Colombia
Rock y reguetón: la historia de mi amigo que se pasó al Dembow y escribió un libro sobre la revolución latina del Reguetón. Entrevista con Pablito Wilson.

Los que me leen saben que soy un rockero de corazón que ama el sonido de las guitarras eléctricas, las baterías potentes y las letras rebeldes. Sé que muchos de ustedes comparten mi pasión por este género musical que nos ha acompañado durante décadas y que ha marcado nuestra identidad cultural. Pero también sé que hay otros géneros musicales que tienen su público y su valor, aunque no sean de nuestro agrado. Uno de ellos es el reguetón, ese ritmo urbano que se ha tomado las radios, las discotecas y las redes sociales con sus pegajosas melodías y sus polémicas letras y del cual muchos despotricamos en los bares.
Sé lo que están pensando: ¿qué hace este man hablando de reguetón? ¿Acaso se ha vendido al sistema? ¿O es que quiere burlarse de ese género que tanto detesta? Pues les voy a contar una historia que quizás les sorprenda y les haga reflexionar. Resulta que tengo un amigo, Pablito Wilson, que era tan rockero como cualquiera de nosotros, esta historia es diferente a la de tantos gestores que he conocido en el país que por afán del dinero dejaron el rock y se volcaron a buscar un espacio en la “industria” y ahora ganan dinerito y hablan pestes del rock.
Pablito ama la música y de hecho cuando comenzó a escribir comenzó escribiendo un libro de rock, pero hace unos años, algo cambió en su vida y de repente comenzó a interesarse por el Reguetón, obviamente me dio como una especie de comezón, pero después vi que el tema iba mucho más en serio de lo que yo creía, Pablito escribió uno de los libros referentes del género llamado “Reggetón: Entre El General y Despacito” y justo ahora está estrenando un segundo tomo llamado “Reggaetón: Una revolución Latina”.
Así que mis queridos lectores, he decidido enfrentar mis prejuicios y mis miedos y entrevistar a mi amigo Pablito Wilson, quiero saber qué piensa, qué siente, qué hace, qué sueña. Quiero conocer su historia, su proceso, su trabajo, quiero entender su pasión por el reguetón y ver si hay algo que podamos aprender los rockeros o sencillamente reforzar nuestra postura. Quiero hacer una entrevista divertida, respetuosa, sincera y profunda. Quiero hacer una entrevista en la que no voy a refutar nada sencillamente a escuchar para que cada uno de ustedes, así como yo, saquemos nuestras conclusiones.

¿Qué pasó Wilson con el rock? ¿Qué te motivó a escribir un libro sobre el reguetón y adentrarse en esa práctica?
Bueno hermano, pasaron muchas cosas. El rock sigue estando en mi vida naturalmente. Yo sigo escuchando mucho rock, casualmente en estos días escuchaba el nuevo disco de Metallica, que me pareció muy bueno. Lo que pasa también es yo entendí que al hablar de música no sólo estaba hablando de música sino también de otras cosas, entonces era muy bonito hablar de rock y contar cosas que pasan en el rock, pero también descubrí que el reguetón como un género pop mainstream me permitía funcionar como un vehículo para contar otras cosas. A mí posiblemente nadie me habría abierto micrófonos o al menos muchos espacios a los que he llegado con este libro de reguetón, no los habría tenido si no fuera porque estoy hablando de reguetón precisamente y son espacios donde yo he podido hablar de cómo es la realidad de las calles, de cómo se vive el sexo en la actualidad, del empoderamiento femenino, pero no porque yo sea un experto, sino porque sería triste haber hecho un libro de reguetón sin reconocer el talento de las mujeres que están haciendo cosas muy grandes dentro del movimiento, todo eso pasó.
¿Qué opinas de la crítica que se le hace al reguetón por su contenido sexual, violento o machista?
Yo creo que hay muchas cosas que están en debate en la actualidad y que no se trata simplemente de lo que piense yo, entonces me parece que toda crítica es válida. Me parece que es válido decir que el reguetón tiene un alto contenido sexual violento, machista, pero sí me parece triste cuando la gente se queda ahí y no mira a otros géneros musicales. Las letras del bolero y el tango a veces llegaban a ser súper machistas, porque también era el pensamiento de época, no se trata tampoco de satanizar al bolero y al tango, pero si vamos a hablar de machismo en serio, vamos a agarrar todos los géneros musicales, hablar que tienen de machistas o que tienen que se podría cambiar o se podría mejorar, sería bárbaro, bienvenido al debate, pero si se va a agarrar el reguetón como un chivo expiatorio en ese si no me monto.
