La mirada Subterránica
Palestina e Israel: Rock y Guerra, un análisis del conflicto con la banda sonora de sus bandas de Metal.

El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más antiguos y complejos del mundo, ha causado miles de muertos, heridos y refugiados y parece no tener una solución pacífica a la vista, pero en medio de la violencia y el sufrimiento, hay una expresión cultural que une a ambos pueblos: el rock.
Es increíble lo universal que es el rock y el Metal, está presente en todos los pueblos del planeta tierra, se mimetiza, se hace propio, se combina con cada cultura, es un lenguaje que hablan todos los países, ese lenguaje de distorsiones, de guitarras con riff, baterías cavernícolas y fuertes, bajos que hacen temblar la tierra y voces de rabia y llenas de energía, ese rock que sirve para pelear, para gritar, para hacer denuncias y que en este caso en ese par de pueblos que se han odiado durante cientos de años es un lenguaje común, un pequeño pegamento de lado y lado que demuestra que todos somos iguales, que todos los humanos hacemos lo mismo y vivimos lo mismo y que la única salida para este conflicto es que sean reconocidos dos estados, Israel y Palestina para que puedan convivir de manera digna y pacífica sin los extremismos de la religión y las presiones políticas de otros países.
Este escrito es un deber, mi familia es Palestina, tengo un profundo aprecio por Israel también, viví en ese país algún tiempo, soy consciente de que hay muchas fallas, tuve varias amigas judías y me siento un poco frustrado por no poder ayudar o ser útil en esta causa, pero como periodista mi arma son las palabras y espero que este artículo pueda ayudarles a comprender un poco el conflicto y a conocer algunas bandas que le cantan al mismo, unidas de lado y lado por el sonido y el poder del Rock.
Todo el mundo vio por televisión como se perpetró el atentado de Hamás en Israel mientras era sábado, día de descanso del pueblo judío. Llegaron en parapentes y con tractores y motos incursionando en una ciudad del sur del país, en un festival de música, disparando, matando a varias personas.

Hamás no es el gobierno de Palestina, de hecho, no hay un gobierno en Palestina, Hamás es una organización política y militar que se fundó en 1987 como una rama de la Hermandad Musulmana, su nombre significa Movimiento de Resistencia Islámica y su objetivo es establecer un Estado palestino bajo la ley islámica. Hamás controla la Franja de Gaza desde 2007, cuando expulsó a su rival Fatah, el partido del presidente palestino Mahmud Abás. Hamás también tiene presencia en Cisjordania, donde compite con Fatah por el apoyo popular, pero ojo, no todos los palestinos a pesar de que la mayoría son musulmanes quieren un estado islámico porque ustedes ya saben lo que es un estado islámico, ya hemos podido ver como son estos estados en cuestión de derechos humanos e igualdad. Mi familia no es musulmana, nunca lo fue, eran palestinos cristianos de Belén, huyeron de esa guerra y han pasado por todas partes incluyendo EL Salvador o Colombia en donde yo nací, la rama palestina de mi familia es la de mi madre, con quien yo crecí, en casa de mis abuelos que hablaban árabe y comíamos garbanzos y berenjenas rellenas, mi arraigo con mi país natal ha sido difícil porque crecí en otra cultura. Sin embargo, jamás, en toda mi vida escuché a mis abuelos o a nadie de mi familia hablar mal ni de Israel ni de Palestina, de hecho cuando viajé a Israel me apoyaron y en realidad yo conviví fue con los judíos, viví es un Kibbutz, tuve algunas parejas y tengo muchos amigos que quiero con el corazón, lo que quiero decir con esto es que no estoy de acuerdo con esta pelea y mucho menos con toda la barbarie que he visto en las noticias, me duele mucho y debe parar.
Hamás es considerada una organización terrorista por varios países, incluidos Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, debido a sus ataques contra objetivos israelíes, que incluyen atentados suicidas, lanzamiento de cohetes y túneles, pero también tienen un brazo político y social que provee servicios básicos a los habitantes de Gaza, como educación, salud y asistencia humanitaria ya que Gaza es un lugar muy pobre y paupérrimo.
Tratar de responder entonces quien es el representante del pueblo palestino es muy difícil y al no ser Palestina un país entonces hay muchas respuestas, ya que existen diferentes actores políticos que reclaman esa legitimidad, según la mayoría de los países y organizaciones internacionales, el representante oficial del pueblo palestino es la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que es el órgano administrativo que gobierna en Cisjordania y que reconoce el Estado de Israel.

La ANP se creó en 1994 como resultado de los Acuerdos de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que es la entidad que agrupa a las principales facciones políticas y militares palestinas, esta se fundó en 1964 y fue reconocida como el único representante legítimo del pueblo palestino por la Liga Árabe en 1974 y por la ONU en 1975, la OLP declaró la independencia del Estado de Palestina en 1988 y ha sido reconocida por más de 130 países, esta era la que lideraba Yasser Arafat ¿Recuerdan? Lo interesante es que fueron Los Estados Unidos los que financiaban a Hamás para hacerle frente a la OLP, se repite la historia que vimos con la Talibanes.
