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Una alucinación: El Rock y el Metal Colombiano, un Delirio de 5000 Personas y nada más

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Queridos lectores, debo advertirles que el siguiente escrito tiene el poder de partirles el corazón. Sin embargo, es imprescindible que lo haga, pues solo enfrentando esta dolorosa realidad podremos despertar a una verdad incómoda pero necesaria. Solo así podremos empezar a reparar los daños que hemos ignorado durante demasiado tiempo.

Quiero traer a este escrito algo que me ha tocado mucho y es la reciente realización del Festival Border Jump en Bogotá por parte de un emprendedor que ha sido amante del Metal nacional y que no solo le ha dedicado su tiempo, su vida, sino que ha invertido mucho dinero en la promoción de bandas y en apoyo hacia ellas. Al igual que Subterránica, Bogotá Ciudad Rock y otros movimientos que hemos hecho lo mismo. El evento requirió una gran promoción y producción y las personas sencillamente no asistieron, a pesar de que el cartel presentaba a grandes bandas como Darkness, Neurosis, Info entre otras, son bandas de larga trayectoria y de calidad indiscutible ¿Qué sucede? ¿De quien es la culpa? Tengo algunas reflexiones al respecto y la conclusión más grande es que vivimos en una alucinación colectiva llamada “escena del rock colombiano”.

Ustedes no lo consideran así, pero ese es el daño que Rock al Parque le hizo al Rock y al Metal colombiano y del que tanto hemos hablado. Esa cultura de gratuidad que nos enseñó que el rock es gratis impactó de manera irreparable a los promotores independientes y a los eventos más pequeños como el Border Jump que buscan crear espacios de circulación para las bandas.

Está demostrado que las bandas que han llenado Rock al Parque no lo han hecho por ellas mismas, Rock al Parque se llena al igual que el Altavoz y otros escenarios gratuitos por eso, porque es gratis y porque traen bandas internacionales que de otra forma solo serían accesibles con el pago de un boleto de muy alto costo. Entonces sí, Rock al Parque es un agente que ha destruido la escena emergente y la escena independiente, no lo ha hecho a propósito, pero a veces algo que parece ser bueno sale mal y entonces el rock solo se vive durante esos días y nada más.

Un saludo a Sebastián y a las bandas, ellos hicieron su parte… faltó la de los demás. No es su culpa, es culpa del país en donde estamos y el entorno en el que vivimos.

Con la cantidad de bandas que mueren y nacen a diario en Colombia hacemos un calculo a vuelo de pájaro en donde al menos cinco mil músicos o en su defecto personas que se creen músicos están tratando de mantener una escena del rock y del Metal colombiana.

Esta escena se ha mantenido con los mismos veinte nombres que son financiado por el Estado desde los años noventa, los mismos veinte que tocan en todas partes.

En el universo de la música, donde géneros como el reguetón y la música urbana dominan las listas y los corazones de millones, hay un pequeño rincón reservado para una alucinación colectiva conocida como el rock y el metal colombiano. Este fenómeno, protagonizado por aproximadamente 5000 individuos, se ha convertido en un círculo cerrado donde todos se conocen, tocan en las mismas bandas y, sorprendentemente, creen ser superestrellas.

Y no hablemos del público, eso no existe, solo está en los festivales gratuitos porque regalado hasta una puñalada. De resto brillan por su ausencia. Eso sí, pagan millones por cualquier concierto chimbo que traen del exterior así nadie sepa nada de quien viene, pero vaya y vea si llenan un bar con seis bandas a 10 mil pesos. Ni los papás los van a ver.

¿Quiénes son estos 5000 elegidos? Son los músicos activos de rock del país que viven en una especie de realidad paralela. En este universo alternativo, cada concierto es un gran acontecimiento, cada riff y solo de guitarra una epopeya digna de ser recordada. Sin embargo, la dura verdad es que esta burbuja de la fama se desinfla al contacto con la realidad exterior.

Vamos a desentrañar el misterio de los conciertos de rock en Colombia. En esas épicas fotos de conciertos donde se ven dos mil personas, la cruda verdad es que esos asistentes no están allí para ver a la banda local que se cree el próximo Metallica. No, esos dos mil o más están allí por la banda internacional que encabeza el cartel. Los músicos locales son meros teloneros, un calentamiento antes del plato fuerte. Pero claro, en la alucinación colectiva, esos 2000 están allí por ellos.

Afuera de esta burbuja, nadie sabe de la existencia de estas bandas. En el panorama mundial del rock y el metal, el nombre de Colombia brilla por su ausencia. Ni siquiera figuras como Juanes o Diamante Eléctrico, quienes han intentado cruzar la frontera del anonimato, logran ser más que una nota al pie de página en la historia de la música global. Y hablando de Juanes, su paso del rock al pop latino es un testimonio de lo que realmente mueve masas y ventas.

Mientras tanto, géneros como el reguetón y otros ritmos urbanos no solo dominan Colombia sino el mundo. Artistas como J Balvin y Maluma son conocidos globalmente, llenando estadios y encabezando festivales. Su música resuena en cada rincón del planeta, una realidad que contrasta fuertemente con la alucinación del rock y el metal colombiano.

En el panorama musical mundial: El Rock está como muerto

Incluso si ampliamos el foco, el panorama del rock mundial no es muy alentador. A pesar de que aún existen grandes bandas y festivales, el rock ha perdido el brillo y la relevancia que tenía en décadas pasadas. El público masivo ha cambiado sus gustos, y los géneros que hoy marcan tendencia son otros. En este contexto, el rock colombiano, con su diminuta base de fans y su escasa relevancia, parece aún más una quimera.

Despertemos, Aun no somos nada

Es hora de que las 5000 almas del rock y el metal colombiano despertemos de ese sueño febril. Aceptemos la realidad: no somos nada ni nadie en el panorama musical mundial. La alucinación de grandeza es solo eso, una alucinación. En un mundo donde el reguetón y otros géneros dominan, el rock y el metal colombiano son apenas un susurro en un mar de ruido. Es hora de dejar de vivir en una ilusión y enfrentar la dura verdad: no somos superestrellas, y fuera de nuestra burbuja, nadie nos conoce ni nos escuchará.

Y esto se los dice alguien que ama el rock sobre todas las cosas, que cada día se inventa un evento, un toque, una forma de que todos tengamos algo que hacer, que pasa dificultades por su pasión y que cree que decir la verdad es el acto de amor más grande que existe y que siempre hasta el último día de su vida seguirá tocando, buscando crear y buscando aportar al rock. Si tomamos conciencia de esto entonces podremos cambiar las cosas, talento hay, pero nada más.

Vamos a hacerlo!!!

@felipeszarruk

La imágenes usadas en este artículo fueron generadas por IA a través de Copilot.

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