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Colombia

¿Qué es Primavera Sound, el festival que acaba de anunciarse en Bogotá?

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Acaba de salir un cartel muy interesante, los headliners anunciados comprenden a The Cure, The Hives, Pet Shop Boys y Bad Religion entre otros, muchos rockeros se emocionaron con estos nombres y también vieron que siguiendo la dinámica de otros festivales como el Estéreo Picnic es un festival que mezcla los sonidos de varias corrientes musicales. Esta actividad es parte de uno de los festivales más importantes de España que tiene amantes y detractores pero que sin duda es uno de los más importantes de Europa con una historia que ha venido creciendo año tras año. Les contamos…

El Primavera Sound es un festival de música que se celebra entre finales de mayo y principios de junio en Barcelona, Madrid y Oporto y entre finales de noviembre y principios de diciembre en Buenos Aires y São Paulo. Su primera edición tuvo lugar en 2001 en el Poble Espanyol de Barcelona, con un solo escenario, y desde 2005 tiene su sede en el Parque del Fórum, un recinto más grande y al lado del mar. El festival se caracteriza por su variedad de estilos y artistas, tanto actuales como consagrados, y por su apuesta por la música electrónica, es uno de los festivales más prestigiosos de Europa y ha recibido varios premios y reconocimientos.
Los creadores del Primavera Sound son Gabi Ruiz y Sonia Quesada, quienes fundaron la sociedad Murmurtown Producciones en 2001 para organizar el festival, más tarde se unieron al proyecto otros tres socios: Nicolás Soler, Alfonso Lanza y Alberto Guijarro. Gabi Ruiz es el director artístico del festival y el responsable de la selección de los artistas que actúan cada año. Sonia Quesada se encarga de la producción ejecutiva y la coordinación general. Los otros socios se ocupan de diferentes áreas como la comunicación, el marketing o la gestión financiera.

Es un festival muy mainstream que ha enfrentado algunas controversias a lo largo de su historia, sobre todo relacionadas con la organización, el trato con el ayuntamiento de Barcelona y la devolución de las entradas y que como todo se vio afectado por la pandemia.
Su variedad de estilos y artistas, que abarcan desde el rock alternativo al rap, pasando por el indie, el electro o el metal. El festival ofrece una programación amplia y diversa, que busca satisfacer a todo tipo de público y gustos musicales, su calidad y prestigio le han valido varios premios y reconocimientos a nivel nacional e internacional es considerado uno de los mejores de Europa y atrae a miles de visitantes cada año.

Su expansión e innovación, que le han llevado a tener sedes en diferentes ciudades y países. El festival no se conforma con quedarse en Barcelona, sino que busca nuevos escenarios y públicos en Madrid, Oporto, Buenos Aires, São Paulo y ahora Bogotá, también apuesta por la música electrónica y las nuevas tecnologías, creando espacios como el Primavera Bits o el Primavera Pro como espacios paralelos.

Ha recibido algunas críticas musicales por parte de algunos sectores del público, la prensa o los artistas, que han cuestionado su calidad, su masificación o su paridad.

En 2022, el festival fue acusado de estar masificado y de tener una pésima organización, debido a las largas colas que se formaron en los accesos, las barras y los baños durante la noche inaugural. Los asistentes denunciaron que tuvieron que esperar más de una hora para tomar una copa o entrar al recinto, y que hubo momentos de aglomeración peligrosa y falta de seguridad.

En 2019, el festival anunció un cartel con un 50% de mujeres, lo que supuso un hito en la historia de los festivales y una apuesta por la igualdad y la diversidad. Sin embargo, esta decisión también generó algunas críticas por parte de algunos fans históricos del festival, que consideraron que se había perdido la esencia del Primavera Sound y que se había apostado por artistas más comerciales y menos interesantes.

En 2018, el festival recibió algunas quejas por parte de algunos artistas que actuaron en el escenario Primavera Bits, dedicado a la música electrónica. Algunos DJs como Four Tet o Floating Points criticaron el sonido y la ubicación del escenario, que estaba alejado del resto del recinto y rodeado de vallas. Otros artistas como Jon Hopkins o Nils Frahm también expresaron su descontento con el sonido del escenario Ray-Ban.

