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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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Crónica: El Monster del Rock Subterránica 2025 inicia con una batalla de alto calibre en Bbar Bogotá

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Por Felipe Szarruk para Subterránica

La primera batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 no fue solo un concurso, fue una manifestación de la diversidad sonora, la urgencia creativa y el espíritu irreverente que ha caracterizado a Subterránica durante más de dos décadas. Cinco propuestas encendieron el escenario en una noche llena de tensiones técnicas, descubrimientos estilísticos y momentos de gloria musical. La escena subterránea de Bogotá se vistió con cuero, sombras, distorsiones y discursos crudos para dar inicio a una de las ediciones que promete ser de las más reñidas en la historia del certamen que ya por las quince ediciones.

Munnopsis: la maquinaria afinada que abrió las puertas del infierno

Abrir un concurso nunca es fácil. La primera banda enfrenta no solo al público aún frío, sino también a la responsabilidad de marcar el tono. Pero Munnopsis, con una presencia ya consolidada en la escena más aferrada del metal colombiano, no solo aceptó el reto, lo pulverizó.

Su propuesta fue, sin exagerar, la más musicalmente sólida de la noche. Desde el primer golpe de batería se percibió un sonido contundente, sin fisuras, claramente trabajado durante años, hay una madurez en Munnopsis que se respira en la ejecución y en la cohesión entre sus integrantes. Lo suyo no es una banda que improvisa ni que tantea, es una máquina bien aceitada que ha encontrado su identidad y la defiende con fuerza.

El diálogo con el público fue otro punto alto, supieron conectar a pesar de que en ese momento era escaso, supieron leer la sala y sostener la atención sin perder contundencia. En una noche con altos y bajos técnicos, ellos impusieron el estándar. Es evidente que su lugar está entre los nombres más firmes del metal nacional actual.

Hadal Spectre: juventud, fuego interno y técnica en ebullición

Si Munnopsis representó la solidez, Hadal Spectre fue el símbolo de la evolución. Jóvenes, sí, pero con una química interna que se sintió desde los primeros compases. Hay una comunicación natural entre sus músicos, una sinergia que no se compra ni se estudia, simplemente está ahí.

Musicalmente, el grupo se mueve en un terreno en construcción, su género está en pleno proceso de definición, pero esa incertidumbre lejos de ser una debilidad se convierte en un laboratorio sonoro que revela talento individual a raudales. Cada integrante destaca por derecho propio, sin egos ni sobrecargas, y eso ya es decir mucho en una escena donde muchas bandas aún luchan por equilibrar virtuosismo y trabajo en equipo.

Hubo nervios pero supieron canalizarlos en pasión. Lo más difícil de lograr en escena es ejecutar a niveles técnicos altos y a la vez ofrecer un show real, con emoción, con piel. Ellos lo hicieron. Falta pulir detalles, sin duda, pero hay madera de banda grande en Hadal Spectre y su evolución promete ser fascinante de seguir.

Spectral: oscuridad estética y precisión conceptual

Spectral no solo llegó lista sino que llegó con una propuesta estética y musical consolidada, con un performance trabajado, inquietante y magnético.

Desde su entrada, la puesta en escena fue un espectáculo oscuro, teatral y coherente, no se trataba solo de un concierto, sino de una experiencia. El uso del maquillaje y las máscaras, la atmosfera, la actitud escénica, las pausas y silencios, todo estaba calibrado para transmitir un universo particular, el de una banda que bebe del ocultismo estético, con claras influencias de Mercyful Fate y otras agrupaciones clásicas del metal teatral.

Musicalmente, lograron una fusión de géneros que resultó tanto divertida como potente, lo suyo es una mezcla de elementos que no compite con lo técnico, sino que pone el foco en la atmósfera y en el impacto, la ejecución fue precisa, sin ser fría, y el concepto de la oscuridad, el misterio y lo ritual se sostuvo de principio a fin. Spectral está lista para cosas grandes.

Osaka 32: un universo sonoro entre dos voces y dos culturas

Probablemente la propuesta más original de la noche fue la de Osaka 32, una banda que no solo hace música, sino que teje un puente cultural entre oriente y occidente. Su presentación fue una muestra de creatividad, riesgo y sensibilidad estética.

La dupla vocal con una voz masculina potente y agresiva contrastando con una femenina armónica y melódica funcionó como un péndulo emocional que llevó al público por diferentes registros. El resultado fue un tándem poco convencional pero efectivo, que dejó una marca clara.
A pesar de los problemas técnicos y humanos que afectaron su presentación y por los cuales la organización les pide disculpas, lograron conectar con el público, llevándose el voto popular de la noche, lo cual no es poca cosa considerando la escasa asistencia. Osaka 32 demostró que tiene seguidores y una propuesta con corazón, que podría fortalecerse aún más si suman elementos visuales que remitan con más claridad a las culturas asiáticas que evocan en su narrativa. Son una banda con futuro que podría ser muy brillante si saben encontrar su camino en el mercado y en la escena.

