Colombia
El impacto negativo de los oportunistas en la industria del rock colombiano y cómo restaurar su Integridad.

La música rock ha sido una fuerza poderosa y revolucionaria en la historia de la industria musical, desde sus raíces en los años 50 hasta el presente, el rock ha sido un género que ha transmitido emociones intensas y ha dado voz a generaciones enteras, pero en Colombia se ha hecho notorio que la falta de seriedad y profesionalismo de algunos agentes ha impedido la construcción de una escena del rock sólida en el país y el desarrollo de las oportunidades tanto de músicos como de espacios de circulación y promoción.
Es preocupante… el otro día escuché a una banda nueva decir literalmente “frescos, sigamos ensayando que en algún momento la alcaldía nos llama”, eso fue muy triste. La música rock es mucho más que simplemente acordes distorsionados y ritmos enérgicos, requiere de un enfoque serio y dedicado por parte de los involucrados, desde los músicos hasta quienes dicen ser bookers, managers y otros agentes de la industria, tristemente, hemos sido testigos de la presencia de personas que ingresan al mundo del rock sin la preparación necesaria, buscando únicamente el dinero y los beneficios personales a consta de lo que sea, hablando y vociferando lo que sea y lo peor de todo, haciéndose un nombre con mentiras, con cámaras de eco, a punta de chisme y palabra, en donde algunos incluso organizan festivales con nombres traídos del exterior o apoyados en organizaciones serias, organizan ruedas de negocios y encuentros para lograr nada, absolutamente nada más que lucro económico pero sin aportar ni fondo ni formas en la industria.
Estos oportunistas, como los llamaremos, representan una amenaza para la integridad y el crecimiento del rock en Colombia, su falta de preparación y conocimiento se traduce en malas decisiones, desde contrataciones inapropiadas hasta una gestión deficiente de eventos y oportunidades perdidas para los músicos, esta falta de seriedad y profesionalismo ha afectado la percepción de la industria del rock en general, generando desconfianza y limitando su desarrollo y lo peor de todo es que cuando se ven atacados o encerrados se dedican a destruir a quienes denuncian, los hemos visto en bandas, en locutores de radio, en curadores de festivales y en general en todas las personas que encuentran en la música un hoyo, un escape para poder ganar tres pesos.
Otro problema grave causado por los oportunistas es la preferencia por la corrupción y los contactos en lugar de la valoración del talento y el mérito, esto distorsiona completamente el equilibrio y las oportunidades para los artistas genuinamente talentosos ya que en lugar de premiar la calidad artística, se privilegia la relación personal o los acuerdos oscuros detrás de escena, así se crea un entorno poco saludable y desmotivador para los músicos comprometidos y dificulta la construcción de una escena sólida y respetada, muchos músicos abandonan por esto sus carreras, entonces es crucial promover la transparencia y la ética en la industria del rock, los profesionales deben ser evaluados y seleccionados en base a su experiencia y habilidades comprobadas, no solo por sus conexiones personales. Además de todo, es una obligación establecer estándares éticos y prácticas profesionales que valoren la igualdad de oportunidades y la justa valoración del talento, esto implica un cambio de mentalidad y una ruptura con los viejos paradigmas arraigados en la industria, cansa bastante escuchar abogados, ingenieros, sociólogos y hasta odontólogos hablar con propiedad del rock como si dominaran el tema, no me imagino yo, tratando de idiota a un cirujano en medio de una operación solo porque en mi mente me creo cirujano y pienso en mi micromundo que puedo hacerlo mejor que él sin conocimiento ni práctica, es lo mismo, en distintos niveles pero es la misma cuestión.
La educación y la formación son componentes esenciales para solucionar este problema, se deben ofrecer programas de capacitación y cursos especializados en el campo del rock, que aborden aspectos técnicos, conocimientos legales y gestión de eventos. La inversión en la formación de profesionales ayudará a fortalecer el talento local y a garantizar que estén preparados para enfrentar los desafíos de la industria del rock de manera ética y profesional, en esto se debería gastar el presupuesto, en lugar de robarlo y repartirlo como se ha demostrado ya en contadas ocasiones, se debería preparar a las personas con intereses en la industria para ser verdaderos agentes que aporten, no que hablen y hablen sin parar, sino que aporten espacios de acción, de reconocimiento, de circulación entro otros, mejor dicho, que roban nombres, marcas, canciones además de robar al menos hagan algo ya que parece que dejar de robar no pueden. Acá, al parecer en la música hay una falta de creatividad preocupante, todo son tributos, encuentros traídos de otros países, maromas, picardías, torcidos y movimientos de cualquier tipo con tal de quedar bien y echarse unos pesitos al bolsillo.