LA EDICIÓN EN COLOMBIA

El Primavera Sound Bogotá 2023 es la primera edición del festival en Colombia, que se celebrará los días 9 y 10 de diciembre en el Parque Simón Bolívar y el Movistar Arena de la capital. El festival forma parte de la expansión del Primavera Sound por América Latina, que también tendrá sedes en Buenos Aires, São Paulo, Asunción y Santiago de Chile. El cartel del festival cuenta con artistas nacionales e internacionales de diferentes géneros musicales, siguiendo la línea del Primavera Sound Barcelona, está organizado por la empresa española Primavera Sound S.L., en colaboración con la empresa colombiana T310/Absent Papa cuya fusión formó Paramo Presenta, también organiza otros eventos musicales como el Festival Estéreo Picnic o el Sónar Bogotá, es por eso que vemos que se está usando la misma fórmula para este que usan con el Estereo Picnic y otros, que es echar mano de las grandes estrellas veteranas del rock que andan girando y combinarlas con nuevos nombres y grupos de folclor y tropidelia lo que constituye una buena mezcla de artistas de diferentes estilos y generaciones, apostando por el rock clásico, pero también por las nuevas propuestas y los sonidos locales.
Primavera Sound tiene la ventaja de ser un festival privado que puede elegir a los artistas que quiera, sin tener que depender de las políticas culturales del distrito. Sin embargo, también creo que el festival debería cuidar la diversidad y la originalidad de su cartel, y no repetir los mismos nombres que ya han tocado en otros festivales como el Estéreo Picnic. Creo que el festival tiene la oportunidad de dar a conocer a nuevos artistas y géneros, y no solo a los que ya son populares o amigos de la organización, no es que sean malas bandas para nada, sino que son bandas que ya han actuado en casi todos y cada uno de los eventos de la productora colombiana.

Esperemos que Primavera Sound sea un éxito y que en un futuro abra oportunidades a más y más artistas, para terminar, les dejamos con algunos datos curiosos:

El Primavera Sound es el primer festival internacional de música en España que ha sido considerado Evento de Excepcional Interés Público por el Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno de España, lo que le otorga beneficios fiscales y culturales.

El Primavera Sound ha tenido algunas actuaciones sorpresa a lo largo de su historia, como la de Blur en 2023, que tras suspender su concierto en Arganda del Rey por la lluvia, tocaron en la sala La Riviera para 1.800 personas2, o la de Arcade Fire en 2017, que tocaron en la plaza del MACBA para 15.000 personas.

El Primavera Sound ha sido el escenario de algunos acontecimientos históricos de la música, como el último concierto de Oasis en 2009, antes de su separación definitiva, o el primer concierto en España de Pulp en 2011, tras su reunión después de nueve años.
El Primavera Sound ha contado con la presencia de algunos artistas legendarios que rara vez se ven en otros festivales, como Neil Young en 2009, Lou Reed en 2010, The Cure en 2012, The National en 2014 o Radiohead en 2016.

El Primavera Sound ha sido el primer festival en España en tener un cartel con un 50% de mujeres, lo que supuso un avance en la igualdad y la diversidad de la industria musical. Entre las artistas que han actuado en el festival se encuentran Björk, PJ Harvey, Patti Smith, Rosalía o Lorde.

@subterránica

Colombia

Carlos Vives se defecó en We Will Rock You y no se podía pedir más.

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Oh, yo sé que con esto van a revolcarse muchos en su micromundo… Recuerdo un día en LAMC 2016 en New York en donde tuve un fuerte discusión con Carlos Vives, él era panelista y yo asistente… le reclamé por su frase vacía y minimizadora “el rock de mi pueblo”, porque el rock de mi pueblo es lo que hacen las miles de bandas sin espacios en Colombia y no ese vallenato modernizado con el que quiso darle a entender al mundo que nosotros necesitábamos encajar en base a papagayos y ruanas, ese episodio fue incómodo, tener que convencer a 100 personas que lo que el señor hace se llama Vallenato no es tarea fácil.