Sucia Eukaristia: la liturgia punk del caos

El final de la noche llegó con furia, pogo, caos, irreverencia y una misa punk que convirtió el Bbar en un templo de la distorsión. Sucia Eukaristia es una banda con concepto pleno, definido, furioso y contracultural, lo de ellos es performance, música y manifiesto al mismo tiempo.

La presencia escénica del cantante marcó uno de los momentos más potentes de la noche, dominó el escenario, agitó al público, lo confrontó y lo celebró. En una escena donde muchas bandas aún temen incomodar, ellos lo hacen con gusto. Son una fiesta cruda, violenta, pero honesta, una eucaristía profana que funciona como válvula de escape y como protesta.
El punk tiene eso, siempre se lleva al público, lo involucra, lo hace vivir la experiencia del concierto. La propuesta de Sucia Eukaristia podría fortalecerse aún más si se unificaran visualmente, imaginar a toda la banda vestida bajo un mismo concepto sería inmersivo y devastador, pero ya desde ahora tienen una de las puestas en escena más potentes y auténticas de la competencia.

El Veredicto

En una noche de público escaso, pero con propuestas de alta factura, el jurado conformado por Angie Roa (Cantante, compositora), Dave (Músico, compositor), Leonardo Neizza (Baterista consolidado del rock colombiano), Felipe Szarruk de Subterránica, el público y las mismas bandas, tomó una decisión: Spectral fue la banda ganadora de la noche y por lo tanto primera finalista, con tres votos del jurado y uno adicional del público, totalizando cuatro. Su proyecto fue valorado por su ejecución, su estética, su originalidad y su coherencia conceptual. El voto del público fue para Osaka 32, mostrando que las nuevas generaciones también tienen su nicho y su voz.

Fue una batalla de altísimo nivel, una muestra de lo que viene. Si las próximas fechas mantienen este calibre, el Monster del Rock Subterránica 2025 será una de las ediciones más difíciles y emocionantes de la historia reciente del rock colombiano.

Nos vemos en la próxima batalla. La escena está viva. El monstruo ha despertado.

P.D.: Solidaridad con Narcocracia

Desde Subterránica, expresamos nuestra profunda solidaridad con la banda amiga Narcocracia, quienes fueron víctimas de una agresión al finalizar su presentación en Manizales el pasado 23 de mayo. Un individuo lanzó tres botellas contra los integrantes de la banda, impactando a su vocalista, Leandro Martínez, y causándole lesiones de consideración .

Narcocracia ha sido una voz crítica y valiente dentro de la escena del metal colombiano, utilizando su música para denunciar las injusticias sociales y políticas. Este acto de violencia no solo atenta contra la integridad de los artistas, sino que también refleja una problemática más amplia de intolerancia y agresión en espacios culturales que deberían ser seguros y de expresión libre.

Nos unimos al llamado de reflexión sobre la necesidad de construir una escena musical basada en el respeto, la empatía y el trabajo colectivo. La música debe ser un refugio y un espacio de resistencia, no un campo de batalla para egos y violencias.

A nuestros amigos de Narcocracia, les enviamos nuevamente un abrazo fraterno y nuestro apoyo incondicional. Su voz es necesaria y su lucha, también la nuestra.

#Subterránica #monsterdelrocksubterránica #premiossubterránica #PremiosSubterránica #rockcolombiano

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Atacan a Narcocracia en Manizales: El precio de hacer rock en Colombia

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Subterránica no es un medio políticamente correcto, lo saben… no somos neutros, no nos callamos, no maquillamos la realidad y esta es la realidad: La noche del sábado 23 de mayo en Manizales, al cantante de la banda Narcocrácia un cobarde casi lo mata tirando botellas que le causaron heridas graves en un acto de soberbia y violencia descontrolada.

El agresor está identificado y aquí estamos exigiendo que se entregue antes de que sea capturado.

Cansados de que el rock, los músicos y el arte independiente sigan siendo carne de cañón para la violencia, para la estupidez, para esa mezcla explosiva de licor, ignorancia y complejo que abunda en ciertos sectores, cansados de que en Colombia salir a tocar, a hacer cultura, a dejar el alma en una tarima, termine con un músico en el hospital, el país ya no aguanta más sangre, cinco centímetros más arriba y la historia sería otra. El titular hubiera sido que Leandro, sobreviviente de la tragedia de Armero, se salvó de esa para encontrar la muerte a manos de un imbécil que no soporta que otros piensen diferente.

