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Colombia

Entrevista: Tattoo Music Fest 2023 demostrando que es posible hacer festivales de calidad, con carteles excelentes y con muchísimo menos presupuesto del que usan los festivales públicos.

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Lo que ha sucedido con Tattoo Music Fest este año es de enmarcar, es la confirmación y demostración de todo lo que hemos dicho en Subterránica durante años, el festival anuncia un cartel de primera linea curado y producido por un promotor independiente que no ha usado un solo peso del estado y que ha demostrado que en el país es posible crear espacios de calidad para el rock que generen ingresos, sean autónomos y puedan encajar en los que se llama “industria musical”, contrario a lo que sucede en los espacios del distrito en donde en toda la historia de Rock al Parque no han logrado producir un evento como este pero si han logrado desfalcar el erario en más de 15 mil millones de pesos algunos años. Este es otro campanazo para que los que manejan los presupuestos públicos para las artes sepan que ya no somos el mismo país de hace 20 años, que ya sabemos la verdad y que pronto y poco a poco, más y más músicos se alejarán de la gratuidad, del sometimiento estatal cultural para crear este tipo de espacios.

Carlos Alberto Ruiz es el creador de Tatto Music Fest, un festival de música alternativa que se celebra cada año en Bogotá. Este año, Ruiz logró crear un festival increíble que reúne a más de 50 artistas nacionales e internacionales, entre ellos Deicide, A.N.I.M.A.L, Sick ofi t all, Fear Factory entre otros, toda una fiesta para el rock y el Metal.

Ruiz es un apasionado de la música y el arte, y desde hace más de una década se dedica a promover la cultura del tatuaje y la expresión artística en Colombia. Su festival es una plataforma para mostrar el talento y la diversidad de los artistas que usan su cuerpo como lienzo, así como para ofrecer al público una experiencia musical única y memorable.
Este no es un artículo para promocionar el Tattoo Music Fest, es un artículo que publicamos para celebrar la creación de espacios mejores e independientes para el Rock y el Metal nacional, creemos en Subterránica que esto dentro del contexto de nuestra lucha contra la corrupción del distrito y empresas como Sayco, el Tattoo Music Fest aporta un valor incalculable a la cadena de la música y deja sin fundamento las convocatorias, la gratuidad y la “economía naranja”, por eso lo celebramos.

Otra cosa que demostró este festival es que sí existe un pequeño grupo de músicos en el país y en la ciudad, que acostumbrados a los dineros del gobierno, se dedican a criticar cuanta oportunidad o espacio se abre para ellos pero que no es financiado con recursos públicos. Eso hay que resolverlo, eso se ve muy mal y hace daño al género.

El éxito del Tatto Music Fest es un ejemplo de que es posible hacer festivales autogestionados, eficientes y rentables en el país, sin depender de subsidios, becas o de ser contratista del distrito. Ruiz ha logrado crear un modelo de negocio sostenible, basado en la confianza y el apoyo de su público, que valora la calidad y la originalidad de su propuesta.

También ha demostrado que es posible hacer festivales con responsabilidad social y ambiental, que no solo generen beneficios económicos, sino también culturales y educativos. Su festival es una oportunidad para difundir mensajes de conciencia, respeto y solidaridad, así como para impulsar el desarrollo de las industrias creativas locales.

Ruiz se ha consolidado como uno de los gestores culturales más importantes del país, y su festival es un referente de la escena musical alternativa en Latinoamérica. Con su visión y su pasión, ha demostrado que es posible crear eventos de calidad que celebren la diversidad, la creatividad y la libertad.

La siguiente es una entrevista exclusiva con este músico y gestor cultural que este año hizo ver a Rock al Parque como un festival aficionado al lado del suyo.

Cuenta un poco la historia del Tattoo Music Fest ¿cuántas ediciones van? ¿cuándo nació? y sobretodo ¿por qué decides crear un festival de este tipo?