Este fin de semana pasado, en el Festival cordillera de Bogotá, un festival que precisamente se apalanca de la nostalgia y de géneros que no terminan de tener identidad para vender boletos, apareció el samario y entre su repertorio le pareció buena idea destruir la canción de Queen “We will Rock You” y no solo en la parte musical sino en el adefesio del estribillo “viva el vallenato”. Y aunque ya lo había hecho en otros escenarios, en Colombia esto tiene una connotación diferente, porque pasa en un lugar en donde el rock ha sido reemplazado por una doctrina, una dictadura musical y la gente lo celebra, porque sí, porque ese es el rock de mi pueblo. Ese mismo Rock de mi pueblo en donde Diomedez Díaz era un “rockstar” según varios periodistas y la terquedad de personajes ignorantes como los curadores de varios festivales públicos y privados que le enseñaron a Colombia que el rock es una caricatura, que es un acto bufonesco y que no se puede tomar en serio, lo vemos cada año en rock al parque donde algunos salen con actos de carnaval para decir que es rock.

Cuando Vives habla del “rock de su pueblo” como si fuera algo lejano, olvidado o no digno, desprecia sin saber las miles de bandas que luchan por un espacio en Colombia, que no viven de la nostalgia ni del marketing barato. El rock de mi pueblo son cada uno de esos músicos invisibles, no un producto empaquetado y vendido como mercancía a golpe de éxitos comerciales.

Pueden ver el aparte de la presentación acá: https://www.facebook.com/reel/1091531683187577

Eso que llamaron “el rock de mi pueblo”, esa insistencia absurda, eso no es rock, es puro circo. Es el reflejo de una industria y una cultura que han permitido que la esencia rebelde, contestataria y auténtica del rock se diluya en un mercado de nostalgia decreciente y en performances de bajo nivel artístico. La música se convierte en un trámite, en una farsa que se vende fácil para llenar estadios y alimentar egos. Pero bien… eso es ¿no? pan y circo.

El problema principal de que ocurran situaciones como la distorsión y banalización del rock en Colombia radica en una combinación de factores estructurales y culturales profundamente arraigados. Primero, hay una ausencia crónica de espacios, apoyo institucional y reconocimiento real para la escena musical independiente y de culto. Esto genera un vacío que aprovechan el mercado, la industria y figuras mediáticas que priorizan lo comercial, lo fácil y lo rentable, en detrimento de la autenticidad y la calidad artística.

Además, hay una confusión cultural sobre lo que realmente es el rock y su función social e histórica. En Colombia, muchos sectores confunden géneros y estilos, mezclando sin rigor el folclore, la música popular masiva y el rock, lo que lleva a percepciones erradas y una degradación conceptual del género. El rock, que debería representar rebeldía, reflexión y expresión profunda, termina reducido a eslóganes vacíos, performances carnavalescos o fusiones superficiales, que se aceptan y legitiman socialmente como “rock”. Pero ya estamos hartos de repetirlo durante años porque no lo van a entender. Para estos personajes meterle 4/4 al vals va a ser normal o jugar Fútbol con aletas y bates de beisbol también porque en su pequeño y sesgado mundo “la música es una” y el “deporte es uno”. Es una pelea perdida, mientras la ignorancia tenta dinero el arte jamás tendrá dignidad.

También existe un problema generacional y de liderazgo musical. Algunos referentes, con poca formación o conciencia del legado, perpetúan y alimentan esas visiones erradas. Esa falta de guía y visión clara hace que nuevas generaciones no tengan modelos a seguir sólidos ni una identidad clara, lo que lleva a una escena fragmentada y vulnerable a la mercantilización y normalización de lo mediocre, en donde el problema principal es la falta de una estructura cultural, educativa, institucional y económica que apoye y valore genuinamente el rock auténtico, sumado a una ignorancia generalizada que permite que se trivialice o se reduzca a una caricatura para consumo masivo. Hasta que esto no se corrija, la escena seguirá siendo presa fácil de la banalización. Y a esto, a este pedido le llaman “radicalismo”, pero no lo es… radicalismo es sentar una estupidez como dogma y hacerlo una bandera.