Lo que sucedió fue que en pleno show de la banda Narcocrácia en Manizales, un individuo —cuyo nombre y rostro ya son de conocimiento público— arrojó una botella de vidrio con la clara intención de agredir. No fue un accidente, fue un acto violento, deliberado, cobarde y criminal, fue claramente un intento de asesinato. El impacto fue directo al cuello del vocalista, causándole heridas graves, la intención era clara, querían matarlo. La banda tuvo que suspender su presentación y como caballeros se bajaron del escenario, ensangrentados para no escalar la situación, el agresor relajado y tranquilo se fue del lugar sin que nada pasara como siempre en este país de impunidad y una vez más el rock colombiano terminó bañado en su propia sangre no por sus letras ni por su actitud, sino por la ignorancia de quienes no entienden lo que representa esta cultura o que creen ser los portavoces de la misma, radicales que en su cerebro no cabe más que el odio y la ignorancia.

Link a la publicación de Narcocracia: https://www.facebook.com/Narcocracia/posts/pfbid0Z5dkkC4onzCviCD8ncB6AH9mBUSd1c7ySyUgKqNyJ2oLvRJdpDezFahKSkmMm5mWl

El rock colombiano lleva décadas resistiendo, resistiendo al olvido institucional, a la falta de espacios, al abandono cultural. Pero lo más indignante es que también resiste a los ataques físicos… no es la primera vez, ya hemos tenido músicos asesinados, festivales y conciertos cancelados por amenazas, agresiones en tarima, sabotajes, estigmatización. ¿Y por qué? Porque el rock, en Colombia, todavía incomoda, porque seguimos siendo tratados como un “riesgo”, como “gente rara”, como “rebeldes sin causa”, cuando en realidad somos lo poco que queda de la cultura auténtica, de la protesta, del talento, Narcocracia es de las pocas bandas que no se han arrodillado al Estado y que dice las cosas de frente.

El asesino en potencia está identificado, las pruebas están, los videos, los testigos, el nombre, lo único que falta es lo que no existe en este país… la justicia. No fue un desconocido entre el público, fue alguien que sabía lo que hacía, que cargó con rabia su cobardía y la descargó sobre alguien que estaba haciendo lo que ama: cantar.

Desde aquí, desde Subterránica, exigimos que se entregue a las autoridades, que responda legalmente, no se puede ir por la vida creyendo que agredir artistas es un deporte nacional. Aquí hay consecuencias y el rock no se va a quedar callado, toda la escena se ha pronunciado en solidaridad con la banda y lo que logró esta persona fue solo acentuar más la presencia de Narcocracia en el Rock colombiano demostrando que es una banda que le ha llegado profundamente no solo a los músicos sino a un público extenso que sí los entiende y entiende el mensaje que es precisamente en contra de la cultura narco de mierda de esta patria, hemos visto a muchos ofendidos por Calamaro pero a pocos ofendidos por esto que ha sucedido, un país en donde la vida vale mierda.

El problema es más profundo de lo que parece, no se trata solo de una botella, se trata de un país que no respeta la cultura, que la domina, que la mira de menos, un país que trae la violencia en las venas de manera inherente, un país donde tocar metal o punk aún coloca a los artistas en la mira, en donde si uno se monta a un escenario en un bar se expone a todo menos a respeto, en donde la Policía llega primero a “sospechar” que estás fumando algo antes que a garantizar seguridad, “de seguro lo merecen estos mariguaneros satánicos” ¿Verdad?
Se trata de una sociedad que le tiene miedo al pensamiento, a la crítica, al ruido que no viene de la radio comercial y se trata también de una escena que a veces normaliza estos abusos.

No más.

No podemos normalizar que a un artista lo hieran brutalmente y mañana sigamos publicando flyers como si nada, la violencia no es parte del rock aunque parezca lo contrario. Es hora de levantar la voz, de exigir garantías para tocar, para crear, para estar seguros en nuestro propio espacio porque a veces son hasta los mismos músicos los que agreden como ya lo hemos vivido y visto varias veces en Subterránica, ya es hora de exigir y de actuar, hora de unirnos más que nunca.

Y a Narcocrácia… Toda nuestra solidaridad, respeto y admiración.

Sabemos lo difícil que es hacer rock en este país de tumbas y aun así ustedes lo hacen con el corazón, hoy les duele la piel, pero mañana esto será gasolina para incendiar aún más los escenarios y si necesitan ayuda para procesos legales, visibilidad, o lo que sea, Subterránica está con ustedes.

¡El rock no se calla! El rock no se rinde. El rock no sangra en silencio.

#ElRockSeRespeta

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Cartas Suicidas: Cuando el rock grita lo que muchos callan

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Quiero dedicar este artículo a Juliana Gómez Tarrá, a quien perdimos hace muy poco.

