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¿Cuál fue el papel de Medellín en el movimiento Black Metal y la creación de un nuevo género musical?

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El Black Metal no nació en Medellín, Colombia. Es un género musical que surgió en la década de 1980 en Noruega, con bandas como Mayhem, Burzum y Darkthrone, pero Medellín sí tuvo y ha tenido una escena de metal extremo bastante activa y reconocida a nivel internacional con bandas como Reencarnación, Parabellum y otras, que han contribuido al desarrollo del Metal en América Latina. En resumen el Black Metal nace antes que el Ultra Metal que es el género que se le puede atribuir a Medellín, y que ambos se desarrollaron de forma paralela e independiente en diferentes contextos, tener esta diferencia clara es vital en un país en donde no diferencian una cumbia de un rock y por eso se dan estas confusiones y mitos.

La banda Venom con su demo de 1979 tal vez fue la que abrió el camino a lo que iba a venir, uno de los primeros discos de Black Metal como género ya consolidado en el mundo generalmente se considera “Under the Sign of the Black Mark” de Bathory, lanzado en 1987 pero definitivamente Venom podrían considerarse los precursores ya que no necesariamente debemos dar inicio a un género con la edición de un álbum, anteriormente algunas de las bandas más importantes del Black Metal estaban activas.

Mayhem se formó en 1984 y fueron pioneros en el desarrollo del género, su álbum “De Mysteriis Dom Sathanas” lanzado en 1994 es uno de los álbumes más influyentes del género. Por su parte Burzum, el proyecto en solitario de Varg Vikernes que comenzó en 1991 fue también muy influyente en la escena de noruega, su álbum debut homónimo, “Burzum”, fue lanzado en 1992. Darkthrone, formada en el 86 fue otra banda clave con su disco “A Blaze in the Northern Sky” del 92 que ayudó a definir el sonido del Black Metal como género musical.
El primer disco de Ultra Metal en Medellín es un tema de debate y puede variar dependiendo de la perspectiva de cada persona dentro de la escena local ya que no hubo mucho interés en guardar la historia del movimiento, justo como ha pasado con casi todo el rock colombiano, como decíamos, algunas de las primeras bandas de metal extremo en Medellín que ayudaron a establecer el género en la ciudad incluyen a Reencarnación y Parabellum.

Reencarnación, formada en 1983 y es considerada una de las primeras bandas de metal extremo en Colombia, “888 Metal” se lanzó en el 88 y es una obra muy influyente en la escena, en 2024 hemos visto la reactivación fuerte de esta banda preparando y ejecutando varios shows. Por otro lado, Parabellum, también formada en la década de 1980, es conocida por fusionar elementos de Punk y Metal extremo, su álbum “Mutación por Radiación” lanzado en 1987 es uno de los primeros álbumes de lo que se llamó Ultra Metal en Colombia y es un clásico de la historia nacional.

Entonces tenemos que cuando se habla del nacimiento del Black Metal como género musical, generalmente se hace referencia al surgimiento de un movimiento específico con características distintivas en un lugar y tiempo determinado, aunque es cierto que bandas como Reencarnación y Parabellum en Medellín tenían elementos del sonido que luego se asociaría con el Black, el término “Black Metal” en su forma distintiva se popularizó con bandas noruegas como Mayhem, Burzum y Darkthrone en la década de 1980, es importante destacar que el Black Metal como género musical tiene sus raíces en una escena específica en Noruega, caracterizada por su estética, ideología y sonido distintivos, mientras que otras bandas de diferentes partes del mundo pueden haber contribuido después con elementos que luego se integraron en el género.

La ciudad de Medellín siempre ha sido reconocida por el público y los amantes del Rock y el Metal por su escena rica en géneros extremos, y aunque podemos afirmar entonces que el Black Metal no nació en la ciudad como algunos quisieran creer, Medellín sí ha dejado una marca significativa en la historia del movimiento gracias a la contribución de sus bandas que surgieron dentro de este contexto de sonidos en el mundo, desarrollando un sonido único que fusionaba elementos del punk, thrash y proto-Black Metal, estas bandas sentaron las bases para la eventual proliferación del género en la región.

