Colombia
De Valledupar a Black Sabbath: ¿Existe una conexión entre el vallenato y el heavy metal?

Hoy he decidido darle rienda suelta a este teclado y compartir con ustedes una de mis teorías más locas pero que extrañamente ha ido tomando forma, así como han tomado forma algunas de las ideas descabelladas que terminan en tesis o en libros; pues bueno, hoy quiero decirles que por allá, en los sueños más extraños y lejanos podría existir la posibilidad de que Jimmy Hendrix no hubiera existido sin que primero hubiera existido Francisco El Hombre y acá les voy a dar mis argumentos para ver si de pronto algún académico aventurero se lanza a comprobarlo, yo cumplo con crear este demonio y ustedes de exorcizarlo.
Durante años he estado pensando en las historias, conectando puntos y buscando las similitudes ocultas entre diferentes géneros musicales, así nació mi libro “Distorsiones: Reconfigurando el rock colombiano”. En mi búsqueda incansable, me he preguntado si es posible que el heavy metal, uno de los géneros más influyentes y emblemáticos de la música contemporánea, tenga sus raíces o al menos una influencia del valle de Upar, en el norte de Colombia. Ya sé que gritaron, se halaron los pelos y puede sonar muy loco, pero al unir las piezas de un rompecabezas musical que parecía imposible, he encontrado una teoría que podría no estar tan alejada de la cordura señores.
¿Qué tal si el legado del legendario juglar vallenato Francisco el Hombre, quien supuestamente hizo un pacto con el diablo para tocar su acordeón con maestría, llegó hasta los oídos de músicos de blues en los Estados Unidos e influenció el género con este folclor y dio origen a la leyenda de Robert Jhonson? Así entonces al ser el blues el padre del rock and roll y este el padre del Metal ¿podría Jimmy Hendrix haber sido inspirado por la música de los juglares de la costa colombiana? En este artículo les voy a presentar mi teoría y exploraré las posibles conexiones entre el vallenato y el blues, así que abra esa mente, ábrala bien y póngale ojo a lo que le cuento acá.

La ruta de comercio de esclavos desde España a México era parte del comercio atlántico de esclavos, que consistía en el traslado forzado de millones de africanos hacia América para trabajar como mano de obra en las plantaciones de caña de azúcar, tabaco, algodón y otros productos. Este comercio se dividió en dos épocas: el Primer Sistema Atlántico y el Segundo Sistema Atlántico.
El Primer Sistema Atlántico fue el comercio de africanos esclavizados hacía las colonias americanas de los imperios español y portugués. Los barcos salían de Sevilla o Lisboa cargados de mercancías que intercambiaban por esclavos en las costas de África occidental. Luego cruzaban el océano hasta llegar al Caribe o al golfo de México, donde vendían los esclavos a los colonos. Finalmente regresaban a Europa con productos americanos como azúcar, tabaco, cacao y plata.
El Segundo Sistema Atlántico fue el comercio de africanos esclavizados hacia las colonias americanas de los imperios británico, francés, holandés y danés. Los barcos salían de diferentes puertos europeos cargados de manufacturas que intercambiaban por esclavos en las costas de África occidental o central. Luego cruzaban el océano hasta llegar al Caribe o a la costa atlántica de América del Norte o del Sur, donde vendían los esclavos a los plantadores.
Finalmente regresaban a Europa con productos americanos como azúcar, algodón, café y ron. Ambos sistemas formaron parte del llamado triángulo comercial, que implicaba un intercambio desigual entre Europa, África y América. El comercio atlántico de esclavos fue una de las mayores atrocidades de la historia humana, que causó la muerte y el sufrimiento de millones de personas y tuvo profundas consecuencias sociales, económicas, culturales y demográficas, es una historia terrible pero nos demuestra una cosa, es muy probable que algún esclavo del valle de Upar, del Caribe colombiano terminara echando cuentos en el delta del Misisippi, contando esa historia de Francisco el hombre e influenciando para siempre el imaginario de lo que se estaba creando en Norteamérica como “Blues”.
Y sí, ya sé que por ahora no hay evidencia histórica concluyente que indique que el vallenato haya influenciado directamente al blues, pero es posible que durante la época de la esclavitud, los esclavos africanos hayan compartido elementos culturales y musicales entre ellos. Es probable que estas interacciones hayan dado lugar a la creación de diferentes géneros musicales, incluyendo el blues y el vallenato ¿No?

