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Colombia

Los 10 momentos más importantes en la historia del rock colombiano.

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El rock es un género musical que ha tenido presencia en Colombia desde mediados del siglo XX. El rock colombiano se ha caracterizado por su diversidad, su creatividad y su capacidad de fusionar el rock con otros ritmos y expresiones culturales del país. El rock colombiano también ha sido un medio de comunicación, de protesta y de resistencia de los jóvenes ante la situación social, política y económica de Colombia en diferentes épocas que ha tenido momentos de auge y de crisis, de éxito y de fracaso, de reconocimiento y de censura, pero siempre ha mantenido su esencia y su identidad. En este artículo, vamos a nombrar los 10 momentos más importantes del rock colombiano, que han marcado la historia y la memoria musical del país.

1. El concierto de Bill Haley y Los Cometas en Bogotá.

El rock and roll llegó a Colombia en 1957, de la mano de una película estadounidense que causó furor entre los jóvenes: “Semilla de Maldad”, que se proyectó en el cine Cid de Bogotá. La película, que retrataba la violencia y el desencanto de una generación rebelde, tenía como banda sonora el tema “Rock around the clock” de Bill Halley and his Comets, considerado uno de los primeros himnos del rock.

Cinco años después, el mismo Bill Halley y su banda pisaron por primera vez el escenario del Teatro Colombia, hoy Teatro Jorge Eliecer Gaitán, en diciembre de 1962. Fue la primera estrella internacional de rock and roll que se presentó en Bogotá, y su concierto marcó un hito en la historia musical y cultural de la ciudad.

Aunque el artista ya no estaba en la cima de su popularidad, su presencia en una ciudad conservadora y tradicionalista fue un signo de que Bogotá se abría al mundo y a las nuevas tendencias. El rock and roll empezó a competir con los géneros musicales dominantes, como la música clásica, el pasillo, el torbellino, el porro y la canción mexicana.

El concierto de Bill Halley fue una fiesta inolvidable para los jóvenes bogotanos, que se identificaron con el espíritu rocanrolero y se lanzaron a bailar en el foso del teatro, convirtiéndolo en una pista improvisada. Alvaro Díaz Manrique, integrante de la banda The Young Beats, recuerda así aquella noche: “Jovencitas y jovencitos que no nos conocíamos, esa noche estrechamos profundos lazos y bailamos durante todo el recital; otros, menos lanzados, los más mayores, llevaron el compás trepados en sus sillas. En cualquier caso, fue una fiesta que cambió nuestra forma de sentir la música: todavía está muy fresco en mi memoria el inicio del concierto cuando la banda se largó a tocar su éxito ‘Rock around the clock’ y nos apoderamos del foso del teatro, convirtiéndolo en un pandemónium. ¿Se alcanzan a imaginar eso? Era un sueño hecho realidad. O mejor, era estar dentro de un sueño en el que centenares de chicos y chicas adolescentes, al unísono, fuimos uno solo en medio de una danza tribal urbana, desenfadada y feliz”.

El rock and roll se instaló en Bogotá como una expresión de rebeldía, libertad y modernidad, y dio origen a una escena musical que se desarrollaría en los años siguientes, con bandas como Los Speakers, Los Flippers, Los Yetis y Los Ampex, entre otras. El concierto de Bill Halley fue el detonante de una revolución que cambiaría para siempre la vida cotidiana de la ciudad.

2. El nacimiento de la Nueva Ola en los años 60, con artistas como Harold, Óscar Golden, Los Flippers, Los Speakers y Los Yetis, que adaptaron el rock and roll y el beat a la realidad colombiana.

La Nueva Ola fue el término con el que se denominaba al grupo de músicos e intérpretes que adoptaron la influencia musical del rock and roll y el beat, provenientes de Estados Unidos y Europa, y los adaptaron a la realidad y el idioma de sus países1. La Nueva Ola se relacionó con otros movimientos artísticos como el beatnik y el pop art, que expresaban el descontento y la rebeldía de la juventud frente a la situación económica y social de la época2.

En Colombia, la Nueva Ola tuvo su auge entre 1963 y 1968, y se caracterizó por la diversidad de estilos y géneros que abarcó, desde el rock and roll, el twist, el surf, el soul, el bolero y la balada. Algunos de los artistas más representativos de la Nueva Ola colombiana fueron:
Harold Orozco: Fue uno de los pioneros de la Nueva Ola en Colombia, y se destacó por su voz potente y su carisma.

Óscar Golden: Se hizo famoso por sus interpretaciones de temas románticos y sentimentales.

Los Flippers: Fue una de las bandas más populares y exitosas de la Nueva Ola, y se especializó en el rock and roll y el surf. Sus integrantes eran jóvenes estudiantes que tocaban instrumentos eléctricos y cantaban en español e inglés.

Los Speakers: Fue otra de las bandas emblemáticas de la Nueva Ola, y se diferenció por su sonido más crudo y experimental, influenciado por el rock psicodélico y el garage. Sus miembros eran rebeldes y contestatarios, y sus letras reflejaban el inconformismo y la crítica social.

Los Yetis: Fue una banda que se formó en Medellín, y que se inspiró en el rock and roll y el beat de los Beatles y los Rolling Stones. Sus canciones eran alegres y divertidas, y trataban sobre el amor, la fiesta y la moda.

La Nueva Ola fue un fenómeno que marcó la historia del rock colombiano, y que dejó un legado de canciones, muchos artistas y estilos que influyeron en las generaciones posteriores.