Entones lo que pasa en la Franja de Gaza, es que Hamás la controla desde 2007, cuando expulsó a las fuerzas leales a la ANP, ellos se oponen al reconocimiento de Israel y han llevado a cabo numerosos ataques contra objetivos israelíes, incluyendo atentados suicidas, lanzamiento de cohetes y túneles, entonces claro, Israel tiene derecho a defenderse, pero ¿de quién? SI es que Palestina no tiene ejercito y Hamás es un grupo de gente, así que quienes pagan al final son los niños, los abuelos, los enfermos y en general todo el pueblo de lo que queda de “Palestina”.
Así que la pregunta a responder es ¿contra quién es la guerra que han declarado? El conflicto entre Israel y Palestina es muy complejo y tiene muchas causas y consecuencias, no hay una respuesta simple a la pregunta, se puede decir que la guerra es entre Israel y los grupos armados palestinos, principalmente contra Hamás, Israel quiere defender su seguridad y su existencia como Estado judío, mientras que los palestinos quieren liberarse de la ocupación israelí y lograr su independencia como Estado árabe, hay que sumar que el conflicto también tiene dimensiones regionales e internacionales ya que hay otros países y organizaciones que apoyan o se oponen a uno u otro bando. Por ejemplo, Irán y Turquía respaldan a Hamás, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea apoyan a Israel, y hay otros actores como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Qatar que tratan de mediar entre las partes o influir en el curso de los acontecimientos.
En resumen y para hacer una analogía de lo que acaba de suceder es como si las disidencias de las Farc enviaran algunos combatientes a una ciudad de Estados Unidos y estos asesinaran a algunas personas y en respuesta, Estados Unidos declara la guerra a Colombia, ya que esas disidencias de las Farc representan al país y lo bombardean, lo encierran, lo invaden, excepto una pequeña región al sur a donde tienen que ir sí o sí todos los colombianos, complicado pero es algo así, USA tendría en teoría el derecho ¿pero de qué manera?
Encima de todo, también pesan aspectos religiosos, culturales e históricos ya que ambos pueblos reclaman lazos ancestrales con la tierra sagrada de Palestina y Jerusalén, hay cuestiones como el estatus de los refugiados palestinos, el asentamiento de colonos judíos en Cisjordania, el bloqueo de Gaza, el acceso a los lugares santos y el reconocimiento mutuo de los derechos nacionales, todo eso es una olla a presión que estalla a cada rato y vuelve a ser tapada para que vuelva a estallar.
Hay que entender que a Palestina no la han reconocido como un país desde que Israel fue instalado por la ONU en lo que durante muchos siglos fue Palestina y esto tiene razones muy complejas y depende de varios factores políticos, históricos y jurídicos, algunos países, como Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, consideran que el reconocimiento de Palestina debe ser el resultado de un acuerdo de paz negociado entre las partes y no una decisión unilateral o impuesta por terceros que fue lo que sucedió con Israel después de 1945.

Otros países, como Reino Unido, Francia, Alemania y Japón han expresado su apoyo a la aspiración palestina de tener un estado propio, pero han señalado que el reconocimiento formal dependerá del avance del proceso de paz y del cumplimiento de ciertos criterios, como la unidad política entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamás, el control efectivo sobre el territorio y la capacidad de cumplir con los compromisos internacionales.
Algunos países, como Canadá, Australia y México, han mantenido una posición ambigua o cautelosa sobre el reconocimiento de Palestina, argumentando que se trata de una decisión soberana que debe ser tomada en función de los intereses nacionales y las circunstancias regionales. Estos países han expresado su preocupación por la situación humanitaria y los derechos del pueblo palestino, pero también han reafirmado su apoyo a la seguridad y el derecho a existir de Israel.
La guerra se permite porque no hay una autoridad internacional que pueda imponer una solución pacífica al conflicto ni sancionar a las partes por sus violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. La ONU ha emitido varias resoluciones que piden el fin de la violencia, el respeto al derecho internacional y la solución de dos estados, pero no tiene los medios para hacerlas cumplir. Los países con influencia en la región, como Estados Unidos o Egipto, han intentado mediar entre las partes o promover iniciativas de paz, pero no han logrado resultados duraderos.
Hablando entonces de esta “Guerra”, podemos decir que es muy asimétrica, ya que Israel tiene una superioridad militar abrumadora y puede atacar objetivos en Gaza casi a voluntad y Palestina tiene pocas opciones para defenderse o responder a los ataques israelíes y sufre muchas más víctimas civiles y daños materiales, entonces cada vez que a uno de los grupos extremistas Palestinos les da por hacer algo como el atentado que vimos, Israel se lanza con todo el fuego contra Gaza y ahí es donde la balanza se inclina solo a un lado, repito, es lógico que Israel se defienda, obvio, pero a veces parece que esa defensa consiste en borrar lo que queda de Palestina.
