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Crónica Rock al Parque 2023 Día 1: Los rockeros viejos no paran hasta morir, el único día en donde habrá rock.

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La edición 27 del Festival Rock al Parque abrió sus puertas el sábado 11 de noviembre con una jornada dedicada al rock y sus variantes más duras, lo que tradicionalmente se conocía como “El día del Metal dejo de serlo en exclusiva del género para darle paso a otros sonidos pero siempre dentro del rock y sus corrientes. Desde las 2:30 de la tarde hasta casi terminar la noche, miles de fanáticos disfrutaron de un cartel diverso y de calidad, que incluyó bandas nacionales e internacionales de diferentes estilos y trayectorias, acá realizamos un recorrido por algunas de las propuestas que logramos cubrir y que dejan huella de una u otra forma en la jornada.

El primer acto en subir al escenario fue Maskhera, una de las bandas ganadoras de la convocatoria distrital, que tuvo la difícil tarea de enfrentarse a un público escaso y disperso. Sin embargo, la agrupación venezolana no se dejó intimidar y entregó una potente presentación de su poderoso Groove Metal, la banda demostró su versatilidad al alternar entre guturales y melodías, mientras ejecutaba complejas composiciones con precisión y energía, Maskhera es una de las bandas que está destacando en la escena colombiana y que ha logrado ganarse el cariño de un público que cada día crece más y más, de lo mejor del día.

Tears of Misery, otra de las bandas locales que se ganó su cupo en el festival y que son viejos conocidos de los rockeros bogotanos levantó al público. La propuesta de esta banda se basa en letras que abordan temas sociales y políticos, no tuvieron reparos en expresar su opinión sobre el festival, el gobierno y la situación del país, lo que generó algunas reacciones encontradas entre el público. Como invitado especial, contaron con la participación de Ángel Niño, viejo conocido de Rock al Parque y una de las figuras más conocidas de la escena bogotana. Tears of Mysery sigue desarrollando una trayectoria sólida y se proyectan como una de las bandas que dejará las bases del sonido del Metal de la capital en futuras generaciones.

El Metal no es Rock, es un género diferente, derivado del rock sí, que nació por la necesidad de sonidos mucho más fuertes y agresivos y que evolucionó de manera diferente, mientras el rock evolucionó hacia fusiones y ambientes. el Metal evolucionó hacia géneros aún más pesados y oscuros, son géneros hermanos, pero hay que hacer esta diferencia ya que vimos condensados los géneros en el día y esto no sucedía.

Para nosotros un desacierto fue la presentación de Las Guaguas del Pank, una banda femenina que fusiona el punk con elementos de la música andina y afrocolombiana. Su propuesta, que busca reivindicar el papel de la mujer en la escena rockera y en la sociedad, no logró conectar con la mayoría de los asistentes, que esperaban algo más acorde con el espíritu del festival. Su sonido, que mezclaba guitarras distorsionadas con flautas, tambores y marimbas, resultó extraño y fuera de lugar para muchos, aunque suponemos que es una bandera y una delicia de agrupación para los sectores de las nuevas corrientes de pensamiento del Festival como lo hizo ver su curadora en los videos que han circulado en redes. Para nosotros no, no tienen nada que ver con la ideología sino al contrario, creemos que estuvieron en el festival solo por esto ya que musicalmente les faltó mucho para estar al nivel de las bandas del festival. Hay que trabajar más en la parte musical.

Después de este tropiezo, el nivel subió con la presentación de Saratoga, una de las bandas más legendarias del heavy metal español, que por fin pudo pisar el escenario de Rock al Parque después de varias visitas al país. La banda repasó sus clásicos más emblemáticos, el público respondió con entusiasmo y coreó cada canción, demostrando que Saratoga es una de las bandas más queridas y respetadas del metal hispano en Bogotá y muchos nunca habían tenido la opción de verlos a pesar de sus visitas.

