Colombia
Atacan a Narcocracia en Manizales: El precio de hacer rock en Colombia
Subterránica no es un medio políticamente correcto, lo saben… no somos neutros, no nos callamos, no maquillamos la realidad y esta es la realidad: La noche del sábado 23 de mayo en Manizales, al cantante de la banda Narcocrácia un cobarde casi lo mata tirando botellas que le causaron heridas graves en un acto de soberbia y violencia descontrolada.
El agresor está identificado y aquí estamos exigiendo que se entregue antes de que sea capturado.
Cansados de que el rock, los músicos y el arte independiente sigan siendo carne de cañón para la violencia, para la estupidez, para esa mezcla explosiva de licor, ignorancia y complejo que abunda en ciertos sectores, cansados de que en Colombia salir a tocar, a hacer cultura, a dejar el alma en una tarima, termine con un músico en el hospital, el país ya no aguanta más sangre, cinco centímetros más arriba y la historia sería otra. El titular hubiera sido que Leandro, sobreviviente de la tragedia de Armero, se salvó de esa para encontrar la muerte a manos de un imbécil que no soporta que otros piensen diferente.
Lo que sucedió fue que en pleno show de la banda Narcocrácia en Manizales, un individuo —cuyo nombre y rostro ya son de conocimiento público— arrojó una botella de vidrio con la clara intención de agredir. No fue un accidente, fue un acto violento, deliberado, cobarde y criminal, fue claramente un intento de asesinato. El impacto fue directo al cuello del vocalista, causándole heridas graves, la intención era clara, querían matarlo. La banda tuvo que suspender su presentación y como caballeros se bajaron del escenario, ensangrentados para no escalar la situación, el agresor relajado y tranquilo se fue del lugar sin que nada pasara como siempre en este país de impunidad y una vez más el rock colombiano terminó bañado en su propia sangre no por sus letras ni por su actitud, sino por la ignorancia de quienes no entienden lo que representa esta cultura o que creen ser los portavoces de la misma, radicales que en su cerebro no cabe más que el odio y la ignorancia.
Link a la publicación de Narcocracia: https://www.facebook.com/Narcocracia/posts/pfbid0Z5dkkC4onzCviCD8ncB6AH9mBUSd1c7ySyUgKqNyJ2oLvRJdpDezFahKSkmMm5mWl
El rock colombiano lleva décadas resistiendo, resistiendo al olvido institucional, a la falta de espacios, al abandono cultural. Pero lo más indignante es que también resiste a los ataques físicos… no es la primera vez, ya hemos tenido músicos asesinados, festivales y conciertos cancelados por amenazas, agresiones en tarima, sabotajes, estigmatización. ¿Y por qué? Porque el rock, en Colombia, todavía incomoda, porque seguimos siendo tratados como un “riesgo”, como “gente rara”, como “rebeldes sin causa”, cuando en realidad somos lo poco que queda de la cultura auténtica, de la protesta, del talento, Narcocracia es de las pocas bandas que no se han arrodillado al Estado y que dice las cosas de frente.
El asesino en potencia está identificado, las pruebas están, los videos, los testigos, el nombre, lo único que falta es lo que no existe en este país… la justicia. No fue un desconocido entre el público, fue alguien que sabía lo que hacía, que cargó con rabia su cobardía y la descargó sobre alguien que estaba haciendo lo que ama: cantar.
Desde aquí, desde Subterránica, exigimos que se entregue a las autoridades, que responda legalmente, no se puede ir por la vida creyendo que agredir artistas es un deporte nacional. Aquí hay consecuencias y el rock no se va a quedar callado, toda la escena se ha pronunciado en solidaridad con la banda y lo que logró esta persona fue solo acentuar más la presencia de Narcocracia en el Rock colombiano demostrando que es una banda que le ha llegado profundamente no solo a los músicos sino a un público extenso que sí los entiende y entiende el mensaje que es precisamente en contra de la cultura narco de mierda de esta patria, hemos visto a muchos ofendidos por Calamaro pero a pocos ofendidos por esto que ha sucedido, un país en donde la vida vale mierda.
El problema es más profundo de lo que parece, no se trata solo de una botella, se trata de un país que no respeta la cultura, que la domina, que la mira de menos, un país que trae la violencia en las venas de manera inherente, un país donde tocar metal o punk aún coloca a los artistas en la mira, en donde si uno se monta a un escenario en un bar se expone a todo menos a respeto, en donde la Policía llega primero a “sospechar” que estás fumando algo antes que a garantizar seguridad, “de seguro lo merecen estos mariguaneros satánicos” ¿Verdad?
Se trata de una sociedad que le tiene miedo al pensamiento, a la crítica, al ruido que no viene de la radio comercial y se trata también de una escena que a veces normaliza estos abusos.
No más.
No podemos normalizar que a un artista lo hieran brutalmente y mañana sigamos publicando flyers como si nada, la violencia no es parte del rock aunque parezca lo contrario. Es hora de levantar la voz, de exigir garantías para tocar, para crear, para estar seguros en nuestro propio espacio porque a veces son hasta los mismos músicos los que agreden como ya lo hemos vivido y visto varias veces en Subterránica, ya es hora de exigir y de actuar, hora de unirnos más que nunca.
Y a Narcocrácia… Toda nuestra solidaridad, respeto y admiración.
Sabemos lo difícil que es hacer rock en este país de tumbas y aun así ustedes lo hacen con el corazón, hoy les duele la piel, pero mañana esto será gasolina para incendiar aún más los escenarios y si necesitan ayuda para procesos legales, visibilidad, o lo que sea, Subterránica está con ustedes.
¡El rock no se calla! El rock no se rinde. El rock no sangra en silencio.