Colombia
¿Cuál fue el papel de Medellín en el movimiento Black Metal y la creación de un nuevo género musical?
El Black Metal no nació en Medellín, Colombia. Es un género musical que surgió en la década de 1980 en Noruega, con bandas como Mayhem, Burzum y Darkthrone, pero Medellín sí tuvo y ha tenido una escena de metal extremo bastante activa y reconocida a nivel internacional con bandas como Reencarnación, Parabellum y otras, que han contribuido al desarrollo del Metal en América Latina. En resumen el Black Metal nace antes que el Ultra Metal que es el género que se le puede atribuir a Medellín, y que ambos se desarrollaron de forma paralela e independiente en diferentes contextos, tener esta diferencia clara es vital en un país en donde no diferencian una cumbia de un rock y por eso se dan estas confusiones y mitos.
La banda Venom con su demo de 1979 tal vez fue la que abrió el camino a lo que iba a venir, uno de los primeros discos de Black Metal como género ya consolidado en el mundo generalmente se considera “Under the Sign of the Black Mark” de Bathory, lanzado en 1987 pero definitivamente Venom podrían considerarse los precursores ya que no necesariamente debemos dar inicio a un género con la edición de un álbum, anteriormente algunas de las bandas más importantes del Black Metal estaban activas.

Mayhem se formó en 1984 y fueron pioneros en el desarrollo del género, su álbum “De Mysteriis Dom Sathanas” lanzado en 1994 es uno de los álbumes más influyentes del género. Por su parte Burzum, el proyecto en solitario de Varg Vikernes que comenzó en 1991 fue también muy influyente en la escena de noruega, su álbum debut homónimo, “Burzum”, fue lanzado en 1992. Darkthrone, formada en el 86 fue otra banda clave con su disco “A Blaze in the Northern Sky” del 92 que ayudó a definir el sonido del Black Metal como género musical.
El primer disco de Ultra Metal en Medellín es un tema de debate y puede variar dependiendo de la perspectiva de cada persona dentro de la escena local ya que no hubo mucho interés en guardar la historia del movimiento, justo como ha pasado con casi todo el rock colombiano, como decíamos, algunas de las primeras bandas de metal extremo en Medellín que ayudaron a establecer el género en la ciudad incluyen a Reencarnación y Parabellum.
Reencarnación, formada en 1983 y es considerada una de las primeras bandas de metal extremo en Colombia, “888 Metal” se lanzó en el 88 y es una obra muy influyente en la escena, en 2024 hemos visto la reactivación fuerte de esta banda preparando y ejecutando varios shows. Por otro lado, Parabellum, también formada en la década de 1980, es conocida por fusionar elementos de Punk y Metal extremo, su álbum “Mutación por Radiación” lanzado en 1987 es uno de los primeros álbumes de lo que se llamó Ultra Metal en Colombia y es un clásico de la historia nacional.
Entonces tenemos que cuando se habla del nacimiento del Black Metal como género musical, generalmente se hace referencia al surgimiento de un movimiento específico con características distintivas en un lugar y tiempo determinado, aunque es cierto que bandas como Reencarnación y Parabellum en Medellín tenían elementos del sonido que luego se asociaría con el Black, el término “Black Metal” en su forma distintiva se popularizó con bandas noruegas como Mayhem, Burzum y Darkthrone en la década de 1980, es importante destacar que el Black Metal como género musical tiene sus raíces en una escena específica en Noruega, caracterizada por su estética, ideología y sonido distintivos, mientras que otras bandas de diferentes partes del mundo pueden haber contribuido después con elementos que luego se integraron en el género.
La ciudad de Medellín siempre ha sido reconocida por el público y los amantes del Rock y el Metal por su escena rica en géneros extremos, y aunque podemos afirmar entonces que el Black Metal no nació en la ciudad como algunos quisieran creer, Medellín sí ha dejado una marca significativa en la historia del movimiento gracias a la contribución de sus bandas que surgieron dentro de este contexto de sonidos en el mundo, desarrollando un sonido único que fusionaba elementos del punk, thrash y proto-Black Metal, estas bandas sentaron las bases para la eventual proliferación del género en la región.