El rock nacional tuvo una presencia discreta en el festival, pocas bandas representando el género. Una de ellas fue Info, una agrupación bogotana que se ha destacado por su propuesta de Metal Industrial a la que ellos han denominado “Rock Futuro”. Su presentación fue una de las mejores del día, con un sonido impecable, una puesta en escena cuidada y un repertorio que incluyó canciones de todos sus discos. Lamentablemente, la banda no contó con el apoyo de los medios de comunicación, que se perdieron uno de los mejores shows colombianos de la actualidad para ir a cubrir las bandas internacionales.

Otra de las nacionales que se lució fue Poison The Preacher, una agrupación de metal punk que sorprendió con su potencia y actitud. Su juventud es refrescante en el evento, su vocalista se mostró carismático y provocador, interactuando con el público y lanzando mensajes que caían directo a la audiencia. Su música, que combina riffs pesados con ritmos rápidos y voces agresivas, hizo vibrar a los asistentes, que se entregaron al pogo y al headbanging. Su presentación fue una muestra de que el metal punk está vivo y tiene mucho que decir.

Entre las bandas internacionales, hubo varias que se robaron el espectáculo. Una de ellas fue Here Comes The Kraken, una banda mexicana de deathcore que ya ha visitado varias veces el país. Su estilo de voces poderosas claras mezcladas con screams funciona mientras que el resto de la banda despliega una avalancha de riffs. Su presentación fue una de las más interesantes del día.

De lo mejor que hubo fue The Ocean, una agrupación alemana de metal progresivo que experimenta con sonidos ambientales y atmosféricos. Su propuesta, que se inspira en conceptos filosóficos, científicos y ecológicos, cautivó a los asistentes, que quedaron hipnotizados con su música. Su vocalista, Loïc Rossetti, se mostró frustrado por la distancia que lo separaba del público y decidió bajar del escenario para acercarse a sus fans, lo que generó una gran ovación. Su presentación fue una de las más sofisticadas y complejas del festival, una joya que algunos pudieron disfrutar al igual que Slow Crush y Convent, bandas poco convencionales con propuestas no comerciales que vale la pena investigar y disfrutar un poco más ya en la tranquilidad del hogar con lo que es una escucha atenta y concentrada. Estas bandas funcionan mejor en casa que en vivo.

El cierre de la jornada estuvo a cargo de dos bandas legendarias del metal: Overkill e In Flames. La primera, una de las pioneras del thrash metal, ofreció un concierto lleno de energía y velocidad, con canciones que son himnos del género, su presentación fue una celebración del thrash metal y de su trayectoria de más de 40 años.

La segunda, una de las bandas más influyentes del death metal, ofreció un concierto lleno de melodía y potencia, con canciones que abarcan su extensa discografía, desde sus inicios más extremos hasta sus trabajos más actuales. Se mostraron agradecidos y emocionados, dedicando algunas canciones a sus fans y a sus amigos. Su presentación fue un repaso por su evolución musical y por su historia como banda.

Con esto se acabó el primer día de Rock al Parque 2023, un día en el que el rock y el metal fueron los protagonistas, y en el que los asistentes pudieron disfrutar de una variedad de propuestas y de calidad. Sin embargo, este fue el único día dedicado al género, ya que los otros dos días estarán llenos de otros sonidos que, en su mayoría, están alejados del espíritu del festival. Vamos a ver qué sucede en los próximos días y si el festival logra mantener el nivel y la identidad que deben caracterizar el evento.

@subterranica

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Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

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He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.

Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.

He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?

Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.

La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.

Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.

@felipeszarruk

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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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Crónica: El Monster del Rock Subterránica 2025 inicia con una batalla de alto calibre en Bbar Bogotá

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Por Felipe Szarruk para Subterránica

La primera batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 no fue solo un concurso, fue una manifestación de la diversidad sonora, la urgencia creativa y el espíritu irreverente que ha caracterizado a Subterránica durante más de dos décadas. Cinco propuestas encendieron el escenario en una noche llena de tensiones técnicas, descubrimientos estilísticos y momentos de gloria musical. La escena subterránea de Bogotá se vistió con cuero, sombras, distorsiones y discursos crudos para dar inicio a una de las ediciones que promete ser de las más reñidas en la historia del certamen que ya por las quince ediciones.