La conexión entre el vallenato y el blues
El vallenato es un género musical que nació en la Región Caribe de Colombia, en los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena, tiene influencia europea ya que el acordeón fue traído por pobladores alemanes a Riohacha, a finales del siglo XIX, pero ojo, cuando comenzó también usaba la guitarra, la misma que usaba el Blues. También tiene influencia de la cultura africana, con la caja vallenata y la guacharaca, instrumentos de percusión que le dan el ritmo a la melodía y tiene una influencia de la cultura indígena por las leyendas y mitos que inspiraron las letras de las canciones. El vallenato se llama así por ser originario del Valle de Upar, hoy Valledupar, donde se cuentan muchas historias de piratas, guerras, fantasmas y hombres que se transforman en animales.
Una de esas historias es la de Francisco el Hombre, un legendario juglar que se enfrentó al diablo tocando el acordeón al revés.
Acá viene algo loco, la historia de Francisco el Hombre es muy parecida a la de Robert Johnson, un famoso guitarrista de blues que también se dice que vendió su alma al diablo a cambio de su talento. Según la leyenda, Robert Johnson era un músico mediocre que desapareció por un tiempo y volvió convertido en un virtuoso de la guitarra. Se cree que en ese lapso hizo un pacto con el diablo en el cruce de las carreteras 61 y 49 en Clarksdale, Mississippi y al igual que Francisco el Hombre, Robert Johnson tuvo que enfrentarse al diablo tocando su instrumento al revés ¿coincidencia?
Ahora repasemos más coincidencias entre los dos géneros porque son increíbles, las dos son músicas que nacen de los pueblos esclavos en un valle, las dos usan un instrumento de viento europeo de la marca Hohner que venía en los barcos que comerciaban esclavos y mercancía, las dos figuras principales se enfrentaron al diablo por sus poderes, los dos géneros tienen leyendas y letras de tristeza y desamor o de amores y fiesta, los dos géneros han sido fusionados para dar cabida a nuevos sonidos y géneros, son demasiadas coincidencias como para no poder dejar la puerta abierta a un dialogo entre estas músicas.
El acordeón vallenato no fue creado como se conoce ahora, que incluso hay uno específico para el género, la historia es muy poderosa e interesante, el acordeón fue llevado por pobladores alemanes a Riohacha a finales del siglo XIX. Sin embargo, el instrumento llegó dañado y los músicos locales tuvieron que arreglarlo como pudieron. Así, le quitaron algunas teclas y botones, y le cambiaron la afinación. De esta manera, crearon un sonido único y diferente al original, así fue que nació el acordeón vallenato, más o menos como cuando Tom Morello de Rage Against de Machine desarmó y volvió a armar un pedal y le quedó tan mal que le dio el sonido característico a sus solos, pero lo interesante es que en esos barcos también venían las armónicas Hohner, también alemanas y ¿que fabricaba Hohner? ¡Pues acordeones desde 1857!