Bueno curiosamente Tattoo Music Fest nació por la falta de festivales en Colombia y por la necesidad de crear nuevos espacios para las bandas que no pasábamos a los festivales distritales y a convocatorias. Nosotros hicimos el TMF por primera vez en el 2015 porque con mi banda nos presentamos en Rock al Parque y por un puesto quedamos por fuera. Ese día nos frustramos un montón y decidimos hacer nuestro propio festival.

Obviamente nunca llegamos a pensar que fuera a llegar a ser un festival tan grande, lo hicimos en un comienzo como algo pequeño en donde la cabeza de cartel era una banda local y las bandas eran todas locales, en ese momento el headliner fue Koyi K Utho, también nos ayudaron los de El Sagrado y otra serie de bandas que prácticamente nos unimos para hacer este festival, básicamente por eso lo hicimos, con mucho esfuerzo, sin recursos y hasta el día de hoy no hay recursos públicos, ni recursos de grandes marcas, ustedes ven marcas en el festival, pero realmente ellos al final lo que aportan es más que todo publicidad.

¿Cuáles son los principales retos de hacer un festival de esta magnitud?

Bueno, los principales retos para un festival son los permisos, en 2018 la competencia trató de cerrar nuestro festival simplemente porque no quería que lo hiciéramos. Entonces nuestro primer reto fue haber sacado los permisos y un festival que es complejo como este, porque no solamente es de música sino también es de tatuajes, no solamente tenemos que buscar los permisos normales que son bomberos, seguros, policía, ambulancia, alcaldía, Idiger, sino también permisos que mucha gente ignora y no sabe por lo que tenemos que pasar para tenerlos.

Hay muchos festivales o muchos conciertos no hacen absolutamente nada de esto. A nosotros si nos toca porque siempre hemos sido muy honestos y hemos querido cumplir con lo legal. Creo que es lo más difícil es eso.

Lo segundo más difícil es hacer que la gente se apropie del festival y que no lo vean si fuera un festival distrital, porque nosotros no somos un festival distrital, somos un festival privado en donde los recursos son nuestros 100%.

Entonces ha sido un poco complicado hacerle entender a la gente esto y que se apropien del festival y que aporten como tal a él, porque esto es un espacio que se generó de la nada, más con amor que con dinero, la verdad.

¿Qué has aprendido que puedas compartir a los promotores sobre hacer eventos de este tipo en Bogotá?

He aprendido que las marcas no patrocinan el Metal, que para que nos patrocinen tenemos que hacer muchas cosas y ser demasiado visibles.

He aprendido que no vale la pena regalar las cosas, sino que todos se tienen que ganar.

He aprendido que a veces las bandas que más se nombran no son las mejores, he aprendido que hay mucho talento en lo nuevo, pero he aprendió también que los chicos están muy desenfocados de lo que debe ser un artista para poder estar en una tarima como la nuestra. Están muy desenfocados, lo veo desde la perspectiva como artista también ya que yo tengo una banda y me ha tocado moverme mucho para poder tener los espacios que hemos logrado y que muy pocas bandas en Colombia han logrado.

He aprendido que “amigo el ratón del queso”, eso es lo que más he aprendido, pero igual todo lo que he hecho me ha traído satisfacción.

Me gusta mucho llegar al punto en el que estamos y esto no para, queremos que sea mucho más grande.

¿Cuáles son las bandas más importantes según tu criterio que han pasado por el festival?

Creo que las bandas más importantes que han pasado por TMF han sido La Pestilencia, Alcolirykos, Here Comes The Kraken, Atila, Death by Stereo, Puya, Descomunal, Koyi K Utho, El sagrado. Hemos tenido muchas nacionales como internacionales, este año la apuesta es grande, nada ni nada menos tenemos a Deicide, Cataclysm, Incantation, Resorte, A.N.I.M.A.L, mejor dicho, es el más grande de todos, pero creo que ya han sido más de 50 bandas internacionales y hemos apoyado más de 70 bandas nacionales.