La leyenda de la influencia del Ultra Metal de Medellín en el Black Metal noruego no es una afirmación definitiva, sino una hipótesis basada en algunos indicios y testimonios. Según un artículo de VICE, Bull Metal, el fundador de Masacre y uno de los pioneros del Ultra Metal, intercambiaba cartas y música con Mayhem, la banda más representativa del Black Metal noruego. En una de esas cartas, Euronymous, el líder de Mayhem, le agradeció a Bull Metal por enviarle el demo de Parabellum, otra banda clave del Ultra Metal. Además, en una entrevista, el baterista de Mayhem, reconoció la influencia de Parabellum en su estilo. Estos hechos sugieren que hubo una conexión entre las dos escenas, aunque no se puede asegurar que fuera determinante o generalizada.
Bandas como Astaroth, Mierda, Danger y Sacrilegio crearon un sonido primitivo, caótico y violento, que reflejaba la realidad marginal y el descontento de muchos jóvenes de la ciudad, se caracterizaban por su actitud rebelde, contestataria y blasfema, que desafiaba los valores conservadores y religiosos de la sociedad colombiana.
El Ultra Metal se difundió por el mundo gracias al correo postal y al intercambio de demos y fanzines entre los aficionados al metal. Así, el sonido de Medellín llegó a los oídos de los músicos europeos que estaban dando forma al Black, especialmente en Noruega y Suecia. Estos músicos quedaron impresionados por la crudeza y la autenticidad del Ultra Metal y lo tomaron como una referencia para crear su propio estilo, algunos incluso llegaron a versionar sus canciones.
El Back Metal Noruego se convirtió en el movimiento más radical y notorio del metal, no solo por su música, sino también por sus acciones violentas, como los incendios de iglesias, los asesinatos y los suicidios, se basaba en una ideología anticristiana, nacionalista y elitista, que buscaba recuperar las raíces paganas y vikingas de Escandinavia. Sin embargo, esta ideología contrastaba con la del Ultra Metal de Medellín, que era más anárquica, nihilista y universalista, y que no pretendía imponer una visión única del mundo.
Hay otras fuentes que respaldan la hipótesis de la influencia del Ultra Metal de Medellín en el Black Metal noruego, como entrevistas, documentales, libros y revistas especializadas. Por ejemplo, en el documental Blackhearts (2016), se muestra la conexión entre las dos escenas a través de la historia de Hector, un músico colombiano que viaja a Noruega para conocer el origen del Black. También hay libros como Black Metal: Evolution of the Cult (2013), de Dayal Patterson, que dedica un capítulo al Ultra Metal y su relación con el Black Metal. Además, hay revistas como Metal Hammer o Terrorizer que han publicado artículos sobre el tema.

Dentro de todo este maremagnun sale a flote el nombre de Bull Metal, una figura importante y protagonista de este historia. La historia de Bull Metal es la de un músico, fanzinero y promotor del metal colombiano, que tuvo una gran influencia en el desarrollo del Ultra Metal. Su nombre real era Mauricio Montoya Botero y nació en Medellín en 1965. Desde joven se interesó por el metal y el punk y empezó a tocar la batería en varias bandas, como Masacre, Typhon, Profanación y Erzebet. También fundó su propio sello discográfico, Warmaster Records, y su propio fanzine, Necrometal, donde difundía la música extrema nacional e internacional. A través de su fanzine, se comunicaba con otros músicos y fanáticos de todo el mundo, intercambiando cartas, cintas y discos. Entre sus contactos, se encontraba Euronymous, el líder de la banda noruega Mayhem, con quien compartió el demo de Parabellum, una de las bandas pioneras del Ultra Metal de Medellín. Bull Metal fue el responsable de publicar el álbum The Dawn of the Black Hearts, un bootleg de Mayhem que contiene una foto de la cabeza de Dead, el vocalista que se suicidó en 1991. Este álbum se convirtió en una pieza de culto para los fanáticos del Black Metal, y también en una prueba de la conexión entre el Ultra Metal y el Black Metal.
Bull Metal murió en 2002, a los 37 años, en su apartamento de Medellín y sigue siendo recordado como una leyenda del metal y como un personaje que marcó la historia del Ultra Metal y el Black Metal.