¿Qué artistas de rock admiras o te han influenciado en tu carrera?
Muchos, mucho rock, vos que me conoces bien, sabes que yo he escuchado muchas cosas de rock, naturalmente que cuando empecé a formar mi mentalidad como persona que escuchaba rock más o menos a los 13 años, entré por Metallica, escuché muchas bandas, pero de las bandas que todavía me siguen gustando podemos nombra a Héroes del Silencio o The Police, Entonces bueno, un poquito más adelante me fui por el New Metal y por el Punk, siempre estoy escuchando rock, cosas más o menos mainstream, por ejemplo, yo creo que en este momento la única banda de rock mainstream que existe, o sea que puede llegar a espacios como los que llegaba el rock en sus grandes épocas es Maneskin y puede ser una banda pop, pero me parece que están haciendo algo super interesante.
¿Cómo ves la relación entre el rock y el reguetón en la actualidad? ¿Crees que hay una rivalidad o una colaboración entre ambos géneros?
No hay precisamente una colaboración pero a veces hay tolerancia, por ejemplo, en una ciudad como Medellín, el reguetón ha dado trabajo a muchas personas e ingenieros de sonido, entonces por ahí puedes encontrar un productor que produce reguetón, pero que escucha rock, que tiene amigos de bandas de rock, que mejor ejemplo de eso que el de Camilo Restrepo de providencia, el cantante de una de las bandas de reggae más grandes del país, que ha sido por muchos años el corista de Ñejo y es muy bacano porque entonces es como que “listo este mi trabajo con Ñejo, voy, canto hago esto, pero mi vida personal con la música que me gusta l vivo de la manera que me gusta”. Acercamientos entre rock y el reguetón los han habido, yo creo que el primer encuentro entre el rock y el reguetón, fue cuando Rabanes hace años hicieron una canción con Don Omar, creo que fueron súper visionarios, año 2004 más o menos, hicieron un temazo con Don Omar cuando el reguetón recién estaba saliendo, pienso que es un poco como dice Dréxler que no se trata tanto de atacar la música que no nos gusta, sino que podemos aprender de esa música o cómo podemos interpretar esa música de una manera que a nosotros nos parezca más adecuada.
¿Qué desafíos has enfrentado como autor de este libro? ¿Cómo los has superado?
Desafíos muchos, pero lo que pasa es que yo soy una persona muy previsora, por ejemplo, algo que yo sabía que me iba a pasar desde que comencé el libro es que no iba a ser fácil llegar a las fuentes, que no iba a poder llegar a todas las fuentes que quería y que muchas cosas no iban a salir como esperaba, en medio de ese panorama yo dije “bueno, a ver cómo lo voy a solucionar” entonces, por ejemplo, así escribí mi primer libro que es un libro de rock, es un libro donde yo simplemente opinaba y de vez en cuando metía el bocado de alguna persona, en cambio en este libro ya tenía una intención mucho más periodística y ya me ponía un poco más atrás como autor, porque si bien está mi opinión en él, ahora más que convencer a la gente de lo que yo pienso, lo que quiero es darle todas las herramientas para que la gente piense lo que quiera pensar, entonces entendí que me iba a tener que inspirar mucho en entrevistas de internet y combinarlas con entrevistas de producción propia, que siempre es lo ideal. Así que lo importante era tener una base muy sólida para que lo que yo no pudiera lograr en entrevistas lo pudiera sustentarse en esa base sólida.
Cuando vos agarras “Reguetón, una revolución latina” ves que es un libro que tiene muchísima información y tiene al menos unos 15 o 20 libros en la bibliografía y eso está entre las cosas que más me elogiaron en los medios de comunicación cuando salía a promocionarlo, creo que a la larga todo va hacia el mismo punto, trabajo duro, trabajo constante, trabajo de corazón y tratar de hacer el mejor trabajo posible.
¿Qué proyectos tienes para el futuro? ¿Te gustaría experimentar con otros géneros musicales?