3. El Festival de la vida en 1970.

El Festival de la Vida fue el primer festival de rock al aire libre y gratuito en Colombia, celebrado el 27 de junio de 1970 en el Parque Nacional de Bogotá. Fue organizado por Tania Moreno, una referente del hippismo nacional, y por Edgar Restrepo, Humberto Monroy y Roberto Fiorilli, dueños de Zodiaco Discos y miembros de Siglo Cero, la banda cabeza de cartel. El festival reunió a seis bandas de rock progresivo y psicodélico, que eran pioneras en el género en el país, y a más de 15.000 personas, que disfrutaron de un día de música, paz y naturaleza. El festival fue inspirado por el famoso festival de Woodstock de 1969 en Estados Unidos, y fue un hito para la cultura rock en Colombia, ya que mostró la creatividad, la diversidad y el talento de los músicos locales, así como el espíritu rebelde y contestatario de una generación que buscaba transformar la sociedad.

Se realizó el sábado 27 de junio de 1970 en el Parque Nacional de Bogotá, con un presupuesto de solo $10.000 pesos. Fue el primer festival de rock al aire libre y gratuito en Colombia, inspirado por el famoso festival de Woodstock de 1969 en Estados Unidos12. El objetivo del festival era promover la paz, el amor y la conciencia social entre la juventud, en contraste con la violencia y el conflicto que se vivía en el país y el mundo.

El festival contó con la participación de seis bandas de rock progresivo y psicodélico, que eran pioneras en el género en Colombia. Estas bandas fueron: Aeda, Terrón de Sueños, La Caja de Pandora, Siglo Cero, Los Yetis y Los Impala (estos últimos provenientes de Venezuela)123. El festival atrajo a más de 15.000 personas, que disfrutaron de seis horas de música en vivo, baile, arte y convivencia.

El Festival de la Vida fue un hito para la cultura rock en Colombia, ya que mostró la creatividad, la diversidad y el talento de los músicos locales, así como el espíritu rebelde y contestatario de una generación que buscaba transformar la sociedad. El festival también fue el precursor de otros eventos similares, como el Festival Rock en las Montañas, que se realizó en agosto de 1970 en el mismo lugar.

4. El Festival de Ancón en Antioquia.

El Festival de Ancón se realizó entre el 18 y el 20 de junio de 1971, fue un evento que desafió las normas tradicionales y congregó a miles de hippies en torno a la música estridente, marcó un hito en la historia de la juventud medellinense y en el desarrollo del rock en Colombia. Organizado por Gonzalo Caro Maya, conocido como Carolo, a la edad de 22 años, el festival tuvo lugar en el Parque Ancón Sur, al sur de Medellín, cincuenta años atrás.

Carolo, junto con colaboradores como Édgar Restrepo Caro, Humberto Caballero, y Álvaro Díaz, logró convencer al alcalde de Medellín, Álvaro Villegas Moreno, de la viabilidad del evento, a pesar de la resistencia de sectores conservadores. El lugar elegido, Ancón, fue seleccionado por sus hongos alucinógenos y se convirtió en escenario de tres días de lluvia, barro, humo dulzón, amor y peripecias absurdas.

Aunque enfrentaron críticas y oposición, Carolo y su equipo organizaron el festival bajo marcos legales, con Villegas autorizando el evento. Sin embargo, la destitución del alcalde fue impulsada por el sacerdote Fernando Gómez, quien lo acusó de permitir la invasión de “vagos y degenerados”. A pesar de los contratiempos, el festival se llevó a cabo con la participación de diversas bandas y solistas de Cali, Bogotá y Medellín.

La Gran Sociedad del Estado inauguró el evento bajo un aguacero, mientras la prensa nacional, encabezada por Gloria Valencia, cubría el acontecimiento. Aunque se intentó documentar el festival en fotografías y video, varios contratiempos, incluyendo un intento de incendio de material gráfico, resultaron en una escasa memoria visual y sonora del evento.

Con la asistencia de alrededor de 200 mil personas en tres días, el festival dejó pérdidas económicas, pero su impacto artístico fue destacado. El Pingüino Rojo, el único puesto de comida que operó durante todo el evento, se convirtió, al final, en un acto de caridad al aceptar marihuana como parte de pago de clientes sin dinero.

Tantas décadas después, el Festival de Ancón sigue siendo recordado como un punto de quiebre en la historia cultural de Medellín y como uno de los eventos cruciales en la evolución del rock en Colombia conocido como “El Woodstock Colombiano”.

5.Los primeros grandes conciertos en Bogotá: Carlos Santana y James Brown.

Es bien dificil hallar soporte documental del concierto de Santana en Bogotá pero sí sucedió. No como los hippies lo esperaban al estilo que se presentó en Woodstock, sino que lo hizo elegante vestido de blanco y muy espiritual según recuerda Willie Vergara. Santana se presentó en el Coliseo El Campín el 2 de octubre de 1973, como parte de su gira mundial. Fue uno de los primeros eventos grandes que se hicieron en el recién remodelado coliseo, y contó con la asistencia de más de 10.000 personas. Santana tocó algunos de sus éxitos como “Black Magic Woman”, “Oye Como Va” y “Samba Pa Ti”, e hizo una improvisación de más de 20 minutos con el grupo colombiano Génesis. El concierto fue un éxito y dejó una huella en la historia musical de Bogotá.

El Periódico El Tiempo recuerda:

El 10 de octubre de 1973 Santana apareció en la mitad del escenario del Coliseo El Campín envuelto en una nube de incienso para bendecir al público y pedirle con insistencia que se convirtiera en el espíritu de Dios: “Elevémonos juntos y unamos nuestras fuerzas positivas para que reine el amor… Y ahora sí estamos listos¡Arranquemos!”

Mientras tanto, afuera, cerca de 10 mil personas armaban el desorden y 54 de ellas resultaban detenidas por volcar e incendiar el automóvil de la embajada de Estados Unidos. Mientras Santana repartía bendiciones a 15 mil espectadores, afuera repartían bolillo.