Este es un conflicto que se ve mal y que ha hecho sufrir a muchas personas, ha desplazado a millones y millones han muerto, como dije al principio, los dos estados deben existir respetándose unos a otros, sin meterse en los asuntos del otro ya que son muy diferentes en sus culturas pero esta guerra debe parar, el mundo debe ayudar, es increíble como los países son tan en algunos casos neutrales y en otros apoyan a una de las facciones buscando el exterminio de la otra pero no la creación de los dos estados. ¿Ya qué? Ya lo que pasó, pasó y si seguimos en el problema (a mi parecer bastante estúpido) de ¿A quién le dio Dios la tierra? Entonces no habrá un final feliz.
Y pues de lado y lado esta el rock, está el Metal, está la misma música, la misma rabia, las mismas marcas de guitarras eléctricas, las mismas marcas de baterías, obviamente en Palestina todo se hace más pobre, más precario, pero hay palestinos en otras partes del planeta que están haciendo la tarea del rock. Así que acá les muestro algunas de estas bandas, de estas expresiones, haciendo un llamado a acabar los conflictos de esta tierra, porque nací en Colombia un país que nunca ha visto la paz, soy salvadoreño también, otro país que nunca ha visto la paz, no, Bukele no es un mesías salvador, después les hablo de eso, y soy hijo de Palestinos y estoy harto de la guerra y la violencia, recuerden la máxima “Simio no mata simio”.
Repitan: “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio” “Simio no mata simio”

Bandas Palestinas:
Khalas: Esta banda se formó en 1998 en Ramala y se define como “Arabic Rock Orchestra”. Su música combina elementos del rock, el metal y la música árabe tradicional. Han lanzado tres álbumes y han girado por Europa y Estados Unidos su género es el Folk Metal.
Zalaam: Black Metal Atmosférico desde Palestina, fundada en 2019, no hay mucho que explicar para entender el mensaje que quieren transmitir. Tomando más y más notoriedad cada día.
OspreyV: Es una banda de rock de ciudad de Gaza lo cuál lo hace más extraña aun, conformada por profesionales, le cantan al conflicto.
Como bonus:
Ministry of Dub-Key: Esta banda se creó en 2006 en Haifa Inspirándose en la música reggae y el folclore palestino, Ministry of Dub-Key teje con habilidad una fusión cautivadora. Su innovación se extiende a introducir la danza Dabke y el sonido Mijwiz, mezclados con maestría con ritmos de hip-hop y Dancehall, dando lugar al vibrante estilo Arab-A-Dub., es increíble que la influencia caribeña llegue tan pura a esas tierras. Su música tiene un mensaje político y social que denuncia la ocupación israelí y la opresión de los palestinos. Han lanzado dos álbumes y han participado en festivales internacionales.
Bandas de Israel
Orphaned Land: Los maestros originales del heavy metal israelí, Orphaned Land, han condenado el conflicto israelo-palestino a lo largo de su carrera, a menudo provocando controversia por negarse a defender los intereses de un país sobre el otro.
Melechesh: Black Metal de Jerusalem. Problemas entre Melechesh y la gente estrictamente religiosa en Jerusalén, así como otras razones profesionales y personales, animaron a la banda a trasladarse con sus miembros a Holanda, donde podían seguir trabajando sin el acoso de las autoridades religiosas. Como el baterista no pudo mudarse, encontraron un sustituto con Proscriptor de Absu, que luego fue reemplazado por el baterista holandés Xul. Xul fue despedido en 2013.
Betzefer: Esta banda se creó en 1998 en Tel Aviv y se dedica al groove metal. Su música tiene influencias de bandas como Pantera, Sepultura o Machine Head. Han lanzado cuatro álbumes y han participado en festivales internacionales. Puedes escuchar su canción “Down Low” en este enlace.
Así que, al pueblo judío le debo mucha hospitalidad, amigos y buenos momentos en esta vida, y pongo mi solidaridad y apoyo total al pueblo Palestino para quienes solicito la creación de un estado digno, con igualdad, en donde su pueblo pueda vivir en paz y en abundancia. Los mismos sentimientos que tengo por mi país, Colombia, que en este momento parece más una letrina que un país. Ya estamos muy viejos para seguir andando así. Rechazar toda forma de violencia de parte y parte y solicitar mesura en el uso de fuerza desmedida contra los civiles que no luchan.
Que el rock nos una.
Felipe Szarruk, Doctorando en periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, Magister en Estudios Artísticos de la Facultad de Artes ASAB Universidad Distrital Fco José de Caldas, Comunicador Social y Músico. Fundador de Subterránica y su colectivo de medios y espacios independientes.
Para más música proveniente de la región pueden visitar el siguiente enlace: https://www.lycanthropia.net/best-israeli-palestinian-black-metal-albums.php?smode=c
La mirada Subterránica
Ozzy regresa a casa y el mundo del rock queda más solo, pero más eterno

Hoy el mundo del rock y del metal perdió a una de sus figuras más icónicas: Ozzy Osbourne, quien falleció a los 76 años rodeado de su familia. Con su partida se cierra uno de los capítulos más importantes y definitivos en la historia de la música. Cantante, compositor, provocador, símbolo cultural y sobreviviente de excesos, Osbourne fue más que una estrella, fue el rostro visible del heavy metal durante más de cinco décadas.