La leyenda de la influencia del Ultra Metal de Medellín en el Black Metal noruego no es una afirmación definitiva, sino una hipótesis basada en algunos indicios y testimonios. Según un artículo de VICE, Bull Metal, el fundador de Masacre y uno de los pioneros del Ultra Metal, intercambiaba cartas y música con Mayhem, la banda más representativa del Black Metal noruego. En una de esas cartas, Euronymous, el líder de Mayhem, le agradeció a Bull Metal por enviarle el demo de Parabellum, otra banda clave del Ultra Metal. Además, en una entrevista, el baterista de Mayhem, reconoció la influencia de Parabellum en su estilo. Estos hechos sugieren que hubo una conexión entre las dos escenas, aunque no se puede asegurar que fuera determinante o generalizada.

Bandas como Astaroth, Mierda, Danger y Sacrilegio crearon un sonido primitivo, caótico y violento, que reflejaba la realidad marginal y el descontento de muchos jóvenes de la ciudad, se caracterizaban por su actitud rebelde, contestataria y blasfema, que desafiaba los valores conservadores y religiosos de la sociedad colombiana.

El Ultra Metal se difundió por el mundo gracias al correo postal y al intercambio de demos y fanzines entre los aficionados al metal. Así, el sonido de Medellín llegó a los oídos de los músicos europeos que estaban dando forma al Black, especialmente en Noruega y Suecia. Estos músicos quedaron impresionados por la crudeza y la autenticidad del Ultra Metal y lo tomaron como una referencia para crear su propio estilo, algunos incluso llegaron a versionar sus canciones.

El Back Metal Noruego se convirtió en el movimiento más radical y notorio del metal, no solo por su música, sino también por sus acciones violentas, como los incendios de iglesias, los asesinatos y los suicidios, se basaba en una ideología anticristiana, nacionalista y elitista, que buscaba recuperar las raíces paganas y vikingas de Escandinavia. Sin embargo, esta ideología contrastaba con la del Ultra Metal de Medellín, que era más anárquica, nihilista y universalista, y que no pretendía imponer una visión única del mundo.

Hay otras fuentes que respaldan la hipótesis de la influencia del Ultra Metal de Medellín en el Black Metal noruego, como entrevistas, documentales, libros y revistas especializadas. Por ejemplo, en el documental Blackhearts (2016), se muestra la conexión entre las dos escenas a través de la historia de Hector, un músico colombiano que viaja a Noruega para conocer el origen del Black. También hay libros como Black Metal: Evolution of the Cult (2013), de Dayal Patterson, que dedica un capítulo al Ultra Metal y su relación con el Black Metal. Además, hay revistas como Metal Hammer o Terrorizer que han publicado artículos sobre el tema.

Dentro de todo este maremagnun sale a flote el nombre de Bull Metal, una figura importante y protagonista de este historia. La historia de Bull Metal es la de un músico, fanzinero y promotor del metal colombiano, que tuvo una gran influencia en el desarrollo del Ultra Metal. Su nombre real era Mauricio Montoya Botero y nació en Medellín en 1965. Desde joven se interesó por el metal y el punk y empezó a tocar la batería en varias bandas, como Masacre, Typhon, Profanación y Erzebet. También fundó su propio sello discográfico, Warmaster Records, y su propio fanzine, Necrometal, donde difundía la música extrema nacional e internacional. A través de su fanzine, se comunicaba con otros músicos y fanáticos de todo el mundo, intercambiando cartas, cintas y discos. Entre sus contactos, se encontraba Euronymous, el líder de la banda noruega Mayhem, con quien compartió el demo de Parabellum, una de las bandas pioneras del Ultra Metal de Medellín. Bull Metal fue el responsable de publicar el álbum The Dawn of the Black Hearts, un bootleg de Mayhem que contiene una foto de la cabeza de Dead, el vocalista que se suicidó en 1991. Este álbum se convirtió en una pieza de culto para los fanáticos del Black Metal, y también en una prueba de la conexión entre el Ultra Metal y el Black Metal.

Bull Metal murió en 2002, a los 37 años, en su apartamento de Medellín y sigue siendo recordado como una leyenda del metal y como un personaje que marcó la historia del Ultra Metal y el Black Metal.

