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Colombia

El dedo en la llaga que duele: Bandas tributo ¿Artistas o mercenarios?

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En la cultura popular, los términos tributo y homenaje se utilizan frecuentemente, pero rara vez se analizan con la profundidad que merecen, especialmente en la música. Estos conceptos, en teoría, deberían implicar respeto y admiración hacia un artista o una obra. Sin embargo, el término banda tributo, popularizado en los bares y clubes nocturnos, ha ido perdiendo su significado original para convertirse, en muchos casos, en un simple negocio que explota el talento ajeno sin aportar nada nuevo. ¿Son estas bandas realmente un tributo o un homenaje? ¿O estamos frente a una versión mercenaria del arte? Vamos a desglosarlo.

¿Qué es un tributo y qué es un homenaje?

Empecemos por lo básico. Un tributo es una manifestación de respeto o admiración hacia una persona o un grupo que ha tenido un impacto significativo en una comunidad, la cultura o la historia. En el contexto musical, un tributo debería implicar una reinterpretación o recreación respetuosa de la obra de un artista, intentando capturar la esencia que lo convirtió en un ícono.

Por otro lado, un homenaje va más allá del simple reconocimiento. Un homenaje es una celebración de la obra o la figura de alguien, no sólo por lo que logró, sino por lo que simboliza. En el caso de un homenaje musical, lo ideal sería que los músicos aporten algo de su propia creatividad, reinterpretando la obra original con su propio toque personal, como una forma de extender el legado artístico.

En ambos casos, tanto el tributo como el homenaje deben basarse en la admiración genuina, el respeto y la creatividad. Sin embargo, lo que muchas bandas que tocan en bares bajo la etiqueta de “banda tributo” hacen, es simplemente replicar el repertorio y la imagen de grandes artistas para generar ingresos, sin aportar ninguna innovación o valor artístico real.

El negocio de las bandas “tributo”: Entre lo mercenario y lo superficial

Hoy en día, las bandas “tributo” son un fenómeno generalizado. Es común encontrar en cualquier ciudad bares llenos de gente que asiste a escuchar a una banda que emula a un artista o grupo famoso, interpretando exactamente los mismos temas y, en muchos casos, hasta intentando replicar los movimientos y la imagen del ícono original. Lo que muchas de estas bandas tributo hacen va más allá de la mera imitación: se apropiaron de la obra, y de la estética, para ofrecer un producto diseñado exclusivamente para generar ingresos, con el mínimo esfuerzo creativo.

Pero ¿dónde está el problema? Esa es la pregunta que todos se hacen ¿Por qué importa? ¿Qué es lo que está mal acá? Esencialmente, en la falta de autenticidad y en el aprovechamiento comercial de un legado artístico sin permiso ni reconocimiento. A menudo, estas bandas no pagan por derechos de autor, usan la imagen de los artistas sin su consentimiento (Ya ni siquiera ponen la foto de la banda sino del artista original), y se benefician económicamente del trabajo de otros, sin aportar una interpretación que realmente se pueda considerar un tributo en el sentido más puro del término.

Esto convierte el acto de tocar música en bares en algo más parecido a un negocio mercenario que a un verdadero acto artístico. La música deja de ser arte para convertirse en un simple mecanismo para ganar dinero rápido, a costa de la nostalgia del público, que muchas veces ni siquiera se da cuenta de que está aplaudiendo una versión vacía de lo que alguna vez fue una obra creativa vibrante y revolucionaria.

¿Por qué no son un tributo ni un homenaje?

Una banda tributo, en su esencia más pura, debería tomar la música del artista que admiran y reinterpretarla con respeto, sumando algo nuevo que permita que la obra original continúe viva de una manera diferente. Un homenaje, por su parte, debería ser una forma de honrar la trayectoria y el impacto del artista en cuestión, haciendo referencia a su legado pero añadiendo una nueva visión.

Sin embargo, lo que vemos hoy en la mayoría de los bares y clubes es un copy-paste sin alma. No hay un esfuerzo por ofrecer una reinterpretación creativa o por explorar nuevas maneras de interpretar la música que celebran. En lugar de eso, muchas bandas tributo simplemente se limitan a replicar el sonido y la apariencia, confiando en la nostalgia para atraer a una audiencia, y dejando de lado cualquier ambición artística. Es una reproducción mecánica del pasado.