Nacido como John Michael Osbourne el 3 de diciembre de 1948 en Aston, Birmingham (Reino Unido), Ozzy creció en un entorno obrero y difícil. Desde joven mostró inclinaciones artísticas, influenciado por los Beatles, pero también fue un niño marcado por el bullying, la pobreza y una serie de trabajos que no lograban retener su atención. Fue en la música donde encontró su refugio y, más tarde, su camino.

En 1968, junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, formó Black Sabbath, banda que redefiniría no solo su vida, sino el curso completo del rock. Su álbum debut, Black Sabbath (1970), dio inicio a un género que aún no tenía nombre, pero que más tarde sería conocido como heavy metal.
La trilogía inicial de Sabbath —Black Sabbath, Paranoid y Master of Reality— se convirtió en la piedra angular de todo un movimiento musical. El tono oscuro, las letras densas, los riffs pesados y, sobre todo, la voz inconfundible de Ozzy, crearon una atmósfera que capturó la angustia y el desencanto de la juventud de los años 70.
Canciones como “War Pigs”, “Iron Man” y “Paranoid” no solo se volvieron himnos generacionales, sino que marcaron el inicio de un nuevo lenguaje musical. Y aunque Sabbath fue una creación colectiva, era Ozzy quien le daba el rostro, la personalidad excéntrica y el aura mística que la industria musical nunca había visto.
Durante su primera etapa con Black Sabbath, Ozzy grabó ocho discos, incluyendo joyas como Sabbath Bloody Sabbath y Vol. 4. Sin embargo, su dependencia a las drogas y al alcohol llevó a su salida del grupo en 1979, lo que marcaría el inicio de una carrera en solitario igual de legendaria.

En 1980, pocos apostaban por el éxito de Ozzy fuera de Sabbath. Sin embargo, Blizzard of Ozz, su primer disco como solista, fue una revelación. Con temas como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”, y la impresionante guitarra de Randy Rhoads, el álbum lo catapultó a una nueva generación de fans.
Lo que siguió fue una carrera plagada de éxitos, tragedias y renacimientos. Tras la trágica muerte de Rhoads en 1982, Ozzy continuó adelante con discos como Diary of a Madman, Bark at the Moon, No Rest for the Wicked, y No More Tears. Este último, publicado en 1991, incluía el tema “Mama, I’m Coming Home”, una balada escrita junto a Lemmy Kilmister de Motörhead, que se convirtió en un clásico y mostró una faceta más emotiva de Osbourne.
Su carrera solista consolidó a Ozzy como un ícono multigeneracional. En vivo, su energía era legendaria, y su imagen se volvió reconocible en todo el mundo: el murciélago, la cruz, el maquillaje, la locura escénica. Fue también uno de los pocos músicos en mantenerse relevante durante más de cinco décadas sin perder el núcleo de su propuesta.
Ozzy no fue solo un músico. Fue también una figura de la cultura pop, muchas veces polémica, pero siempre auténtica. Desde el incidente del murciélago en 1982 hasta su show familiar The Osbournes en MTV a comienzos de los 2000, su figura traspasó los límites de la industria musical.
El reality mostró a un Ozzy diferente, doméstico y confundido, pero entrañable, ganando nuevas audiencias. Fue una jugada que redefinió la relación entre estrellas del rock y medios de entretenimiento.

A lo largo de su vida, fue protagonista de múltiples escándalos, giras interrumpidas por problemas de salud, rehabilitaciones, controversias religiosas y hasta demandas legales. Pero, pese a todo, nunca dejó de ser visto como una figura fundamental en la historia del rock pesado.
A pesar de haber sido diagnosticado con Parkinson en 2003 (y hacerlo público en 2020), múltiples infecciones, caídas, y cirugías, Ozzy Osbourne continuó grabando y presentándose en vivo hasta donde su cuerpo se lo permitió. Su gira de despedida, titulada No More Tours II, fue interrumpida varias veces, pero aún así alcanzó a completar varios shows con la misma entrega visceral de siempre.
En sus últimos años de actividad lanzó discos notables como Ordinary Man (2020) y Patient Number 9 (2022), colaborando con músicos como Elton John, Eric Clapton, Jeff Beck y Tony Iommi. Contra todo pronóstico, no solo seguía produciendo, sino que lo hacía con calidad, frescura y una honestidad creativa envidiable. Su voz, aunque marcada por el paso del tiempo, aún tenía ese tono nostálgico, fantasmal, único.
Su última aparición en vivo fue en Birmingham, su ciudad natal, durante un breve reencuentro con Black Sabbath en el escenario del Commonwealth Games en 2022. Fue breve, emotivo, poderoso. Fue cerrar el círculo, organizó su propio funeral, aguantó hasta ese momento.