Unos meses atrás ya se había presentado su majestad James Brown en el mismo coliseo que hoy es el Movistar Arena, fue otro evento memorable que tuvo lugar en el mismo año que el de Santana. Según una fuente, James Brown llegó a Bogotá el 28 de agosto y fue recibido por unos 200 fanáticos en el aeropuerto. Ese mismo día, ofreció un espectáculo impresionante en el coliseo, donde cantó algunos de sus clásicos como “Please, Please, Please”, “I Got You (I Feel Good)” y “Papa’s Got a Brand New Bag”. También hizo su famosa “muerte” teatral en escena, cubriéndose con una capa negra y luego levantándose para seguir cantando. El concierto fue presenciado por unas 15 mil personas, que quedaron fascinadas por la energía y el talento del “Padrino del Soul”.

6. El nacimiento del movimiento del Ultra Metal y el Punk en Medellín en los años ochenta como respuesta a la violencia y al caos social que se vivía en el país.

El ultra metal y el punk en Medellín fueron movimientos musicales que surgieron en los años 80 como una forma de expresar el descontento, la rebeldía y la resistencia de los jóvenes ante la situación de violencia y criminalidad que vivían en la ciudad. Influenciados por bandas extranjeras como Metallica, Slayer, Venom y Sex Pistols, los grupos locales crearon un sonido crudo, caótico y agresivo que reflejaba la realidad marginal y el no futuro que les esperaba. Algunas de las bandas más representativas del ultra metal fueron Parabellum, Reencarnación, Blasfemia y Mierda, mientras que del punk se destacaron Mutantex, I.R.A., Pestes y Fértil Miseria. Estas bandas se dieron a conocer a través del intercambio de cassettes, las presentaciones en vivo y el boca a boca, ya que no contaban con el apoyo de los medios de comunicación ni de la industria musical. Su música también llamó la atención de algunos directores de cine que quisieron plasmar en la pantalla la cultura y el estilo de vida de estos jóvenes.

Uno de ellos fue Víctor Gaviria, quien en 1990 estrenó la película Rodrigo D no futuro, un drama social que narra la historia de Rodrigo, un adolescente que sueña con ser baterista de una banda de punk, pero que se ve atrapado por la violencia y la pobreza de su barrio. La película fue una de las primeras en mostrar la realidad de los sicarios, los narcos y los jóvenes marginales de Medellín, y también en darle protagonismo a la música punk y metal como una forma de expresión y resistencia. La banda sonora de la película incluyó canciones de bandas como Mutantex, Pestes, Blasfemia, Reencarnación y Ekrion, y se convirtió en un clásico del rock subterráneo colombiano. La película y su banda sonora fueron reconocida internacionalmente y tuvieron una gran influencia en el desarrollo del rock nacional y en la visibilización de la problemática social de Medellín.

Aparte, La relación entre Mayhem y el ultrametal de Medellín es una de las leyendas más interesantes del metal extremo. Según algunos testimonios, la banda noruega de black metal se inspiró en el sonido crudo, caótico y violento de bandas colombianas como Parabellum y Reencarnación, que habían creado el subgénero del ultrametal a mediados de los años 80. El contacto entre estas bandas se habría dado a través del intercambio de cassettes por correo postal, una práctica común entre los metaleros underground de la época. Así, Mayhem habría escuchado las grabaciones de Parabellum y Reencarnación, y habría quedado impresionado por la atmósfera sucia y agresiva que reflejaba la realidad marginal y violenta de Medellín. Esto habría influido en el estilo musical y estético de Mayhem, que se caracterizó por ser uno de los más radicales y polémicos del black metal, con letras sobre satanismo, muerte y nihilismo, y con actos como el suicidio de su vocalista Dead, el asesinato de su guitarrista Euronymous y la quema de iglesias. Sin embargo, esta relación entre Mayhem y el ultrametal de Medellín no está del todo confirmada, y hay quienes la consideran solo un mito o una exageración. Lo cierto es que tanto el ultrametal como el black metal noruego fueron movimientos musicales que surgieron en contextos de crisis social y que expresaron su rebeldía y resistencia a través de un sonido extremo y una estética oscura.

7. El Primer Concierto de Conciertos en Bogotá en medio del movimiento del “Rock en Español”.

El Primer Concierto de Conciertos en Bogotá fue el primer evento masivo de música en el Estadio El Campín que se realizó el 17 y 18 de septiembre de 1988, con la participación de artistas nacionales e internacionales de rock en español. Fue organizado por Fernando Pava Camelo, director de la emisora Super Stereo 88.9, con el apoyo de Felipe Santos, Armín Torres, Julio Correal, Coca-Cola y la Alcaldía de Bogotá.

El concierto fue un hito para el rock colombiano, ya que fue uno de los primeros y más grandes espectáculos de este género en el país y reunió a más de 70.000 personas que disfrutaron de la música de bandas como Soda Stereo, Los Prisioneros, Los Toreros Muertos, Miguel Mateos, Franco de Vita, Yordano, Compañía Ilimitada y Pasaporte, entre otras. El concierto también fue una muestra de la diversidad y la creatividad de la cultura juvenil de la época, que expresaba su rebeldía, su identidad y su resistencia ante la situación de violencia y crisis social que vivía el país.

El concierto tuvo algunos problemas, como la oposición de los periodistas deportivos que temían por el daño al estadio, la lluvia que afectó el sonido, pequeños disturbios que se presentaron afuera, la falta de preparación de los técnicos de audio, el mal sonido y las críticas de algunos sectores que consideraban que el rock era una música extranjera y decadente. Sin embargo, el concierto también tuvo muchos logros, como la difusión y el reconocimiento del rock en español en Colombia, el intercambio y la integración de los artistas de diferentes países, la visibilización y la reivindicación de los jóvenes como actores sociales y culturales, y la creación de un referente histórico y simbólico para el rock nacional. El concierto de conciertos fue, sin duda, uno de los momentos más importantes para el rock colombiano, y se convirtió en un ícono de la memoria musical y colectiva del país.