Así, el Ultra Metal de Medellín fue el resultado de una expresión artística genuina, que nació de la necesidad de canalizar el sufrimiento y la rebeldía de una generación marcada por la violencia, fue el testimonio de una cultura urbana, que se forjó en las calles y en las notas que se hizo escuchar en el mundo entero.
Colombia
Que el Estado sea mecenas, no censor: qué puede aprender Colombia del ingreso para artistas en Irlanda
Es hora de hacer una pregunta importante en Colombia en cuanto a las artes: ¿Qué papel debería jugar el Estado en la vida cultural? ¿Debe limitarse a regular y a repartir migajas, o puede convertirse en un mecenas decidido que permita a las prácticas creativas existir sin extorsiones burocráticas ni censuras veladas?
Irlanda ha dado en 2025 una respuesta radical y práctica a esta pregunta, el Estado financia la capacidad de crear. Tras un piloto iniciado en 2022, el programa Basic Income for the Arts (Ingreso Básico para las Artes) que pagó €325 semanales a 2.000 artistas y se proyecta como permanente a partir de 2026. Es decir: alrededor de €1.300–€1.500 mensuales garantizados, sin informes de resultados que exijan productividad inmediata, con efectos positivos reportados en salud mental, producción creativa y retención profesional en el sector cultural. Los primeros balances del piloto y las decisiones tomadas en Dublín muestran que una política pública que confía en la autonomía creativa puede dar retornos sociales medibles y, sobre todo, devolver dignidad al trabajo artístico.
Frente a ese experimento irlandés, la realidad colombiana aparece fragmentada y se han desarrollado instrumentos de política cultural, pero persiste una brecha entre los discursos y la práctica. Los diagnósticos internacionales muestran que la política cultural en Colombia ha avanzado en la creación de ecosistemas creativos y en la declaración de cultura como derecho, pero su financiación y su capacidad de descentralizar recursos siguen siendo limitadas frente a las necesidades reales de artistas, gestores y territorios. En paralelo, la articulación entre memoria, museos locales (como el Museo del Rock Colombiano) y los programas de reconocimiento que proponen medios independientes y plataformas ciudadanas constituyen prácticas resilientes frente a esa fragilidad estatal.
Este contraste obliga a repensar el imaginario que muchos tenemos sobre la relación Estado-cultura en América Latina. Cuando se habla de “dictadura cultural” en tono de crítica, a menudo se alude a dos riesgos distintos pero conectados: a) el riesgo autoritario, en el que el poder decide qué es arte válido y qué no, imponiendo censuras o líneas temáticas legitimadas por el aparato estatal; y b) el riesgo liberalizador, donde el Estado abandona la escena cultural a los vaivenes del mercado y a la precariedad de la condición creativa. La experiencia irlandesa ofrece una tercera vía: un Estado que actúa como mecenas en sentido moderno —financiando la posibilidad de crear sin dirigir el contenido— y, al mismo tiempo, protege la libertad de expresión y la diversidad. Esa es la lección que conviene mirar con atención.
¿Por qué copiar el modelo irlandés? Primero, porque un ingreso básico para artistas parte de una hipótesis empírica: la inestabilidad económica genera fuga de talentos, autocensura por necesidad y el abandono de proyectos a largo plazo. Al mitigar esa inestabilidad, se multiplican las condiciones para la experimentación, la investigación artística y la construcción de memorias locales. Segundo, porque el retorno no es meramente simbólico: los informes preliminares del piloto en Irlanda registran mejoras en el bienestar, en la producción y en la profesionalización, y apuntan a beneficios económicos indirectos —mayor consumo cultural, circuitos de exhibición más dinámicos, y mayor oferta pedagógica— que compensan la inversión pública. Tercero, porque el ejemplo de pequeñas iniciativas como Raíz y Convergencia demuestra que la articulación entre museos, medios independientes y administración local puede amplificar los efectos de una política pública sólida.
Pero ninguna traslación política es automática. A partir de la comparación entre Irlanda y el estado actual de la cultura en Colombia, proponemos un diagnóstico y una serie de propuestas concretas, viables y escalables para que el Estado colombiano deje de ser un simple regulador o, peor, un censor indirecto, y pase a ser un mecenas responsable.