El problema central es que, lejos de ser un homenaje o un tributo, este modelo ha degenerado en un sistema de explotación artística que usa el prestigio de grandes artistas para fines comerciales sin aportar valor nuevo. Se podría argumentar que estas bandas viven del aplauso prestado, tomando como propio el reconocimiento que pertenece a los músicos originales. Su objetivo no es la expresión artística, sino la reproducción de éxitos probados con la esperanza de un rápido beneficio.

El aplauso prestado: ¿dónde queda la autenticidad?

El aplauso prestado es el corazón de este problema. Los músicos de bandas tributo se alimentan de la nostalgia de los fans, pero no se ganan ese reconocimiento por su propio talento o innovación. Viven del eco de algo que ya existió, de una obra que no es suya, y en lugar de sumar algo nuevo al panorama musical, simplemente ocupan un espacio de repetición.

Es cierto que no todos los artistas deben revolucionar la música, pero hay una diferencia abismal entre interpretar canciones de un artista que admiras con pasión y creatividad, y usar su legado como una vía rápida para el éxito.

Una banda que se limita a copiar el vestuario, los movimientos y las canciones sin más, no está rindiendo un verdadero tributo; está haciendo un negocio con la memoria de alguien más. En muchos casos, los músicos de estas bandas no buscan crear algo duradero o significativo; solo quieren llenar el local y recibir el aplauso fácil. Es una versión mercenaria del arte, que reduce la música a un simple producto de consumo rápido.

¿Qué queda del arte en este modelo?

Al final, el problema con las bandas tributo que no aportan nada nuevo es que contribuyen a la mercantilización extrema del arte. No hay riesgo, no hay innovación, no hay un proceso creativo que lleve a algo más. Y si bien hay un lugar para la interpretación y la recreación, lo que vemos en muchos bares no es ni tributo ni homenaje, sino una forma de capitalizar el trabajo y el legado de otros sin el esfuerzo ni el respeto que debería requerir el uso de una obra ajena.

Este modelo se alimenta de la nostalgia y explota el deseo de revivir momentos del pasado, pero al final del día, está vacío de autenticidad. Para muchos músicos que intentan vivir de su propia creación y su propia voz, este fenómeno puede resultar frustrante: mientras algunos se esfuerzan por encontrar un espacio para su arte original, otros optan por lo fácil, explotando el legado de quienes ya marcaron el camino.

Las bandas tributo han distorsionado lo que realmente significa rendir homenaje a un artista. Han convertido un acto que debería estar lleno de respeto y admiración en un mecanismo mercenario para hacer dinero fácil, explotando el trabajo de otros sin pagar lo que corresponde ni aportar valor artístico. El arte, en su forma más pura, es riesgo, es creatividad, es expresar algo propio. El problema con muchas de estas bandas es que, lejos de rendir un verdadero tributo, lo que están haciendo es vivir del eco de algo que no les pertenece. Y en ese proceso, están contribuyendo a la desvalorización del arte como una forma de expresión auténtica.

¿Qué debería hacer una banda para ser un verdadero tributo?

Para que una banda “tributo” pueda realmente considerarse un tributo auténtico y no un simple negocio que explota la nostalgia, es fundamental que adopte una serie de medidas que vayan más allá de imitar el sonido y la imagen del artista original. Aquí te expongo algunos pasos clave que deberían seguir:

El primer y más importante paso que una banda tributo debe tomar es pagar regalías por el uso de la música y la imagen de los artistas originales. Muchas bandas tributo tocan las canciones de sus ídolos sin preocuparse por el hecho de que están utilizando una obra protegida por derechos de autor para generar ingresos. Los artistas originales, o sus herederos en caso de artistas fallecidos, merecen ser compensados por el uso de su trabajo, así como por el uso de su imagen si la banda intenta replicarla de alguna manera.

No hacerlo convierte este acto en una forma de apropiación que es, en última instancia, ilegal y moralmente cuestionable. Respetar los derechos de autor es fundamental para dignificar el trabajo del artista, porque ese legado no debería ser explotado sin retribución. Hay maneras claras y accesibles de cumplir con estas obligaciones legales, como a través de sociedades de gestión colectiva de derechos que se encargan de distribuir las regalías.