8. 1992: Cuando sacaron a bala a David Gilmour de Cali porque a los traquetos no les gustaba el Rock y en Bogotá cayó la November Rain que dejó al campín y al país sin conciertos por casi una década.

David Gilmour, el legendario guitarrista de Pink Floyd, fue invitado por Chucho Merchán, un músico colombiano que había trabajado con él en Inglaterra, para participar en un concierto ecológico llamado Ecomundo 92. El concierto se realizó el 4 de diciembre de 1992 en el Estadio Pascual Guerrero, y también contó con la presencia de Roger Daltrey, el vocalista de The Who, y Phil Manzanera, el guitarrista de Roxy Music. Pero el concierto fue un fracaso, ya que tuvo muchos problemas de organización, sonido, seguridad y público.

Según algunas fuentes, el concierto fue boicoteado por el Cartel de los Rodríguez Orejuela que controlaba la ciudad y que no toleraba el rock ni a los jóvenes que lo escuchaban. Al parecer, los narcos amenazaron a los organizadores y a los artistas y enviaron sicarios al estadio para intimidar y disparar al aire. También se dice que hubo disturbios y enfrentamientos entre la policía y los asistentes, que no superaron las 10.000 personas. El concierto terminó antes de lo previsto, y los artistas tuvieron que salir escoltados del estadio y del país. David Gilmour y los demás se sintieron decepcionados y asustados por la experiencia y juraron nunca más volver a Colombia (Gilmour si lo hizo). El concierto de Ecomundo 92 fue uno de los episodios más tristes y vergonzosos de la historia del rock colombiano pero también demostró la tenacidad y el alma de Chucho Merchán y de su amor por el rock y hasta donde puede llegar un ser humano por esta pasión.

Mientras tanto el 30 de noviembre en Bogota tocaba Guns and Roses en el Estadio El Campín, como parte de su gira mundial Use Your Illusion. Fue uno de los primeros y más grandes conciertos de rock que se hicieron en Colombia, pero también fue uno de los más problemáticos y polémicos. El concierto tuvo muchos inconvenientes, como la cancelación de uno de los dos shows que estaban programados, por el retraso de los equipos que venían de Venezuela, donde hubo un intento de golpe de Estado. Esto generó la molestia de algunos fanáticos que no pudieron entrar al único concierto que se realizó, y que iniciaron una serie de disturbios y enfrentamientos con la policía a las afueras del estadio. El concierto también tuvo fallas de organización, sonido, seguridad y público, y no cumplió con las expectativas de los asistentes, que esperaban escuchar algunos de los éxitos de la banda, como “Sweet Child O’ Mine” y “Knockin’ on Heaven’s Door”, que no fueron tocados. El momento más emotivo del concierto fue cuando la banda interpretó “November Rain”, y coincidió con una fuerte lluvia que cayó sobre el estadio. El público cantó y se mojó junto a la banda, que tuvo que salir del escenario por el riesgo de electrocución y el concierto terminó antes de lo previsto, y los artistas tuvieron que salir escoltados del estadio y del país. El concierto de Guns and Roses en Bogotá fue un fracaso y dejó una mala imagen del rock colombiano entre los sectores más mojigatos de la sociedad que presionaron para que se prohibieran los conciertos en El Campín. El directo afectado fue el italiano Eros Ramazzoti quien terminó tocando en un potrero improvisado. Después de esto hubo pocos conciertos internacionales en mucho tiempo en el país.

9. El Primer Rock al Parque.

Rock al Parque se realizó en Bogotá por primera vez en 1995 y se convirtió inmediatamente en una bandera de la ciudad. El festival nació como una iniciativa de Mario Duarte, vocalista de la banda La Derecha, Julio Correal, productor musical, y Berta Quintero, subdirectora de fomento del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, con el objetivo de promover el rock nacional y de crear un espacio de convivencia y tolerancia para los jóvenes de la ciudad. El primer Rock al Parque se realizó del 26 al 29 de mayo de 1995 en diferentes escenarios como la Media Torta, el Parque Simón Bolívar, el Estadio Olaya Herrera y la Plaza de Toros La Santa María. Contó con la participación de 43 bandas colombianas, como Aterciopelados, 1280 Almas, Morfonia y Catedral, y dos invitados internacionales, Fobia de México y Seguridad Social de España. El festival fue un éxito y reunió a más de 70.000 personas, que disfrutaron de la diversidad y la creatividad del rock en español. El primer Rock al Parque significó un hito para el rock colombiano ya que fue el primer y más grande evento de este género en el país, y dio a conocer a muchas bandas locales que luego se consolidarían en la escena nacional e internacional.

También fue una muestra de la cultura y el estilo de vida de los jóvenes de la época, que expresaban su rebeldía, su identidad y su resistencia ante la situación de violencia y crisis social que vivía el país. Lamentablemente con el tiempo este festival se sumió en la corrupción y la deshonestidad, pero no se puede desconocer su importancia en la escena del rock y el metal colombiano.

Una de las características del primer Rock al Parque y que explica mucho de lo que fueron las bandas que se consolidaron en la escena, fue que la mayoría de las bandas que se presentaron venían de la escuela Tejedores de Sociedad, un programa del Instituto Distrital de Cultura y Turismo que buscaba formar a los jóvenes de los sectores populares de la ciudad en la música, el arte y la cultura. La escuela Tejedores de Sociedad ofrecía talleres de técnica de guitarra, teoría musical, armonía, jazz, historia de la música colombiana e investigaciones sobre músicas indígenas, entre otros. Algunos de los profesores de la escuela eran músicos reconocidos, como Teto Ocampo, Humberto Monroy y Chucho Merchán. La escuela Tejedores de Sociedad fue una plataforma para que muchas bandas emergentes pudieran mostrar su talento y su propuesta musical, y también para que se generara un intercambio y una integración entre los músicos de diferentes regiones y estilos. La escuela Tejedores de Sociedad fue un factor clave para el desarrollo y la consolidación del rock colombiano, y para el éxito del primer Rock al Parque.

