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Sodom visitará nuevamente Bogotá.

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Sodom, formado en 1981 en la ciudad de Gelsenkirche y una de las leyendas del metal más importantes del mundo, llega a Colombia en medio de su “The Greatest Hell Of Sodom 2023 Tour”, en una noche sin precedentes para los amantes de los sonidos extremos. Una aventura que comenzó en el 2022 y que los trae a Latinoamérica cargados de nueva sus clásicos recopilados en el álbum “40 Years Of War”. Una verdadera descarga de buen thrash metal en Bogotá; la banda encargada de abrir este show, será la banda bogotana War Thrashed (Thrash Metal Till The Fucking Death).

El Auditorio Mayor CUN abrirá sus puertas, siendo el escenario perfecto para que hagas parte de su gira el próximo 6 de noviembre, la boletería esta la venta a través de E-Ticket

https://www.eticket.co/

ENTRADA PRIMER PISO: $223.000,00
ENTRADA SEGUNDO PISO: $$188.500,00

Las leyendas alemanas del Thrash Metal SODOM en octubre del 2022, lanzaron su nuevo sencillo y video para la canción “After The Deluge”. La canción está tomada del álbum del 40 aniversario “40 Years At War-The Greatest Hell Of Sodom”.

Tom Angelripper: “Dedicamos este lyric video a nuestro amigo recientemente fallecido y exguitarrista Uwe Christoffers. Con esta fantástica canción que escribió para Sodom en 1985, se mantiene vivo por toda la eternidad. Siempre lo tendremos en nuestros corazones inquietos y ennegrecidos. .”

Sodom en este 2023 se embarca en una misión por el mundo, llevando lo mejor de su repertorio, que durante 40 años los han mantenido en la cima del metal mundial. Colombia será una de sus misiones más importantes, es por eso que la banda convoca a su ejército de seguidores, para que no se pierda lo que será una de las fechas más importantes del mundo.

Sodom es un grupo alemán de thrash metal formado en 1981 en la ciudad de Gelsenkirchen por Thomas Such (alias Angelripper), en bajo y voz, y Frank Testegen (alias Agressor) en guitarras. Influenciados por grupos de Speed Metal, hard rock y Punk-rock como Black Sabbath, Iron Maiden, Judas Priest, Motörhead, Scorpions, Europe, Accept, Nazareth, Venom, Slayer , Tank, AC/DC, Discharge y Ramones, son considerados como una pieza fundamental dentro del thrash alemán al igual que Kreator, Destruction y Tankard, quienes en conjunto ayudaron enormemente a definir el sonido del metal extremo.

Al poco tiempo de que Thomas Such y Frank Testegen se unieran, encontraron a un baterista, apodado Monster, pero que pronto fue reemplazado por Christian Dudeck, alias Witchhunter, con quien hicieron dos demos considerados hoy como de culto: “Witching metal” (año 1982), con canciones como “Poisoned Blood” o “Live From Hell” que mostraban el lado más satánico de la banda, y “Victims Of Death”, que le pondría más rapidez al estilo de Sodom. En un show en vivo en Fráncfort, junto a Destruction, conocieron a Manfred Schutz, de SPV/Steamhammer, quien les dijo la legendaria frase “ustedes chicos son malos, y venderán millones de discos”. Esto dio pie para la grabación de su EP debut: In the Sign of Evil, en 1984. Ausente estuvo Agressor, quien había dejado a la banda, y en su lugar estuvo Josef Dominic. Muchas de las canciones de este EP fueron relanzadas en álbumes posteriores. In the Sign Of Evil fue una de las inspiraciones para el surgimiento del black metal.

En 1986 se prepara la salida de su primer LP, llamado Obsessed by Cruelty con letras basadas en el magick de A. Crowley. Esto muestra la época de oro de los muchachos de Gelsenkirchen. En este álbum estuvo presente el guitarrista Michael “Destructor” Wulff, quien luego dejaría la banda para unirse a Kreator. Wulff murió en un accidente de motocicleta en 1993. Este disco cuenta con la canción “Deathlike Silence”, cuyo nombre sirvió de inspiración para Euronymous, exguitarrista de Mayhem, que lo usaría para su propio sello discográfico: “Deathlike Silence Productions”.

Luego de esto, la banda decidió abolir su imagen satánica, cambiándola por el tema de la guerra. Con este panorama y un nuevo guitarrista, Frank “Blackfire” Gosdzik, editan un nuevo material que incluye dos LP´s, un álbum en vivo y un EP: Persecution Mania, LP de 1987, que tuvo la primera cubierta con la mascota de la banda “Knarrenheinz”, Expurse of Sodomy, EP de 1987, Mortal Way of Live, álbum en vivo, que tuvo la primera carátula censurada en Alemania, el sencillo “Ausgebombt” de 1988, y el álbum Agent Orange de 1989. Al editar este último, Blackfire deja la banda para, al igual que Wulff, unirse a Kreator.

Persecution Mania es considerado por muchos como uno de los mejores discos de la banda, consolidando el sonido thrash metal y dejando de lado su imagen satánica, concentrándose en temas como la política y la guerra. El disco cuenta con una versión del tema de Motörhead “Iron Fist”.

Agent Orange, producido al igual que Persecution Manía por Harris Jhonns, hizo que Sodom fuera considerada como una de las mejores bandas de thrash metal alemán, siendo este disco el más vendido de todos los álbumes de thrash metal de Alemania, vendiendo 100.000 unidades tan solo en su país.[cita requerida] La portada del álbum fue realizada por Andreas Marschall, ilustrador habitual de la banda. Para la gira de promoción de Agent Orange se contó con la ayuda de Uwe Baltrusch de Mekong Delta para tocar la guitarra y terminar el tour de 1989.