Así, el Ultra Metal de Medellín fue el resultado de una expresión artística genuina, que nació de la necesidad de canalizar el sufrimiento y la rebeldía de una generación marcada por la violencia, fue el testimonio de una cultura urbana, que se forjó en las calles y en las notas que se hizo escuchar en el mundo entero.

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Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

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He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.

Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.

He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?

Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.

La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.

Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.

@felipeszarruk

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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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Crónica: El Monster del Rock Subterránica 2025 inicia con una batalla de alto calibre en Bbar Bogotá

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Por Felipe Szarruk para Subterránica

La primera batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 no fue solo un concurso, fue una manifestación de la diversidad sonora, la urgencia creativa y el espíritu irreverente que ha caracterizado a Subterránica durante más de dos décadas. Cinco propuestas encendieron el escenario en una noche llena de tensiones técnicas, descubrimientos estilísticos y momentos de gloria musical. La escena subterránea de Bogotá se vistió con cuero, sombras, distorsiones y discursos crudos para dar inicio a una de las ediciones que promete ser de las más reñidas en la historia del certamen que ya por las quince ediciones.

Munnopsis: la maquinaria afinada que abrió las puertas del infierno

Abrir un concurso nunca es fácil. La primera banda enfrenta no solo al público aún frío, sino también a la responsabilidad de marcar el tono. Pero Munnopsis, con una presencia ya consolidada en la escena más aferrada del metal colombiano, no solo aceptó el reto, lo pulverizó.

Su propuesta fue, sin exagerar, la más musicalmente sólida de la noche. Desde el primer golpe de batería se percibió un sonido contundente, sin fisuras, claramente trabajado durante años, hay una madurez en Munnopsis que se respira en la ejecución y en la cohesión entre sus integrantes. Lo suyo no es una banda que improvisa ni que tantea, es una máquina bien aceitada que ha encontrado su identidad y la defiende con fuerza.

El diálogo con el público fue otro punto alto, supieron conectar a pesar de que en ese momento era escaso, supieron leer la sala y sostener la atención sin perder contundencia. En una noche con altos y bajos técnicos, ellos impusieron el estándar. Es evidente que su lugar está entre los nombres más firmes del metal nacional actual.

Hadal Spectre: juventud, fuego interno y técnica en ebullición

Si Munnopsis representó la solidez, Hadal Spectre fue el símbolo de la evolución. Jóvenes, sí, pero con una química interna que se sintió desde los primeros compases. Hay una comunicación natural entre sus músicos, una sinergia que no se compra ni se estudia, simplemente está ahí.

Musicalmente, el grupo se mueve en un terreno en construcción, su género está en pleno proceso de definición, pero esa incertidumbre lejos de ser una debilidad se convierte en un laboratorio sonoro que revela talento individual a raudales. Cada integrante destaca por derecho propio, sin egos ni sobrecargas, y eso ya es decir mucho en una escena donde muchas bandas aún luchan por equilibrar virtuosismo y trabajo en equipo.

Hubo nervios pero supieron canalizarlos en pasión. Lo más difícil de lograr en escena es ejecutar a niveles técnicos altos y a la vez ofrecer un show real, con emoción, con piel. Ellos lo hicieron. Falta pulir detalles, sin duda, pero hay madera de banda grande en Hadal Spectre y su evolución promete ser fascinante de seguir.

Spectral: oscuridad estética y precisión conceptual

Spectral no solo llegó lista sino que llegó con una propuesta estética y musical consolidada, con un performance trabajado, inquietante y magnético.

Desde su entrada, la puesta en escena fue un espectáculo oscuro, teatral y coherente, no se trataba solo de un concierto, sino de una experiencia. El uso del maquillaje y las máscaras, la atmosfera, la actitud escénica, las pausas y silencios, todo estaba calibrado para transmitir un universo particular, el de una banda que bebe del ocultismo estético, con claras influencias de Mercyful Fate y otras agrupaciones clásicas del metal teatral.

Musicalmente, lograron una fusión de géneros que resultó tanto divertida como potente, lo suyo es una mezcla de elementos que no compite con lo técnico, sino que pone el foco en la atmósfera y en el impacto, la ejecución fue precisa, sin ser fría, y el concepto de la oscuridad, el misterio y lo ritual se sostuvo de principio a fin. Spectral está lista para cosas grandes.