En el blues, la armónica es un instrumento muy importante que aporta expresividad y sentimiento a las canciones. Algunos de los grandes armonicistas de blues son Little Walter, Sonny Boy Williamson, James Cotton y Charlie Musselwhite, en el vallenato, la armónica no es un instrumento tradicional, pero algunos artistas la han incorporado a sus fusiones con otros géneros. Por ejemplo, Carlos Vives ha usado la armónica en algunas de sus canciones, como La tierra del olvido y ha sido usada por muchos exponentel del género a lo largo de la historia.
Ahora, en la parte musical el blues y el vallenato tienen algunas similitudes en su estructura musical, pero también hay diferencias notables.
En términos de tempo, ambos géneros son relativamente lentos y tienen un ritmo suave y cadencioso, pero el blues es generalmente más lento y se caracteriza por un ritmo más letárgico y un enfoque en las pausas y los silencios. En la composición, tanto el blues como el vallenato a menudo se basan en la repetición de patrones y progresiones de acordes, el blues típicamente sigue una estructura de doce compases, mientras que el vallenato a menudo sigue una estructura de cuatro o ocho compases, ambos géneros también pueden incorporar elementos de improvisación, especialmente en la guitarra o el acordeón y esta es una de las mejores coincidencias.
Ahora miremos algunos de los contras que podría tener esta teoría y los argumentos con los cuales cualquier investigador en música me la refutaría fácilmente:
• No hay pruebas de que haya habido un esclavo que llevara las leyendas del vallenato al Mississippi. Además, las leyendas del vallenato son muy locales y específicas de la región caribeña de Colombia, mientras que las leyendas del blues son más universales y simbólicas.
• No hay pruebas de que los músicos de blues imitaran el sonido del acordeón con la armónica. De hecho, la armónica se usaba en el blues antes de que el acordeón llegara a Colombia. La armónica tiene su origen en China y se difundió por Europa y Estados Unidos en el siglo XIX.
• No hay pruebas de que los músicos de blues percutieran la guitarra por falta de tambores. De hecho, el blues se originó en las plantaciones del sur de Estados Unidos, donde los esclavos africanos tenían acceso a tambores y otros instrumentos de percusión. La guitarra se incorporó al blues más tarde, como una forma de acompañar la voz y crear solos.
Así que para que esta teoría fuera respaldada por una duda probable, se necesitarían pruebas, pruebas tangibles e irrefutables, pruebas documentales o testimoniales de que hubo un esclavo que llevó las leyendas del vallenato al Mississippi y que las transmitió a los músicos de blues, pruebas musicales o técnicas de que los músicos de blues imitaron el sonido del acordeón con la armónica y que lo hicieron por influencia del vallenato, pruebas históricas o culturales de que hubo un contacto o un intercambio entre los músicos de blues y vallenato en algún momento y lugar y creo que este tipo de pruebas por la época en que se dieron los hechos son muy difíciles de encontrar y una investigación así costaría mucho dinero y la verdad le daría más tristeza y rabia que otra cosa a la comunidad musical.
Pero entonces no es descabellada y pensarlo es increíble ya que sabemos que algunos esclavos que llegaban a Colombia eran llevados al Mississippi para trabajar en las plantaciones de algodón, donde entraron en contacto con otros esclavos que cantaban canciones de trabajo y espirituales que darían origen al blues y las coincidencias presentadas en mi artículo, o si quieren llamarlo en “mi viaje”, podrían sugerir que hubo una influencia directa del vallenato en el blues, o al menos una conexión oculta entre ellos.
Hoy recuerdo a mis compañeros en la maestría cuando les llegué con la teoría de que la mayoría de lo que en el país llamaban “rock colombiano” no era en realidad rock, todos decían que era improbable, con el tiempo demostré que era cierto y aporté dos géneros musicales nuevos que son la modernización y la folclorización para clasificar correctamente estas músicas, lo publiqué en mi tesis Distorsiones reconfigurando el rock colombiano, también demostré que rock al parque era corrupto algo que para todos era improbable y que ahora está demostrado por la contraloría de la nación. A veces de lo improbable salen cosas hermosas y entonces tengo el derecho a pensar que Black Sabbath puede ser un descendiente directo de Alberto Fernández Mindiola.
La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada. -George Duby-
@felipeszarruk, doctorando en periodismo, magister en estudios artísticos, comunicador social y músico, director de Subterránica.
Colombia
Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.
Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.
He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?
Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.
La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.
Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.
@felipeszarruk
Colombia
I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.
Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.
El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.
“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.
Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.
Colombia
Crónica: El Monster del Rock Subterránica 2025 inicia con una batalla de alto calibre en Bbar Bogotá

