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Ingrand, El Sagrado, Elkin Ramírez y más, fueron reconocidos en “Raíz y Resonancia”, una ceremonia que realza la memoria y el compromiso con el rock.

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La Sala Gaitán —la antigua Cinemateca Distrital reconvertida en un espacio de pequeñas certezas y grandes memorias— fue el escenario elegido para la jornada que, el domingo 26 de octubre de 2025, Hodson Música presentó bajo el nombre Raíz y Resonancia, una tarde que mezcló conversatorio, exposición de archivos, acústicos íntimos y una ceremonia de reconocimientos pensada para ser una jornada de celebración a algunos actores de la escena del rock y el Metal Colombiano. La programación configuró la tarde como un ejercicio de memoria viva con conversatorio nutrido entre las bandas Ingrand, Loathsome Faith y El Sagrado, también con homenajes a trayectorias destacadas y un respiro sonoro con formatos desarmados de las distorsiones habituales.

El conversatorio abordó historias de vida largas y difíciles, la enseñanza tácita de tres procesos sonoros se ofreció al público como mapa práctico —no académico— de cómo se construye la carrera en un país donde el rock y el Metal suelen transitar por la autogestión y la resistencia. Ese diálogo funcionó como columna vertebral del encuentro.

En lo musical se dio un hallazgo muy interesante… Las Poker ofrecieron por primera vez un concierto en un formato acústico e íntimo que pareció recibir al público como un refresco, una bocanada de aire que demostró que el rock, despojado de su volumen, puede conservar la potencia narrativa y encontrar nuevos modos de conexión. Ese acento acústico, además, dejó ver otra posibilidad para la programación del circuito en el futuro, eventos pequeños, cercanos, capaces de abrir camino para más formatos de cercanía y experimentación. Excelente formato y presentación de la banda.

La ceremonia de reconocimientos, sencilla y emotiva rindió homenaje a un conjunto de nombres que Hodson Music quiso reconocer por diferentes motivos: Ingrand (celebrando tres décadas de trayectoria), El Sagrado, Loathsome Faith, Rain of Fire, entre otros proyectos que han dejado huella en distintas vetas del rock y el metal colombiano; la elección de estos referentes buscó documentar tanto la persistencia como la diversidad estética que ha sostenido la escena en los últimos treinta años. El gesto de reconocimiento, en palabras de la organizadora, reivindica procesos antes que cifras y memoria colectiva por encima del gesto espectacular. También se reconoció a espacios como bares que han construido la escena bogotana de manera independiente como Bbar, Rockxy, Kraken Bar y The Grange.

Aida Hodson, creadora y articuladora del proyecto, encontró en Raíz y Convergencia una forma de combinar sencillez con compromiso social, su trabajo aparece en la narrativa del evento como el de quien arma puentes entre generaciones y territorios, facilitando espacios donde la conversación y la memoria pueden circular sin la rígida imposición del formato festivalero masivo. La plataforma de Hodson —que articula formación, producción y circulación— sustentó la jornada y dejó en claro una apuesta política por la sostenibilidad de escenas no comerciales.

En el listado de reconocidos estuvo Felipe Szarruk, director de este medio, celebrado por la trayectoria con Subterránica y la resistencia con 30 años de gestión y música.

Quien asistió a la Sala Gaitán salió con la sensación de haber vivido algo medido por la emoción más que por la espectacularidad, la ceremonia fue breve, el público numeroso y el tono afectuoso; discursos cortos, aplausos prolongados y la declaración tácita de que el reconocimiento no era tanto un premio como una declaración de existencia: “ustedes hicieron posible esto” decía Aida Hodson. Esa economía de recursos y afectos, lejos de restar, aportó una dignidad que en otros escenarios se pierde en el exceso de producción, con momentos intensos como la proyección del video “Cartas Suicidas” de Mandigasea -otra de las bandas celebradas- por su compromiso con la divulgación de la precaria situación de la salud mental en Colombia a través de la música.

El balance de Raíz y Resonancia es en última instancia, político y estético… político porque reafirma prácticas de cuidado, memoria y visibilidad para escenas que históricamente han quedado fuera de la narrativa cultural central; estético porque celebra la diversidad del rock colombiano, desde el Metal hasta formatos acústicos y propuestas híbridas, y propone modelos de encuentro que no dependen exclusivamente del tamaño. Si hubo un mensaje claro en la tarde del 26 de octubre, fue que la memoria musical se hace en colectivo, entre escucha, testimonio y la humildad de reconocer trayectorias vivas.

@subterránica

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