Me gustaría mucho experimentar con otros géneros musicales, pero en este momento sí me quiero ir cada vez más a lo mainstream por esto que les contaba anteriormente, por ejemplo, el libro que estoy haciendo ahora es un libro muy mainstream y es un libro que va a hablar de amor, de familia, de salud mental y también va a hablar, digamos, de este mundo de la música mainstream, pop, urbana y reguetón. Entonces no descartó el día de mañana, de pronto hacer el libro de un músico de pop rock que admiro un montón, pero en este momento, si quiero un mensaje cada vez más mainstream, porque siento que estamos desaprovechando mucho los espacios de poder que tenemos en la sociedad y digo espacios de poder porque la gente que controla el poder creo que nos jode mucho, porque nosotros nos peleamos mucho entre nosotros, no aprovechamos espacios que podríamos usar para difundir un mensaje y contraatacar, entonces yo sí prefiero como irme detrás de esos espacios, por ejemplo que el día de mañana de pronto tenga un programa de entrevistas y entreviste a un YouTuber y que todo ese público que sigue este YouTuber me sea útil para decirle cosas a los jóvenes que verdaderamente importan y que verdaderamente les ayuden a comprender mejor lo que pasa en su país.
¿Qué mensaje quieres transmitir con tu libro?
El mensaje pues siempre va por la música, yo tengo muy claro que el libro es grande porque es un tema Pop, es un tema del que todo el mundo está hablando, un libro de reguetón es un tema hiper-vendible en cualquier medio de comunicación, entonces es muy fácil que a uno le abran puertas para una entrevista pero a la larga la única intención que tengo es la de hacer el mejor trabajo posible y que sentir que puedo cambiar algunas cosas, así sea una pequeña escala, cada vez que veo gente que me dice por ejemplo “No parce yo tenía otra visión del machismo y ahora entiendo mejor” pienso que estoy ayudando a cambiar cosas.
¿Qué prefieres: una guitarra eléctrica o un Dembow?
Yo soy un tipo al que incluso le cuesta elegir sus comidas preferidas, entonces a ver, incluso te diría que prefiero una guitarra eléctrica porque vengo de una estructura muy rockera, pero es muy relativo, porque por ejemplo, a lo largo de mi vida creo que he escuchado más Dance Hall que Rock, pero también lo que pasa es que en el rock es que el virtuosismo musical de algunos tiene que ver mucho con el haber sido músico de conservatorio, con el hecho de tener otro tipo de formación musical que en la música urbana, pero en lo urbano si vemos chicos con un talento enorme, con una capacidad de conectar con su público y eso no se puede demeritar y con una inteligencia muy grande que no será la inteligencia de la academia pero que muchas veces es “sabiduría de calle” que con dos o tres palabritas que te dicen te dejan pensando, porque son pibes que verdaderamente han tratado de comprender lo que ocurre a su alrededor.
¿Qué opinas de los rockeros que critican el reguetón? ¿Y de los reguetoneros que critican el rock?
A mí me parece que la crítica siempre es muy válida desde que se haga de un lugar de no de “criticar por criticar” sino de verdaderamente comprender lo que está sucediendo. Yo entiendo que hay músicos que están hartos de buscar espacios y no tener esos espacios porque están ocupados por otros géneros musicales y también entiendo que ahí hay algo de dolor que hace que a veces no se expresen de la mejor manera posible. Me parece que es súper válido, pero pues lo ideal es que demos un debate cada vez mejor. Incluso a mí me encantó cuando vos leíste mi primer libro de rock colombiano, que me dijiste, me encantó el libro, pero ahora estoy mucho más firme en lo que he pensado toda la vida y vos sabes que yo te admiro un montón como amigo, como músico, como organizador de eventos, pero tenemos formas muy diferentes de ver la escena nacional y de ver muchas cosas, me parece brutal eso, poder decir que nos admiramos mutuamente, pero tenemos formas muy distintas de verlo.
¿Qué le dirías a un fanático del rock que dice que el reguetón no es música? ¿Y a uno del reguetón que dice que el rock es aburrido?