Por Felipe Szarruk para Subterránica
La primera batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 no fue solo un concurso, fue una manifestación de la diversidad sonora, la urgencia creativa y el espíritu irreverente que ha caracterizado a Subterránica durante más de dos décadas. Cinco propuestas encendieron el escenario en una noche llena de tensiones técnicas, descubrimientos estilísticos y momentos de gloria musical. La escena subterránea de Bogotá se vistió con cuero, sombras, distorsiones y discursos crudos para dar inicio a una de las ediciones que promete ser de las más reñidas en la historia del certamen que ya por las quince ediciones.
Munnopsis: la maquinaria afinada que abrió las puertas del infierno

Abrir un concurso nunca es fácil. La primera banda enfrenta no solo al público aún frío, sino también a la responsabilidad de marcar el tono. Pero Munnopsis, con una presencia ya consolidada en la escena más aferrada del metal colombiano, no solo aceptó el reto, lo pulverizó.
Su propuesta fue, sin exagerar, la más musicalmente sólida de la noche. Desde el primer golpe de batería se percibió un sonido contundente, sin fisuras, claramente trabajado durante años, hay una madurez en Munnopsis que se respira en la ejecución y en la cohesión entre sus integrantes. Lo suyo no es una banda que improvisa ni que tantea, es una máquina bien aceitada que ha encontrado su identidad y la defiende con fuerza.
El diálogo con el público fue otro punto alto, supieron conectar a pesar de que en ese momento era escaso, supieron leer la sala y sostener la atención sin perder contundencia. En una noche con altos y bajos técnicos, ellos impusieron el estándar. Es evidente que su lugar está entre los nombres más firmes del metal nacional actual.
Hadal Spectre: juventud, fuego interno y técnica en ebullición

Si Munnopsis representó la solidez, Hadal Spectre fue el símbolo de la evolución. Jóvenes, sí, pero con una química interna que se sintió desde los primeros compases. Hay una comunicación natural entre sus músicos, una sinergia que no se compra ni se estudia, simplemente está ahí.
Musicalmente, el grupo se mueve en un terreno en construcción, su género está en pleno proceso de definición, pero esa incertidumbre lejos de ser una debilidad se convierte en un laboratorio sonoro que revela talento individual a raudales. Cada integrante destaca por derecho propio, sin egos ni sobrecargas, y eso ya es decir mucho en una escena donde muchas bandas aún luchan por equilibrar virtuosismo y trabajo en equipo.
Hubo nervios pero supieron canalizarlos en pasión. Lo más difícil de lograr en escena es ejecutar a niveles técnicos altos y a la vez ofrecer un show real, con emoción, con piel. Ellos lo hicieron. Falta pulir detalles, sin duda, pero hay madera de banda grande en Hadal Spectre y su evolución promete ser fascinante de seguir.
Spectral: oscuridad estética y precisión conceptual

Spectral no solo llegó lista sino que llegó con una propuesta estética y musical consolidada, con un performance trabajado, inquietante y magnético.
Desde su entrada, la puesta en escena fue un espectáculo oscuro, teatral y coherente, no se trataba solo de un concierto, sino de una experiencia. El uso del maquillaje y las máscaras, la atmosfera, la actitud escénica, las pausas y silencios, todo estaba calibrado para transmitir un universo particular, el de una banda que bebe del ocultismo estético, con claras influencias de Mercyful Fate y otras agrupaciones clásicas del metal teatral.
Musicalmente, lograron una fusión de géneros que resultó tanto divertida como potente, lo suyo es una mezcla de elementos que no compite con lo técnico, sino que pone el foco en la atmósfera y en el impacto, la ejecución fue precisa, sin ser fría, y el concepto de la oscuridad, el misterio y lo ritual se sostuvo de principio a fin. Spectral está lista para cosas grandes.
Osaka 32: un universo sonoro entre dos voces y dos culturas