Diagnóstico breve
- Financiación fragmentada y precaria. Los fondos existen en líneas dispersas como convocatorias, estímulos y subsidios, pero suelen ser inestables, condicionados y burocráticos. Eso excluye a muchos creadores que no tienen tiempo o recursos para competir permanentemente por subvenciones.
- Centralización y desigualdad territorial. Bogotá y algunas capitales concentran la mayor parte de la visibilidad y los recursos; el trabajo en regiones suele depender de iniciativas particulares y festivales puntuales.
- Déficit de políticas de ingreso estable para creadores. No hay un análogo real a programas tipo “basic income for artists” que garantice mínimos de subsistencia para producir con libertad.
- Gestión cultural y memoria resiliente. Actores privados y comunitarios (museos, medios como Subterránica, redes locales) han cubierto vacíos de la política pública, mostrando capacidad de archivo, reconocimiento y organización para mantener viva la memoria cultural.
La propuesta es un marco de política pública inspirado (y adaptado) al modelo irlandés - Lanzamiento de un piloto nacional de Ingreso Básico para la Cultura (IBC) — 2.000 beneficiarios (fase 1).
- • Monto orientativo: equivalente a una fracción razonable del salario mínimo local ajustado por regiones (por ejemplo, 1–1.5 SMMLV en ciudades principales, y 0.8–1 SMMLV en municipios). Alternativa: seguir el modelo irlandés y fijar un monto con impacto comparable al costo de vida local.
• Selección: combinación de criterios objetivos (trayectoria mínima, producción cultural demostrable) y cupos territoriales para garantizar diversidad regional. No debe ser una “subvención por proyecto”, sino un reconocimiento temporal que permita crear. - Evaluación independiente y horizonte de continuidad.
• El piloto debe contar con evaluación académica independiente (universidades, think tanks) y con indicadores de impacto: salud mental, volumen de creación, empleo cultural indirecto, actividad expositiva/concertística. La idea es evitar la politización del programa y asegurar su continuidad técnica. - Complementariedad con espacios de memoria y producción.
• Asociar el IBC con museos y medios locales para crear residencias, archivos y ciclos de formación. Las coproducciones como la que plantean algunas premiaciones podrían ser cofinanciadas por el programa como espacios de visibilidad para los beneficiarios. - Descentralización efectiva.
• Asignar cupos por departamentos y garantizar vocaciones territoriales (por ejemplo, bandas y gestores del Valle, del Eje Cafetero, de la Costa, del Pacífico). Evitar que el programa solo beneficie a quienes ya tienen redes en Bogotá. - Protección a la libertad de expresión y mecanismos anti-captura.
• Establecer cláusulas claras: la asignación del ingreso no debe implicar control de contenidos ni aprobación previa. Crear un consejo ciudadano-artístico plural que supervise transparencia y evite capturas políticas. La “lógica del mecenas” aquí se entiende como financiamiento público para la creación, no como tutela ideológica. - Sinergias con políticas culturales existentes.
• Integrar el IBC con convocatorias, compra pública de arte, programación cultural municipal y acuerdos con teatros y salas para presentar trabajos producidos por beneficiarios. Esto multiplica el retorno social y económico de la inversión. - Contraargumentos y riesgos — y cómo mitigarlos
- • “Se volverá una renta para ociosos”: la evidencia del piloto irlandés contradice esta afirmación; los beneficiarios usan la estabilidad para producir, formarse y participar en proyectos colaborativos. Es clave diseñar la evaluación para demostrar efectos positivos.
- • Politización del fondo: crear órganos independientes, plazos y transparencia pública de beneficiarios reduce la posibilidad de captura.
- • Costo fiscal: hay que dimensionarlo con realismo: un piloto con 2.000 beneficiarios es una inversión relativamente baja en términos presupuestales nacionales pero con alto impacto simbólico y práctico. Además, los beneficios indirectos (empleo cultural, consumo, turismo cultural) amortiguan el gasto. Informes preliminares del piloto irlandés señalan retornos sociales y económicos favorables por cada euro invertido.