Es importante resaltar que nosotros hemos sido una catapulta para que muchas bandas que se han presentado en el Tattoo hayan saltado a escenarios internacionales, eso también es algo que la gente debería saber y también apoyarnos, porque repito, nosotros sin ningún apoyo, ningún dinero de nada, estamos haciendo lo que se debería hacer con el dinero que se gasta en muchas ocasiones en los festivales distritales y locales, porque pues no solamente está Rock al Parque, en Colombia hay muchos festivales y hay mucho dinero en muchas convocatorias y vemos festivales locales y distritales en los que siempre están las mismas bandas tocando y no hay más, entonces están bien que vean que este tipo de festivales siempre está rotándolas y apoyándolas de verdad.

El cartel de este año es impresionante ¿por qué crees que una persona como tú, independiente, empresario, logra hacer un festival mejor que rock al parque en solo ocho años, sin agarrar un peso del distrito mientras que Rock al Parque con todo el presupuesto nunca lo logró?

Creo que como empresarios Independientes tenemos como esa facultad de no rendir cuentas y de tener la libertad y un concepto un poco más objetivo en cuanto a lo que se decide curar en un festival, nosotros estamos haciendo un trabajo desde 2015, donde empezamos con solo bandas nacionales, en 2016 empezamos a incluir bandas de fuera, 2017 y 2018 fue creciendo y en 2019 ya era otra cosa, para 2020 ya era un gigante, pero pues… esto ha sido poco a poco.
Y la curaduría se debe a que nosotros hemos hecho una labor de alianzas y de muy buenos contactos, hemos hecho ese “lobby” para poder llegar a tener los contactos que tenemos y todos los Bookers que en este momento nos están vendiendo artistas.

Creo que, si la gestión se hace bien se pueden lograr cosas. Creo que ni siquiera es dinero, a veces es saber hacer las cosas, saber negociar. Ese es uno de los secretos que hemos tenido con el Tattoo Music Fest, el nombre es muy importante y la continuidad es muy importante.
Creo también que la objetividad en cuanto a lo que se quiere es muy importante, creo que Rock al Parque con el presupuesto que tiene podría llegar a ser un festival demasiado brutal porque tiene los recursos y los nexos.

Creo que eso se puede hacer muy fácil, nosotros de alguna manera siendo independientes y sin ningún tipo de recurso hemos logrado hacer siendo independientes y sin ningún tipo de recursos, hemos logrado hacer cosas.

Dejamos de hacer muchas cosas, ponemos de nuestro dinero para el festival y lo sacamos adelante. Hemos perdido, hemos dado con promotores que nos han robado, hemos dado con con producciones que nos han robado, pero pues volvemos y estamos acá. Esta es la vuelta, si uno trabaja honestamente los resultados se verán más adelante.

¿Qué aporta el tatuaje a la cultura de la ciudad?

El tatuaje aporta demasiado, ellos además de ser tatuadores son artistas y los artistas generan demasiada cultura, en este sentido no solamente son tatuajes, son artistas plásticos, son pintores, son gestores, entonces yo creo que el tatuaje genera demasiadas cosas en este momento en la cultura colombiana.

También es un músculo económico, una actividad que está ayudando mucho y es un tipo de arte que no solamente se hace acá, sino que también se exporta. Viene mucha gente de afuera a tatuarse con tatuadores nacionales, o sea, es muy, muy, muy brutal. El movimiento que se está teniendo en este momento con los tatuadores.

Respecto a los nacionales ¿que has aprendido del Metal de Colombia?

Bueno yo sí, aprendí demasiado del metal colombiano, la verdad, pero ellos parece que no han aprendido… la verdad es esa, creo que por eso siguen tocando los mismos de siempre, los demás siguen como catálogo de bandas pequeñas, las grandes son los que están en grandes festivales.

La vieja excusa confiable de las bandas pequeñas es decir “Es que esos de la rosca son los de siempre”, “¿Por qué siempre ellos?” pero la respuesta es básica, están ahí porque ellos están haciendo la tarea.

Estamos viendo que las bandas pequeñas están mal acostumbrándose y desafortunadamente los festivales distritales les están enseñando algo que no está bien, porque les está enseñando a que todo sea gratis, a que nada es pagó, dicho sea, a que a las bandas toca rendirles pleitesía sabiendo que no están generando mercado ni están generando ventas, entonces creo que eso es algo que las bandas deberían aprender de otras bandas con más experiencia.

