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La agonía y el éxtasis en Rock al Parque: Lluvias, requisas y Metal Colombiano

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Por: Felipe Szarruk

Volver al parque después de tantos años es algo interesante y les voy a decir por qué… Uno pensaría que no se sentirá como una rutina, pero lo hace. Para los que llevamos muchos festivales encima y que ya conocemos como es el “protocolo”, da un poco de “mamera” atravesar la misma historia de la cuál parece Colombia no se va a poder salvar nunca y es ese “regaño” anterior a un concierto.

A diferencia de casi todos los países del planeta tierra, entrar a un concierto en Colombia es un suplicio, es casi psicópata, es como entrar a visitar a un preso en un pabellón de La Picota, requisas, malas miradas, cien filtros, desconfianza, una mierda eso. Menos mal este concierto es gratuito para el público porque parece que uno tiene que bajar la cabeza y pedir perdón para ingresar a cualquier espectáculo público o privado en el país y esto está mal. Por varias razones, la primera porque es una experiencia muy incómoda para los asistentes, la segunda porque sea lo que sea que creen que pueden quitar en la entrada se consigue adentro, si, incluyendo armas y la tercera y más importante, porque es un reflejo de nuestra pobre cultura como ciudadanos en donde saben que como niños de pañal cagado no nos pueden dejar solos en un evento cultural porque se convierte en una tragedia. Y esto nunca va a cambiar.

Ahora entremos en materia al concierto pasado por agua que tuvimos ayer en El Simón Bolivar, espero que los embalses ya estén bien porque si con ese diluvio no subió el nivel entonces es que se están bebiendo el agua o la están evaporando, porque la cantidad de agua que cayó fue bestial.

Buenas bandas para el no oficial “día del Metal” sobretodo las nacionales de las cuales brillaron varias como Hellfish, Loathsome Faith, Legio Inferí, Highway o Insánity. Repitiendo una y otra vez que el Metal colombiano se encuentra en un buen momento, estás bandas son prueba de ellos. La ingeniería de audio de bandas como Loathsome Faith fue notable, en contraste con algunos internacionales que parecían desubicados en lo que es el festival.
Ese gran espacio entre las bandas y el público confunde a las bandas internacionales que en realidad no tienen ni idea de que es lo que está pasando, algunas que ya conocen la dinámica del festival lo entienden pero no lo comparten.

El festival está ofreciendo unas zonas de comida, bebida y emprendimiento que vale la pena recorrer, ahí es donde se está dando la dinámica social que enriquece algo como Rock al Parque, porque realmente fue dificil disfrutar el concierto, la lluvia no es amiga de esto y como dicen en Alemania en Wacken “Rain o Shine”, sí, pero es que Bogotá dista mucho de un camping tipo Woodstock en donde uno pueda después al menos relajarse o bañarse, igual a la gente que asiste esto no le interesa, pero si impacta de manera directa en el número de asistente que por supuesto fue bajo.

Ayer me metí de sapo en los controles de Canal Capital a confirmar una sospecha que tenía, no es nada importante, solamente para contar en este escrito la respuesta a algunas críticas que hacen del sonido de la transmisión para TV y lo que sucede, es que no existe una mezcla para televisión, el audio llega desde la consola de mezcla en vivo y esto obviamente altera la calidad, ya que la mezcla en vivo para los escenarios es potencialmente diferente a la de una mezcla para televisión, pero tener otros ingenieros haciendo esto elevaría demasiado el costo y no parece que valga la pena realizarlo ya que los indices de rating del evento no parecen sustentarlo.

En general, viéndolo como un todo, se logró sacar adelante un primer día de lo que parecen tres diluvios, Hipocrisy quienes eran los Headliners de la noche no lograron su sonido contundente por algunos problemas que tuvo la banda con los equipos, pero se las arreglaron para que el público tuviera el mejor show que podían hacer, contraste a La Pestilencia a la que Bogotá siempre le responde con fuerza y que iniciaron con una versión “medio sinfónica” de su ya clásico “Nada me obliga”. En cambio actos como Sacred Reich y Dirkschneider tuvieron mejor suerte con el sonido y el público. Hay una banda de la que pocos están hablando pero meceré mucho la pena explorar, los daneses de Afsky, excelente propuesta de Black que encajó perfectamente en el ambiente lúgubre de la capital.

Rock al Parque ni ha perdido su fuerza, ni ha ganado más de la que tenía antes, el cartel este año aunque mejor, dista mucho del line up de un festival de este calibre, aún faltan muchas cosas por arreglar pero es que parece que “esas cosas no importan”, la percepción es que al festival le falta gente que trabaje por mejorarlo pero este año está mejor, más divertido, la curaduría fue mucho más coherente (Aunque con un merengue y cumbiecita por ahí colados), las zonas están mucho mejor y la gente se divierte también sin importar que.

Como criticas me siguen surgiendo dudas sobre los “eventos fantasma” e “invitados fantasma” que comienzan a aparecer mágicamente después de los anuncios. Por ejemplo ese concierto “sinfónico” de rock que hmmm, ¿por qué y para qué?, esa carpa de Dj´s a donde fue a templar incluso el señor García que parece que si no es del Estado no puede comer, ¿Por qué y para qué? Todo eso cuesta dinero y ese dinero se podría usar para buscar la comodidad de los asistentes, para prepararse para las tormentas, incluso para otras bandas porque en la convocatoria pasaron muy pocas. Esos conciertos de Rock al Parque al barrio ¿Por qué y para qué? Asistimos un rato al que se hizo en Lourdes y no había casi nadie, eso es dinero botado. Y eso debe acabarse, si hay un proceso y unos anuncios, punto, no tienen que comenzar a aparecer “premios de consolación” o eventos de la nada usando presupuesto del festival, eso no le sirve a nadie.

Por lo pronto, a ver que como termina esta edición que parece estará entera pasada por agua pero ahora cambia de géneros a otros un poco más “fiesteros” y esto es lo que atrae al grueso de bogotanos.

Ya veremos…

P.D. Y como colombianos que somos, raza de sicarios y ladrones no podíamos fallar y a bandas como Hipocrisy y Haggard les robaron equipos en el aeropuerto. Pero eso somos, eso hemos sido y eso seremos siempre. Mientras a disfrutar de las canciones que hablan de niñas de 14 años que “ya están ricas”.

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