Por: Felipe Szarruk

Hay canciones que no se escuchan, se sienten… Que no pasan por los oídos sino por las cicatrices. Cartas Suicidas de Mandingasea, es una de ellas. Un manifiesto brutalmente honesto sobre la desesperación, la depresión, la muerte y la necesidad humana de liberación. Pero también, es un llamado de auxilio transformado en arte, una carta abierta desde el abismo que, paradójicamente puede ser un salvavidas para quienes aún están luchando por no caer.

He decidido escribir este artículo con el corazón abierto y la herida reciente. Lo dedico a Juli, mi amiga, quien decidió partir de este mundo hace poco. Su ausencia pesa, su risa falta y su historia me lleva a escuchar canciones como esta de otra manera. Porque Cartas Suicidas no es solo una canción sobre el suicidio, es una crónica emocional sobre lo que siente alguien que se está quebrando por dentro y no encuentra salida.

Una letra que duele… porque es verdad

“He pensado muchos días en la muerte
Y busco la manera de ser más valiente
No resisto más el dolor que se siente
Quiero terminar con todo para siempre…”

Así comienza Cartas Suicidas, sin metáforas, sin maquillaje. La voz canta lo que millones han sentido y no se atreven a decir, habla de deudas, frustraciones, depresión y de esa carga invisible que va volviendo la vida insoportable. Es una confesión sin redención, y por eso, tan humana.

En el coro se repite como un mantra oscuro:

“Morir, morir, sé lo que siento
Morir, morir, libre como el viento…”

Lo escalofriante de la canción es que no intenta convencer a nadie de quedarse, simplemente deja que el pensamiento se exprese, como lo hace una persona en su punto de quiebre, pero si uno la escucha con atención, lo más importante no está en la voz del que canta, sino en lo que provoca en el que escucha. Esta canción puede ser una advertencia, un espejo, un espejo cruel pero necesario… El suicidio no se lleva una sola vida

En una de sus estrofas más crudas, el protagonista dice:

“Vi a mis amigos sufriendo por mí
Y al que le debía se cagó a reír
Vi a quien me amaba profundamente sufrir
Y a mis herederos pensando en repartir…”

Esta imagen poderosa y perturbadora desmonta la idea romántica del suicidio como escape silencioso, la muerte por decisión propia arrastra, duele, marca, rompe a quienes quedan. El que se va, sufre, pero quienes quedan, muchas veces sufren aún más, cargando preguntas sin respuesta, culpas que no les pertenecen y vacíos imposibles de llenar.

El suicidio no es solo una muerte, es una explosión emocional que deja una estela de destrucción en todo su alrededor.

Desde sus orígenes, el rock ha sido el grito de quienes no se sienten escuchados, es el lenguaje de los inadaptados, los tristes, los marginados, los furiosos. Es donde se puede decir lo que en la vida real cuesta tanto: “No puedo más”, “Estoy roto”, “Quiero salir de aquí”. Bandas como Nirvana, Linkin Park, Radiohead o incluso artistas más recientes como Yungblud o Badflower han hablado sin filtros sobre salud mental, angustia, ansiedad y muerte.

Mandingasea, con Cartas Suicidas se suma a esa tradición de canciones que no solo cuentan una historia, sino que abren una puerta para hablar de lo que normalmente se esconde bajo la alfombra. Y en esa puerta hay luz. Porque si hay algo que la música puede hacer —y lo ha hecho una y otra vez— es salvar vidas. Una canción puede ser un compañero en la oscuridad. Puede hacerte sentir menos solo, puede incluso hacerte llorar y con eso, evitar que te quiebres.
La música no salva el mundo, pero puede salvar una vida

Cartas Suicidas no es una canción fácil, es incómoda, pero esa incomodidad es necesaria. Nos obliga a mirar de frente una realidad que muchas veces preferimos ignorar: que hay personas que están sufriendo en silencio, que sonríen en redes pero lloran en casa, que gritan por dentro mientras aparentan fortaleza.

Si estás leyendo esto y alguna vez pensaste en rendirte, quiero que sepas algo… tu dolor es válido, pero no estás solo, he pasado por ahí, muchas veces, pero sí vale la pena, a pesar del mundo de mierda en el que vivimos !vale la pena! Habla, llora, Escribe, escucha música, grita si hace falta. Pero quédate. Porque incluso en los días más oscuros, la música puede ser una cuerda. Un puente. Una excusa para esperar un día más, no estoy tratando de enseñar a nadie, es que la ausencia duele mucho y ¿para qué adelantar algo que va a suceder tarde o temprano?

Hoy, por Juliana, por Mandingasea, por mí, por ti, y por todos los que han pensado en irse, esta canción nos recuerda que la vida es una guerra interna, pero que no tenemos que pelearla solos.

Si tú o alguien que conoces está lidiando con pensamientos suicidas, por favor, busca ayuda profesional. Hablar es el primer paso.

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