El rock en Colombia se merece más que esto. Se merece respeto, espacios reales, apoyo a las bandas fuera de los reflectores que trabajan con honestidad y compromiso, sin venderse a la nostalgia o a la caricatura. Lo que vimos en Cordillera fue solo otro capítulo más de un largo proceso de degradación cultural que ya estamos hartos de denunciar y combatir, el rock colombiano es una burla pública.

Así que mientras algunos celebran ese absurdo “viva el vallenato” en el estribillo de “We Will Rock You”, otras miles de voces están haciendo el verdadero rock de este país, el que duele, incomoda y lucha. Y esas voces son las que verdaderamente mantienen vivo el espíritu fuerte y genuino de nuestra música. Por favor no vayan a llorar.

@felipeszarruk

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Colombia

La música hoy es un puto producto industrial vendiendo humo para una máquina insaciable que se llama algoritmo. 

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La industria musical atraviesa una crisis brutal… tiene hambre, hambre insaciable, hoy todo se ha convertido en un asunto de algoritmos y modelos de distribución masiva que solo buscan hacer dinero sin importar si la música vale algo o no.

En una charla de Symphonic Distribution en el Bomm de Bogotá, una chica —aún en sus veintes— lanzó la idea “sofisticada” de que los músicos deben sacar música todos los días para alimentar estos algoritmos. Eso no es arte, es pura explotación y pérdida de la esencia creativa, lo que importa hoy no es lo que hagas, sino cuánto ruido generes para que la máquina te mantenga arriba.

Históricamente la música es un proceso lento, un trabajo artístico donde la paciencia, la reflexión y el detalle hacen que una canción conecte de verdad con quien la escucha. Pintores, escritores, músicos… todos se toman el tiempo porque saben que la magia no sale en cinco minutos ni en una ida al baño, pero ahora los artistas están atrapados en un ritmo frenético diseñado por plataformas, donde producen en masa para engordar estadísticas y mantenerse visibles, esa propuesta horrible de sacar música diariamente refleja un sistema que mata la creatividad y la reemplaza con pura producción en serie, como mulas de carga que deben alimentar el nuevo negocio de la música que solo le sirve a las distribuidoras y plataformas.
Y no es sorpresa que esto se manifieste en géneros como el reguetón, donde el éxito no depende ni de la complejidad musical ni de letras que tengan algo que decir, sino de beats repetitivos y letras vacías que cualquier programa barato como Fruity Loops puede generar a chorro, esa facilidad para tirar decenas de canciones al día ha forzado al resto de géneros a entrar en un juego de repetición y banalidad para competir en visibilidad, dejando un montón de música que parece más ruido vacío que arte, lo vemos en cientos de músicos desesperados por sacar 50 sencillos al año que quedan en el olvido.

Esto no solo pasa en la música; el cine también está en caída libre, ahora la calidad se mide en taquilla, prefieren llenar salas con fórmulas recicladas que arriesgar con historias que hagan pensar o sientan de verdad, el arte se ha convertido en mercancía, y la diversidad y la innovación han quedado aplastadas bajo la lógica del negocio, los creadores o se amoldan o desaparecen y el resultado es un empobrecimiento cultural que apaga la chispa creativa.
Los músicos están en medio de un gran problema… O se venden y se adaptan a estas reglas que los despersonalizan o defienden lo que para muchos es lo más importante: el valor del arte, aunque eso implique arriesgar su sustento económico y en países como los nuestros el hambre es más fuerte que cualquier cosa, hay que ser honestos y aceptar que los artistas de hoy están desesperados por comer y por eso son sometidos como escalvos a los caprichos de estos modelos que pareciera que son lo único que existe. Lamentablemente, casi todos eligen jugar el juego para sobrevivir. Y esa misma necesidad alimenta un círculo vicioso que termina en una escena musical fragmentada, saturada de contenido efímero y vacío.

El impacto es doble, culturalmente la música pierde lo que la hacía única, su identidad, fuerza rebelde y memoria emocional y económicamente, los mejores artistas no reciben reconocimiento ni la compensación que merecen, triunfa el que más vomita lo que ahora llaman “contenido” mientras plataformas y empresas acumulan fortunas. La creación artística se ha convertido en una mercancía más y el músico en un mercenario pasivo peón de un tablero dominado por algoritmos y resultados financieros.