Un verdadero tributo no se limita a copiar de manera exacta las canciones y el estilo del artista original. Las mejores bandas tributo son aquellas que aportan algo nuevo a la música que interpretan, ya sea con arreglos innovadores, instrumentaciones distintas o incluso con una reinterpretación que dé una nueva vida a las canciones.

Cuando una banda simplemente imita, está tomando el camino fácil, sin ofrecer ninguna aportación propia. En cambio, cuando una banda se atreve a experimentar y añadir su propio toque personal, contribuye al crecimiento del legado del artista, mostrando que la música puede evolucionar y continuar inspirando a las nuevas generaciones de maneras diferentes. De esta forma, la banda deja de ser un mero vehículo de nostalgia para convertirse en un puente entre el pasado y el presente, honrando de verdad la obra del artista.

Otra señal de un verdadero tributo es la transparencia. Las bandas deben ser claras acerca de su objetivo: ¿Están simplemente replicando canciones para lucrarse? ¿O están realmente buscando mantener viva la música de su artista favorito de una manera significativa? Las bandas que se toman en serio su rol de tributo deberían mostrar un profundo conocimiento y respeto por la trayectoria y la influencia del artista original.Esto puede implicar, por ejemplo, el incluir en sus presentaciones una explicación del contexto en el que las canciones fueron creadas, las historias detrás de las letras, o cómo el legado del artista ha influenciado a la banda. Al compartir este conocimiento, las bandas pueden ayudar a educar a sus audiencias, haciéndolas más conscientes del valor cultural y artístico de la música que están escuchando.

Una forma auténtica de rendir tributo es hacer algo concreto para contribuir al legado del artista. Esto podría ser mediante donaciones a fundaciones o causas que el artista apoyaba en vida, o incluso participar en proyectos de restauración o conservación de su obra. Las bandas también pueden contribuir organizando eventos que no solo celebren la música, sino que también generen ingresos para las causas benéficas relacionadas con el artista.
Por ejemplo, si una banda tributo a Queen organiza un evento en el que parte de los ingresos se donan a organizaciones de lucha contra el VIH, estaría no solo homenajeando a Freddie Mercury, sino también continuando con su legado de apoyo a esa causa. Esto permite que el tributo tenga un impacto tangible más allá del simple acto de interpretar canciones.

Usar la imagen de un artista famoso para atraer al público es algo delicado. Las bandas tributo a menudo intentan replicar no solo la música, sino también el look y los gestos del artista original. Esto, si se hace de manera superficial o burlesca, puede llegar a ser ofensivo o de mal gusto.

Un verdadero tributo debe abordar la representación del artista con dignidad y respeto, evitando la caricaturización o el uso exagerado de estereotipos. Es clave recordar que la imagen del artista original no debe ser tratada como una simple mercancía. Si una banda decide emular la estética de su ídolo, debe hacerlo con respeto hacia el valor simbólico y cultural que esa imagen representa, y no solo para crear una versión comercial vacía que busca el aplauso fácil

Las bandas tributo tienen la oportunidad de construir una identidad artística propia mientras rinden homenaje a sus ídolos. Si bien pueden basarse en la música del artista original, deberían esforzarse por encontrar su propio estilo y voz dentro de esa música. Un buen tributo no trata de ocultar la identidad de los músicos detrás de la máscara del artista original, sino que busca que esos músicos crezcan artísticamente a través de la obra que están celebrando.
Esto puede significar realizar conciertos en los que mezclen las canciones del artista homenajeado con sus propias composiciones originales o con versiones de las canciones que reflejen su estilo particular. De esta forma, la banda tributo puede atraer a un público que no solo busca revivir el pasado, sino que también está interesado en ver cómo evoluciona esa música en manos de nuevos artistas.

Otra estrategia para dignificar el trabajo como banda tributo es colaborar con músicos o productores cercanos al artista original. Esto no solo añade autenticidad al tributo, sino que también asegura que la música se está interpretando de una manera respetuosa y aprobada por quienes conocen mejor la obra del artista. Algunas bandas tributo de renombre han logrado colaborar con miembros originales de la banda a la que rinden homenaje, lo que les otorga una legitimidad y un respeto que va mucho más allá de lo que una simple imitación podría lograr.