Los riesgos de la falta de preparación:
Cuando personas sin la debida preparación asumen roles cruciales en la industria del rock, como bookers, managers u otros agentes, se corre el riesgo de comprometer la calidad del trabajo y la trayectoria de los artistas. La falta de conocimiento y experiencia puede resultar en malas decisiones de contratación, falta de gestión adecuada de eventos y oportunidades perdidas para el crecimiento de los artistas. Esto no solo afecta a los músicos, sino también a la percepción de la industria y su reputación en general.
La corrupción y los contactos perjudican la meritocracia:
Uno de los mayores problemas causados por los oportunistas en la industria del rock es la preferencia por la corrupción y los contactos en lugar de la valoración del talento y el mérito. Cuando se otorgan oportunidades basadas en relaciones personales en lugar de habilidades y calidad artística, se distorsiona el equilibrio y se limita el crecimiento genuino de los artistas talentosos. Esto puede generar descontento entre los músicos y erosionar la confianza en la industria en su conjunto.
La necesidad de promover la transparencia y la ética:
Para abordar el problema de los oportunistas en la industria del rock, es esencial promover la transparencia y la ética en todas las facetas del negocio. Los agentes y profesionales deben ser evaluados y seleccionados en función de sus habilidades, conocimientos y experiencia comprobada. Además, es fundamental establecer estándares éticos y prácticas profesionales que promuevan la igualdad de oportunidades y la justa valoración del talento, evitando así la influencia negativa de la corrupción y los contactos.
La importancia de la educación y la formación:
Una estrategia clave para solucionar el problema de los oportunistas en la industria del rock es fomentar la educación y la formación especializada. Esto implica brindar programas de capacitación y cursos que aborden aspectos técnicos, conocimientos legales, gestión de eventos y marketing dentro de la industria musical. Al promover una educación sólida y accesible, se fortalecerá el talento y se abrirán oportunidades para profesionales comprometidos y bien preparados.
Lo más importante es contar con artistas y profesionales éticos y estos deben buscar trabajar con managers, bookers y agentes comprometidos con la calidad artística, la transparencia y la honestidad, tres valores casi inexistentes en el rock colombiano, deben aprender a establecer relaciones sólidas y basadas en valores compartidos, se pueden construir alianzas que impulsen el crecimiento de los artistas y promuevan una escena del rock sólida y confiable, “zapatero a tus zapatos” es bastante frustrante ver es alarga fila de personajes sin educación, muertos de hambre y en necesidad, disfrazados de grandes gurús de la industria musical para al final terminar alejándose del rock vociferando en contra del género y echándole la culpa del fracaso a los demás. Ya es hora de que el rock se respete en Colombia porque está hecho un bodrio, una amalgama de ruido, un jugo de corruptos y deshonestos que lo han minimizado.
La presencia de oportunistas sin preparación y motivados por intereses económicos en la industria del rock ha sido un problema que ha afectado negativamente su desarrollo en Colombia y en otros lugares. Estos individuos ponen en riesgo la calidad del trabajo, distorsionan la meritocracia y generan desconfianza en la industria y ahora toca, es una obligación abordar este problema a través de la promoción de la transparencia, la ética y la valoración del talento, fundamental fomentar la educación y la formación especializada, así como establecer estándares éticos en la contratación y gestión de artistas y personal, la colaboración entre artistas y profesionales comprometidos con la calidad y la integridad es obligatoria para restaurar la confianza en la industria del rock y construir una escena sólida y respetada. Solo a través de un compromiso conjunto y un esfuerzo consciente por promover la seriedad y el profesionalismo, podremos superar las distorsiones y alcanzar un panorama rockero próspero y auténtico en Colombia y más allá.
Colombia
Crónica de la segunda batalla del Monster del Rock 2025: Rock, viajes profundos y nostalgia.