No saben que es un agente, no saben que es un técnico, no saben que es un ingeniero, no saben que es un booker, no saben que es un fotógrafo y ya quieren estar a nivel de las bandas que sí lo hacen y por este motivo están de headliners en eventos, ese tipo de bandas que conoce y está consciente del negocio están siendo invitadas a festivales y demás.

Creo que es una pregunta que nos hacen a nosotros siempre, pero que los músicos no se la hacen a un Estéreo PicNic o a un KnotFest, porque pues obviamente ellos ni les van a responder, entonces creo que ellos deberían aprender un poco de eso, debería ser un poco más, deberían informarse y ser un poco más profesionales en ese sentido, el día que eso pase, muchos festivales van a tener en cuenta, muy seguramente van a tener pagos, muy seguramente van a estar en un nivel mucho mejor que en el que se encuentran ahora, donde pues sencillamente “si yo no estoy” entonces no sirve, eso no es lo importante, no es que yo esté, sino que el otro no este y así todos no hacemos nada. Básicamente esa es la consigna desde algunas bandas, no todas, hay algunas que si hacen la tarea y por eso son bandas que resaltan dentro de las demás.

¿Cuáles nacionales han sido destacados en el festival?

Bueno, las bandas nacionales que han sido de la casa en el festival han sido bandas como Koyi K Utho, El Sagrado, Pitbull o Vein que prácticamente han salido del festival, también como nombré anteriormente ha estado La Pestilencia y Alkoholyricos que son como las bandas como más grandes que han estado en el festival y que han estado estado trabajando, obviamente una de las bandas en las que más trabajo hay y que hace toda la producción es Surviving, de hecho, el festival se creó por Surviving se hizo por eso, por eso buscar espacios para la banda.

Otros que han estado son Cuentos de los hermanos Grind, creo que el 90% de las bandas con un nombre en el país han estado en el festival, son bandas que venden, que generan, que llaman a audiencia y en nuestro festival han tenido sus buenas condiciones, pagos y demás para estar dentro del festival.

También hemos tenido bandas alternativas que han estado tocando, que les hemos dado chance de estar y que pues en el festival han tenido han podido recolectar un material bueno, con un buen sonido, con buenas pantallas, con todo y esto les ha servido como catapulta para aplicar a otros festivales.

En conclusión, podrías afirmar entonces que es rentable ser promotor de este tipo de eventos en el país ¿Estás contento? O hay algo al respecto que se deba decir.

Pues podemos decir que de ocho ediciones hemos perdido en seis, hemos ganado en una y esperamos ganar en esta para recuperar de alguna manera algo de toda esa inversión que hemos hecho durante todos estos años.

La gente a veces hace cuentas fáciles, “entraron tantas personas” a “tanto precio” y “vendió tantos stands”, pero se les olvida también hacer las cuentas de cuánto vale el sonido, cuanto la publicidad, cuánto vale el montaje, cuánto vale la producción y todas estas cosas, entonces ser promotor en Colombia es rentable después de 10 años, si uno piensa que hacer un evento en un año es para volverse rico eso es absolutamente falso, hay eventos como el Estéreo Picnic llegaron a su punto de equilibrio luego de seis o siete años.

Los últimos eventos que se han hecho de grandes en Colombia, los resultados no han sido los mejores y siempre los números van para atrás y desafortunadamente esto pasa es con el rock, cuando hacen reguetón, cuando hacen salsa, cuando hacen todas esas cosas, los números siempre van para arriba, porque la gente que consume este tipo de cosas pagan palcos de 10 y 20 millones de pesos, las boletas no son baratas, las boletas son carísimas, nosotros estamos ofreciendo la boleta más barata del mercado en Latinoamérica, tratando de que sea rentable y tratando de brindar al público buenos espectáculos con una buena producción y sobre todo una muy buena experiencia.

