idea de lo que la palabra “rock” significa.

No se han dado cuenta que tener esa palabra en el título del evento acarrea la responsabilidad de hacerle honor a la misma, lo toman a la ligera y en lugar de ayudar a la escena lo que han hecho es acabarla. Hasta las bandas extranjeras de hace 40 años vienen a limpiarse con las bandas locales las cuales dejan mucho que desear, pero que es su mente son más grandes que Elvis.

Basta con que vayan a los conciertos en bares de las pocas bandas que fuera de Rock al Parque se atreven a hacer eventos y vean la falta de público y el poco interés por sus actos. Los músicos pasan el año llorando y sufriendo por dinero, porque no entendieron que la música es un negocio también y se acostumbraron a que solamente el gobierno es quien les puede pagar por existir. Ellos no lo entienden, ellos viven en un micro mundo muy enfermo.

Y duele, porque mientras los reguetoneros sacan bodrios vomitivos como el tal “+5″7 en donde hablan de prácticamente violar con crema de chocolate a una niña de 14 años y acumulan millones de escuchas, los músicos de rock colombiano que deben ser la contraparte de eso, han sido debilitados, sometidos y ahora producen un sonido cursi, sin pasión y con mensajes que confunden, no son bandas divertidas. Y siguen sublimando viejas glorias que en realidad no nos representan, bandas que solo por ser amigas de la organización se sienten de relleno. No son bandas que hagan ningún daño.

Por poner un ejemplo, Ostia Puta, una banda de décadas aun puede venir y dar una clase magistral sobre como a través de tres acordes se puede armar una fiesta mientras sus letras hablan en contra de la violencia de la mujer, no siendo cursis, progresistas ni pendejos, sino de frente, con mensajes directos. Esto no lo puede hacer una banda de rock colombiano porque tienen miedo, les da pánico ser vetados. Por eso los punks de Bogotá se abrieron y organizaron su propio Punk al Parque colocando de a 50 mil pesos por banda para poder tener un espacio libre en donde su cultura pueda existir sin sen mancillada.

Otro de los espacios cuestionados además de los eventos e invitados fantasmas que se nombraban en el primer artículo de esta cubrimiento es lo que llamaron “agenda académica”, sobretodo cuando uno de los miembros de Kraken rehusó asistir a un congreso realmente académico porque no quería decir que “la cumbia no es rock” pero no le ve problema a llamar “evento académico” a ir a hablar sobre el nuevo disco. Estamos jodidos en Colombia con la falta de espacios educativos para el rock, y aunque charlas como las de Alfonso Espriella fueron entretenidas y valiosas, de académico no tiene nada. Colombia siempre le ha huido a estudiar y esto señores en el rock ya se nota demasiado.

El festival es un espacio enorme y se desperdicia por que seguimos aguantando la ideología tercermundista, progresista y estúpida de una cantidad de funcionarios instalados en un país hecho una mierda en donde el rock se convirtió en un chiste. Culpa de ustedes, culpa del público, culpa de la gente, culpa del dócil perro colombiano al que le tiran un hueso y baja la cabeza y esconde la cola. No tenemos rock en Colombia, no existe más que un grupo de niñatos, tanto viejos y jóvenes decididos a vender su ideal por un puñado de billetes. Y esa realidad es muy triste ya que los músicos que son quienes lloran todo el año por la falta de espacios y dinero, sencillamente callan, como borregos suplicando por una oportunidad que generalmente se da después de meses de papeleos y audiciones para ser puestos a las tres de la tarde cuando nadie ha llegado. Es en la noche cuando llega el grueso del público y sobre todo aparecen miles de “periodistas” e invitados “VIP”.

Pero es más triste saber que el micro mundo más grande lo tenemos en las mentes de estos dictadores musicales que sin conocer el tema, sin tener las credenciales necesarias, están enfrascados en seguir manejando Rock al Parque a su antojo y colocando como prioridad otras cosas por encima que el desarrollo del rock colombiano… el cual ya han matado.

Rock al Parque debe recuperarse para lo que fue hecho… para el rock nacional, el de verdad.

@felipeszarruk

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Colombia

Punk al Parque: La Rebelión Autogestionada del Punk Bogotano

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En 2024, el punk bogotano decidió no quedarse callado ante la exclusión de su género en el festival Rock al Parque. En respuesta, un colectivo de bandas y seguidores del punk organizó su propio festival alternativo, Punk al Parque, en varias localidades de Bogotá. Este evento autogestionado refleja no solo la persistencia del punk como movimiento contracultural, sino su relevancia en la ciudad como un espacio para expresar disconformidad y resistencia frente a la institucionalización de la cultura.

La decisión de organizar Punk al Parque se originó luego de que Rock al Parque, conocido por su apertura hacia géneros alternativos, diera prioridad a otros estilos, relegando el punk de la programación oficial. Esto fue visto como un golpe para la escena punk, que siempre ha tenido un lugar destacado en la historia musical y política de Bogotá, impulsando expresiones auténticas y no comerciales que cuestionan el orden social.

Punk al Parque no solo se limita a un festival musical, sino que se convierte en un espacio de encuentro comunitario. El festival abarcó varias localidades, reflejando una conexión profunda con los barrios y sectores populares. La organización y la autogestión fueron claves, sin necesidad de apoyo estatal o grandes patrocinadores. Las bandas punk bogotanas, algunas de las cuales tienen años de trayectoria y otras que apenas emergen, se unieron para asegurar que el evento mantuviera su esencia combativa y disruptiva, un aspecto fundamental para la identidad punk.

Este esfuerzo no solo destaca el carácter autogestionado del evento, sino también su papel como un espacio contracultural donde se defiende la autenticidad del punk y su mensaje social. Lejos de buscar la aprobación de las instituciones, Punk al Parque se configura como un acto de resistencia y reafirmación de una cultura que se niega a ser silenciada o absorbida por los eventos masivos y oficiales de la ciudad.

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