Sodom ha tenido gran influencia en el desarrollo del metal extremo y al thrash metal a finales de los 80 y principios de los 90, y ha influenciado a importantes grupos musicales, destacando la banda pionera del black metal noruego Mayhem y en especial los guitarristas Øystein “Euronymous” Aarseth (fundó una discográfica con el nombre de la canción «Deathlike Silence») y Rune Eriksen (tomó su apodo de la canción «Blasphemer»). Otras bandas que han hecho covers de Sodom o los han citado como influencia son Cradle of Filth, Dark Funeral, Abigail, Vader, System Of a Down, Impaled Nazarene, Avulsed y Enthroned entre otras.

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Crónica de la segunda batalla del Monster del Rock 2025: Rock, viajes profundos y nostalgia.

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Bogotá, Colombia – 30 de mayo de 2025

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 celebrada en Bbar fue una noche donde la diversidad sonora y la pasión por el rock convergieron en un espectáculo inolvidable. Cuatro bandas bogotanas, cada una con su identidad y propuesta única, ofrecieron presentaciones que desafiaron las expectativas y reafirmaron la vitalidad de la escena independiente colombiana.

Brain Voltaje: Un viaje sensorial intrincado

La velada comenzó con Brain Voltaje, una banda que se distingue por su complejidad musical y atmósferas meticulosamente elaboradas. Su presentación fue una travesía sonora que transitó por diversos estilos dentro del rock, incluyendo elementos experimentales y voces que evocaban el post-punk. La particularidad de tener al baterista como vocalista principal añadió una capa adicional de interés demostrando una cohesión y sincronía excepcionales entre los miembros. Aunque algunos cambios abruptos en su setlist interrumpieron momentáneamente la inmersión del público, la banda logró capturar la atención y el aplauso de todos los presentes, consolidándose como una propuesta diferente y cautivadora de esas que poco se ven hoy en día, es una inmersión en un universo creado por tres personajes que se salen de lo común, una banda a la que se le nota el trabajo y su concepto elaborado.

Multivac: La Alegría del Rock Sincero

A continuación, Multivac subió al escenario con una energía contagiosa y una propuesta que celebraba la diversión y la honestidad en el rock. Su música, caracterizada por acordes y melodías sencillas pero efectivas, resonó con el público, que respondió con entusiasmo y participación activa. La interacción constante con la audiencia y la claridad de sus mensajes líricos demostraron que el rock puede ser accesible y profundo al mismo tiempo. Su actuación les valió el reconocimiento del público, obteniendo el voto popular de la noche, fueron los ganadores del voto del público. Esto demuestra que tal vez la gente no siempre prefiere el dramatismo y la complejidad sino que a veces se necesita una banda como Multivac para poder olvidarse un poco de la realidad y pasar un buen rato, para eso es la música tambien

Grave Compañía: Minimalismo con Profundidad

El tercer turno fue para Grave Compañía, una banda que sorprendió con una propuesta minimalista pero poderosa. Conformada únicamente por batería y bajo, la agrupación logró crear un sonido rico y envolvente, gracias al uso innovador de efectos como el octavador. La presencia escénica del vocalista Alejandro, quien compartía reflexiones sobre cada canción sin caer en discursos adoctrinantes, añadió una dimensión emocional y reflexiva a la presentación. Su evolución desde el año anterior fue notable y su capacidad para conectar con el público y las demás bandas les otorgó el voto de sus colegas músicos que no es un voto cualquiera. Grave compañía tiene la capacidad de impresionar y al mismo tiempo convertir la sala en un pulpito desde donde se mezclan la buena música con una invitación a pensar. Algo increíble es la transformación de los dos integrantes en el escenario en donde mutan hacía dos personajes desatados como si los instrumentos extendieran su personalidad.

Keboth: El Renacer del Hard Rock

Cerrando la noche, Keboth ofreció una dosis revitalizante de hard rock y heavy metal, evocando la esencia de los años 80 con un sonido fresco y contemporáneo. La banda, compuesta por músicos con trayectorias destacadas, demostró un dominio escénico impresionante y una ejecución impecable. Los riffs potentes y la cohesión entre los miembros transportaron al público a una época dorada del rock, adaptada a los tiempos actuales. La guitarra es su protagonista principal construyendo frases que se quedan desde la primera escucha, integrando solos en momentos clave y trayendo de regreso ese animal al que en los ochentas tocaba ahuyentar de las casas de los padres. Su comprensión del espíritu del Monster del Rock y su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno los posicionaron como una de las propuestas más sólidas de la noche.

Veredicto: Lo dificil de escoger.

La deliberación del jurado reflejó la calidad y diversidad de las presentaciones. Con votos divididos entre las cuatro bandas, la decisión final fue invitar a Keboth y Brain Voltaje a la final del Monster del Rock Subterránica 2025. Esta elección no solo reconoce el talento de ambas bandas, sino que también enriquece la competencia final con propuestas que, aunque diferentes, representan lo mejor de la escena rockera bogotana.

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 fue una muestra de la diversidad y creatividad que caracterizan al rock colombiano. Las bandas participantes no solo ofrecieron actuaciones memorables, sino que también reafirmaron el compromiso y la pasión que mantienen viva la llama del rock independiente en el país. Con la final en el horizonte, la expectativa crece por ver cómo estas propuestas seguirán evolucionando y dejando su huella en la historia musical de Colombia. Los invitamos a seguirlos en sus redes sociales y nos vemos en las próximas batallas.

@subterranica

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Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

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He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.

Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.

He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?

Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.

La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.

Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.

@felipeszarruk

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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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