Para que una banda realmente se pueda llamar tributo, debe ir mucho más allá de simplemente copiar la música y la imagen de un artista famoso. Debe haber un compromiso con el respeto a los derechos de autor, con la aportación creativa, con la autenticidad y, sobre todo, con el reconocimiento justo del legado del artista homenajeado. Sin estos elementos, el tributo no es más que una explotación mercantil de la nostalgia, un negocio disfrazado de homenaje, un buen ejemplo de todo lo que acá se ha hablado es la banda Led Zepp Again que cumple con todos estos requisitos y son avalados por los propios Led Zeppelin quienes aprueban cada movimiento y reciben una parte de las ganancias. Esta banda gira por todo el planeta y no es la única, hay varias.

El arte siempre ha sido una conversación entre lo pasado y lo presente. Un verdadero tributo mantiene viva esa conversación, permitiendo que la obra original evolucione y siga tocando los corazones de nuevas audiencias, con respeto y admiración. Todo lo demás es, en última instancia, un ejercicio vacío y superficial.

    Sayco como siempre, la mafia pendeja que se lava las manos

    Dentro del marco legal colombiano, las bandas tributo que no cumplen con las normativas sobre derechos de autor, propiedad intelectual, y el uso de la imagen de artistas están incurriendo en una serie de violaciones a la ley. A continuación, detallo las leyes y las faltas a las que estas bandas podrían estar pasando por alto, además de las obligaciones que deberían cumplir para operar legalmente.

    Las bandas tributo, al interpretar y beneficiarse económicamente de las obras musicales de otros artistas sin pagar regalías o sin autorización, están infringiendo las normativas de derechos de autor en Colombia.

    Ley 23 de 1982: Esta ley regula los derechos de autor en Colombia y establece que toda obra artística, literaria, o científica goza de protección. La música, las letras y las composiciones son consideradas obras protegidas bajo esta ley, lo que significa que su reproducción, distribución y comunicación pública sin la autorización del titular es ilegal.

    Las bandas que interpretan en vivo o graban canciones sin el permiso expreso del titular de los derechos (artistas, compositores o herederos) están incumpliendo con esta ley.

    Las bandas deben pagar regalías a través de entidades de gestión colectiva como Sayco (Sociedad de Autores y Compositores de Colombia), que se encarga de gestionar los derechos de autor en nombre de los compositores. Si una banda no está afiliada o no realiza estos pagos, incurre en una falta grave, que puede resultar en sanciones económicas y demandas legales pero ya todos conocemos la clase de mafia monopólica que es esta entidad.

    Muchas bandas tributo no solo interpretan la música de artistas originales, sino que también replican su imagen, vestimenta, y estilo escénico sin el debido consentimiento, lo que constituye una violación del derecho a la imagen.

    Artículo 15 de la Constitución Política de Colombia: Establece que todas las personas tienen derecho a su imagen y al respeto de su buen nombre. El uso no autorizado de la imagen de un artista para fines comerciales puede ser considerado una violación a su derecho de imagen.
    Ley 1581 de 2012 (Ley de Protección de Datos Personales): Aunque esta ley está más enfocada en la protección de la información personal, su marco puede aplicarse cuando el uso de la imagen de una persona está en juego, ya que la imagen es considerada un dato personal que no puede ser utilizado sin autorización.

    La reproducción de la imagen de artistas sin su consentimiento para fines lucrativos puede llevar a sanciones. Esto es particularmente problemático si la banda tributo se presenta como un reflejo exacto del artista, usando su nombre, estética y performance sin contar con los derechos correspondientes.

    En Colombia, cualquier actividad económica está sujeta a las normas fiscales del país. Las bandas tributo que no registran adecuadamente sus ingresos y no declaran las regalías generadas por sus conciertos, grabaciones o ventas de merchandising están incumpliendo con las normativas fiscales.

    Estatuto Tributario Colombiano: Todas las actividades lucrativas deben estar registradas y cumplir con las obligaciones tributarias correspondientes. Las bandas tributo que no registran sus actividades económicas ni declaran ingresos provenientes de sus conciertos o eventos pueden estar evadiendo impuestos.

    No declarar los ingresos obtenidos a través de presentaciones en vivo, venta de mercancías o cualquier otra actividad comercial relacionada con la música tributo puede derivar en multas, sanciones y hasta investigaciones fiscales.