Munnopsis: la maquinaria afinada que abrió las puertas del infierno

Abrir un concurso nunca es fácil. La primera banda enfrenta no solo al público aún frío, sino también a la responsabilidad de marcar el tono. Pero Munnopsis, con una presencia ya consolidada en la escena más aferrada del metal colombiano, no solo aceptó el reto, lo pulverizó.

Su propuesta fue, sin exagerar, la más musicalmente sólida de la noche. Desde el primer golpe de batería se percibió un sonido contundente, sin fisuras, claramente trabajado durante años, hay una madurez en Munnopsis que se respira en la ejecución y en la cohesión entre sus integrantes. Lo suyo no es una banda que improvisa ni que tantea, es una máquina bien aceitada que ha encontrado su identidad y la defiende con fuerza.

El diálogo con el público fue otro punto alto, supieron conectar a pesar de que en ese momento era escaso, supieron leer la sala y sostener la atención sin perder contundencia. En una noche con altos y bajos técnicos, ellos impusieron el estándar. Es evidente que su lugar está entre los nombres más firmes del metal nacional actual.

Hadal Spectre: juventud, fuego interno y técnica en ebullición

Si Munnopsis representó la solidez, Hadal Spectre fue el símbolo de la evolución. Jóvenes, sí, pero con una química interna que se sintió desde los primeros compases. Hay una comunicación natural entre sus músicos, una sinergia que no se compra ni se estudia, simplemente está ahí.

Musicalmente, el grupo se mueve en un terreno en construcción, su género está en pleno proceso de definición, pero esa incertidumbre lejos de ser una debilidad se convierte en un laboratorio sonoro que revela talento individual a raudales. Cada integrante destaca por derecho propio, sin egos ni sobrecargas, y eso ya es decir mucho en una escena donde muchas bandas aún luchan por equilibrar virtuosismo y trabajo en equipo.

Hubo nervios pero supieron canalizarlos en pasión. Lo más difícil de lograr en escena es ejecutar a niveles técnicos altos y a la vez ofrecer un show real, con emoción, con piel. Ellos lo hicieron. Falta pulir detalles, sin duda, pero hay madera de banda grande en Hadal Spectre y su evolución promete ser fascinante de seguir.

Spectral: oscuridad estética y precisión conceptual

Spectral no solo llegó lista sino que llegó con una propuesta estética y musical consolidada, con un performance trabajado, inquietante y magnético.

Desde su entrada, la puesta en escena fue un espectáculo oscuro, teatral y coherente, no se trataba solo de un concierto, sino de una experiencia. El uso del maquillaje y las máscaras, la atmosfera, la actitud escénica, las pausas y silencios, todo estaba calibrado para transmitir un universo particular, el de una banda que bebe del ocultismo estético, con claras influencias de Mercyful Fate y otras agrupaciones clásicas del metal teatral.

Musicalmente, lograron una fusión de géneros que resultó tanto divertida como potente, lo suyo es una mezcla de elementos que no compite con lo técnico, sino que pone el foco en la atmósfera y en el impacto, la ejecución fue precisa, sin ser fría, y el concepto de la oscuridad, el misterio y lo ritual se sostuvo de principio a fin. Spectral está lista para cosas grandes.

Osaka 32: un universo sonoro entre dos voces y dos culturas

Probablemente la propuesta más original de la noche fue la de Osaka 32, una banda que no solo hace música, sino que teje un puente cultural entre oriente y occidente. Su presentación fue una muestra de creatividad, riesgo y sensibilidad estética.