Mira, yo creo que hace años un amigo músico lo explicó mucho mejor que yo. Él, como músico de academia decía que es ridículo decir que cualquier género musical no es música, yo creo que tenemos que elevar el nivel de debate, a mí una persona que me dice que el reguetón no es música, hasta me da pereza hablar con esa persona, en cambio una que me dice que el reguetón es aburrido es diferente, porque es una percepción que parte desde lo subjetivo, no parte de esa soberbia de querer tener la razón, sino decir “parce todo bien con el reguetón, pero no es mi onda” y me parece que está perfecto, si estoy hablando con una persona que es una persona que es súper abierta, músico, productor o algo así, le diría “bueno, píllate, esto es reggaetón, un poco diferente al reguetón mainstream, es una propuesta reggaetón feminista Argentina con unas letras súper ingeniosas”
¿Qué es lo que más te gusta y lo que menos te gusta del rock? ¿Y del reguetón?
Lo que menos me gusta, el rock es el radicalismo absurdo. Porque existe el radicalismo que tiene una causa, digamos, el de las personas que se informan y entienden cómo funciona todo y dicen, yo me paro acá y de acá no me muevo, me parece una chimba, pero el radicalismo absurdo, el de odiar, sin siquiera tomarse el mínimo tiempo para leer Wikipedia, ese me rompe las pelotas.
Del Rock naturalmente que me encanta su libertad, su capacidad, digamos de llevar este mensajes transgresores. Me encanta el hecho de haber vivido un momento en el que el rock fue lo más grande que había a nivel mundial y que se lograron muchas conquistas. Me encanta ver que los chicos jóvenes que hoy escuchan reguetón también están escuchando rock y que pueden entender que sí, que el reguetón les gusta y con eso conectan con sus amigos y bailan con las chicas en la discoteca, pero pueden ir a su casa y escucharse toda la discografía de Iron Maiden, eso me encanta.
Y del reguetón, digamos que el contenido mainstream de hoy en día me jode un poco la inmediatez, que todo sea como tan efímero. Y, me gusta el hecho de que, al ser tan masivo, tan absurdamente masivo, cuando se mandan mensajes simples como ligados a ser buena persona, a colaborar con otros artistas, a reconocer artistas de otros géneros que fueron grandes en otras épocas, a llevar mensajes simples como está pasando ahora con las mujeres que simplemente quieren mandar un mensaje de unidad, de fortaleza, de valor en lo que dice la mujer que esos mensajes tengan un impacto tan gigante. Eso me encanta del reguetón y de toda la música mainstream de ahora.
Y entonces con la llegada de las IA y todo lo que sucede, que predicciones tienes para el futuro en estos géneros y en la música.
Uy el tema de las llegadas de la IA está jodidísimo, porque no hay que tenerle miedo a la tecnología, pero sí es cierto que toda la tecnología que nos está llegando apunta hacia el mismo lugar, abaratar la mano de obra y que cada vez las máquinas hagan que se dependa menos de las personas. Yo siempre pongo el ejemplo de cuando llegaron los teclados en los años 80, la gente decía “Wow” de la canción Final Countdown, decían “que buena canción” y sí era una canción tremenda y los teclados permitían polifonía, pero también significaba que iban a haber menos músicos en el estudio, entonces cada vez nos estamos volviendo más individualistas y cada vez se requerirá menos de la mano de obra. Es un panorama bastante complejo, yo creo que tenemos que ser lo más inteligente posible con la inteligencia artificial, acoplarla de la mejor manera posible, ver cómo nosotros podemos hacer cosas que sean, combinación entre nuestro talento y lo que permite la inteligencia artificial, porque si no nos va a comer vivos.
¿Dónde conseguimos el libro?
El libro está temporalmente agotado pero ya está próximo a llegar a las librerías en distintas partes del continente, entonces hay que estar super pendientes para preguntarlo, depende de la distribuidora de España, pero sé que va a ser muy pronto, así que en toda librería de confianza y sobre todo librerías que trabajen con títulos muy específicos de música. Ahí creo que lo pueden preguntar y si no es ahora en un par de semanas lo van a conseguir.
@felipeszarruk
Colombia
Carlos Vives se defecó en We Will Rock You y no se podía pedir más.