    Si una banda tributo utiliza el nombre o logotipos asociados a la banda original, como aquellos que están registrados como marca, puede estar infringiendo la ley de propiedad industrial.
    Decisión 486 de la Comunidad Andina (Régimen Común sobre Propiedad Industrial): Regula el uso de las marcas y los signos distintivos. Las bandas o artistas suelen registrar su nombre y logotipo como marca para protegerlos. Cualquier uso comercial de una marca registrada sin autorización puede considerarse una infracción de los derechos de propiedad industrial.
    Usar sin autorización el nombre, logotipo o signos distintivos de una banda o artista original para promocionar un evento o una presentación podría constituir una violación de los derechos de propiedad industrial, exponiendo a las bandas tributo a demandas por infracción de marca.

    El uso de arreglos musicales o la reinterpretación de una obra sin el debido crédito o autorización del autor también puede considerarse una forma de apropiación indebida. Aunque la banda interprete canciones, modificar o transformar de manera significativa la obra original puede requerir permisos adicionales, algo que muchas bandas tributo ignoran.

    Ley 23 de 1982 y Decisión 351 de 1993 (Normas de protección a los derechos de autor en la Comunidad Andina): Estas leyes también cubren las obras derivadas. Si una banda realiza modificaciones importantes a la obra original, como cambios en la estructura o instrumentación, está creando una obra derivada que también está sujeta a derechos de autor.
    Realizar arreglos sin permiso del compositor original y lucrar con ello podría generar reclamos legales, ya que una obra derivada es propiedad del autor original y debe contar con su aprobación.

    Las bandas tributo en Colombia, aunque populares, deben cumplir con una serie de obligaciones legales para operar de manera adecuada. Esto incluye pagar regalías a los artistas originales, respetar los derechos de imagen y marca, declarar correctamente los ingresos generados, y obtener los permisos correspondientes para sus presentaciones en vivo. De lo contrario, no solo están explotando ilegalmente el trabajo de otros artistas, sino que también se exponen a sanciones legales, demandas por violación de derechos de autor y problemas fiscales.

    Entonces señores, la cosa va mucho más, muchísimo más allá de un simple capricho o de una simple “envidia”, al igual que las bandas que a pesar de tener conocimiento sobre la corrupción en las instituciones del Estado y aun así siguen participando con ellos, estas bandas también son cómplices de la deshonestidad y las faltas en la música. Cómo dijo el fiscal en el caso de P.Diddy: “Si usted estuvo allí y vio cosas, así no haya participado, también es culpable”.

    Pero así es, así ha sido y así será y conociendo a nuestros músicos, pasarán de largo de este artículo, diciendo que es un artículo envidioso y resentido y seguirán comiendo del aplauso ajeno sin cumplir con ninguna responsabilidad y mucho menos “rindiendo tributo” a nadie.

    @subterránica

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    Subterránica Energy: La bebida oficial del Rock ya está en Bogotá.

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    Subterránica, el movimiento que le ha dado voz y fuerza al rock durante más de dos décadas, presenta hoy su creación más potente: Subterránica Energy, la bebida energizante pensada y diseñada especialmente para quienes viven la música al filo de la adrenalina. Esta bebida se convierte desde ya en la oficial del rock colombiano, y es la invitación perfecta para que músicos, amantes de la música en vivo, deportistas y público en general lleven su energía a otro nivel.

    Subterránica Energy nace del espíritu incansable que acompaña a cada integrante de la escena: desde los músicos que dejan el alma en el escenario hasta aquellos fanáticos que nunca se pierden un acorde y se mantienen firmes, noche tras noche, festival tras festival. Es la recompensa lista para tomarse antes de un show, en medio del pogo o incluso al preparar el cuerpo antes de un gran entrenamiento.

    Lo que hace diferente a Subterránica Energy no es solo su autenticidad, sino su composición perfectamente equilibrada para brindar energía prolongada y consistente. Cada lata contiene aminoácidos como la taurina y la prolina, que contribuyen a mejorar el rendimiento físico y mental durante horas intensas. Su mezcla exclusiva de vitaminas B1, B2, B3, B5, B6 y B12 le da el soporte necesario al metabolismo energético y la concentración; componentes que, junto a la dosis justa de cafeína y carbohidratos, activan tanto el cuerpo como la mente.

