Colombia
PazFest: Una Ilusión de Paz en Bogotá, más espectáculo que Transformación
El viernes 12 de abril un día antes del ataque de Irán contra Israel y que el mundo temblara por miedo a una guerra mundial, la Plaza de Bolívar en Bogotá se convirtió en el escenario de PazFest, un festival musical organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Con la participación de bandas y artistas invitados, el evento buscaba explorar el potencial de la música como catalizador de la paz y la reconciliación en Colombia.
Sin embargo, tras el brillo de las luces y el estruendo de la música, queda la sensación de que PazFest fue más un espectáculo de entretenimiento que un verdadero impulsor de cambios significativos hacia la paz.
La presencia de una figura como Paul Gillman y su banda, quien por fin pudo cantar en Bogotá después de haber sido vetado hace unos años por el mismo curador que lo invitó a este concierto, solo sirvió para resaltar las profundas divisiones dentro de la sociedad colombiana, las reacciones en redes sociales al concierto no son precisamente un acto de paz sino un reflejo de la división de pensamiento tan profunda en la que está sumida Colombia, el concierto se dio sin ofrecer un espacio real para el diálogo y la comprensión mutua. ¿Cómo puede un evento que no aborda de frente las raíces del conflicto esperar realmente contribuir a su resolución?
La elección de la Plaza de Bolívar como sede del evento fue efectiva, es un espacio adecuado para un evento de magnitud media, pero a pesar de un lleno total, este tipo de espectáculos plantea interrogantes sobre la verdadera relevancia y accesibilidad del festival para el público en general. ¿Para quién fue realmente este espectáculo? ¿Qué impacto tuvo más allá de ser un simple entretenimiento gratuito?
Las bandas, a excepción de La Pestilencia se mostraron disfrutando de un espectáculo como cualquiera y no se escucharon protestas, propuestas o discursos que pusieran a la gente a pensar en el conflicto que se vive en Colombia actualmente, en donde el rock ha sido parte de él al estar involucrado directamente en panoramas de corrupción, violencia política y alguno que otro escándalo por ideologías, en ese sentido, bandas como Panteón Rococo que en otros escenarios han sido más activistas, esta vez se mostraron cautelosos. A pesar de todo fue un buen espectáculo, otro buen show gratis para el público que se ha acostumbrado a que el rock es gratis en la ciudad y esto es otro factor que ha contribuido a que quienes se dedican al rock les cueste demasiado hacer de su práctica algo rentable.
La producción técnica del evento fue impecable, con detalles como una tarima giratoria que añadió una dinámica visual interesante, un sonido a la altura, visuales que se apoyaban con la atmósfera colonial de la Plaza de Bolívar, pero la ausencia de un mensaje claro sobre la paz y la reconciliación dejó mucho que desear. Las expresiones simbólicas, como las banderas de Palestina y los carteles anti-taurinos, se sintieron más como adornos superficiales que como verdaderos llamados a la acción y la reflexión.
En resumen, PazFest fue una ilusión de paz en Bogotá, un evento que, a pesar de su espectacularidad, careció de la profundidad necesaria para abordar los problemas subyacentes que obstaculizan la construcción de la paz en Colombia. Es hora de dejar de lado los espectáculos superficiales y trabajar hacia iniciativas más sustanciales y transformadoras que realmente impacten en la sociedad.