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Ajiaco de langosta: cuando la confianza y la creatividad se convierten en enemigos de las artes por la falta de educación.

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Estaba leyendo sobre una pequeña polémica que se dio en torno al “Ajiaco de Langosta”, un plato creación del Chef Fernando Arévalo con el que quería “darle otro toque” a la famosa receta Colombia. A la Chef Leonor Espinoza no le gustó para nada y aseguró que atentaba contra la tradición del plato típico. ¿Quién tiene la razón? ¿El sofisticado Chef visionario o la purista de la tradición? Que dilema el de las artes hoy en tiempo de la corrección política en donde todo vale y las artes son despreciadas y manipuladas solamente porque las personas piensan que “todo vale” o “todo es subjetivo”.

https://www.infobae.com/colombia/2023/06/03/ajiaco-de-langosta-leonor-espinosa-critico-creacion-del-chef-fernando-arevalo/

Las artes son una forma de expresión humana que abarca diversas manifestaciones estéticas, desde la pintura y la escultura hasta la literatura y la música. Sin embargo, a pesar de su valor cultural, histórico y social, las artes no suelen ser respetadas por las personas en general, hablan de ellas como si todos dominaran el conocimiento en esas áreas desde el momento en que nacen, cosa que no sucede con las matemáticas, el derecho o la medicina, disciplinas sobre las que uno no ve por ahí a todo el mundo opinando. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Qué factores influyen en la falta de respeto por las artes y en la proliferación de ideas empíricas que se defienden con vehemencia? ¿Qué necesidad tienen las personas de querer creer que dominan áreas que nunca han estudiado solo porque se prestan para análisis abiertos? Pareciera que si algo no es 2+2=4 entonces no existe.

Una posible explicación es que las artes son percibidas como algo subjetivo, relativo y dependiente del gusto personal, mientras que las ciencias son vistas como algo objetivo, universal y basado en la razón. Esta dicotomía entre lo subjetivo y lo objetivo se remonta a la Ilustración, el movimiento intelectual que exaltó la ciencia y la razón como fuentes de conocimiento y progreso, frente a la religión y la tradición. La Ilustración también estableció una jerarquía entre las artes y las ciencias, otorgando mayor prestigio y utilidad a estas últimas. Así, las artes quedaron relegadas a un plano secundario, como meros adornos o entretenimientos y este tipo de pensamiento se mantiene hasta hoy en día.

Otra posible explicación es que las artes son más accesibles y cercanas al público que las ciencias, lo que genera una falsa sensación de familiaridad y competencia, como cualquiera accede a la música, al cine, al teatro entonces claro, cualquiera puede hablar y dar su punto de vista y proclamarlo como verídico, cualquiera puede ver una obra de arte, leer un libro o escuchar una canción, pero no cualquiera puede resolver una ecuación, interpretar una ley o diagnosticar una enfermedad. Esto hace que las personas se sientan con más derecho a opinar sobre las artes que sobre las ciencias, sin tener en cuenta los criterios técnicos, históricos o estéticos que rigen cada disciplina artística, y para completar, las personas tienden a proyectar sus propias emociones, experiencias y valores en las obras de arte, lo que los lleva a defender sus opiniones con pasión e incluso con agresividad.

Y aun entendiendo todo lo anterior, estas explicaciones no son suficientes para entender la complejidad del fenómeno, hay que tener en cuenta también otras variables, como el contexto social, cultural y político en el que se producen y se consumen las obras de arte; el papel de los medios de comunicación y de las industrias culturales en la difusión y la valoración de estas; el grado de educación artística y de sensibilidad estética de los individuos; o la diversidad de teorías del arte que existen y que ofrecen diferentes perspectivas para analizar e interpretar el hecho artístico.

Hablemos de algunos hechos puntuales que ilustran este pensamiento, en el caso de la música el cuál es mi área de estudio:

El vallenato es un género musical tradicional de la región del Magdalena Grande, en el norte de Colombia, que se caracteriza por el uso del acordeón, la caja y la guacharaca, y por sus letras que narran historias de amor, desamor, alegría y tristeza, también una forma de comunicación oral que transmite la cultura, la identidad y los valores de las comunidades campesinas y urbanas que lo practican.

En 2015, la Unesco declaró al vallenato como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, reconociendo su importancia como expresión artística y social que contribuye a la cohesión y la diversidad cultural. Según la Unesco, el vallenato está en necesidad de salvaguardia urgente debido a las amenazas que enfrenta su viabilidad, como el conflicto armado, el narcotráfico, el desplazamiento forzado y la pérdida de espacios públicos para su interpretación.
Pero ¿para qué sirve que el vallenato sea patrimonio inmaterial de la humanidad? ¿Qué beneficios tiene esta declaración para el género musical y para las personas que lo cultivan? ¿Qué responsabilidades implica para el Estado y la sociedad civil?