    El sabor de Subterránica Energy se expresa como un riff potente: explosivo, vibrante y adictivo, ideal para acompañar maratones de conciertos, largas horas en la sala de ensayo o cualquier ejercicio que exija energía sostenida. No contiene grasas, grasas trans, ni sodio añadido, lo que la convierte en una alternativa limpia y eficaz.

    La revolución energética ya empezó. Desde ahora, Subterránica Energy está disponible exclusivamente en bares clave de Bogotá donde se respira y se escucha rock: Ace of Spades, BBar, The Grange, Jackass y Rockxy son los primeros templos en sumarse a la experiencia. Pero esto es solo el principio, ya que la bebida puede ser solicitada para acompañar festivales, eventos especiales y conciertos de cualquier tamaño, llevando la actitud Subterránica a todos los escenarios.

    Subterránica Energy es más que una bebida: es un símbolo para la comunidad que nunca baja el volumen ni la intensidad. Es la chispa para darlo todo, para vivir más fuerte, más alto y más auténtico.

    Porque el rock no descansa y el público tampoco, Subterránica Energy es ahora el combustible oficial para resistir y disfrutar cada segundo al máximo.

    Pueden pedir Subterránica Energy para sus eventos, salas de ensayo, gimnasios, festivales y cualquier espacio donde la energía y el rock sean protagonistas. Contamos con envíos a todo el país. Para informes y pedidos, contacta a director@subterranica.com o al WhatsApp 3153457532. Porque el rock va por dentro.

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    Rock y Metal con peso propio: 16 bandas colombianas que dejaron huella real

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    La escena del rock y metal en Colombia es enorme y creativa… Y aunque aún es muy genérica y no hemos logrado encajar en el escenario mundial, en cada ciudad del país surgen constantemente nuevas propuestas que exploran sonidos, fusionan géneros y mantienen viva la llama del inconformismo musical. Pero cuando se habla de bandas que realmente han marcado una diferencia, aquellas con trayectoria sólida, logros verificables y reconocimiento más allá de los circuitos locales el panorama se reduce considerablemente.

    Es fácil encontrar proyectos emergentes con potencial, e incluso con propuestas artísticas muy interesantes, pero que aún no han consolidado una discografía memorable, una carrera internacional o premios relevantes. Por eso, esta selección no se basa en gustos ni promesas, sino en hechos. A continuación, presentamos 16 bandas que, por sus logros, influencia y recorrido, merecen estar en cualquier compendio serio sobre el rock y metal colombiano como algunas de las mejores representantes de lo que podemos llamar “nuestro rock” para que les den un repaso y disfruten de recordarlas.

    LOS SPEAKERS

    En los años 60, cuando el rock aún era una curiosidad importada en Colombia, Los Speakers rompieron el molde. Pioneros del rock psicodélico en el país, marcaron una época con su disco La casa del sol naciente, que vendió miles de copias y les valió un disco de oro. Su propuesta sonora, atrevida para el contexto conservador de la época, pavimentó el camino para lo que hoy entendemos como rock colombiano.

    GÉNESIS DE COLOMBIA

    Un poco después, Génesis de Colombia aportó una visión más ambiciosa y progresiva. Su único álbum es hoy una pieza de culto entre coleccionistas y críticos, considerado un hito del rock fusión nacional. Con una instrumentación cuidada y exploraciones líricas profundas, Génesis elevó el estándar técnico del rock colombiano en los años 70.

    KRAKEN

    En los años 80, Kraken se convirtió en la banda insignia del heavy metal latinoamericano. Su poderosa voz principal, himnos inolvidables y presencia escénica los llevaron a giras internacionales y discos multiplatino. Su legado como ícono del género en el continente es incuestionable, y su figura sigue vigente como símbolo de identidad del metal colombiano.

    THE BLACK CAT BONE

    Ya en el siglo XXI, The Black Cat Bone apostó por el blues rock con una calidad interpretativa que los llevó a abrir conciertos para Deep Purple y Aerosmith. Su sonido crudo pero refinado, junto con su presencia en medios como Rolling Stone, demuestran que el rock clásico tiene espacio y prestigio en el panorama nacional actual, sin duda si hablamos de “rock” esto es de lo mejor que ha dado esta tierra.