La dupla vocal con una voz masculina potente y agresiva contrastando con una femenina armónica y melódica funcionó como un péndulo emocional que llevó al público por diferentes registros. El resultado fue un tándem poco convencional pero efectivo, que dejó una marca clara.
A pesar de los problemas técnicos y humanos que afectaron su presentación y por los cuales la organización les pide disculpas, lograron conectar con el público, llevándose el voto popular de la noche, lo cual no es poca cosa considerando la escasa asistencia. Osaka 32 demostró que tiene seguidores y una propuesta con corazón, que podría fortalecerse aún más si suman elementos visuales que remitan con más claridad a las culturas asiáticas que evocan en su narrativa. Son una banda con futuro que podría ser muy brillante si saben encontrar su camino en el mercado y en la escena.

Sucia Eukaristia: la liturgia punk del caos

El final de la noche llegó con furia, pogo, caos, irreverencia y una misa punk que convirtió el Bbar en un templo de la distorsión. Sucia Eukaristia es una banda con concepto pleno, definido, furioso y contracultural, lo de ellos es performance, música y manifiesto al mismo tiempo.

La presencia escénica del cantante marcó uno de los momentos más potentes de la noche, dominó el escenario, agitó al público, lo confrontó y lo celebró. En una escena donde muchas bandas aún temen incomodar, ellos lo hacen con gusto. Son una fiesta cruda, violenta, pero honesta, una eucaristía profana que funciona como válvula de escape y como protesta.
El punk tiene eso, siempre se lleva al público, lo involucra, lo hace vivir la experiencia del concierto. La propuesta de Sucia Eukaristia podría fortalecerse aún más si se unificaran visualmente, imaginar a toda la banda vestida bajo un mismo concepto sería inmersivo y devastador, pero ya desde ahora tienen una de las puestas en escena más potentes y auténticas de la competencia.

El Veredicto

En una noche de público escaso, pero con propuestas de alta factura, el jurado conformado por Angie Roa (Cantante, compositora), Dave (Músico, compositor), Leonardo Neizza (Baterista consolidado del rock colombiano), Felipe Szarruk de Subterránica, el público y las mismas bandas, tomó una decisión: Spectral fue la banda ganadora de la noche y por lo tanto primera finalista, con tres votos del jurado y uno adicional del público, totalizando cuatro. Su proyecto fue valorado por su ejecución, su estética, su originalidad y su coherencia conceptual. El voto del público fue para Osaka 32, mostrando que las nuevas generaciones también tienen su nicho y su voz.

Fue una batalla de altísimo nivel, una muestra de lo que viene. Si las próximas fechas mantienen este calibre, el Monster del Rock Subterránica 2025 será una de las ediciones más difíciles y emocionantes de la historia reciente del rock colombiano.

Nos vemos en la próxima batalla. La escena está viva. El monstruo ha despertado.

P.D.: Solidaridad con Narcocracia

Desde Subterránica, expresamos nuestra profunda solidaridad con la banda amiga Narcocracia, quienes fueron víctimas de una agresión al finalizar su presentación en Manizales el pasado 23 de mayo. Un individuo lanzó tres botellas contra los integrantes de la banda, impactando a su vocalista, Leandro Martínez, y causándole lesiones de consideración .

Narcocracia ha sido una voz crítica y valiente dentro de la escena del metal colombiano, utilizando su música para denunciar las injusticias sociales y políticas. Este acto de violencia no solo atenta contra la integridad de los artistas, sino que también refleja una problemática más amplia de intolerancia y agresión en espacios culturales que deberían ser seguros y de expresión libre.

Nos unimos al llamado de reflexión sobre la necesidad de construir una escena musical basada en el respeto, la empatía y el trabajo colectivo. La música debe ser un refugio y un espacio de resistencia, no un campo de batalla para egos y violencias.

A nuestros amigos de Narcocracia, les enviamos nuevamente un abrazo fraterno y nuestro apoyo incondicional. Su voz es necesaria y su lucha, también la nuestra.

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