Oh, yo sé que con esto van a revolcarse muchos en su micromundo… Recuerdo un día en LAMC 2016 en New York en donde tuve un fuerte discusión con Carlos Vives, él era panelista y yo asistente… le reclamé por su frase vacía y minimizadora “el rock de mi pueblo”, porque el rock de mi pueblo es lo que hacen las miles de bandas sin espacios en Colombia y no ese vallenato modernizado con el que quiso darle a entender al mundo que nosotros necesitábamos encajar en base a papagayos y ruanas, ese episodio fue incómodo, tener que convencer a 100 personas que lo que el señor hace se llama Vallenato no es tarea fácil.
Este fin de semana pasado, en el Festival cordillera de Bogotá, un festival que precisamente se apalanca de la nostalgia y de géneros que no terminan de tener identidad para vender boletos, apareció el samario y entre su repertorio le pareció buena idea destruir la canción de Queen “We will Rock You” y no solo en la parte musical sino en el adefesio del estribillo “viva el vallenato”. Y aunque ya lo había hecho en otros escenarios, en Colombia esto tiene una connotación diferente, porque pasa en un lugar en donde el rock ha sido reemplazado por una doctrina, una dictadura musical y la gente lo celebra, porque sí, porque ese es el rock de mi pueblo. Ese mismo Rock de mi pueblo en donde Diomedez Díaz era un “rockstar” según varios periodistas y la terquedad de personajes ignorantes como los curadores de varios festivales públicos y privados que le enseñaron a Colombia que el rock es una caricatura, que es un acto bufonesco y que no se puede tomar en serio, lo vemos cada año en rock al parque donde algunos salen con actos de carnaval para decir que es rock.

Cuando Vives habla del “rock de su pueblo” como si fuera algo lejano, olvidado o no digno, desprecia sin saber las miles de bandas que luchan por un espacio en Colombia, que no viven de la nostalgia ni del marketing barato. El rock de mi pueblo son cada uno de esos músicos invisibles, no un producto empaquetado y vendido como mercancía a golpe de éxitos comerciales.
Pueden ver el aparte de la presentación acá: https://www.facebook.com/reel/1091531683187577
Eso que llamaron “el rock de mi pueblo”, esa insistencia absurda, eso no es rock, es puro circo. Es el reflejo de una industria y una cultura que han permitido que la esencia rebelde, contestataria y auténtica del rock se diluya en un mercado de nostalgia decreciente y en performances de bajo nivel artístico. La música se convierte en un trámite, en una farsa que se vende fácil para llenar estadios y alimentar egos. Pero bien… eso es ¿no? pan y circo.
El problema principal de que ocurran situaciones como la distorsión y banalización del rock en Colombia radica en una combinación de factores estructurales y culturales profundamente arraigados. Primero, hay una ausencia crónica de espacios, apoyo institucional y reconocimiento real para la escena musical independiente y de culto. Esto genera un vacío que aprovechan el mercado, la industria y figuras mediáticas que priorizan lo comercial, lo fácil y lo rentable, en detrimento de la autenticidad y la calidad artística.
Además, hay una confusión cultural sobre lo que realmente es el rock y su función social e histórica. En Colombia, muchos sectores confunden géneros y estilos, mezclando sin rigor el folclore, la música popular masiva y el rock, lo que lleva a percepciones erradas y una degradación conceptual del género. El rock, que debería representar rebeldía, reflexión y expresión profunda, termina reducido a eslóganes vacíos, performances carnavalescos o fusiones superficiales, que se aceptan y legitiman socialmente como “rock”. Pero ya estamos hartos de repetirlo durante años porque no lo van a entender. Para estos personajes meterle 4/4 al vals va a ser normal o jugar Fútbol con aletas y bates de beisbol también porque en su pequeño y sesgado mundo “la música es una” y el “deporte es uno”. Es una pelea perdida, mientras la ignorancia tenta dinero el arte jamás tendrá dignidad.

También existe un problema generacional y de liderazgo musical. Algunos referentes, con poca formación o conciencia del legado, perpetúan y alimentan esas visiones erradas. Esa falta de guía y visión clara hace que nuevas generaciones no tengan modelos a seguir sólidos ni una identidad clara, lo que lleva a una escena fragmentada y vulnerable a la mercantilización y normalización de lo mediocre, en donde el problema principal es la falta de una estructura cultural, educativa, institucional y económica que apoye y valore genuinamente el rock auténtico, sumado a una ignorancia generalizada que permite que se trivialice o se reduzca a una caricatura para consumo masivo. Hasta que esto no se corrija, la escena seguirá siendo presa fácil de la banalización. Y a esto, a este pedido le llaman “radicalismo”, pero no lo es… radicalismo es sentar una estupidez como dogma y hacerlo una bandera.