Finalmente, el 22 de julio de 2025, Ozzy falleció rodeado de su familia. Su esposa Sharon, sus hijos Jack y Kelly, y su legado entero estaban con él. La noticia generó una oleada de homenajes alrededor del mundo: velas, murales, conciertos, discursos y lágrimas. Porque no solo se fue un músico. Se fue un símbolo de todo lo que el rock representa: resistencia, locura, libertad, honestidad, caos, arte.
Hablar del legado de Ozzy Osbourne no es solo hablar de discos o conciertos. Es hablar de una filosofía de vida. De un tipo que, con todos sus errores, excesos y contradicciones, nunca dejó de ser fiel a sí mismo. Ozzy no fingía. Ozzy era, fue un pionero, uno de los padres fundadores del metal. Un vocalista que no necesitó rangos operáticos para emocionar. Su tono nasal, melancólico y urgente, era reconocible al instante. Fue también un puente entre generaciones, que sobrevivió a los años 70, 80, 90, 2000, y que se volvió meme sin dejar de ser leyenda.
En su historia está también la historia de todos los que alguna vez encontramos refugio en la música, para quienes el rock fue hogar, Ozzy fue padre, hermano, amigo, monstruo, guía. Lo vimos caer mil veces, y levantarse otras mil. Siempre con humor. Siempre con ganas. Siempre con música.
Deja tras de sí más de 20 álbumes de estudio, decenas de giras mundiales, miles de conciertos, incontables historias y millones de fans. Su lugar en la historia de la música es inamovible.
No se trata de idolatría. Se trata de entender que hay figuras que marcan épocas. Que definen géneros. Que dan voz a generaciones que no la tenían. Ozzy fue una de esas figuras y aunque físicamente ya no esté, su voz seguirá en los parlantes, en los vinilos, en los oídos de quienes necesitan gritar, llorar, celebrar o resistir. Porque al final, eso era Ozzy, una forma de decirle al mundo que aquí estamos, y que no vamos a callar.
Epílogo
“Mama, I’m coming home”, cantó alguna vez. Y tal vez sí. Tal vez por fin ha vuelto a casa. A la eternidad que solo alcanzan quienes se convierten en leyenda.
Ozzy Osbourne (1948–2025)
Gracias por todo.
Nos vemos en el escenario eterno.
Colombia
BOMM, Idartes y el Ministerio de Cultura: ¿Un circuito cerrado que excluye por retaliación?

En los últimos años se ha consolidado en Colombia una preocupante forma de captura del campo cultural por parte de un grupo de gestores, programadores y empresarios que concentran recursos públicos, visibilidad y toma de decisiones en torno a la música.
Espacios que se presentan como públicos o de interés general —como Rock al Parque, Hip Hop al Parque, los estímulos de Idartes, las convocatorias del Ministerio de Cultura y el Bogotá Music Market (BOMM)— han terminado convertidos en cotos cerrados donde se distribuyen oportunidades entre los mismos actores, excluyendo voces críticas o incómodas.
Esta no es solo una denuncia es un patrón verificable con nombres, trayectorias y contratos.
Por ejemplo, el Bogotá Music Market (BOMM) es un programa de la Cámara de Comercio de Bogotá que cuenta con apoyo público, se presenta como vitrina para “toda la música colombiana” y promete criterios transparentes de selección.
Pero la composición de su equipo curatorial revela conexiones muy estrechas con el ecosistema de Idartes y con proveedores recurrentes de recursos públicos que vetan y segregan a los críticos de sus gestiones y lanzan ataques personales contra ellos. Siempre los mismos personajes terminan en todos los espacios auspiciados de alguna manera por el Estado y eso se ha perpetuado, llevan años cómodamente instalados haciendo lo que quieren:
Gustavo “Chucky” García: ex-programador de Rock al Parque para Idartes, figura polémica por su estilo confrontativo y su historial de insultos y descalificaciones a músicos y gestores que critican la opacidad del sistema.
María Camila Rivas: también exintegrante del comité de Rock al Parque, festival financiado 100% con impuestos de los bogotanos.
Geovanny Escobar Rubio: productor del Festival Hip Hop al Parque, otro programa distrital de Idartes.
Francisco Mendoza (Páramo Presenta): gerente de una empresa privada que ha ganado contratos de producción para escenarios de Rock al Parque, al tiempo que programa su propio festival Estéreo Picnic.
Jorge Jiménez (Árbol Naranja): empresario cuyo colectivo ha sido contratista frecuente de Idartes, ofreciendo producción técnica para Rock al Parque y otros festivales.
Todos con relaciones con el gobierno ¿Para qué? ¿Por qué? ¿No existen otros profesionales diferentes? ¿Qué transparencia puede haber si algunos de ellos que pelean de frente con los independientes y han lanzado ataques públicos documentados, son parte de una curaduría que debe ser transparente pero a la que le ganan las rencillas personales y la falta de profesionalismo. Estas relaciones no son meramente “colaboraciones sectoriales”, son relaciones contractuales directas con recursos públicos. Personas que han definido quién toca en los festivales del Distrito ahora deciden también quién puede vender su música en la principal rueda de negocios del país.