Según los expertos la declaración de la Unesco tiene varios efectos positivos para el vallenato, entre ellos que le otorga un reconocimiento internacional y una visibilidad que puede favorecer su difusión y su valoración en otros contextos culturales o que le brinda una protección legal y moral que puede servir para prevenir o denunciar situaciones que atenten contra su integridad o su autenticidad entre otras cosas, pero entonces si vemos que nadie hace o dice nada cunado en el Festival Vallenato quieren contratar a Bad Bunny pensando más en la comercialización del evento que en salvaguardar el género protegido por la Unesco precisamente por los peligros que cosas así representan, nos damos cuenta que vivimos en un país de hipócritas en donde a pesar de que lo digan constantemente las artes no interesan sino el dinero, somos prostitutas artísticas, meros entretenedores, mercenarios de las artes.

Lo mismo sucede con varios festivales de los cuales hemos hablado cientos de veces como Rock al Parque, pero que parece que el nivel de pensamiento crítico de Colombia no ha sido capaz de entender. Cada vez que se hace una crítica al festival por el detrimento del género o la corrupción comprobada los músicos y personas piensan que se etá criticando la parte músical lo cuál los ha hecho pensar que defender que la cumbia eléctrica es igual que el rock, que representan lo mismo y alterados e inocentes se vuelven cómplices de la corrupción.
En 2013, Rock al Parque fue declarado patrimonio cultural de Bogotá por el Concejo Distrital, reconociendo su importancia como espacio de expresión artística, convivencia ciudadana y diversidad cultural. Según el acuerdo que lo declaró como tal, Rock al Parque debe garantizar la participación de las bandas locales, la calidad artística de las bandas invitadas, la inclusión de géneros afines al rock y la promoción de valores como la tolerancia, el respeto y la solidaridad pero esto señores, sencillamente no sucede, en este país nadie respeta el rock e incluso los ignorantes ahora llaman “la policía del Metal” a quienes puedan diferenciar un pasodoble de un punk, tal estupidez sería como llamar “la policía de las matemáticas” a una profesor que diga que 2+2 no puede ser 7 y no es una falacia de falsa equivalencia, es lo mismo, pero lo científico sí suena absurdo precisamente porque nadie respeta a las artes.

Y sucede en todas las prácticas, en la pintura, la escultura, el dibujo, la fotografía, el cine, que son artes que requieren de una técnica, de una estética y de una creatividad que las distinguen de otras formas de comunicación visual, hacer una película no es comprar una cámara y ya, montar una obra de teatro no es recitar un texto aprendido, que falta de educación la que hay en la gran mayoría sobre el tema.

El problema es que este fenómeno podría poner en riesgo la calidad y el valor de las artes, el empirismo es una actitud o una práctica que se basa en la experiencia personal y en la observación directa de la realidad, sin tener en cuenta los conocimientos teóricos o los criterios artísticos que rigen cada disciplina que puede ser visto como una forma de aprendizaje autodidacta, de experimentación libre o de expresión espontánea, pero también puede ser visto como una forma de ignorancia, de improvisación o de banalización y precisamente la sublimación de este empirismo en Colombia y en otros países en donde han hecho creer que “cualquiera es artista” el que ha generado conflictos o tensiones entre los diferentes actores involucrados en las artes como los artistas, los críticos, los curadores y los espectadores, por cuestiones de autoría, propiedad intelectual o representatividad, precisamente el darle poder a empíricos sin suficiente educación ha destruido nuestra cultura y nuestra políticas culturales, piense si lo hiciéramos con los médicos o los abogados, piensen en que cualquiera pudiera operarnos un tumor o defendernos en un juicio solo porque cree que lo puede hacer.

Tenemos que comenzar a demandar y exigir respeto por las artes, así como se exige por la política o por la responsabilidad de la información, el público y la población en general debe aprender a callar cuando no tenga la suficiente capacidad para abordar un tema y dejar de ser gestores de odio y de ignorancia. Esto no quiere decir que no se pueda dar una opinión sobre cualquier cosa, pero las personas también tienen que entender que la opinión es sencillamente eso, una opinión, un punto de vista personal que no tiene que ser impuesto como lo han hecho a punta de vetos, irrespetos e insultos a los ciudadanos. El problema no son las artes sino la mediocridad de las personas en ellas que están buscando como saquear dineros sin importarle ni siquiera un poco las prácticas artísticas.

Para terminar me gustaría recordar que un juez de la república de Colombia, rechazó una tutela para congelar o replantear el Festival Rock al Parque, después de que la controlaría de la república demostrara toda su corrupción en dos visitas fiscales que se pidieron por parte de Subterránica solamente porque el honorable no “sabía que era Rock”, dejando de nuevo que el festival se robara más de 15 mil millones de pesos al año, dándole la falsa imagen a las bandas de que tenían razón y dándoles a los músicos vía libre para seguir inscribiéndose y ser cómplices de corrupción y robos. Así de graves estamos, en donde “el artista” prefiere ignorar la deshonestidad con tal de sacar un pedazo del plato para un almuerzo y en donde la creatividad, la creación y la gestión fue relegada a un grupo de empíricos amigos unos de otros que saquean los erarios mientras el público en Internet los defiende y cree que quienes defienden a las artes son “retrógrados”, “radicales” y “pataletudos”.