10. La consolidación del rock alternativo y fusión en los años 90 que revivió el rock a gran escala en Colombia.

El rock alternativo y fusión en los años 90 en Bogotá y Medellín fue una enorme escena musical que se caracterizó por la diversidad, la creatividad y la innovación de las bandas que mezclaron el rock con otros géneros como el pop, el funk, el reggae, el rap, el ska, el metal y la música folclórica. Algunas de las bandas más representativas de esta escena fueron Aterciopelados, 1280 Almas, La Pestilencia, Estados Alterados, Ekhymosis, Kraken, Morfonia, La Derecha, Catedral, I.R.A., Los Aterciopelados, entre otras. Estas bandas lograron una gran popularidad y reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional, y expresaron a través de sus letras y su música la realidad social, política y cultural de Colombia en una época marcada por la violencia, el narcotráfico y la crisis. El rock alternativo y fusión en los años 90 en Bogotá y Medellín fue una de las escenas más importantes y vibrantes de la historia del rock colombiano.

El primer video en MTV de una banda colombiana fue el de Estados Alterados y el primer Grammy para el rock colombiano fue el de Aterciopelados, estos logros hacían soñar con que Colombia por fín iba a estar en el radar del mundo como lo hacía México o Argentina. Algunas disqueras se aventuraron con los discos como MTM o BMG con su sello Culebra. Lastimosamente esta escena murió con el rock en 1999 junto a los disturbios de Woodstock y todo el movimiento pop que fue reemplazándolo. Subterránica retrató esta década en el libro “Cuando las calles eran de hierro” de Szarruk.

Estos son diez momentos que marcaron esta pequeña historia de nuestro rock que no es tan nutrida como la de otros países pero que sí tienen alma y han sido importantes. De seguro hay muchos más pero estos son los vitales. Cuando el nuevo siglo comenzó el rock decayó, fue lentamente reemplazado por las modernizaciones y folclorizaciones, se dio un conato de resurgimiento con dos movimientos muy fugaces: el new metal y el neo punk, pero no alcanzaron a durar mucho tiempo. Hoy en día el rock lucha por mantener su nicho y está casi extinto en Colombia en donde el Metal aprovechó y ha venido a reemplazar todos los espacios que el rock tenía consolidándose como una de las escenas actuales más importantes…y por supuesto la llegada de Subterránica al país en 2005 que es lo que nos trae acá en este momento… larga vida al rock colombiano.

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Rock al Parque: El balance final, los 10 mejores actos, las decepciones y los mensajes que quedan.

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Como siempre estuvimos cubriendo el festival los tres días, esta vez con objetivos un poco diferentes al mero cubrimiento periodístico pues estamos en la mitad de la elaboración de la tesis que trata precisamente sobre todo este maremagnun llamado “rock colombiano” y sus instituciones. Les recomendamos leer los dos primeros artículos ya publicados antes de leer este, pero bueno comencemos.

Fue un festival dificil para la producción por tanta lluvia, recordemos que la elección de noviembre siempre fue una mala decisión y por eso el festival había cambiado de fechas, pero al ser este un mes un poco más tranquilo para los artistas volvimos a los festivales bajo la lluvia. Igual, al ser gratuito así caiga plomo fundido del cielo la gente aparecerá para ver a las bandas del cierre. El patrón de hace décadas se sigue repitiendo, escenarios vacíos antes de las 6 de la tarde, no sirvió comenzar un poco más tarde. Pero el balance general es bueno, creo que ha sido una de las mejores ediciones desde hace mucho tiempo y eso se notó también por el cambio de curaduría, la del año pasado fue terrible con su vocera “tropical” vendiendo la idea de que la cumbia era lo mismo que el rock en un video público y las anteriores bajo la dictadura cultural de una personaje nefasto casi acaban por completo este espacio que es patrimonio cultural de Bogotá.

Lo del tercer día fue una fiesta para el público bogotano, mucho ska, muchos ritmos caribeños y sí, salsita, merengue, etc. Al parecer esto no va a cambiar, sobretodo porque hay muchos músicos que ignoran los géneros musicales, mucho músico en Colombia que cree ser “extravagante y sofisticado” y que para sacarle eso de la cabeza es como enseñar a sumar a una mula esperando que la mula aprenda primero.

Pero a pesar de esto y de los pseudo periodistas que no quieren dejar de repetir este discurso hasta el cansancio, Rock al Parque 2024 contó con buena asistencia, buenos actos y algunas enseñanzas que podemos aprender.

Comencemos con los que para nosotros fueron los 10 mejores actos de esta edición:

Mortis y los Desalmados: Aunque eso de putear al estado desde la tarima que paga el estado es una de las grandes absurdeces del rock colombiano, esta banda es bestial. Muy buenos, combinando elementos del Rockabilly, el rock, el blues y el country con mensajes sobre la realidad de un país acabado por la corrupción y la violencia, sumado a un excelente show, demostraron porque fueron el puntaje más alto de este año. La novedad de tener una banda así toca aprovecharla, son buenos músicos y sin duda una banda que comienza a notarse y esperemos que el festival les sirva como vitrina.

Pez errante: Una de las pocas buenas bandas de Rock, el rock colombiano está mal, muy mal, esta banda, sin pretensiones ni ambiciones sonoras extrañas, tiene un sonido clásico, divertido y bien armado, ese es el rock que no escuchamos desde hace tiempo, sin que se ahogue en tamboras, guacharacas y papagayos, sencillamente rock, buen rock.