El problema es que convierten las rencillas personales en vetos institucionales, no basta con el conflicto de interés estructural. Existe evidencia anecdótica y testimonial (cómo lo que ha sucedido con Subterránica, uno de los agentes más importantes para el ecosistema musical de Latinoamérica) de que estos curadores usan su poder para excluir a músicos y gestores que los han criticado.
Denunciar la falta de transparencia, los contratos repetidos y la concentración de oportunidades no debería convertir a nadie en enemigo público, pero en la práctica quienes levantamos la voz somos vetados sistemáticamente.
Se trata de una forma de retaliación política blanda: no te censuran directamente, pero te cierran las puertas en todas las instancias donde tienen poder.
Así, lo que debería ser una plataforma de toda la música colombiana se convierte en un club de amigos donde las críticas se castigan y la diversidad estética o ideológica se sofoca, es un patrón que se repite también en Idartes y el Ministerio de Cultura, no es exclusiva del BOMM porque como ya dijimos, son los mismos en las mismas en todas partes, en todos los espacios, como si en el país en realidad no más gente verdaderamente capacitada para estos cargos.
En Idartes las convocatorias, festivales y estímulos se resuelven muchas veces entre los mismos actores que programan, producen o evalúan, empresas proveedoras ganan contratos de producción y luego tienen representantes como jurados o curadores en otros espacios, en el Ministerio de Cultura, algo similar ocurre con la designación de jurados y la circulación de recursos de concertación.
El resultado es nepotismo cultural, no el de los apellidos de sangre, sino el de las redes cerradas de recomendación mutua y blindaje contra la crítica.
¿Es delito o falta ética y administrativa? Algunos se burlan diciendo: “Eso no es delito, es el negocio de la cultura”. Pero veamos: La ley colombiana prohíbe el favoritismo indebido en la asignación de recursos públicos, el Código Disciplinario sanciona a funcionarios que usen el cargo para favorecer o excluir a terceros arbitrariamente, las entidades que distribuyen recursos públicos están obligadas a garantizar igualdad y transparencia, la Cámara de Comercio recibe recursos públicos y tiene un deber de rendición de cuentas en sus programas.
Entonces excluir a alguien por enemistad personal o retaliación política es arbitrario y contrario a los principios del Estado Social de Derecho. Aunque no sea un delito penal típico (no van a la cárcel por eso) puede ser investigable como falta administrativa o disciplinaria, el problema es que como ya sucedió con Rock al Parque en donde la contraloría encontró infinidad de estas faltas, no pasa nada porque en el país la ley es blanda y la verdad el arte le importa muy poco.
Quienes creemos en la música como un bien público no podemos aceptar que se repartan recursos y espacios con criterios de venganza personal, no se trata de pedir caridad ni favoritismo, se trata de exigir transparencia, pluralidad y profesionalismo en la gestión cultural financiada con los impuestos de todos.
Si el BOMM quiere ser la “gran vitrina de la música colombiana” no puede comportarse como un club exclusivo que castiga a quien denuncia su falta de diversidad pero los artistas callan por miedo al veto, los medios callan por miedo al veto y los que callan porque son cómplices están disfrutando de sus beneficios. La verdad cansa llenar tantas convocatorias para ver siempre a los mismos embolsillándose millones y millones, o ver jurados excontratistas premiando a concursantes excontratistas, eso es ridículo.
Hablemos claro: el rock colombiano fue capturado.
Lo que alguna vez fue un movimiento rebelde, plural, contestatario, se transformó en un espacio cooptado por gestores y programadores que usan el poder estatal para decidir quién existe y quién no.
Otro ejemplo: Rock al Parque, que nació para dar cabida a todas las voces, se volvió el feudo de curadores con agenda propia, contratistas de Idartes que se eligen entre ellos como jurados y programadores, músicos y empresarios que deciden quién toca y quién queda por fuera, convocatorias con criterios opacos, resultados predecibles y favoritismos evidentes.
Quien se atreve a cuestionarlo —como nosotros en Subterránica— queda marcado. Excluido de festivales, ruedas de negocios y de cualquier espacio público y no solo eso, Idartes permite los insultos y la denigración pública lavándose las manos diciendo que solo son “contratistas” como si la ley no exigiera que el instituto es quien debe responder por estos actos. Pero en Colombia la ley es de plástico y corrupta.
No se trata solo de festivales públicos. También la radio se contaminó con estos vetos. Ahora Radiónica como lo han denunciado varios de los que ya salieron de ahí por la nueva administración o figuras como Alejandro Marín se han erigido también como “curadores” de la música colombiana mientras ignoran sistemáticamente el rock local, lo caricaturizan o simplemente lo excluyen de su parrilla. Mientras predican la apertura a la música global y la sofisticación pop, se olvidan de las escenas de base, de los músicos independientes, del rock crítico y hablan mal de los agentes de la industria.
Y no es casualidad. Muchos de ellos están en la misma red: Curadores del BOMM, jurados de convocatorias públicas, “conferencistas” (Muchas veces sin la educación necesaria), invitados a viajes y ruedas de negocio, amigos de festivales privados que se lucran del Estado y así consolidaron una narrativa única: el rock es cosa del pasado, o se resume en cinco bandas amigas. ¡Delicioso! Que envidia.