Bogotá, Colombia – 30 de mayo de 2025
La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 celebrada en Bbar fue una noche donde la diversidad sonora y la pasión por el rock convergieron en un espectáculo inolvidable. Cuatro bandas bogotanas, cada una con su identidad y propuesta única, ofrecieron presentaciones que desafiaron las expectativas y reafirmaron la vitalidad de la escena independiente colombiana.
Brain Voltaje: Un viaje sensorial intrincado

La velada comenzó con Brain Voltaje, una banda que se distingue por su complejidad musical y atmósferas meticulosamente elaboradas. Su presentación fue una travesía sonora que transitó por diversos estilos dentro del rock, incluyendo elementos experimentales y voces que evocaban el post-punk. La particularidad de tener al baterista como vocalista principal añadió una capa adicional de interés demostrando una cohesión y sincronía excepcionales entre los miembros. Aunque algunos cambios abruptos en su setlist interrumpieron momentáneamente la inmersión del público, la banda logró capturar la atención y el aplauso de todos los presentes, consolidándose como una propuesta diferente y cautivadora de esas que poco se ven hoy en día, es una inmersión en un universo creado por tres personajes que se salen de lo común, una banda a la que se le nota el trabajo y su concepto elaborado.
Multivac: La Alegría del Rock Sincero

A continuación, Multivac subió al escenario con una energía contagiosa y una propuesta que celebraba la diversión y la honestidad en el rock. Su música, caracterizada por acordes y melodías sencillas pero efectivas, resonó con el público, que respondió con entusiasmo y participación activa. La interacción constante con la audiencia y la claridad de sus mensajes líricos demostraron que el rock puede ser accesible y profundo al mismo tiempo. Su actuación les valió el reconocimiento del público, obteniendo el voto popular de la noche, fueron los ganadores del voto del público. Esto demuestra que tal vez la gente no siempre prefiere el dramatismo y la complejidad sino que a veces se necesita una banda como Multivac para poder olvidarse un poco de la realidad y pasar un buen rato, para eso es la música tambien
Grave Compañía: Minimalismo con Profundidad

El tercer turno fue para Grave Compañía, una banda que sorprendió con una propuesta minimalista pero poderosa. Conformada únicamente por batería y bajo, la agrupación logró crear un sonido rico y envolvente, gracias al uso innovador de efectos como el octavador. La presencia escénica del vocalista Alejandro, quien compartía reflexiones sobre cada canción sin caer en discursos adoctrinantes, añadió una dimensión emocional y reflexiva a la presentación. Su evolución desde el año anterior fue notable y su capacidad para conectar con el público y las demás bandas les otorgó el voto de sus colegas músicos que no es un voto cualquiera. Grave compañía tiene la capacidad de impresionar y al mismo tiempo convertir la sala en un pulpito desde donde se mezclan la buena música con una invitación a pensar. Algo increíble es la transformación de los dos integrantes en el escenario en donde mutan hacía dos personajes desatados como si los instrumentos extendieran su personalidad.
Keboth: El Renacer del Hard Rock

Cerrando la noche, Keboth ofreció una dosis revitalizante de hard rock y heavy metal, evocando la esencia de los años 80 con un sonido fresco y contemporáneo. La banda, compuesta por músicos con trayectorias destacadas, demostró un dominio escénico impresionante y una ejecución impecable. Los riffs potentes y la cohesión entre los miembros transportaron al público a una época dorada del rock, adaptada a los tiempos actuales. La guitarra es su protagonista principal construyendo frases que se quedan desde la primera escucha, integrando solos en momentos clave y trayendo de regreso ese animal al que en los ochentas tocaba ahuyentar de las casas de los padres. Su comprensión del espíritu del Monster del Rock y su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno los posicionaron como una de las propuestas más sólidas de la noche.
Veredicto: Lo dificil de escoger.
La deliberación del jurado reflejó la calidad y diversidad de las presentaciones. Con votos divididos entre las cuatro bandas, la decisión final fue invitar a Keboth y Brain Voltaje a la final del Monster del Rock Subterránica 2025. Esta elección no solo reconoce el talento de ambas bandas, sino que también enriquece la competencia final con propuestas que, aunque diferentes, representan lo mejor de la escena rockera bogotana.
La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 fue una muestra de la diversidad y creatividad que caracterizan al rock colombiano. Las bandas participantes no solo ofrecieron actuaciones memorables, sino que también reafirmaron el compromiso y la pasión que mantienen viva la llama del rock independiente en el país. Con la final en el horizonte, la expectativa crece por ver cómo estas propuestas seguirán evolucionando y dejando su huella en la historia musical de Colombia. Los invitamos a seguirlos en sus redes sociales y nos vemos en las próximas batallas.
@subterranica
Colombia
Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.
Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.
He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?
Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.
La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.
Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.
@felipeszarruk
Colombia
I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.
Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.
El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.
“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.
Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.
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