Creo que este año podemos llegar a un punto de equilibrio y si llegamos a hacer que este festival sea rentable, no solamente va a ser bueno para nosotros, sino también para todo el público colombiano que va a poder bandas que nunca imaginó ver y qué festivales gratuitos nunca se las van a traer, podemos hacer eso porque estamos metidos escuchando y sabemos qué es lo que quiere la gente y qué es lo que les gusta escuchar, no es porque seamos el gamonal que tiene millones y va a invertir, no, nosotros estamos haciendo esto también desde la perspectiva como músicos.

¿Qué plan hay a futuro y cómo podríamos articular a los músicos de Metal nacionales para que comenzaran a ser parte de una escena mundial?

Estamos empezando a hacer alianzas con festivales como Hell and Heaven, estamos haciendo festivales de alianzas con festivales en Canadá, en Europa y queremos que las bandas nacionales se exporten. ¿Qué debemos hacer para que los músicos entren en esta ola mundial? Dejar la quejadera, dejar la crítica y empezar con la acción.

No solamente es ensayar es informarme de qué es lo que están haciendo en las bandas para que sean famosas que están haciendo las bandas, para que suenen que eso es que están haciendo las bandas para girar.

Y estar dispuesto a invertir porque nadie si sale un festival en Europa y los invitan el festival de Europa no le importa su banda es simplemente le da un cupo, usted tiene que pagarse sus tickets, usted tiene que hacer la gestión de prensa, usted tiene que pagar publicidad Spotify específica en ese país, usted tiene que hacer ruedas de prensa, usted tiene que llamar a las bandas amigas, se tiene que hacer una labor, pero si usted simplemente se limita a decir es que necesito que me paguen los tiquetes, nunca va a viajar, nunca va a tocar y nunca va a salir de tocar en su escena local a que sus 20 a 30 amigos le digan que está bien y sus 40 tías vayan y le digan que les acredita el festival, entonces esa es la enseñanza para los festivales, eso es lo que viene a futuro y sencillo, si las bandas quieren aplicar y quieren girar a nivel mundial y quieren ser parte de esta escena. Deben invertir, deben trabajar y deben quitarse el chip de los gratuitos. Hay que meter, hay que invertir y hay que hacer las cosas. Todas las bandas grandes lo han hecho alguna vez y luego futuro es que recuperan y cobran sumas grandísimas por sus presentaciones.

@felipeszarruk

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Crónica de la segunda batalla del Monster del Rock 2025: Rock, viajes profundos y nostalgia.

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Bogotá, Colombia – 30 de mayo de 2025

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 celebrada en Bbar fue una noche donde la diversidad sonora y la pasión por el rock convergieron en un espectáculo inolvidable. Cuatro bandas bogotanas, cada una con su identidad y propuesta única, ofrecieron presentaciones que desafiaron las expectativas y reafirmaron la vitalidad de la escena independiente colombiana.

Brain Voltaje: Un viaje sensorial intrincado

La velada comenzó con Brain Voltaje, una banda que se distingue por su complejidad musical y atmósferas meticulosamente elaboradas. Su presentación fue una travesía sonora que transitó por diversos estilos dentro del rock, incluyendo elementos experimentales y voces que evocaban el post-punk. La particularidad de tener al baterista como vocalista principal añadió una capa adicional de interés demostrando una cohesión y sincronía excepcionales entre los miembros. Aunque algunos cambios abruptos en su setlist interrumpieron momentáneamente la inmersión del público, la banda logró capturar la atención y el aplauso de todos los presentes, consolidándose como una propuesta diferente y cautivadora de esas que poco se ven hoy en día, es una inmersión en un universo creado por tres personajes que se salen de lo común, una banda a la que se le nota el trabajo y su concepto elaborado.