Felipe Szarruk

Doctorando en Periodismo de la U.Complutense de Madrid, Magister en Estudios Artísticos, músico y comunicador social.

Colombia

Crónica de la segunda batalla del Monster del Rock 2025: Rock, viajes profundos y nostalgia.

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Bogotá, Colombia – 30 de mayo de 2025

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 celebrada en Bbar fue una noche donde la diversidad sonora y la pasión por el rock convergieron en un espectáculo inolvidable. Cuatro bandas bogotanas, cada una con su identidad y propuesta única, ofrecieron presentaciones que desafiaron las expectativas y reafirmaron la vitalidad de la escena independiente colombiana.

Brain Voltaje: Un viaje sensorial intrincado

La velada comenzó con Brain Voltaje, una banda que se distingue por su complejidad musical y atmósferas meticulosamente elaboradas. Su presentación fue una travesía sonora que transitó por diversos estilos dentro del rock, incluyendo elementos experimentales y voces que evocaban el post-punk. La particularidad de tener al baterista como vocalista principal añadió una capa adicional de interés demostrando una cohesión y sincronía excepcionales entre los miembros. Aunque algunos cambios abruptos en su setlist interrumpieron momentáneamente la inmersión del público, la banda logró capturar la atención y el aplauso de todos los presentes, consolidándose como una propuesta diferente y cautivadora de esas que poco se ven hoy en día, es una inmersión en un universo creado por tres personajes que se salen de lo común, una banda a la que se le nota el trabajo y su concepto elaborado.

Multivac: La Alegría del Rock Sincero

A continuación, Multivac subió al escenario con una energía contagiosa y una propuesta que celebraba la diversión y la honestidad en el rock. Su música, caracterizada por acordes y melodías sencillas pero efectivas, resonó con el público, que respondió con entusiasmo y participación activa. La interacción constante con la audiencia y la claridad de sus mensajes líricos demostraron que el rock puede ser accesible y profundo al mismo tiempo. Su actuación les valió el reconocimiento del público, obteniendo el voto popular de la noche, fueron los ganadores del voto del público. Esto demuestra que tal vez la gente no siempre prefiere el dramatismo y la complejidad sino que a veces se necesita una banda como Multivac para poder olvidarse un poco de la realidad y pasar un buen rato, para eso es la música tambien

Grave Compañía: Minimalismo con Profundidad

El tercer turno fue para Grave Compañía, una banda que sorprendió con una propuesta minimalista pero poderosa. Conformada únicamente por batería y bajo, la agrupación logró crear un sonido rico y envolvente, gracias al uso innovador de efectos como el octavador. La presencia escénica del vocalista Alejandro, quien compartía reflexiones sobre cada canción sin caer en discursos adoctrinantes, añadió una dimensión emocional y reflexiva a la presentación. Su evolución desde el año anterior fue notable y su capacidad para conectar con el público y las demás bandas les otorgó el voto de sus colegas músicos que no es un voto cualquiera. Grave compañía tiene la capacidad de impresionar y al mismo tiempo convertir la sala en un pulpito desde donde se mezclan la buena música con una invitación a pensar. Algo increíble es la transformación de los dos integrantes en el escenario en donde mutan hacía dos personajes desatados como si los instrumentos extendieran su personalidad.

Keboth: El Renacer del Hard Rock

Cerrando la noche, Keboth ofreció una dosis revitalizante de hard rock y heavy metal, evocando la esencia de los años 80 con un sonido fresco y contemporáneo. La banda, compuesta por músicos con trayectorias destacadas, demostró un dominio escénico impresionante y una ejecución impecable. Los riffs potentes y la cohesión entre los miembros transportaron al público a una época dorada del rock, adaptada a los tiempos actuales. La guitarra es su protagonista principal construyendo frases que se quedan desde la primera escucha, integrando solos en momentos clave y trayendo de regreso ese animal al que en los ochentas tocaba ahuyentar de las casas de los padres. Su comprensión del espíritu del Monster del Rock y su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno los posicionaron como una de las propuestas más sólidas de la noche.

Veredicto: Lo dificil de escoger.

La deliberación del jurado reflejó la calidad y diversidad de las presentaciones. Con votos divididos entre las cuatro bandas, la decisión final fue invitar a Keboth y Brain Voltaje a la final del Monster del Rock Subterránica 2025. Esta elección no solo reconoce el talento de ambas bandas, sino que también enriquece la competencia final con propuestas que, aunque diferentes, representan lo mejor de la escena rockera bogotana.

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 fue una muestra de la diversidad y creatividad que caracterizan al rock colombiano. Las bandas participantes no solo ofrecieron actuaciones memorables, sino que también reafirmaron el compromiso y la pasión que mantienen viva la llama del rock independiente en el país. Con la final en el horizonte, la expectativa crece por ver cómo estas propuestas seguirán evolucionando y dejando su huella en la historia musical de Colombia. Los invitamos a seguirlos en sus redes sociales y nos vemos en las próximas batallas.

@subterranica

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Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

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He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.

Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.

He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?

Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.

La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.

Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.

@felipeszarruk

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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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