El rock en Colombia se merece más que esto. Se merece respeto, espacios reales, apoyo a las bandas fuera de los reflectores que trabajan con honestidad y compromiso, sin venderse a la nostalgia o a la caricatura. Lo que vimos en Cordillera fue solo otro capítulo más de un largo proceso de degradación cultural que ya estamos hartos de denunciar y combatir, el rock colombiano es una burla pública.
Así que mientras algunos celebran ese absurdo “viva el vallenato” en el estribillo de “We Will Rock You”, otras miles de voces están haciendo el verdadero rock de este país, el que duele, incomoda y lucha. Y esas voces son las que verdaderamente mantienen vivo el espíritu fuerte y genuino de nuestra música. Por favor no vayan a llorar.
@felipeszarruk
Colombia
La música hoy es un puto producto industrial vendiendo humo para una máquina insaciable que se llama algoritmo.

La industria musical atraviesa una crisis brutal… tiene hambre, hambre insaciable, hoy todo se ha convertido en un asunto de algoritmos y modelos de distribución masiva que solo buscan hacer dinero sin importar si la música vale algo o no.
En una charla de Symphonic Distribution en el Bomm de Bogotá, una chica —aún en sus veintes— lanzó la idea “sofisticada” de que los músicos deben sacar música todos los días para alimentar estos algoritmos. Eso no es arte, es pura explotación y pérdida de la esencia creativa, lo que importa hoy no es lo que hagas, sino cuánto ruido generes para que la máquina te mantenga arriba.
Históricamente la música es un proceso lento, un trabajo artístico donde la paciencia, la reflexión y el detalle hacen que una canción conecte de verdad con quien la escucha. Pintores, escritores, músicos… todos se toman el tiempo porque saben que la magia no sale en cinco minutos ni en una ida al baño, pero ahora los artistas están atrapados en un ritmo frenético diseñado por plataformas, donde producen en masa para engordar estadísticas y mantenerse visibles, esa propuesta horrible de sacar música diariamente refleja un sistema que mata la creatividad y la reemplaza con pura producción en serie, como mulas de carga que deben alimentar el nuevo negocio de la música que solo le sirve a las distribuidoras y plataformas.
Y no es sorpresa que esto se manifieste en géneros como el reguetón, donde el éxito no depende ni de la complejidad musical ni de letras que tengan algo que decir, sino de beats repetitivos y letras vacías que cualquier programa barato como Fruity Loops puede generar a chorro, esa facilidad para tirar decenas de canciones al día ha forzado al resto de géneros a entrar en un juego de repetición y banalidad para competir en visibilidad, dejando un montón de música que parece más ruido vacío que arte, lo vemos en cientos de músicos desesperados por sacar 50 sencillos al año que quedan en el olvido.

Esto no solo pasa en la música; el cine también está en caída libre, ahora la calidad se mide en taquilla, prefieren llenar salas con fórmulas recicladas que arriesgar con historias que hagan pensar o sientan de verdad, el arte se ha convertido en mercancía, y la diversidad y la innovación han quedado aplastadas bajo la lógica del negocio, los creadores o se amoldan o desaparecen y el resultado es un empobrecimiento cultural que apaga la chispa creativa.
Los músicos están en medio de un gran problema… O se venden y se adaptan a estas reglas que los despersonalizan o defienden lo que para muchos es lo más importante: el valor del arte, aunque eso implique arriesgar su sustento económico y en países como los nuestros el hambre es más fuerte que cualquier cosa, hay que ser honestos y aceptar que los artistas de hoy están desesperados por comer y por eso son sometidos como escalvos a los caprichos de estos modelos que pareciera que son lo único que existe. Lamentablemente, casi todos eligen jugar el juego para sobrevivir. Y esa misma necesidad alimenta un círculo vicioso que termina en una escena musical fragmentada, saturada de contenido efímero y vacío.