    KOYI K UTHO

    En un territorio más industrial y distorsionado, Koyi K Utho ha sido el referente del metal industrial colombiano. Con discos lanzados por sellos y giras internacionales en EE.UU. y México, su puesta en escena y nivel de producción los han puesto a la par de bandas internacionales, compartiendo escenario con nombres como Slipknot y Marilyn Manson, es una de las pocas bandas que tiene una presencia y una propuesta que puede ser exportable en el país.

    ATERCIOPELADOS

    Aterciopelados probablemente no necesita introducción, ganadores de varios Grammy Latinos y pioneros del rock alternativo en español a nivel global. Con una propuesta original, ecléctica y poética, se consolidaron como la primera banda colombiana de rock en tener un impacto real fuera del país, llevando su mensaje de conciencia social y exploración sonora a audiencias de todo el mundo y aunque en sus últimos años se separaron del rock no puede negarse que fueron pioneros en muchos sentidos del género en el país, exportando no solo su música sino la cultura bogotana por el continente.

    LA PESTILENCIA

    En el terreno del punk-hardcore, La Pestilencia ha sido una de las agrupaciones más combativas e influyentes de América Latina. Sus letras críticas, cargadas de denuncia social, y su energía arrolladora los han llevado a una carrera sólida con giras por el continente y una comunidad fiel que los sigue desde los años 80.

    LA DERECHA

    La Derecha, por su parte, fue una de las bandas más destacadas del auge alternativo de los años 90 en Bogotá. Su mezcla de rock con elementos de la música latina y su estética sofisticada generaron una marca indeleble en la memoria colectiva de quienes vivieron esa efervescente década musical.

    1280 ALMAS

    1280 Almas ha sido una de las voces más coherentes del punk/rock colombiano desde los años 90. Con una discografía constante y un mensaje afilado, se convirtieron en bandera del underground local, manteniendo la independencia como principio estético y político.

    CATEDRAL

    En los rincones más oscuros del rock colombiano aparece Catedral, una de las agrupaciones más respetadas del rock alternativo nacional. Su sonido denso, lento y envolvente acompañado por una voz muy distintiva y el uso del violín, fue celebrado en festivales especializados, convirtiéndolos en banda de culto para quienes disfrutan del rock más introspectivo.

    MASACRE

    El death metal también tiene su historia escrita, en parte, por Masacre. Fundada en los años 80, esta agrupación logró lo que pocas en su género: reconocimiento internacional, sobretodo en estos últimos años en donde han cosechado con creces los frutos de una historia guerrera e ininterrumpida, consolodandose como la banda extrema más representativa de Colombia. Brutalidad, técnica y persistencia los han hecho leyenda viva.

    UNDER THREAT

    Under Threat, nacida a finales de los 90, ha consolidado una carrera sólida en el death melódico. Con giras por Europa y América Latina, discos elogiados por la crítica especializada y presentaciones en escenarios como Rock al Parque, han demostrado que el metal colombiano tiene proyección global.

    EKHYMOSIS


    Otra banda fundamental en esta historia es Ekhymosis, donde comenzó la carrera de Juanes. Su evolución del thrash agresivo hacia un sonido más accesible fue reflejo de una época de transición en el país, y su éxito radial los convirtió en protagonistas del rock colombiano en los años 90.

    NEUROSIS

    Neurosis, también fundada en 1987, se ha movido entre el thrash y el hardcore, destacándose por su disco Verdum 1916, que es considerado un clásico del metal nacional. Su mensaje político y sonido agresivo los mantuvieron como referencia del metal de contenido.

    PARABELLUM

    A principios de los 80, Parabellum encendió la chispa del metal extremo en Colombia. Su sonido primitivo y oscuro, con escasa producción y una estética cruda, los volvió objeto de culto entre los primeros fans del black metal, llegando a interactuar incluso en la escena escandinava.

    PERPETUAL WARFARE

    Finalmente y como un bono agregamos una banda actual activa que cumple con trayectoria, logros y calidad musical, Perpetual Warfare encarna la cara contemporánea del thrash colombiano con una propuesta veloz, crítica y altamente técnica. Han realizado giras por Latinoamérica y Europa, consolidándose como uno de los nombres más serios del metal extremo actual y demostrando que el legado del thrash en Colombia sigue más vivo que nunca.