- Mecenas democrático vs. “dictadura cultural”
- Llamar a una política pública “dictadura cultural” cuando lo que se reclama es la dirección autoritaria del contenido es válido como advertencia histórica; pero sería un error interpretar que la intervención estatal y la existencia de grandes programas de apoyo equivalen a censura. El reto es que el Estado colombiano deje de verse solo como juez y supervisor, y asuma el papel que le corresponde en una democracia robusta: el de garante de derechos culturales. Ser mecenas no significa mandar sobre el arte: significa pagar la posibilidad de que el arte exista con autonomía.
- Irlanda nos recuerda que el Estado puede, sin imponer visiones estéticas, invertir en la libertad creativa y cosechar efectos sociales que van mucho más allá del aplauso: desarrollo económico local, salud pública, educación y memoria colectiva. Copiar ese modelo, con las adaptaciones territoriales y políticas que exige Colombia, es una inversión de futuro; una forma de reconocer que la cultura no es un lujo sino un bien público que sostiene la democracia y nos enseña quiénes somos. Si queremos que la memoria del rock y de tantas otras músicas deje de depender solo de iniciativas heroicas y dispersas, es hora de exigir que el Estado se convierta en mecenas responsable y que la cultura sea tratada como política de Estado, no como anécdota.
- Fuentes principales consultadas
- • Cobertura sobre la permanencia del programa Basic Income for the Arts en Irlanda (informes y notas recientes): Business Insider; Smithsonian Magazine; ArtNews; Citizens Information.
- • Información y fichas sobre los Premios Subterránica y su rol en la escena del rock colombiano.
- • Diagnósticos y recomendaciones sobre políticas culturales en Colombia (OECD, UNESCO y análisis sobre financiamiento y descentralización).
Colombia
SAYCO sancionada nuevamente, Subterránica reivindicada otra vez: La corrupción que los músicos prefieren callar y aplaudir por un almuerzo.
Actualización 01/12/2025: Posteriormente a la publicación original, un juez ordenó a la SIC retirar de sus propios canales la información relacionada con esta sanción, mientras se resuelven recursos en trámite. Esta orden aplica únicamente a la SIC y no obliga a terceros ni medios que replicaron la noticia, por lo que este contenido se mantiene publicado como registro informativo y de interés público.
Otra vez, después de décadas, los titulares anuncian lo que llevamos años diciendo, SAYCO de nuevo ha sido sancionada, sus directivos multados, el país “sorprendido” porque una entidad que se dice defensora de los autores en realidad los usa como excusa para seguir cobrando y enriqueciéndose. Y claro, ahí salen los comunicados, las frases de indignación, las promesas de cambio. Pero los músicos siguen callados, siguen firmando, siguen creyendo que “esta vez sí”, el músico colombiano es en su mayoría un muerto de hambre que calla la corrupción porque no tiene como más comer.
La sanción a SAYCO, una multa por aproximadamente $5.300 millones de pesos impuesta por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), confirma lo que desde hace años denunciamos, impedir que autores gestionen individualmente sus derechos, clasificar a los afiliados como “titulares administrativos”, cobrarles un 10 % adicional y obligarlos a ceder todas las vías de comunicación pública para estar representados por el monopolio colectivo.
Pero no es la primera vez que pasa, son años de corrupción y deshonestidad, en 2018 la SIC la multó por $1.378 millones por abuso de posición dominante y violación de la libre competencia. En 2012 la Dirección Nacional de Derechos de Autor suspendió su personería jurídica y le impuso la multa máxima de 50 salarios mínimos legales vigentes (equivalente entonces a unos 28 millones de pesos) por «inoperancia de sus órganos de dirección, falta de transparencia, incumplimiento de deberes estatutarios». Y a los colombianos y sobretodo a los músicos les vale cinco… para ellos está el “cállese” porque nos vetan.
La historia de SAYCO es la historia de un monopolio consentido por el Estado y sostenido por el silencio de los músicos. Desde los años noventa hasta hoy ha sido denunciada por prácticas anticompetitivas, por retener dineros, por excluir a autores que no se someten al régimen interno. A lo largo de los años, las mismas familias, los mismos apellidos y los mismos métodos se repiten: estatutos que se reforman para perpetuar a los directivos, asambleas cerradas, informes maquillados. SAYCO se ha convertido en un modelo perfecto de lo que es la “gestión colectiva” en Colombia, un castillo de papel donde la ley sirve solo para proteger a los que ya están dentro, la justicia tambien es cómplice, así como es cómplice de los malos manejos de las EPS, de los abusos de los bancos y de todo lo que represente ganar dinero deshonesto sobre los derechos de los ciudadanos.