El impacto es doble, culturalmente la música pierde lo que la hacía única, su identidad, fuerza rebelde y memoria emocional y económicamente, los mejores artistas no reciben reconocimiento ni la compensación que merecen, triunfa el que más vomita lo que ahora llaman “contenido” mientras plataformas y empresas acumulan fortunas. La creación artística se ha convertido en una mercancía más y el músico en un mercenario pasivo peón de un tablero dominado por algoritmos y resultados financieros.
Pero la historia nos ha enseñado que la esencia creativa nunca se puede silenciar del todo y aunque el ruido ensordecedor y la presión mercantil parezcan dominar, siempre aparecerán voces auténticas que romperán con las fórmulas y rescatarán la dignidad del arte, esa resistencia es lo que mantiene viva la magia de la música y su capacidad de conmover, incluso cuando todo está diseñado para lo contrario.

Está clarísimo, la industria debe dejar de verse como una cadena de producción y músicos y el público tienen que volver a valorar la calidad y autenticidad por sobre la cantidad y el consumo rápido. No se trata de rechazar a la tecnología o a las plataformas, sino de recuperar la autonomía creativa y establecer un equilibrio donde la música sea para el arte y las emociones, no para contar streams o obedecer a un puto algoritmo frío.
En pocas palabras, la idea de hacer música a diario para complacer a un algoritmo no solo es ridícula, sino que desnuda una crisis general que afecta toda la cultura contemporánea y lo preocupante es que eso es lo que están enseñando como “lo lógico” y el “camino a seguir” en los encuentros musicales. Es la señal de que el verdadero arte está siendo reemplazado por una versión falsa diseñada solo para hacer dinero rápido… que el hambre no impida abrir los ojos a esta realidad y actuar con fuerza para cambiarla, de lo contrario el mejor camino para hacer dinero es vender empanadas o traer cosas de china, no maten la música por culpa de un almuerzo.
Colombia
Grita 2025 presenta un cartel explosivo para su próxima edición.

El Festival Grita 2025 se prepara para vivir una edición memorable celebrando sus 18 años como uno de los encuentros más importantes para la música alternativa en Colombia. Este año el festival se realizará los días 10, 11 y 12 de octubre en el Centro de Eventos y Exposiciones de Manizales, Expoferias, y llegará cargado de propuestas sonoras que confirman la diversidad y vitalidad de la escena independiente. El anuncio de sus primeras bandas seleccionadas revela una apuesta consciente por el trabajo de convocatoria, audiciones y curaduría, integrando artistas emergentes y consagrados en géneros que van desde el rock y el metal hasta el rap, reggae, hardcore, ska y punk, sin dejar de lado la experimentación y la fusión.

La edición 2025 destaca por una programación que reúne lo mejor del talento local, nacional e internacional. Bandas como Besana, Peloegato, Oblitus, Bajado con Espejo, Repudio, No Absolution y Sick Morgan son ejemplos del pulso creativo de Manizales, junto a ellas nombres representativos de la movida de Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades del país harán parte de este festival, acompañados además por las propuestas singulares de Lion Reggae, Acusbeats, Moth, Stayway, Pániko Satániko, Danger, Rex Marte, Mortis y los Desalmados y Okinawa Bullets. Cada agrupación aporta su propio enfoque y energía, reflejando tanto las historias de los barrios y las montañas como las búsquedas personales y colectivas que marcan el presente de la música alternativa nacional.
Para celebrar por todo lo alto, Grita 2025 también contará con la presencia de invitados internacionales que garantizan una experiencia única, el cartel incluye leyendas como los españoles Envidia Kotxina, los brasileños Krisiun y la fuerza multicultural de La Chiva Gantiva, junto a la contundencia neoyorquina de Cro-Mags, la fiesta de ska argentino con Los Calzones y la mitología oscura de Triptykon, encabezada por Tom G. Warrior. La confluencia de estos artistas con los sonidos locales confirma el festival como un punto de encuentro imprescindible para el público y los músicos.

Grita se ha ganado a pulso su lugar como un espacio de circulación, encuentro, resistencia y fiesta para quienes creen en la música que se arriesga y no hace concesiones. El festival consolida así su rol como motor de la cultura alternativa, brindando una tarima plural donde conviven generaciones, estilos e ideas diversas. La invitación está abierta para disfrutar tres días de celebración y energía colectiva, con Manizales como epicentro de la sonoridad rebelde, el talento y la autogestión.
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