Osaka 32: un universo sonoro entre dos voces y dos culturas

Probablemente la propuesta más original de la noche fue la de Osaka 32, una banda que no solo hace música, sino que teje un puente cultural entre oriente y occidente. Su presentación fue una muestra de creatividad, riesgo y sensibilidad estética.

La dupla vocal con una voz masculina potente y agresiva contrastando con una femenina armónica y melódica funcionó como un péndulo emocional que llevó al público por diferentes registros. El resultado fue un tándem poco convencional pero efectivo, que dejó una marca clara.
A pesar de los problemas técnicos y humanos que afectaron su presentación y por los cuales la organización les pide disculpas, lograron conectar con el público, llevándose el voto popular de la noche, lo cual no es poca cosa considerando la escasa asistencia. Osaka 32 demostró que tiene seguidores y una propuesta con corazón, que podría fortalecerse aún más si suman elementos visuales que remitan con más claridad a las culturas asiáticas que evocan en su narrativa. Son una banda con futuro que podría ser muy brillante si saben encontrar su camino en el mercado y en la escena.

Sucia Eukaristia: la liturgia punk del caos

El final de la noche llegó con furia, pogo, caos, irreverencia y una misa punk que convirtió el Bbar en un templo de la distorsión. Sucia Eukaristia es una banda con concepto pleno, definido, furioso y contracultural, lo de ellos es performance, música y manifiesto al mismo tiempo.

La presencia escénica del cantante marcó uno de los momentos más potentes de la noche, dominó el escenario, agitó al público, lo confrontó y lo celebró. En una escena donde muchas bandas aún temen incomodar, ellos lo hacen con gusto. Son una fiesta cruda, violenta, pero honesta, una eucaristía profana que funciona como válvula de escape y como protesta.
El punk tiene eso, siempre se lleva al público, lo involucra, lo hace vivir la experiencia del concierto. La propuesta de Sucia Eukaristia podría fortalecerse aún más si se unificaran visualmente, imaginar a toda la banda vestida bajo un mismo concepto sería inmersivo y devastador, pero ya desde ahora tienen una de las puestas en escena más potentes y auténticas de la competencia.

El Veredicto

En una noche de público escaso, pero con propuestas de alta factura, el jurado conformado por Angie Roa (Cantante, compositora), Dave (Músico, compositor), Leonardo Neizza (Baterista consolidado del rock colombiano), Felipe Szarruk de Subterránica, el público y las mismas bandas, tomó una decisión: Spectral fue la banda ganadora de la noche y por lo tanto primera finalista, con tres votos del jurado y uno adicional del público, totalizando cuatro. Su proyecto fue valorado por su ejecución, su estética, su originalidad y su coherencia conceptual. El voto del público fue para Osaka 32, mostrando que las nuevas generaciones también tienen su nicho y su voz.

Fue una batalla de altísimo nivel, una muestra de lo que viene. Si las próximas fechas mantienen este calibre, el Monster del Rock Subterránica 2025 será una de las ediciones más difíciles y emocionantes de la historia reciente del rock colombiano.

Nos vemos en la próxima batalla. La escena está viva. El monstruo ha despertado.

P.D.: Solidaridad con Narcocracia

Desde Subterránica, expresamos nuestra profunda solidaridad con la banda amiga Narcocracia, quienes fueron víctimas de una agresión al finalizar su presentación en Manizales el pasado 23 de mayo. Un individuo lanzó tres botellas contra los integrantes de la banda, impactando a su vocalista, Leandro Martínez, y causándole lesiones de consideración .

Narcocracia ha sido una voz crítica y valiente dentro de la escena del metal colombiano, utilizando su música para denunciar las injusticias sociales y políticas. Este acto de violencia no solo atenta contra la integridad de los artistas, sino que también refleja una problemática más amplia de intolerancia y agresión en espacios culturales que deberían ser seguros y de expresión libre.

Nos unimos al llamado de reflexión sobre la necesidad de construir una escena musical basada en el respeto, la empatía y el trabajo colectivo. La música debe ser un refugio y un espacio de resistencia, no un campo de batalla para egos y violencias.

A nuestros amigos de Narcocracia, les enviamos nuevamente un abrazo fraterno y nuestro apoyo incondicional. Su voz es necesaria y su lucha, también la nuestra.

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