Cada vez que una sanción sale a la luz, los titulares hablan de “nuevo escándalo” como si fuera sorpresa. No lo es. Subterránica lo gritó una y otra vez, las sanciones son solo parches, ¿De dónde creen que sale el dinero para las sanciones? Usen la cabeza, las multas se pagan con la misma plata que recaudan de los artistas. Ninguna de estas sanciones ha significado una verdadera intervención ni un cambio estructural. Los millones que les quita la SIC los recuperan en cuestión de meses, porque el Estado nunca crea una alternativa real para los autores independientes. Y mientras tanto, la prensa cultural finge objetividad, los artistas institucionales se callan para no perder contratos y el público ni siquiera sabe cómo funciona el sistema que paga cada vez que suena una canción en un bar.


SAYCO, IDARTES y todo el aparato cultural estatal son piezas de la misma maquinaria burocrática que sofoca el arte en Colombia. La corrupción en el sector musical no se esconde, se exhibe con descaro, los mismos nombres en todas las convocatorias, los mismos jurados que se evalúan entre sí, los mismos gestores que se autodenominan “cultura”. Y cuando alguien levanta la voz, lo llaman a uno conflictivo. Pero no es conflicto, es dignidad. Y aunque el país entero parezca tolerar el robo sistemático de la cultura, Subterránica sigue en pie, con los mismos argumentos y la misma convicción, la de denunciar aunque nadie escuche, escribir aunque no cambie nada, sostener el espejo frente al monstruo hasta que al menos por un instante, se vea reflejado.
Subterránica lleva más de veinte años repitiendo lo mismo. Denunciando, investigando, poniendo nombres, mostrando documentos. Cuando dijimos que SAYCO actuaba como una mafia organizada, que el IDARTES protege burócratas y no artistas, que las entidades culturales son feudos de amigotes, nos llamaron resentidos, locos, conflictivos. Y sin embargo, aquí está otra vez la prueba, una multa millonaria por impedir a los autores gestionar sus propias obras, por condicionar sus contratos, por cobrar tarifas indebidas. No lo dice Subterránica; lo dice la Superintendencia de Industria y Comercio.
Pero nada cambia. Nada cambia porque en Colombia la corrupción no se castiga, se normaliza. Se vuelve parte del paisaje. Los músicos lo saben y callan, y al callar se vuelven cómplices. Ese es el círculo perfecto: los corruptos actúan, los jueces absuelven, los artistas callan, el público olvida. ¿Cuántas veces esta entidad corrupta ha sido multada y sancionada? ¿Cuántas veces la procuraduría tiene que demostrar la corrupción en otras instituciones que gestionan las artes en el Estado? Lo que se puede llegar a concluir es que tal vez o los colombianos somos estúpidos o que sencillamente no importa.
No hay inocentes en esta cadena… el que firma sin leer, el que paga sin preguntar, el que asiste a los mismos eventos estatales sabiendo que son vitrinas de favores políticos, todos son parte del engranaje. Aquí nadie quiere hacerse enemigo de nadie, y por eso todos terminan siendo socios de la impunidad.
Y los que insistimos en hablar nos volvemos los parias, pero preferimos eso antes que vivir arrodillados ante un sistema que prostituyó el arte. El Estado sigue alimentando las mismas vacas sagradas; las secretarías de cultura, IDARTES, las convocatorias amañadas, los jurados repetidos, los artistas institucionalizados que se reparten el presupuesto público como si fuera botín de guerra. Y cada tanto, cuando alguna sanción se hace pública, los medios anuncian que “ahora sí se hará justicia”. No, no se hará. No mientras sigamos creyendo que un comunicado es justicia. Y es que hay que repetirlo cien veces porque pareciera que no entendieran, el problema no es Sayco, no es Idartes, no son sus alidos sino los corruptos que trabajan ahí. La verdad no es difícil de entender, hasta un niño lo comprende.