Stuck in the sound: Una de las mejores bandas de todo el festival, con un sonido clásico que evoca el rock post alternativo, limpios e impecables en la ejecución con una voz notable. Una banda para seguir de ahora en adelante

Loathsome Faith: La banda de larga trayectoria demuestra una vez más porque están tan presentes en la escena local, Angel Niño y su combo tienen la facilidad de comerse los escenarios, aun bajo la lluvia, aun con poco público, una maquina sonora, intercambiando entre lenguajes, entre distorsiones, Loathsome Faith sencillamente es de lo mejor que tenemos en el Metal colombiano. Agreguenle crédito al ingeniero de audio que los hizo sonar muy bien.

Afsky: Ole Luk creó este proyecto en solitario y a los que nos gusta el género creo que estaremos de acuerdo en que fue un show a la altura. La banda ensimismada en su sonido y acompañada por el telón del cielo de tormenta con los rayos le ayudó mucho, el Black Metal sigue creciendo en el mundo con las nuevas generaciones y este fue un acto para el disfrute de los seguidores.

Inspector: Comencemos por la presencia escénica y la voz de este hombre, una banda que no tiene que esforzarse para conectar con el público, se los ganó en dos minutos. Sus covers bien hechos sin distorsionar el género que tocan, una fiesta, de lo mejor de la jornada.

Doro: La reina del Metal, Europa en su máxima expresión, al igual que Inspector, no busca nada más que serle fiel al género que toca y no necesita mucha parafernalia para entregar un espectáculo inolvidable, se le nota la cancha, se le nota el mundo, se le nota el Metal. Un acto que tuvo que estar en Rock al Parque hace años.

Dr Krapula: Esta es una banda que Bogotá siente como propia y el festival aun más, son demasiadas veces las que han tocado en Rock al Parque y con el distrito, de hecho no recuerdo muchos conciertos que no sean del estado, pero lo que no se puede negar es que siempre, siempre logran que el parque los apoye, coreé las canciones, las saltan, las bailan y además sumemos el mensaje en contra de esa ñeramenta reguetonera que fue un detalle de fina coquetería.

Ostia Puta: Tres acordes y una actitud realmente punk le bastaron a la banda española para pasarse por el piso a todas las bandas que dicen ser anarquistas y contraculturales, demostrando que para ir en contra de la corriente no se necesita nada más que convicción, actitud y un buen pedal de distorsión. Así de sencillo.

Testament: Por supuesto no podemos dejar de nombrar a una de las bandas con mejores músicos y más técnica de la edición, muy poco valorados para lo que realmente son, una agrupación que debería estar dentro del podio en el que han puesto a otras del mismo género pero que por alguna razón se sigue sintiendo como de segunda linea. Indiscutiblemente de lo mejor que nos trajo esta edición.

Las decepciones…

Lo de Todos tus muertos y el acto en solitario de Nadal no convence, no conecta, y de hecho hace muchos Rock al Parque sucedió lo mismo, la banda en escena es lenta, un poco aburrida, contrastando con sus discos, no convence, pareciera que lo hace obligado.

Algunas repeticiones en el cartel nacional aburridísimas y bandas como Erica Sativa que ya no causan la impresión de otras veces, se van cansando y parece que no tienen ganas de innovar.

A título personal bandas como La Santísima Voladora al igual que otras propuestas que son tropicales más que rockeras me parecen buenas y divertidas para ir a verlas o para fiesta, pero no son parte del espectro del rock por más que lo quieran pensar, esa “identidad” de género que le han querido dar a estos géneros musicales “transgénero” no funcionan, sabemos que este es un pueblo tropical y bailaor pero pues hagan otro tipo de espacios para esto, tenemos más de cuatro mil bandas de rock y Metal activas en la ciudad como para continuar con la terquedad ignorante, desgastante y palurda de la tal “inclusión”, inclúyanlos en otras partes. Necesitamos personas con conocimiento musical y menos soberbia en esta parte, porque lejos de quedar como intelectuales quedan es como ignorantes. Es algo así como crear el Ministerio Afro y colocar a Brad Pitt o cualquier rubio de ministro solo ¡por que sí” porque somos “muy locos y extrovertidos”, es una pendejada enorme y aun más para los “músicos” o “periodistas” que lo defienden. Entendiendo claro está que de los 5 millones de periodistas que asisten habrá dos que han estudiado. Tambien las bandas nacionales invitadas en su mayoría se notó que fueron invitadas o por amistad o por negocio, muchas no tenían el bagaje para estar en una tarima de estas, bandas amateurs, Rock al parque no está para esto, para ensayos, se supone que las bandas nacionales invitadas deben ser de categoría.

Los Toreros Muertos fueron una gran decepción, su música de por sí no es elaborada pero es divertida, uno entiende que lleven tres siglos tocando lo mismo pero lo que hicieron en Rock al Parque fue degradarse ellos mismos. Destruyeron cualquier intento de disfrute.

Una lástima por bandas como Hipocrisy o Haggard a quienes robaron, nosotros los colombianos de nuevo haciendo gala de nuestra cultura ladrona. Hipocrisy lo sintió, y se les sintió, el sonido no les jugo una buena pasada.

El acceso para hablar de realidades incómodas con algunos funcionarios de Idartes sigue siendo dificil, parece que solo se puede hablar de felicitaciones y de buenas cosas, siguen siendo esquivos, tratando de lavarse la mente con cualquier cosa para tapar lo que aun está mal. No reciben ninguna opinión o consejos, sencillamente se blindan ante lo malo y creen que con no aceptarlo la realidad cambia.

La carpa de prensa es terrible, sencillamente terrible, nada que hacer, los artistas son sentados al fondo de un lugar de 5 por 8 metros, atestado de gente que más que todo van a “lamer botas” que a preguntar cosas interesantes, no hay tomas para cargar las cámaras, los celulares o computadores, no hay internet en el parque para transmisiones, nisiquiera hay agua. Fracaso absoluto, pero pues… volvemos a lo mismo ¿Importa?