Multivac: La Alegría del Rock Sincero

A continuación, Multivac subió al escenario con una energía contagiosa y una propuesta que celebraba la diversión y la honestidad en el rock. Su música, caracterizada por acordes y melodías sencillas pero efectivas, resonó con el público, que respondió con entusiasmo y participación activa. La interacción constante con la audiencia y la claridad de sus mensajes líricos demostraron que el rock puede ser accesible y profundo al mismo tiempo. Su actuación les valió el reconocimiento del público, obteniendo el voto popular de la noche, fueron los ganadores del voto del público. Esto demuestra que tal vez la gente no siempre prefiere el dramatismo y la complejidad sino que a veces se necesita una banda como Multivac para poder olvidarse un poco de la realidad y pasar un buen rato, para eso es la música tambien

Grave Compañía: Minimalismo con Profundidad

El tercer turno fue para Grave Compañía, una banda que sorprendió con una propuesta minimalista pero poderosa. Conformada únicamente por batería y bajo, la agrupación logró crear un sonido rico y envolvente, gracias al uso innovador de efectos como el octavador. La presencia escénica del vocalista Alejandro, quien compartía reflexiones sobre cada canción sin caer en discursos adoctrinantes, añadió una dimensión emocional y reflexiva a la presentación. Su evolución desde el año anterior fue notable y su capacidad para conectar con el público y las demás bandas les otorgó el voto de sus colegas músicos que no es un voto cualquiera. Grave compañía tiene la capacidad de impresionar y al mismo tiempo convertir la sala en un pulpito desde donde se mezclan la buena música con una invitación a pensar. Algo increíble es la transformación de los dos integrantes en el escenario en donde mutan hacía dos personajes desatados como si los instrumentos extendieran su personalidad.

Keboth: El Renacer del Hard Rock

Cerrando la noche, Keboth ofreció una dosis revitalizante de hard rock y heavy metal, evocando la esencia de los años 80 con un sonido fresco y contemporáneo. La banda, compuesta por músicos con trayectorias destacadas, demostró un dominio escénico impresionante y una ejecución impecable. Los riffs potentes y la cohesión entre los miembros transportaron al público a una época dorada del rock, adaptada a los tiempos actuales. La guitarra es su protagonista principal construyendo frases que se quedan desde la primera escucha, integrando solos en momentos clave y trayendo de regreso ese animal al que en los ochentas tocaba ahuyentar de las casas de los padres. Su comprensión del espíritu del Monster del Rock y su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno los posicionaron como una de las propuestas más sólidas de la noche.

Veredicto: Lo dificil de escoger.

La deliberación del jurado reflejó la calidad y diversidad de las presentaciones. Con votos divididos entre las cuatro bandas, la decisión final fue invitar a Keboth y Brain Voltaje a la final del Monster del Rock Subterránica 2025. Esta elección no solo reconoce el talento de ambas bandas, sino que también enriquece la competencia final con propuestas que, aunque diferentes, representan lo mejor de la escena rockera bogotana.

La segunda batalla del Monster del Rock Subterránica 2025 fue una muestra de la diversidad y creatividad que caracterizan al rock colombiano. Las bandas participantes no solo ofrecieron actuaciones memorables, sino que también reafirmaron el compromiso y la pasión que mantienen viva la llama del rock independiente en el país. Con la final en el horizonte, la expectativa crece por ver cómo estas propuestas seguirán evolucionando y dejando su huella en la historia musical de Colombia. Los invitamos a seguirlos en sus redes sociales y nos vemos en las próximas batallas.

@subterranica

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Distritales al rescate: El fuego auténtico en Rock al Parque 2025

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He sido crítico de Rock al Parque muchas veces, y no me arrepiento. Pero esta vez, en lugar de empezar desde la indignación, voy a empezar desde la verdad más evidente del cartel 2025… lo mejor que tiene este festival, de lejos, son las bandas distritales. Y eso no es opinión, es resultado de haber visto a cientos de grupos en vivo, desde los escenarios de Metal Battle Suramérica, cientos de conciertos en los circuitos locales, hasta los Premios Subterránica y El Monster del Rock, donde el talento, la propuesta y la pasión de la escena bogotana superan con creces a muchos de los nombres reciclados que siguen copando los titulares. Este artículo no es pretende ser una descarga emocional, es una crítica con argumentos, con cifras y con contexto, porque con un poco más de cinco mil millones de pesos encima, el festival más importante de rock del país debería tener el coraje de mirar a sus verdaderos protagonistas de frente y darles el lugar que merecen.