Pero la historia nos ha enseñado que la esencia creativa nunca se puede silenciar del todo y aunque el ruido ensordecedor y la presión mercantil parezcan dominar, siempre aparecerán voces auténticas que romperán con las fórmulas y rescatarán la dignidad del arte, esa resistencia es lo que mantiene viva la magia de la música y su capacidad de conmover, incluso cuando todo está diseñado para lo contrario.

Está clarísimo, la industria debe dejar de verse como una cadena de producción y músicos y el público tienen que volver a valorar la calidad y autenticidad por sobre la cantidad y el consumo rápido. No se trata de rechazar a la tecnología o a las plataformas, sino de recuperar la autonomía creativa y establecer un equilibrio donde la música sea para el arte y las emociones, no para contar streams o obedecer a un puto algoritmo frío.

En pocas palabras, la idea de hacer música a diario para complacer a un algoritmo no solo es ridícula, sino que desnuda una crisis general que afecta toda la cultura contemporánea y lo preocupante es que eso es lo que están enseñando como “lo lógico” y el “camino a seguir” en los encuentros musicales. Es la señal de que el verdadero arte está siendo reemplazado por una versión falsa diseñada solo para hacer dinero rápido… que el hambre no impida abrir los ojos a esta realidad y actuar con fuerza para cambiarla, de lo contrario el mejor camino para hacer dinero es vender empanadas o traer cosas de china, no maten la música por culpa de un almuerzo.

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Colombia

Grita 2025 presenta un cartel explosivo para su próxima edición.

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El Festival Grita 2025 se prepara para vivir una edición memorable celebrando sus 18 años como uno de los encuentros más importantes para la música alternativa en Colombia. Este año el festival se realizará los días 10, 11 y 12 de octubre en el Centro de Eventos y Exposiciones de Manizales, Expoferias, y llegará cargado de propuestas sonoras que confirman la diversidad y vitalidad de la escena independiente. El anuncio de sus primeras bandas seleccionadas revela una apuesta consciente por el trabajo de convocatoria, audiciones y curaduría, integrando artistas emergentes y consagrados en géneros que van desde el rock y el metal hasta el rap, reggae, hardcore, ska y punk, sin dejar de lado la experimentación y la fusión.

La edición 2025 destaca por una programación que reúne lo mejor del talento local, nacional e internacional. Bandas como Besana, Peloegato, Oblitus, Bajado con Espejo, Repudio, No Absolution y Sick Morgan son ejemplos del pulso creativo de Manizales, junto a ellas nombres representativos de la movida de Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades del país harán parte de este festival, acompañados además por las propuestas singulares de Lion Reggae, Acusbeats, Moth, Stayway, Pániko Satániko, Danger, Rex Marte, Mortis y los Desalmados y Okinawa Bullets. Cada agrupación aporta su propio enfoque y energía, reflejando tanto las historias de los barrios y las montañas como las búsquedas personales y colectivas que marcan el presente de la música alternativa nacional.

Para celebrar por todo lo alto, Grita 2025 también contará con la presencia de invitados internacionales que garantizan una experiencia única, el cartel incluye leyendas como los españoles Envidia Kotxina, los brasileños Krisiun y la fuerza multicultural de La Chiva Gantiva, junto a la contundencia neoyorquina de Cro-Mags, la fiesta de ska argentino con Los Calzones y la mitología oscura de Triptykon, encabezada por Tom G. Warrior. La confluencia de estos artistas con los sonidos locales confirma el festival como un punto de encuentro imprescindible para el público y los músicos.

Grita se ha ganado a pulso su lugar como un espacio de circulación, encuentro, resistencia y fiesta para quienes creen en la música que se arriesga y no hace concesiones. El festival consolida así su rol como motor de la cultura alternativa, brindando una tarima plural donde conviven generaciones, estilos e ideas diversas. La invitación está abierta para disfrutar tres días de celebración y energía colectiva, con Manizales como epicentro de la sonoridad rebelde, el talento y la autogestión.

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