Probablemente la propuesta más original de la noche fue la de Osaka 32, una banda que no solo hace música, sino que teje un puente cultural entre oriente y occidente. Su presentación fue una muestra de creatividad, riesgo y sensibilidad estética.
La dupla vocal con una voz masculina potente y agresiva contrastando con una femenina armónica y melódica funcionó como un péndulo emocional que llevó al público por diferentes registros. El resultado fue un tándem poco convencional pero efectivo, que dejó una marca clara.
A pesar de los problemas técnicos y humanos que afectaron su presentación y por los cuales la organización les pide disculpas, lograron conectar con el público, llevándose el voto popular de la noche, lo cual no es poca cosa considerando la escasa asistencia. Osaka 32 demostró que tiene seguidores y una propuesta con corazón, que podría fortalecerse aún más si suman elementos visuales que remitan con más claridad a las culturas asiáticas que evocan en su narrativa. Son una banda con futuro que podría ser muy brillante si saben encontrar su camino en el mercado y en la escena.
Sucia Eukaristia: la liturgia punk del caos

El final de la noche llegó con furia, pogo, caos, irreverencia y una misa punk que convirtió el Bbar en un templo de la distorsión. Sucia Eukaristia es una banda con concepto pleno, definido, furioso y contracultural, lo de ellos es performance, música y manifiesto al mismo tiempo.
La presencia escénica del cantante marcó uno de los momentos más potentes de la noche, dominó el escenario, agitó al público, lo confrontó y lo celebró. En una escena donde muchas bandas aún temen incomodar, ellos lo hacen con gusto. Son una fiesta cruda, violenta, pero honesta, una eucaristía profana que funciona como válvula de escape y como protesta.
El punk tiene eso, siempre se lleva al público, lo involucra, lo hace vivir la experiencia del concierto. La propuesta de Sucia Eukaristia podría fortalecerse aún más si se unificaran visualmente, imaginar a toda la banda vestida bajo un mismo concepto sería inmersivo y devastador, pero ya desde ahora tienen una de las puestas en escena más potentes y auténticas de la competencia.
El Veredicto
En una noche de público escaso, pero con propuestas de alta factura, el jurado conformado por Angie Roa (Cantante, compositora), Dave (Músico, compositor), Leonardo Neizza (Baterista consolidado del rock colombiano), Felipe Szarruk de Subterránica, el público y las mismas bandas, tomó una decisión: Spectral fue la banda ganadora de la noche y por lo tanto primera finalista, con tres votos del jurado y uno adicional del público, totalizando cuatro. Su proyecto fue valorado por su ejecución, su estética, su originalidad y su coherencia conceptual. El voto del público fue para Osaka 32, mostrando que las nuevas generaciones también tienen su nicho y su voz.
Fue una batalla de altísimo nivel, una muestra de lo que viene. Si las próximas fechas mantienen este calibre, el Monster del Rock Subterránica 2025 será una de las ediciones más difíciles y emocionantes de la historia reciente del rock colombiano.
Nos vemos en la próxima batalla. La escena está viva. El monstruo ha despertado.
P.D.: Solidaridad con Narcocracia
Desde Subterránica, expresamos nuestra profunda solidaridad con la banda amiga Narcocracia, quienes fueron víctimas de una agresión al finalizar su presentación en Manizales el pasado 23 de mayo. Un individuo lanzó tres botellas contra los integrantes de la banda, impactando a su vocalista, Leandro Martínez, y causándole lesiones de consideración .
Narcocracia ha sido una voz crítica y valiente dentro de la escena del metal colombiano, utilizando su música para denunciar las injusticias sociales y políticas. Este acto de violencia no solo atenta contra la integridad de los artistas, sino que también refleja una problemática más amplia de intolerancia y agresión en espacios culturales que deberían ser seguros y de expresión libre.
Nos unimos al llamado de reflexión sobre la necesidad de construir una escena musical basada en el respeto, la empatía y el trabajo colectivo. La música debe ser un refugio y un espacio de resistencia, no un campo de batalla para egos y violencias.
A nuestros amigos de Narcocracia, les enviamos nuevamente un abrazo fraterno y nuestro apoyo incondicional. Su voz es necesaria y su lucha, también la nuestra.
#Subterránica #monsterdelrocksubterránica #premiossubterránica #PremiosSubterránica #rockcolombiano
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