Cada año, cuando se publica el cartel de Rock al Parque, una sensación de déjà vu se apodera de gran parte de la comunidad musical independiente de Bogotá, la edición número 29 no es la excepción y aunque se nos presenta con bombos y platillos un cartel internacional que debería justificar una inversión de más de cinco mil millones de pesos del erario, lo cierto es que muchos de los nombres seleccionados no solo son recurrentes en la historia del festival, sino que, en términos de impacto artístico y relevancia actual, dejan más dudas que certezas.
La presencia de agrupaciones como La Derecha o Polikarpa y sus Viciosas, aunque históricamente valiosas, se ha convertido en una constante casi automática, ojo, no se cuestiona su aporte a la historia del rock nacional, pero sí la insistencia con la que se les programa en un evento que supuestamente busca la renovación, la diversidad y el descubrimiento, sobre todo cuando tenemos más de cuatro mil bandas de rock, metal y sus corrientes activas en el país. Esto resulta especialmente problemático cuando el discurso oficial insiste en destacar la inclusión de propuestas nuevas o poco visibles. ¿Cómo puede hablarse de renovación cuando muchos de estos nombres han estado presentes de manera casi ininterrumpida durante tres décadas?

Y entonces tenemos que los verdaderos protagonistas del festival son las bandas distritales seleccionadas a través de convocatorias rigurosas y meritocráticas, pero ellas siguen siendo tratadas como una especie de relleno. Estas bandas que representan lo mejor del presente y el futuro del rock bogotano, son puestas a abrir tarimas aún vacías, en horarios marginales y sin la visibilidad o el respaldo institucional que merecen, por ejemplo Herejía, una de las mejores propuestas actuales de Colombia. Muchos de estos artistas son talentos que han trabajado arduamente, con escasos recursos, para construir propuestas auténticas, sólidas y creativas. Y sin embargo, su participación en Rock al Parque parece responder más a un protocolo administrativo que a un real interés curatorial, ellas deberían ser las cabezas de cartel porque lo merecen, están mucho más arriba en calidad musical, en show y en solidez que todo el cartel internacional e incluso los invitados nacionales en donde se puede ver un par de favores.

He tenido la oportunidad de ver en vivo a todas las bandas distritales seleccionadas para esta edición, gracias a mi trabajo con Subterránica, un espacio que desde hace más de dos décadas ha tratado de ser uno de los pocos que realmente apoya y visibiliza la escena independiente. Conozco de primera mano el nivel interpretativo, compositivo y escénico que manejan grupos como Chimó Psicodélico, Piel Camaleón, Herejía, Okinawa Bullets o Urdaneta, Somberspawn por ejemplo, es un camión y al menos ellos quedaron en un buen horario, pero el resto no. Muchos de ellos tienen proyección internacional, una estética sonora única y una conexión real con las nuevas generaciones. A ellos debería dirigirse el foco del festival si en verdad se quiere hablar de circulación, memoria, y apuesta por el futuro.

Ahora bien, cuando se plantea una crítica al cartel de Rock al Parque, no puede pasarse por alto el costo de producción del evento. Cinco mil millones de pesos. Es una cifra monumental, sobre todo cuando se la compara con eventos similares en el mundo. Festivales de talla global como Hellfest en Francia, Primavera Sound en Barcelona o el Wacken Open Air en Alemania manejan presupuestos similares —algunos incluso más bajos— y logran convocar carteles mucho más ambiciosos, con artistas de primer nivel mundial, producciones impecables y en muchos casos, una rentabilidad sostenida. La diferencia es que allá hay una estructura empresarial, una lógica de sostenibilidad y un enfoque curatorial realmente audaz, acá no. Y sí, allá el público paga una entrada, lo cual también permite que el presupuesto sea redistribuido de forma más eficiente y no se dependa completamente de recursos estatales.
En cambio, en Bogotá, los recursos públicos se usan para traer artistas cuya actualidad es cuestionable, cuyas giras son poco exitosas o que simplemente no representan una novedad. El problema no es que se les invite, todos los artistas tienen derecho a trabajar, el problema es la proporción entre inversión, resultado y pertinencia cultural. ¿De verdad un cartel como el de 2025 amerita ese presupuesto?