Pero el resultado de esto ha sido devastador: Bandas que no tienen cómo circular ni grabar porque no pasan por la rosca, escenas locales moribundas, músicos que ya no denuncian nada para no ser vetados, productores independientes arruinados, público aburrido, sin oferta nueva ni riesgosa y dejando vacíos festivales como Rock al Parque al cual le inflan los números los medios amigos para no reflejar el fracaso y mientras tanto, los “curadores” viajan a ferias internacionales diciendo que representan “la música colombiana”.
Es necesaria una guerra cultural. Una guerra contra el amiguismo disfrazado de gestión cultural, el reparto de recursos públicos como botín de un clan. la retaliación contra quien critica, el bloqueo de sonidos incómodos o disidentes, la captura del discurso sobre “lo que es válido” en la música, la dictadura estética y política que han impuesto sobre el rock.
El Estado debe salir de la música (o reformarse radicalmente) y digámoslo sin miedo: el Estado colombiano fracasó como mecenas cultural, en vez de garantizar diversidad y acceso, financió roscas, compró silencios y generó dependencia clientelista. Su dinero, que es nuestro dinero, terminó consolidando un circuito cerrado de curadores, empresas contratistas privilegiadas artistas obedientes y dóciles como corderos, vetos y listas negras extraoficiales. El Estado debe salir de la música si no es capaz de apoyarla sin corromperla o al menos debe refundar sus políticas culturales con veeduría ciudadana real, con una selección transparente de jurados y curadores, prohibir de conflictos de interés y exigir profesionalismo y requisitos académicos a estos personajes como manda la ley, rotación obligatoria en comités y puestos, auditoría independiente de contratos y resultados y esto es solo el comienzo
Subterránica no va a callar, no vamos a aceptar más vetos invisibles, más retaliación disfrazada de criterio curatorial, más contratos a dedo con dineros públicos, vamos a nombrar a los responsables, vamos a exigir las pruebas, vamos a mostrar los contratos, vamos a pedir las explicaciones y vamos a invitar a todos los músicos, periodistas, gestores y públicos cansados de la dictadura cultural a sumarse.
Porque el rock nació para denunciar y la música es demasiado importante para dejarla en manos de burócratas corruptos o gestores vengativos.
La música debe ser libre.
La cultura debe ser de todos.
El Estado debe ser para todos, o no ser.
@darielconway
Colombia
Rock al Parque 2025 balance final: Tres días que confirman lo ganado y evidencian lo pendiente.

Culmina una nueva edición de Rock al Parque y tras tres días de programación, queda claro que el evento sigue siendo una estructura sólida, pero rodeada por un ecosistema que no necesariamente evoluciona con la misma solidez. Fue una edición de contrastes, de aciertos técnicos y cuestionamientos estructurales. Una edición donde lo musical se sostuvo pero no alcanzó a elevarse, en la que como cada año se evidenció que producir un evento de esta magnitud es un reto mayor que simplemente asistir, tomar nota y opinar.
Hay que decirlo, hacer un festival gratuito con múltiples escenarios, decenas de artistas y una afluencia masiva en un país como Colombia no es sencillo, la producción requiere sincronía, experiencia, atención al detalle. Lo fácil es lo que hacemos desde los medios… ir, cubrir, criticar lo que no nos gusta y aplaudir lo que sí, el ejercicio de análisis es necesario, pero también lo es reconocer que lo que ocurre detrás del telón implica un grado de dificultad que merece respeto.
Idartes que lleva muchos años ya al frente del festival, ha logrado avances que hace una década eran impensables como la inclusión de zonas de consumo legal de licor, los patrocinios explícitos en pantalla, la apertura de espacios para emprendimientos culturales y sellos alternativos, son señales de que hay una comprensión más amplia sobre lo que debe ser un festival en el siglo XXI. La gestión de Héctor Mora ha sido clave para este reordenamiento, con años de compromiso con el rock colombiano y siendo parte de él, Mora regresó al festival en un momento complejo, tras una curaduría anterior que dejó grietas irreparables. En dos años, ha intentado redireccionar una estructura muy pesada, y eso dentro de todo, es positivo para la escena local.

Como lo anticipamos en Subterránica antes del festival, el punto más alto estuvo en las bandas nacionales, con escenarios medio vacíos, es cierto, pero con propuestas valiosas, especialmente dentro del metal, el punk, el ska y el rock clásico. Hay buenos sonidos y buenas agrupaciones, pero el riesgo sigue siendo el mismo, que muchas bandas desaparecen o se diluyen después de tocar en el festival, Rock al Parque debería ser un trampolín, no un techo. El reto está en convertir esa fecha en un punto de partida real para las agrupaciones locales y no en una meta simbólica que agota el impulso de una banda ¿ahora qué hacemos? Y ahí viene el momento complejo.