Y hay mucho que decir, pero en general el balance no es malo, la gente se divirtió y eso más que todo es importante porque el festival es para la gente. En un fin de semana que estuvo cargado de eventos en Bogotá como el Colombian Metal Fest o Linkin Park, el parque estalló de ciudadanos que encuentran año tras año la excusa de la fiesta yu así sea con falencia el rock toma protagonismo.

El discurso de “otra vez rompimos récords”, esa sublimación en Canal Capital, ese egocentrismo exacerbado cuando Rock al Parque habla de Rock al Parque, bebes, muchos somos productores de eventos y conocemos las realidades, esas manipulaciones ególatras no son buenas para la salud de ninguna industria. La transmisión de Canal Capital nuevamente con personajes que no conocen la escena, el rock, la industria pero sobre todo con el sonido de consola directo a la transmisión. Neeeeh, ya demasiados años en lo mismo.

Veremos que depara el otro año, esperemos que se amplie el número de bandas que pasan por convocatoria, este año fueron muy pocas y que eliminen los conciertos fantasma que comienzan a inventar después, que las ruedas académicas sean realmente académicas y que predomine el rock nacional, o que al menos haya rock nacional, porque no puede seguir siendo solo Metal, cumbia y Ska.

Hay muchas ideas, muchas cosas por hacer, uno pensaría que casi 30 años después el festival funciona como un relojito, pero no, no se le da continuidad a los procesos y cada año es algo diferente en cuanto a ideas de producción que mucha gente no entiende y es lo que lo hace tambalear.

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Colombia

Rock al Parque: Las bandas internacionales de linea media barriendo el piso con el inexistente rock colombiano. Análisis.

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“El hombre que tiene una idea fija, siempre es peligroso, porque la fijeza de su idea lo hace ciego a toda evidencia que pueda demostrar que está equivocado.”
— Voltaire

¿Ustedes se han preguntado alguna vez por qué el rock colombiano no tiene mercado, no suena en el exterior, ni siquiera en el interior o por qué no existen al menos 10 bandas autosuficientes? Es un ejercicio que hay que hacer.

Un frontman de una banda no puede comenzar a soltar una diarrea verbal como las que hemos escuchado en el segundo día de Rock al Parque y menos delante de un pueblo poco educado y poco crítico como el colombiano, es un acto de irresponsabilidad, un acto de suprema tontería y una afrenta a lo que dicen representar.

Lo del segundo día de Rock al Parque es una lección que debemos de aprender, porque a excepción de un grupo pseudo-tropical mexicano que vino pensando que venía al carnaval de Barranquilla, las bandas que nos visitan del exterior nos han recordado lo que es el rock, lo que se necesita para serlo. Bandas como Stuck in Sound con sonidos limpios y alternativos que recuerdan a The Pixies, The Travellers con su Ska y sus fusiones sencillas, voces maravillosas, los españoles de Ostia Puta con su punk sucio y frentero, Doro, la reina del Metal clásico que sigue retumbando sin destruir su esencia, entre otros, nos recordaron lo que acá se nos perdió: La dignidad y el profesionalismo, el mensaje y la sencillez y contundencia de un género al que alguna vez llamamos “rock”, tal vez una banda fresca que soltó música de buena calidad nacional fue Pez Errante, de resto… hmmm.

En ese sentido seguimos repitiendo acá que la curaduría de este año ha sido mucho mejor pero porque Héctor Mora es un hombre que ha conocido el festival desde sus raíces pero festivales como Cordillera y Estéreo Picnic sumados a la gran demanda por artistas para conciertos privados le han quitado a Rock al Parque muchos artistas que podrían venir a enriquecer este árido desierto musical y honestamente parece que no tenemos en el país bandas de rock para suplir este espacio.

Cansa ver a tanto pendejo gritando “Viva Palestina libre”, ¿Para qué? Mi familia es Palestina y les aseguro que a todos los palestinos les vale una mierda que esto suceda. ¿Quieren ayudar? Vayan a pelear en Palestina o envíen ayudas, el rock colombiano no está para eso. Animalistas, veganos, etc. Dando cátedras no solicitadas que actúan como testigos de Jehová en un festival de supuesto rock y tocando una música que no es buena. Esto está aburrido, los de afuera son los que salvaron un festival que no solo está lleno de lluvia (que al final no debe ser un impedimento) sino que ha perdido la moral y el objetivo de impulsar bandas locales. ¿Sucede? No, para nada, los músicos y artistas colombianos se convirtieron en un desfile aburrido de doctrinas forzadas y sonidos repetitivos, copiados, reforzados, bastante flojos, sin recordación, sin esfuerzo.

El problema de los rockeros colombianos es que se creen algo que no son, a diferencia del Metal el rock colombiano está en un estado patético. Mientras el Metal del país crece y se consolida en el mundo, el rock ha sido vapuleado, convertido es una amalgama asquerosa de mentiras, engaños, doctrinas ideológicas y debilidad musical y cultural.

Las bandas de segunda linea que han venido este año, demuestran que con la sencillez del rock, el punk y el ska es suficiente para hacer pasar bien al público y no aburrirlo con ese sonido gastado y sin identidad del rock colombiano en la actualidad. Si algún día tuvimos un sonido propio, esto quedó en el pasado.

El festival ha carecido de grandes headliners, no sabemos la razón, pero preocupa aun más las declaraciones de los directivos de Idartes en anunciar que en lugar de innovar, de llamar gente nueva y capaz de arreglar las cosas, ahora van a convocar una mesa para planear el festival del otro año ¿Con quién? Con los eternos de Idartes, con los mismos que destruyeron el rock bajo la tutela del secretario de cultura que claramente tiene poca idea de lo que la palabra “rock” significa.