Pero más allá del cartel, el problema de fondo es estructural. La curaduría de Rock al Parque ha venido girando desde hace muchos años en torno a un circuito cerrado de nombres y contactos que aunque no necesariamente ilegales, sí configuran una forma de clientelismo cultural. Muchos de los actores que toman decisiones o influyen en la programación repiten roles año tras año, lo que genera una homogenización de las propuestas, un estancamiento estético y una desconexión con lo que realmente está ocurriendo en la escena alternativa de Bogotá y del país respecto al mundo, antes, en los noventa, una banda pegaba en el festival y al otro día estaba sonando en las radios, crecían, eran otros tiempos.

Y sin embargo no todo está perdido. La razón por la que seguimos hablando de Rock al Parque y por la que aún duele su deterioro conceptual, es porque fue y puede volver a ser un símbolo de inclusión, de descubrimiento, de poder para el público. La energía está en los distritales, en las nuevas voces, en las propuestas que no necesitan más que un par de amplificadores y una visión clara para estremecer a quien los escuche. El festival debería dejar de mirar hacia atrás con nostalgia y atreverse a mirar hacia los lados y hacia adelante. No hay que temerle al cambio. Al contrario, hay que temerle al conformismo.

La Bogotá rockera, esa que dicen es “diversa”, combativa y creativa está viva, pero no se está viendo representada en el evento que debería ser su fiesta máxima. Ojalá esta crítica no se lea como un acto de odio, que sería el camino fácil, sino como un llamado a la responsabilidad, al respeto por el dinero público y sobre todo al amor que muchos sentimos por la música que ha sido parte de nuestras vidas. La crítica no es destrucción; es una forma de cuidar lo que aún se puede salvar.

Desde acá, desde estas líneas, los invito a asistir a ver a los distritales, hay propuestas de talla mundial, no se van a arrepentir.

@felipeszarruk

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I.R.A celebra la llegada de sus 40 años con el video “Lo imposible”

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La legendaria banda de punk colombiana I.R.A. originaria de Medellín, celebra sus 40 años de trayectoria con el lanzamiento de su nuevo sencillo y videoclip titulado “Lo Imposible”, el estreno se realizó el pasado viernes 16 de mayo de 2025 y marca el inicio de una serie de actividades conmemorativas por sus cuatro décadas en la escena musical.

Formada en 1985 bajo el nombre S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas) la banda adoptó en 1986 el nombre I.R.A., acrónimo de “Ideas de Revolución Adolescente”. Desde entonces han mantenido una postura independiente y autogestionada, consolidándose como pioneros del punk en Colombia y Latinoamérica, con más de 15 discos, 200 canciones, 5 libros publicados y más de 500 conciertos en 10 países, I.R.A. ha dejado una huella imborrable en la música alternativa y el rock colombiano.

El videoclip de “Lo Imposible” fue producido de manera independiente por I.R.A. en colaboración con T.K.G Films. El tema es interpretado por Mónica Moreno, David Viola y Duván Ocampo, mientras que Jacobo y Emiliana participan como actores. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Óscar Baena y Carlos Cadavid, y la edición fue realizada por David Viola.

“Lo Imposible” continúa la tradición de I.R.A. de abordar temáticas sociales y políticas con una perspectiva crítica y reflexiva, manteniendo la energía y autenticidad que los caracteriza.

A lo largo de su carrera, I.R.A. ha sido reconocida por su compromiso con causas sociales y su participación en eventos emblemáticos del punk mundial, como sus presentaciones en el CBGB de Nueva York y su participación en el Punk Rock Bowling de Las Vegas. Su legado incluye no solo música, sino también literatura, con publicaciones como “Aguante I.R.A. 30 Años de Punk”, que documenta su historia y filosofía.

Con “Lo Imposible”, I.R.A. reafirma su posición como una de las bandas más influyentes del punk colombiano, celebrando cuatro décadas de resistencia, creatividad y autenticidad.

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