El festival, en términos generales funcionó. Sonido, pantallas, tiempos, accesos, todo fluyó dentro de lo esperado, pero hay dos puntos que no pueden obviarse… El primero es el público que dejó claro una vez más que el rock nacional no convoca como debería. El grueso de asistentes apareció únicamente para ver a Don Tetto y al Cuarteto de Nos el último día. El escenario Plaza, eje del festival, estuvo la mayor parte del tiempo vacío y la conclusión es incómoda pero evidente e innegable, hay una gran masa que solo consume lo consagrado o lo internacional, un público que no siembra, que solo cosecha, que se enorgullece de ser “rockero” cuando el éxito ya está garantizado, de resto, bares vacíos, venues vacíos y un Rock al Parque que salvo por unas franjas específicas también lo está. El público rockero colombiano podría aprender algo de los hinchas de la selección, apoyar en las buenas y en las malas incluso cuando jamás se ha ganado nada, porque apoyar una banda en su inicio es más revolucionario que corearla en su punto alto.
El segundo punto crítico tiene nombre propio: GSP, la empresa logística. Su historial es largo y no por esta edición en particular, esta empresa siempre ha mostrado fallas estructurales. Cuando se empodera a personajes sin formación, solo porque portan un chaleco, se habilita el abuso. El trato que muchos periodistas y fotógrafos recibieron en esta edición fue lamentable. El caso de una fotógrafa de 24 años agredida en el escenario Bio por parte del personal de seguridad no es algo aislado, en el escrito anterior habíamos denunciado el maltrato a los periodistas y ya antes, en otros contextos como Hard Rock Café de Bogotá, esta empresa ha protagonizado situaciones que terminaron en disculpas institucionales. Empresas que crecen con dinero público deberían pasar por auditorías reales y rendir cuentas, especialmente cuando se trata de eventos culturales, estos contratos deben revisarse, las personas a cargo deben tener criterios, no poder arbitrario.

En contraste, el escenario Bio fue el más sólido de todo el festival, siempre lleno, activo y con un público participativo. Irónicamente, lo que demuestra que el público sigue prefiriendo los lenguajes reconocibles, los clásicos, lo que entra fácil.
Bandas como Piangua o Los de Abajo —excelentes en lo que hacen— se sintieron fuera de lugar en un festival de rock, no por calidad, sino por contexto. Piangua es un proyecto con enorme proyección, pero quizás en escenarios distintos. Lo mismo sucede con apuestas como Silvestre y La Naranja o Derby Motoreta’s Burrito Kachimba que son sonidos de nicho, con una estética de culto, celebrados en su círculo cercano pero lejos de convocar masivamente en espacios abiertos. La sensación es clara, hay una desconexión entre lo que se quiere impulsar desde la curaduría y lo que realmente ocurre en el parque. Hay mérito en la diversidad, pero también se necesita estrategia
En un artículo posterior publicaremos nuestro top 10 de presentaciones destacadas, por ahora queda claro que el balance es bueno aunque complejo. El festival sigue siendo un bastión para el rock colombiano pero necesita más que logística, tal vez más personas involucradas que en realidad conozcan la escena nacional a profundidad y no de manera superficial, más expertos y menos bookers y dueños de festivales rondando como chulos y las bandas deben entender que conectar con el público no es una consecuencia automática del talento, hay que volver a seducir a las audiencias y el público también tiene que asumir que no se puede exigir sin involucrarse. Muchos prefieren pagar millón y medio para asistir a Estéreo Picnic que caminar a Rock al Parque gratis. Tal vez el problema es de percepción, tal vez la imagen del festival se distorsionó para las nuevas generaciones.
En 2026 Rock al Parque celebrará 30 años. Será una edición simbólica. Ojalá también sea una edición consciente. En Subterránica seguiremos insistiendo en lo mismo: apoyar el rock nacional los 365 días del año. Asistir a los conciertos, estar en los circuitos, escribir, grabar, documentar. Que no se vuelva a llenar el festival para ver lo de siempre mientras lo nuevo queda en el olvido. No porque falte talento, sino porque falta voluntad.
-
Colombia2 años ago
Tremendo Regreso: Mauricio Milagros, ex vocalista de Superlitio, lanza su proyecto en solitario en un evento íntimo.
-
Latinoamérica2 años ago
Mala Entraña: el regreso de la banda de Metal neoyorquina.
-
Latinoamérica2 años ago
El cantautor Frank Morón regresa estrenando nuevo single titulado “Tu Farsa”.
-
Colombia1 año ago
Las 10 Bandas Colombianas de Rock y Metal del 2024 para Subterránica
-
Colombia5 meses ago
Nominados a la XVI Entrega de los Premios Subterranica Colombia 2025: Edición Guerreros del Rock
-
Colombia10 meses ago
Ibagué Ciudad Rock Confirma su Cartel para la Edición XXIII de 2024
-
Colombia2 años ago
Haggard regresa a Colombia como parte de su gira latinoamericana.
-
Latinoamérica12 meses ago
Una canción revolucionaria, en colaboración y que no es de su discografía acaba de colocar a Gojira en el podio de la música mundial. ¿Fue playback?