No se han dado cuenta que tener esa palabra en el título del evento acarrea la responsabilidad de hacerle honor a la misma, lo toman a la ligera y en lugar de ayudar a la escena lo que han hecho es acabarla. Hasta las bandas extranjeras de hace 40 años vienen a limpiarse con las bandas locales las cuales dejan mucho que desear, pero que es su mente son más grandes que Elvis.

Basta con que vayan a los conciertos en bares de las pocas bandas que fuera de Rock al Parque se atreven a hacer eventos y vean la falta de público y el poco interés por sus actos. Los músicos pasan el año llorando y sufriendo por dinero, porque no entendieron que la música es un negocio también y se acostumbraron a que solamente el gobierno es quien les puede pagar por existir. Ellos no lo entienden, ellos viven en un micro mundo muy enfermo.

Y duele, porque mientras los reguetoneros sacan bodrios vomitivos como el tal “+5″7 en donde hablan de prácticamente violar con crema de chocolate a una niña de 14 años y acumulan millones de escuchas, los músicos de rock colombiano que deben ser la contraparte de eso, han sido debilitados, sometidos y ahora producen un sonido cursi, sin pasión y con mensajes que confunden, no son bandas divertidas. Y siguen sublimando viejas glorias que en realidad no nos representan, bandas que solo por ser amigas de la organización se sienten de relleno. No son bandas que hagan ningún daño.

Por poner un ejemplo, Ostia Puta, una banda de décadas aun puede venir y dar una clase magistral sobre como a través de tres acordes se puede armar una fiesta mientras sus letras hablan en contra de la violencia de la mujer, no siendo cursis, progresistas ni pendejos, sino de frente, con mensajes directos. Esto no lo puede hacer una banda de rock colombiano porque tienen miedo, les da pánico ser vetados. Por eso los punks de Bogotá se abrieron y organizaron su propio Punk al Parque colocando de a 50 mil pesos por banda para poder tener un espacio libre en donde su cultura pueda existir sin sen mancillada.

Otro de los espacios cuestionados además de los eventos e invitados fantasmas que se nombraban en el primer artículo de esta cubrimiento es lo que llamaron “agenda académica”, sobretodo cuando uno de los miembros de Kraken rehusó asistir a un congreso realmente académico porque no quería decir que “la cumbia no es rock” pero no le ve problema a llamar “evento académico” a ir a hablar sobre el nuevo disco. Estamos jodidos en Colombia con la falta de espacios educativos para el rock, y aunque charlas como las de Alfonso Espriella fueron entretenidas y valiosas, de académico no tiene nada. Colombia siempre le ha huido a estudiar y esto señores en el rock ya se nota demasiado.

El festival es un espacio enorme y se desperdicia por que seguimos aguantando la ideología tercermundista, progresista y estúpida de una cantidad de funcionarios instalados en un país hecho una mierda en donde el rock se convirtió en un chiste. Culpa de ustedes, culpa del público, culpa de la gente, culpa del dócil perro colombiano al que le tiran un hueso y baja la cabeza y esconde la cola. No tenemos rock en Colombia, no existe más que un grupo de niñatos, tanto viejos y jóvenes decididos a vender su ideal por un puñado de billetes. Y esa realidad es muy triste ya que los músicos que son quienes lloran todo el año por la falta de espacios y dinero, sencillamente callan, como borregos suplicando por una oportunidad que generalmente se da después de meses de papeleos y audiciones para ser puestos a las tres de la tarde cuando nadie ha llegado. Es en la noche cuando llega el grueso del público y sobre todo aparecen miles de “periodistas” e invitados “VIP”.

Pero es más triste saber que el micro mundo más grande lo tenemos en las mentes de estos dictadores musicales que sin conocer el tema, sin tener las credenciales necesarias, están enfrascados en seguir manejando Rock al Parque a su antojo y colocando como prioridad otras cosas por encima que el desarrollo del rock colombiano… el cual ya han matado.

Rock al Parque debe recuperarse para lo que fue hecho… para el rock nacional, el de verdad.

@felipeszarruk

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Colombia

Punk al Parque: La Rebelión Autogestionada del Punk Bogotano

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En 2024, el punk bogotano decidió no quedarse callado ante la exclusión de su género en el festival Rock al Parque. En respuesta, un colectivo de bandas y seguidores del punk organizó su propio festival alternativo, Punk al Parque, en varias localidades de Bogotá. Este evento autogestionado refleja no solo la persistencia del punk como movimiento contracultural, sino su relevancia en la ciudad como un espacio para expresar disconformidad y resistencia frente a la institucionalización de la cultura.

La decisión de organizar Punk al Parque se originó luego de que Rock al Parque, conocido por su apertura hacia géneros alternativos, diera prioridad a otros estilos, relegando el punk de la programación oficial. Esto fue visto como un golpe para la escena punk, que siempre ha tenido un lugar destacado en la historia musical y política de Bogotá, impulsando expresiones auténticas y no comerciales que cuestionan el orden social.

Punk al Parque no solo se limita a un festival musical, sino que se convierte en un espacio de encuentro comunitario. El festival abarcó varias localidades, reflejando una conexión profunda con los barrios y sectores populares. La organización y la autogestión fueron claves, sin necesidad de apoyo estatal o grandes patrocinadores. Las bandas punk bogotanas, algunas de las cuales tienen años de trayectoria y otras que apenas emergen, se unieron para asegurar que el evento mantuviera su esencia combativa y disruptiva, un aspecto fundamental para la identidad punk.

Este esfuerzo no solo destaca el carácter autogestionado del evento, sino también su papel como un espacio contracultural donde se defiende la autenticidad del punk y su mensaje social. Lejos de buscar la aprobación de las instituciones, Punk al Parque se configura como un acto de resistencia y reafirmación de una cultura que se niega a ser silenciada o absorbida por los eventos masivos y oficiales de la ciudad.

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