La multa a SAYCO no es una victoria para nadie; es otra migaja, un teatro más en este país que premia al corrupto y castiga al que incomoda. Los músicos seguirán cobrando regalías miserables mientras los directivos se reparten millones. Seguirán viendo cómo sus obras son administradas por gente que no compone ni canta, pero cobra como si lo hiciera. Y seguirán tragando entero, porque aquí el que denuncia se queda sin contratos, sin toques, sin apoyo, sin “redes”.
Subterránica lo advirtió mil veces, el problema no es solo SAYCO, es la estructura cultural completa. Un país que tolera la corrupción en la música es el mismo que la tolera en la política, en la justicia, en la educación. Lo mismo disfrazado de gestión cultural.
Y sí, hemos tenido razón desde el principio y siempre la vamos a tener así a los mercenarios de las artes que le dan regalos de Navidad a sus hijos con dinero robado se ofendan. Pero tener razón en Colombia no sirve de nada. Aquí la verdad no cambia las cosas, solo las confirma.
Colombia
Cheyne Stokes Experience se sumerge en la introspección con Perfect Days, el nuevo capítulo de The Empress
El universo de Cheyne Stokes Experience vuelve a expandirse con Perfect Days, una pieza instrumental e introspectiva que abre las puertas de The Empress, su segundo larga duración, ya disponible en Bandcamp. La banda bogotana, conocida por su enfoque conceptual y su capacidad para unir lo etéreo con lo brutal, presenta esta composición como un preludio emocional a un disco que se adentra en las profundidades de la existencia, los duelos y la energía femenina que habita en cada ser.
Grabado en El Bunker Studios durante agosto y septiembre de 2024, el álbum contó con la producción y arreglos de Nicolás Sadovnik (Tras las Púas, Los Carrangomelos), quien acompañó a la banda en un proceso de creación meticuloso, extendido entre jornadas de pre y postproducción que dieron forma a una obra cargada de fuerza, sensibilidad y ambición. Las influencias son claras —Alcest, Opeth, Soen, Mastodon, Gojira o The Ocean Collective—, pero lo que emerge de The Empress es una identidad absolutamente propia, un sonido que se construye desde la emoción y el pensamiento, más que desde la simple técnica.

En esta nueva entrega, la emperadora —esa figura enigmática que ya había aparecido en The Labyrinth of E²— revela su rostro como una encarnación simbólica de la muerte, la transformación y el cuestionamiento interior. Cada video y cada tema se articulan como capítulos de un relato introspectivo donde los protagonistas enfrentan su propia finitud, sus vacíos y la búsqueda de significado en un mundo hostil. Perfect Days es el sexto episodio de esta historia audiovisual, y también su punto de inflexión: un tema sin palabras, donde la música es la única voz posible ante la reflexión más profunda de todas —¿qué es realmente un día perfecto y vale la pena seguir viviendo por él?—.
The Empress amplía además el espectro emocional del grupo incluyendo reinterpretaciones de Pagan Poetry de Björk y Artemis de Aurora, piezas que en manos de Cheyne Stokes Experience se convierten en un manifiesto sonoro sobre la vulnerabilidad y la ferocidad de lo femenino. Este enfoque artístico se complementa con la visión visual del ilustrador Void Espíritu (Daniel Esteban Gómez), quien una vez más plasma en la portada del disco su estilo críptico y espiritual, explorando la brutalidad y la belleza que coexisten en la muerte y el duelo.

El álbum completo está disponible de manera exclusiva en Bandcamp, mientras que su lanzamiento físico y digital oficial se celebrará el próximo 29 de noviembre en B Bar, Bogotá, junto a Ashes, Mauna y el DJ Alcapone, en una noche dedicada al metal progresivo, la melancolía y el poder creativo.
Con Perfect Days, Cheyne Stokes Experience reafirma su lugar dentro del metal alternativo colombiano como una de las propuestas más profundas, conceptuales y arriesgadas de la escena. En un panorama donde el ruido suele imponerse sobre el sentido, la banda invita a detenerse, mirar hacia adentro y, aunque duela, descubrir la luz que habita en nuestras sombras.
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