    Este recorrido por 16 bandas esenciales no pretende ser una lista definitiva, sino una radiografía de aquellos proyectos que, más allá del hype pasajero, han demostrado con trabajo y resultados que el rock y el metal colombiano tienen historia, profundidad y, sobre todo, futuro. Porque más allá del ruido o la moda, lo que perdura es la obra.

    @subterránica

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    Colombia

    Bogotá vivió la Primera Warm Up Party Oficial de Wacken en Latinoamérica

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    Ace of Spades Club en Bogotá fue testigo de una noche diferente en la historia del metal colombiano, la primera Wacken Warm Up Party oficial celebrada en el país y la única en toda Latinoamérica este 2025. Más de 250 asistentes llenaron el recinto para anticipar, sentir y celebrar la esencia del festival de metal más grande del planeta, pero también para ver cómo se forja desde aquí, con talento local y mucha terquedad, el puente hacia Wacken Open Air.
    La idea de un warm up no es solo un concierto más, es la afirmación de pertenencia a una cultura global que se reconoce en ciertos códigos compartidos como el sonido, la estética, la hermandad del metal, pero que cobra vida con la identidad propia de cada escena local. Por eso, esta fiesta no solo fue un sello de “evento oficial”, sino una declaración de que Colombia se toma en serio su papel dentro del circuito internacional.

    El cartel reflejó bien esa mezcla de raíces y proyección. INFO, la banda ganadora de la primeraedición de Wacken Metal Battle Sur América Región Norte, se presentó como la cabeza del cartel y mostraron una vez más por qué fueron los representantes en el escenario alemán. Con un set contundente y pulido, la banda combinó disciplina técnica con una presencia feroz que dejó claro su propósito, seguirse construyendo como una de las mejores bandas de la escena nacional.

    Hubo espacio para honrar las influencias y el legado. Se presentaron tributos bien trabajados y recibidos con devoción, entre ellos Tribute 2 Wacken, una banda conformada para honrar el legado de Wacken en el mundo, quienes con invitados especiales hicieron un recorrido por las canciones representativas del festival. Estos actos sirvieron para subrayar la diversidad de corrientes que se cruzan en la escena local, desde el Groove Metal hasta los sonidos industriales con tintes poéticos y oscuros. Cada tributo no solo fue una nostalgia compartida, sino un recordatorio de las muchas genealogías del metal y del rock duro que siguen vivas en la memoria del público.

    El ambiente fue, como debe ser en un warm up auténtico, íntimo y a la vez explosivo. No hubo barreras imaginarias entre bandas y público, el calor del Ace of Spades se cargó de buenos momentos, puños en alto y cuernos al aire, pero también de conversaciones, de músicos que se mezclaban con los fans, de planes que se tejían para futuros shows y colaboraciones. Fue la confirmación de algo esencial, que la escena no sobrevive solo por el virtuosismo técnico o la potencia de los amplificadores, sino por la comunidad.

    Los organizadores Raúl Saavedra y Dick Carvajal de Wacken Latinos y Tour Concerts, destacaron que este evento marca un hito dentro del proyecto más amplio de consolidar estas fiestas en el país para que el público pueda sentir la vibra del festival. La Warm Up Party no es un show aislado, es un peldaño más en la construcción de un camino profesional para las bandas colombianas, que necesitan no solo visibilidad internacional, sino también público local que crea en ellas.

    Esta primera edición también deja planteadas preguntas y desafíos, cómo hacer que el warm up se convierta en tradición anual, cómo diversificar las ciudades y los públicos, cómo dar espacio a más bandas emergentes sin perder la calidad. Pero si algo demostró la noche del Ace of Spades es que la base ya está, público leal, músicos preparados, productores comprometidos y un hambre de trascendencia que no se sacia con migajas.

    No fue solo una fiesta previa para Wacken, fue una demostración de que el metal colombiano puede organizarse, celebrarse y proyectarse sin complejos, asumiéndose parte de una cultura global pero afirmando su voz propia. Fue la chispa necesaria para mantener encendido el fuego de un movimiento que ha resistido indiferencias mediáticas, recortes presupuestales y estigmas culturales.

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